ENCUENTROS FURTIVOS Y ALEJANDRO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por HentaiBoy.
Como algunos de mis lectores sabrán, acá en Venezuela la situación está demasiada crítica y desesperante, la vaina está bien jodida pues; tanto así que no se consigue empleo, hay escases de productos por todos lados y la delincuencia anda con el moño suelto.
Y esto no es únicamente a nivel nacional sino a nivel regional.
No quisiera hablar mal del gobierno de turno (ja ja), pero es que a causa de todos estos males yo la estaba pasando pésimo, ya que no conseguía en donde trabajar ni que hacer para ayudar a mi familia.
Y eso que soy graduado y tengo título universitario, y a la fecha aún estoy desempleado y sin trabajo.
Ya después de mucho buscar y contactar a casi todas mis amistades, recibí una llamada de una prima que vivía al sur del país.
La prima me propuso trabajar para ella, y yo ni corto ni perezoso decidí irme hasta allá.
Tenía un dinero ahorrado y con eso pague el largo viaje hasta el sur de mi país.
No era la primera vez que viajaba a esa exuberante zona de Venezuela.
Al llegar la prima me dio más detalles sobre lo que sería mi ocupación estando con ella, lo bueno es que no tenía que preocuparme por la comida ni por el alojamiento ya que viviría en su casa.
Todo transcurrió con normalidad al menos por tres meses, hasta que mi prima me informo que se mudaría a otra ciudad del país.
Quede un poquito desconcertado porque ya no tendría que hacer, pero la prima me confeso que dependiendo de cómo resultarían las cosas en aquella ciudad, ella me diría para que me fuera hasta allá.
Con la esperanza de volver a trabajar con ella y de conocer otra ciudad quede nuevamente sin empleo; entonces me tuve que mudar a otra parte.
Por suerte había mantenido contacto con un casi primo que vivía en un lejano pueblo, muy pero muy al sur de donde yo estaba.
Este tipo no era mi primo de sangre, sino que era primo de mi medio hermano, pero el igual me consideraba su primo.
Así pues, decidí arriesgare e irme hasta allá, pero todavía tenía que esperar a que ese primo me viniera a buscar, así que tuve que conseguir otro sitio en donde quedarme al menos por una semana.
No se me ocurrió mejor sitio en donde quedarme que en la casa en donde vivía David.
Recuerdan que les había hablado anteriormente de aquel niño gay de 8 años que era feíto y que me sorprendió súbitamente cuando en cierta ocasión me saboreo la verga cuando dormía.
Para los que no sabían de ese carajito, no se preocupen, les informo que no pasó nada aparte de lo que dije.
Bueno, resulta que el niño ahora ya tenía casi diez años de edad y estaba más gay que nunca, al menos cuando me vio se emocionó de una manera desvergonzado que derrochaba putería y mariconería a cada rato.
Sus padres no estaban allí, y en la casa solamente vivían David, su hermanita de siete años, su hermana mayor de unos 20 años y su esposo.
Mientras estuve allí todo transcurrió con normalidad, aunque ese carajito seguía sacándome cuadro a cada rato, y lo más arrecho es que su hermanita estaba practicante enamorada de mí, pues me enviaba notas de amor a cada rato, diciéndome que me quería y otras cosas.
Debo aclarar aquí que a pesar de que me considero un pervertido y morboso, no estoy de acuerdo con corromper a un niño o niña inocente haciéndole cosas que después lo perturbarían y marcarían de por vida.
Sé que suena algo hipócrita pero es cierto lo que digo.
Nunca me cogería o violaría a un niño inocente así nada más, a menos de que ese niño sea todo un gay en potencia y este pidiendo verga a gritos; porque estoy claro de que si no pasaba nada conmigo ese carajito lo intentaría con otra persona.
Y en caso de que fuese una niña me conformaría con que tuviese 13 años y fuese más puta que la gallina.
Menos mal tengo esta “habilidad de leer a las personas” y he detectado, o mejor dicho descubierto, a varios pasivos en potencia.
Lo que sí es curioso es que a donde quiera que vaya siempre, pero siempre tengo que encontrarme con algún gay menor de edad.
Y aunque pareciera que tengo un detector de maricas, pajaritas, palomos, perillos, o como quieran que se llamen, les aseguro de que también veo otras cosas en las personas “normales”.
Siguiendo con lo del relato, agregare que la hermanita de David, era linda y simpática, nada comparado con su hermano, la vaina es que David sabía que su hermana estaba pendiente de mí y estaba al corriente sobre las notas que ella me escribía.
En cierta ocasión me toco irme a dormir a casa de un tío de ellos, que vivía cerquita de donde ellos vivían, era una casa pequeña en donde solamente vivía su tío que además trabajaba todo el día; cuando fui a revisar y acomodar mis cosas personales, David se presentó en aquel sitio.
El niño estaba alrededor de mí preguntando estupideces y diciéndome que sabía que su hermana estaba enamorada de mí.
– ¿Qué tiene de malo? ella es niña y es normal que se enamore de un chico –le contesté.
Yo sabía perfectamente las intenciones de sus insinuaciones e indirectas, así que le pregunte:
– ¿Y es que tú también estás enamorado de mí?
El niño no dijo nada pero su actitud me hizo saber que yo le gustaba y que además sentía celos de su hermana, ya que a veces yo me ponía cariñoso con ella mientras él me veía de manera extraña.
Ojo, no intente nada indecente con su hermanita, simplemente me parecía tierno que yo le gustara y trataba de compensar ese sentimiento con cariño y atención.
– ¿Tú te la vas a coger cierto? –dice David repentinamente.
Yo estaba claro que ese carajito tenía una mente tan sucia como la mía; pensé en cierto momento de que él y su hermanita hacían cosas indebidas cuando estaban a solas, pero sabiendo muy bien los gustos de David, no creí que llegara a eso.
–No me la voy a coger pero si tú sigues con la marisquera conmigo yo si te voy a coger a ti –le dije poco después.
–Tú no te atreverías a cogerme –me dice David al instante en tono burlón.
Tres cosas que me dan una pinga de arrechera: es que me ignoren cínicamente, me digan mentiroso de una forma descarada a pesar de estar diciendo la verdad y que me desafíen de forma explícita.
– ¿A ti nunca te han metido una verga por el culo cierto? –le dije yo algo alterado.
David no dijo nada, solamente se limitó a verme con sus tremendos ojos de manera incrédula.
–Ok, te voy a complacer carajito; ven dame un beso a ver como lo haces –dije mientras le hacía señas con el dedo índice.
David como que no creía nada de lo que yo decía, y únicamente sonreía de una manera muy estúpida.
Pero entonces se acercó y alzando el rostro lo más que pudo, se puso como para que lo besara.
El niño me parecía feo y sin gracia, pero aun así me agache un poquito y acercando mis labios a los suyos le di un beso de piquito y cuando intente separarme David se inclina aún más y comienza a besarme con desesperación.
Me pareció increíble como ese niño devoraba mis labios, debo admitir que aunque torpe no lo hacía nada mal; tanto así que mi verga comenzó a ponerse tiesa lentamente.
Yo le sostenía la cabeza mientras el saboreaba mis labios con frenesí, luego sentía algo en mi entrepierna, eran las manos de David que querían tocarme el pene.
Me despegue repentinamente, lo mire y le dije que se esperara un momento, luego fui a la puerta principal y la cerré con seguro; no quería que nadie nos interrumpiera.
Menos mal esa casa estaba sola y solamente yo estaba a cargo, así que prácticamente podía hacer lo que yo quería.
Una vez que estuve con David le dije que me siguiera, fuimos directamente a una habitación en donde yo tenía mis cosas, entonces lo recosté en la cama y me puse encima para besarlo, puse mis labios cerquitas de los suyos y no hice nada más, seguidamente se apresuró y me beso como loco.
Mientras saboreaba sus labios el muy puto me tocaba el pene nerviosamente.
Si este carajito quería verga estaba dispuesto a dársela sin problemas.
Después de haber pasado un buen rato y estar llenándome de saliva decidí que era momento de entrar en acción, así que le dije que quitara toda la ropa.
El obedeció rápidamente, ahí pude admirar su desnudez y ver como tenía su penecito empinado, su cuerpecito me pareció provocativo, su piel morena le sentaba muy bien.
Su contextura era de un niño común de su edad, ni flaquito ni gordito; tenía un lindo cuerpo, lo único que la cagaba era su rostro.
Yo no me quite ninguna prenda pues andaba en pantalones cortos y sin camisa, solamente me recosté en la cama y le dije a David que se acercara, el rápidamente se arrimó y me saco la verga, que para ese entonces estaba más tieso que la pata de un perro muerto.
David comenzó lentamente a pelarme el pene con curiosidad, entonces le ordene que se lo metiera a la boca, no quiso.
–Anda chúpamelo, te va a gustar –le dije después.
El niño me veía y luego miraba mi pene como diciendo o que era asqueroso (porque estaba baboso) o porque no le iba entrar en la boca (ja-ja como si no lo hubiese hecho ya hace tiempo).
Quizá era pena, sea lo que sea lo que ese niño pensaba decidió probar; torpemente agarro con ambas manos mi pene y se lo introdujo en la boca… No era un experto pero hacia lo posible para complacerme.
No le entraba del todo en su boquita perversa; al cabo de un par de segundos dejó de chupar, se levantó y acomodándose encima de mí intento meterse mi verga, pero fue inútil; al parecer el niño estaba ansioso de ser penetrado.
–Ya voy que esto no es así nada mas –le dije mientras lo apartaba y me levantaba de la cama.
Fui directo a mis cosas y busque un lubricante que siempre tengo guardado por si a las moscas, también tome un condón.
Mire a David acostado y le dije que se diera la vuelta; en ese instante pude ver en todo su esplendor sus nalguitas bien paraditas y tan apetitosas.
Las apreté con suavidad y las abrí amablemente.
Y ahí estaba ese tesoro oculto, un culito con tintes marrones pero bien cerradito y virgen; sin perder tiempo agarre un poco de lubricante y los unte en mis dedos, entonces se lo pase suavemente mientras que David gemía ligeramente.
Mis dedos pasaban por su raja e intentaban entrar en su pequeño agujero pero parecía inútil, pues mis dedos no podían entrar con facilidad aun con la ayuda del lubricante.
Hice presión con un dedo pero David se quejó diciendo que le dolía, la vaina se ponía jodida para mí porque sabía que cogerme a David seria toda una odisea, ya que me llevaría tiempo.
Entonces lo inesperado paso, alguien llamo a la puerta repentinamente, escuche claramente la voz de Fernanda, la hermanita de David; me quede en silencio y le dije al niño que no dijera nada.
David se asustó mucho y comenzó a vestirse rápidamente.
En seguida le dije que se quedara quieto, que no se vistiera.
Yo de verdad quería cogérmelo y no estaba dispuesto a dejar pasar esa oportunidad, David se lo busco así que decidí endulzarlo nuevamente y comencé a besarlo mientras le decía para continuar con lo de hace rato.
No se escucharon más los gritos de Fernanda en la puerta, sabía que no tenía mucho tiempo así que me dispuse a penetrarlo fuese como fuese.
Les aseguro que en momentos de excitación extrema y peligro inminente es imposible razonar claramente.
Así pues, puse en cuatro al niño y rápidamente agarre más lubricante y le embarre el culito, sin prestarle atención al condón unte más lubricante en mis manos y me engrase mis 17 cm de verga, luego me dirigí a su agujero e hice presión con mi glande.
David se quejó diciendo que le dolía.
No le puse cuidado y presione con más fuerza hasta que sentí como la cabeza de mi pene entraba con dificultad.
Apenas había metido la puntica cuando David volvió a quejarse y a decir que se lo sacara.
No estaba dispuesto hacerlo, así que lo sostuve con fuerza por la cintura pero el niño comenzó a quejarse de una manera tan alarmante que me asusto pues también había empezado a llorar como loco.
Y de un momento a otro David se desato y se soltó de mis manos sacándose mi verga de su culito.
Sollozando y con lágrimas en los ojos me rogo que no quería seguir más, que lo dejara quieto porque le dolía muchísimo.
Trate de calmarlo, incluso hasta lo abrace para consolarlo, me tenía miedo, pero aun así dejo que lo abrazara.
A decir verdad yo quede con ganas de más, pues había decidido enseñarle a ese niño las cosas que lo harían gozar y sufrir en un futuro no muy lejano.
Mientras lo consolaba tocaron nuevamente a la puerta, volví a escuchar la voz de Fernanda, pero esta vez gritaba mi nombre.
Me levante el pantalón corto y fui velozmente a la puerta tapándome la verga disimuladamente, pero antes le dije a David que se vistiera y saliera por la puerta de atrás mientras yo distraía a su hermanita.
– ¿Has visto a David? –me dijo apenas abrí la puerta.
Le explique que no sabía nada de su hermano porque yo estaba dormido y no lo había visto.
David logro salir en alta y llegar a su casa con prisa y sin ser visto por su hermana.
Pasaron los días y tristemente nada más paso entre David y yo; entonces se cumplió el plazo y me tuve que ir con mi primo.
Pero antes de irme le dije al niño que algún día volvería y me lo cogería como era debido, luego le di un beso en la boca.
El carajito únicamente sonrió con disimulo.
Una vez que me fui con mi primo viajamos, y después de casi un día de travesía llegamos a un pueblo que se situaba más al sur de donde yo estaba inicialmente.
Eso quedaba en el quinto coño, allá en donde el diablo botó la chancleta, donde se regresaba el viento.
El pueblo era pintoresco y de cierto modo interesante, eso sí, todo era más caro que en la ciudad, la vaina parecía más arrecha pero yo me mantenía firme y decidido a mejorar.
Yo me acomode en casa de mi primo; y una vez que agarre confianza conocí gente de todas clases.
En cierta ocasión fui a casa de una ex pareja de mi primo y ahí pude conocer a un niño de aproximadamente unos nueve años de edad llamado Leonardo.
Este niño tenía rasgos indígenas resaltantes y era de piel trigueña, pelo liso y definitivamente más simpático que David; en un principio me pareció “inocente” pero las apariencias engañan.
Apenas vi más de él supe que ese carajito era más gay que David; pero su actitud no era como la de David, sin embargo no le preste mucha atención a ese detalle; el dilema era como decirle a mi primo que su hijo era gay.
Ese no era el único hijo de mi primo, también tenía otro niño de 11 años y dos niñas de 2 y 5 años de edad respectivamente.
Aparte vivía con una mujer que tenía dos varones de 9 y 11 años y una simpática niña de 7.
En la casa de mi primo vivía también su mama, además había otro primo mío que tenía apenas 14 años de edad, y como era de esperar él se pegó tanto conmigo que hasta dormíamos juntos en su cuarto.
Ese otro primo se llamaba Ender, y debo agregar que no era para nada gay, pero si era tímido e introvertido, sin embargo yo le caí bien ya que siempre nos la pasábamos echando vaina y jugando en su viejo PlayStation 2.
En cierta ocasión llego de visita el hijo de mi primo, Leonardo vivía con su mama en otra parte del pueblo y rara vez visitaba a su padre, pero ahí estaba él, parecía un niño común y corriente, con el detalle que no le gustaba que le echaran mucha vaina porque se molestaba de una manera increíble.
Por alguna razón que desconozco todos los hijos de mi primo me decía tío, quizá por respeto, lo cierto del caso es que Leonardo también lo hacía así que le daba mi bendición cuando me la pedía.
A Leonardo le toco esa ocasión dormir con nosotros en la misma cama porque según él le daba miedo dormir en otra habitación.
Yo dormía en la misma cama con mi primo Ender, y mientras él jugaba en su PlayStation yo estaba arropado viéndolo jugar.
Cuando llego Leonardo se acostó a mi lado y me dijo que tenía frio, que si podía arroparse conmigo, no me pareció nada malo esa sugerencia.
Al cabo de unos minutos el niño comenzó a pegarse más a mí; tanto así que sus nalguitas quedaron pegadas a mi pene.
En un primer momento no hice nada, pues pensé que Leonardo tenía frio, ya que en aquella habitación hacia un frio infernal, perdón, quise decir invernal.
Pero como Leonardo se movía tanto hizo que mi pene se comenzara a levantar súbitamente, lo más arrecho es que él se dio cuenta porque mientras más tieso sentía mi entrepierna más se pegaba a mí.
– ¡Que puto resulto ser el niño! – pesaba yo.
De un momento a otro sentí como con sus manos me tocaba la verga y después de unos segundos me lo saco del bóxer y bajándose su pantaloncito corto comenzó a presionar mi pene con su pequeña raja.
Pude darme cuenta de que Leonardo no tenía ropa interior puesta.
Era increíble, otra vez estaba en una situación de calentura inesperada con un menor.
El niño acariciaba mi pene y lo acercaba a su pequeña raja como intentando metérselo en su culito.
Todo habría ido de maravilla de no ser porque mi verga era demasiada grande para ese culito, después de varios intentos Leonardo solamente se conformó con rozar mi glande con su culito virgen.
Mientras que yo le acariciaba las piernas y subía hasta sus nalguitas, de vez en cuando manoseaba su pequeña verguita tiesa.
Esa noche no pasó nada más, pues mi primo se aburrió de jugar en su consola y se acomodó para dormir con nosotros.
Al día siguiente pude conocer a Leonardo con más atención y me di cuenta de que el carajito era demasiado creído y pretensioso que no me quedaron ganas de enamorarlo para que se volviera a poner puto y sumiso conmigo.
Lo que más rabia me daba era que se quería aprovechar de mi pidiéndome dinero a cada rato (lo hice una vez) y si no le daba se molestaba.
Entendí ahí que podía usar eso a mi favor, pero también que Leonardo era de los que se hacían los locos cuando hacía algo indebido.
Sin embargo, se presentó la oportunidad de tenerlo nuevamente a mi lado, pues en cierta ocasión volvió a quedarse a dormir en aquella casa y aunque yo no dormía más con mi primo Ender, Leonardo quería volver a dormir conmigo otra vez.
Esa noche apenas estuvo conmigo acostado deje que Leonardo hiciera lo que quisiera, y de esa manera fue directamente al grano y primero me toco el pene, luego busco mis labios y comenzó a besarme torpemente.
Al parecer el niño tenía conocimiento de lo que hacía y al cabo de unos segundos mi verga estaba dispuesta guerrear con lo que sea.
Cuando sintió que mi pene estaba erecto solamente se bajó el pantaloncito corto (el niño no cargaba ropa interior) y se puso de lado arrimándose mi verga en su culito.
Entendí que su experiencia se limitaba a estar con niños de su edad o menores que él.
Fue inútil lo que Leonardo intentaba hacer, pues mi verga no hacía más que hacer presión con su raja, y por más que él se abría las nalgas y lo acomodara en toda la entrada no pasaba nada más.
Lo más desconcertante es que no tenía el lubricante a mi alcance.
Con la intensión de complacerlo decidí ponerlo en cuatro y separar sus piernitas para meterle aunque sea un dedo, pero fue imposible, ese agujero estaba tan cerrado que era absurdo penetrarlo.
Intente casi de todo, diciéndole que se relajara, que aflojara el culo, todo eso mientras yo usaba una cantidad considerable de mi saliva.
El niño gemía de excitación mientras insistía en que yo se lo metiera y aunque yo sabía perfectamente que mi verga no le entraría, se lo puse en la entrada de su estrecho agujero y me dispuse a penetrarlo usando más saliva como lubricante.
No pasó nada, aquello parecía como si intentara penetrar su ombligo, pues sabía que había un hueco pero por más que intentara engrandar ese hueco nada pasaba.
Entendí en ese momento que aunque Leonardo había experimentado situaciones levemente sexuales, su culito era tan estrecho y virgen que para poder cogérmelo tendría que trabajarlo muy bien.
Estaba dispuesto a penetrarlo pero no quería que pasara lo mismo que con David, pero eso parecía inevitable y aunque tenía toda la noche no deseaba que Leonardo después me tuviese miedo cuando sintiera aquel ineludible dolor.
Después de varios intentos le dije que se quedara quieto, que nada se podía hacer, solamente me puse a besarlo mientras el acariciaba mi verga palpitante y babosa.
Le dije que si quería chuparme el pene pero no quiso, pues dijo que eso era asqueroso y desagradable.
– ¡Que carajito tan presumido! Debe ser que cuando este más grande no se iba a emocionar succionando penes de todas clases y tamaños –pensé yo con resentimiento.
Aun así estaba dispuesto a enseñarle para que fuese agarrando experiencia pero justo cuando intentaba convencerlo apareció mi primo de 14 años diciendo que quería dormir con nosotros.
Menos mal esa habitación estaba a oscuras, pero no tenía puerta.
Sabía que nada más iba a lograr con Leonardo esa noche, a menos de que me preparara muy bien, así que no me quedo de otra que aceptar la petición de mi primo Ender, además Leonardo se había puesto necio y no quería colaborar.
Creo que su “modo puto” tiene un tiempo de duración.
Con los días pude apreciar como la actitud de Leonardo cambiaba radicalmente, cada día se mostraba más creído y presumido.
La verdad ya me daba arrechera su comportamiento, y vi claramente indicios de que de un momento a otro iban a darse cuenta de lo gay que era.
Yo le advertía y aconsejaba diciéndole que tuviese cuidado con su forma de hablar y comportarse; pero él no hacía caso y únicamente se molestaba conmigo.
Lo deje quieto y no le preste más atención.
En cierta ocasión hizo que me molestara tanto que le dije que dejara de comportarse como una niña, que iba a sufrir muchísimo, primero porque cuando su padre se enterara de su lado gay le caería a pingazo; y segundo, que si se andaba luciendo tanto le iban a reventar el culo a punta de verga.
Leonardo se regresó con su madre y no volví a experimentar nada sexual y morboso con su cuerpo; y aunque mate las ganas con un par de chicas perversas que conocí por ahí nada se comparaba con esa extraña sensación de penetrar un culito virgen y dominar a un carajito gay.
Y les confieso que una de las chicas me sorprendió con su sexo salvaje y lujurioso, dignos de un relato, pero lamentablemente el tema que nos reúne aquí es otro.
Y así pasaron los meses y por razones ajenas a mi voluntad tuve que regresarme a mi tierra, a decir verdad nada se dio como lo tenía planeado pues no conseguí ningún empleo estable; derrotado y con aquel mal sabor de boca regrese a mi tierra.
Una vez que estuve nuevamente en mi casa vi algo que me llamo muchísimo la atención, resulta que Alejandro, un chicho gay que había conocido hace tiempo volvió aparecer en escena y a vivir con su mama, nuestra vecina.
En esta parte del relato es conveniente hacer un paréntesis para comentarles sobre Alejandro; él es un chico gay que conocí hace tiempo, en aquel entones él tenia 17 años de edad, pero en la actualidad tiene 19.
Hijo de una vecina muy cercana a nosotros, pelirrojo, flacucho, y más blanco que un pan crudo, con un estilo demasiado “twink” que me llamo muchísimo la atención porque de pana que era lindo y simpático.
En aquel entonces comencé a tratarlo porque en cierta ocasión la puerta principal de su casa se le cerró bruscamente con las llaves adentro que tuvo que pedir ayuda, y ahí entre yo al rescate.
Después de eso Alejandro agarro tanta confianza conmigo que me hacía bromas como si fuéramos viejos amigos; a decir verdad el chico era tratable, y tenía muchas cosas en común conmigo, si él fuese heterosexual seriamos grandes amigos y confidentes.
Todo iba de maravilla hasta que de un momento a otro me confeso que era gay, cosa que no me importo en lo más mínimo porque ya lo sabía, el detalle estaba en que Alejandro me dijo que estaba enamorado de mí.
Yo le dije que eso a mí no me importaba, que yo sabía que él era gay, que me gustaba su forma de ser, porque era sobradamente pana y buena gente.
Eso como que lo partió aún más (es decir, lo enamoro todavía más) porque comenzó a portarse de una manera tan sincera conmigo que no le importó derrochar marisconería cuando estaba conmigo, pero lo hacía de una forma sugerente y picara.
Y caí en su trampa porque Alejandro me trataba de una manera tan confortante y atenta que con el tiempo me cautivo de un modo increíble.
Es importante resaltar que para ese entonces yo ya había tenido los primeros encuentros cercanos con mi primo Ricardo, porque mi primo fue quien despertó primero mi lado bisexual-activo y mi gusto por los pasivos.
Alejandro no era para nada feo, era simpático, con ese porte de niño inocente y sifrino que tanto me gusto de mi primito Ricardo.
De pana, el Alejandro ese era tan lindo y encantador que a veces me hacía parar la verga imaginándome cosas sexuales.
Lo reconozco, soy morboso hasta mas no poder; y si Alejandro seguía con las puterías sabía que de un momento a otro lo tendría ensartado y gozando de los placeres carnales del sexo sin control.
Estuve siguiéndole la corriente por unos días hasta que me sorprendió con un argumento que me dejo desconcertado: resulta que el niño estaba dispuesto a cumplir cualquier fantasía que tendría en mente solamente con la condición de que yo fuese su novio.
Nunca, pero nunca pensé estar en esa posición, nunca en mi sano juicio pensé hacerme novio de un hombre, de otro chico.
Pero es que Alejandro se había adueñado de mi corazón de una manera inesperada, además su cuerpo me hacía imaginar cosas morbosas y perversas que nunca creí posible hacer.
Decidí en ese entonces seguirle la corriente y ser “oficialmente” su novio, y no es que su familia iba a saber de lo nuestro, pero si podíamos tratarnos y besarnos como novios normales, pero a escondidas.
Todo fue de maravilla con el detalle de que nunca pudimos hacer nada sexual pues su familia era tan cuidadosa con el que casi nunca lo dejaban solo, a decir verdad lo cuidaban más que a una quinceañera virgen.
Debo admitir que Alejandro estaba enamoradísimo de mí, inclusive me propuso irme con él de viaje, algo que nunca hicimos porque su madre descubrió todo lo nuestro.
Resulta que Alejandro escribía todo lo pensaba de mi desde el momento que me conoció, y también lo que pretendía hacer.
Obviamente sus familiares sabían de sus gustos sexuales, y esa era la razón por lo que lo cuidaban, cosa que me pareció estúpida; pues ni que fuese a quedar embarazado.
Alejandro me dijo que su mama le prohibió verme y que para que no siguiera con los planes que tenía pensado hacer conmigo lo mando a su casa, donde él vivía antes de llegar al barrio.
Todo aquello era una locura, yo siempre le dije que no se dejara someter tanto así porque él prácticamente ya era mayor de edad (aunque ahora que lo pienso nunca vi algún documento donde decía algo relacionado con su edad ya que la primera vez que lo vi pensé que tenía 16 años).
Y así nunca más volví a saber de Alejandro, bueno mantuvimos contacto vía telefónica pero nunca volvimos a vernos.
Paso el tiempo y cuando regrese a mi tierra a principios de julio de este año, volví a ver a Alejandro, mas gay y más lindo que la última que lo había visto.
Apenas me vio volvió a tener esa confianza que antes tenía conmigo, estaba más cambiado, ahora supuestamente no se dejaba someter con su mama.
Hablamos de muchas cosas y recordamos otras más.
Inesperadamente me dijo que se iba de su casa porque no soportaba que sus hermanos trataran de someterlo como antes; me informó que se iría para la casa de una amiga cercana.
Antes de irse me pregunto que si yo quería estar con él y experimentar así como tiempo atrás habíamos deseado.
Me sorprendió su pregunta.
Enseguida le dije que sí, ya que me había dejado con ganas de probarlo desde hace tiempo.
Pensé que iba a decir para ser novios otra vez pero no dijo nada al respecto.
Pasaron los días y no volví a saber de él, hasta que recibí una llamada de su parte, pidiéndome que si podíamos salir y pasear.
Accedí a dicho encuentro por casualidad ya que había salido en busca de trabajo.
Me lo encontré y compartimos como viejos amigos.
Nunca me pidió que fuese su novio pero si me sugirió que podía visitarlo allá en donde se estaba quedando y que no había problemas en que yo me quedara a dormir ahí.
Era evidente su insinuación, pues sabía perfectamente que si iba a esa casa era porque indudablemente iba a estar con el íntimamente.
Sexo seguro pues.
Yo en primer lugar me hice el duro y le puse mil excusas, a decir verdad me daba pena que esa amiga (y su familia) me viera compartiendo con él como si fuésemos novios.
Alejandro me explico que no habría rollo ni con su amiga, ni con la madre de su amiga, que en aquella casa solamente vivían ellas y dos niños pequeños, una niña de 2 y un niño de 10 años de edad.
De tanto insistir me convenció de ir a visitarlo, con la adición, o mejor dicho la condición, de que tendría que quedarme allá y pasar la noche en esa casa; sexo seguro pues.
Las cartas estaban echadas, yo sabía a lo que iba si iría a esa casa, así que me prepare lo mejor que pude.
Me afeite casi todo el cuerpo, conseguí un par de condones, empaque un lubricante, el desodorante, el cepillo de dientes y un bóxer por si a las moscas.
El día acordado llego y fui al encuentro con Alejandro; hablamos, comimos jodimos y echamos vaina como siempre.
Ya cuando se hizo de tarde nos fuimos a su casa.
Me sentí totalmente incomodo en aquella situación, ya que en esa casa conocí a una chama bien linda y simpática, de unos 22 años de edad, conocí además a su hija de 2 años y su hermanito de 10, además me presento a una señora de unos treinta y pico años, la madre de la muchacha.
Alejandro me presento como “su amigo”, su vecino, pero yo estaba claro que ellos pensaban que yo era su novio.
Le caí muy bien a la niña porque se puso a jugar conmigo como si me conociera desde hace tiempo, con el niño no compartí mucho; y por si se lo preguntan les diré que el carajito no era gay.
A pesar de lo incomodo que me encontraba disfrute mucho de la visita, jodi, comí y eche vaina como siempre.
También converse muchísimo con Alejandro de cosas que le habían pasado, cosas que no me conto cuando volvimos a encontrarnos.
Debo confesar que estas cosas me pusieron a dudar y a cuestionarme de una manera inquietante.
No era para menos, lo que me dijo me dejo totalmente desconcertado.
Alejandro me comento de que se había hecho novio de un chamo que conoció en la universidad, inclusive se mudaron y vivieron juntos una buena temporada.
Todo iba de maravilla hasta que su novio le confeso con lágrimas en los ojos de que era seropositivo.
Que tenía que tomar una droga especial que según le habían recetado.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo súbitamente, no era para menos, con ese tipo de cosas no se juegan, el VIH era una cosa muy seria y que no debía tomarse a la ligera.
Alejandro miro mi cara de preocupación y desconcierto así que me mostro algo para que me calmara un poco, me enseño unos documentos con los resultados completos de unos exámenes que su mama le había obligado a realizar hace poco.
Según el documento él se encontraba muy bien de salud, pero además en el papel decía que no tenía nada relacionado con el VIH.
Me explico que su madre le había mandado a realizar todo tipo de exámenes para asegurarse de que se encontraba bien de salud.
Todo aquel papeleo era legal, lo verifique, además su familia son personas de recursos y cuando Alejandro llego nuevamente a sus vidas, su madre se aseguró de que su querido hijo estaba bien de salud.
Además, Alejandro no era un mentiroso y siempre se mostraba sincero y honesto conmigo.
Nunca desde que nos conocimos me oculto nada malo, todo me lo decía y siempre se preocupaba por mí.
–No te preocupes que de todas maneras vine preparado y me traje un par de condones –le dije para disipar la tensión.
Después de hablar otro rato más me dijo que si quería bañarme que me prestaba una toalla.
Que si tenía sueño que no habría problemas porque podía irme acostar a su habitación.
Accedí en irme a bañar así que fui a su habitación para quitarme la ropa, no había luz en aquel lugar y mientras me quitaba los zapatos Alejandro entro y se acercó a mí para besarme.
Era la primera vez que nos besábamos después de tanto tiempo.
Alejandro me tumbo en la cama y me comía los labios desesperadamente.
Sus manos bajaron hasta mi pene para apretármelo, no estaba erecto.
–Ya voy deja a que me dé un baño primero –le dije separándolo de mí.
Luego termine de quitarme los zapatos, el pantalón, los calcetines y la camisa, quedándome únicamente en bóxer después me coloque la toalla y me dirigí al baño.
Y mientras el agua caía sobre mi pensaba en todo lo que Alejandro me había contado.
El sexo era inevitable, y era algo que siempre habíamos querido hacer desde la primera vez que fuimos novios.
La verdad no me iba a quedar con las ganas de probar ese culito que pedía verga a gritos; y como dicen aquí: no le voy a tener miedo al cuero después de haber matado el tigre.
A pesar del riesgo decidí seguir con el plan inicial y disfrutar de una noche de sexo salvaje; debo admitir que aquellos documentos me calmaron un poco ya que había pasado un año desde que Alejandro rompió con su ex novio, y los exámenes que se había realizado tenían fecha actual.
De todas maneras tenia protección y estaba al tanto de que no me contagiaría a menos que no usara condón, eso en caso de que Alejandro estuviese contagiado, cosa que no era posible.
Me seque y me puse el bóxer, salí del baño y fui directamente a la habitación con la clara intención de cogerme a Alejandro.
Algo que se me había olvidado mencionar es el hecho de que él era versátil, pero tirando más a pasivo.
Apenas entre en la habitación pude darme cuenta de que Alejandro estaba en bóxer, no le dije nada, únicamente me quite la toalla y la guinde, entonces me acosté a su lado.
La cama no era grande, era de tamaño individual, pero cabíamos los dos sin problemas.
Una vez que estuvimos cerquita le acaricie el rostro y el acerco sus labios a los míos, entonces comenzamos a besarnos.
Se sentía raro besarlo, pues aunque su cara estaba rasurada podía sentir los pelitos nacientes cuando raspaban mi rostro.
De un momento a otro Alejandro deja de besarme y se pone encima de mí, entonces comienza a besarme el cuello, luego vuelve a mis labios y con una de sus manos baja hasta mi entrepierna y me presiona el pene.
Apenas estaba comenzando a ponerse duro, entonces Alejandro bajo y sacando mi pene se lo mete a la boca.
No sé si serían los nervios, pero me dio muchísima cosquilla, tanto así que le dije que no siguiera.
Pero Alejandro no estaba dispuesto hacerme caso y siguió lamiéndome la verga lentamente hasta que esta se puso dura y tiesa.
Al cabo de un rato volvió a besarme en la boca; entonces le dije que se pusiera debajo de mí.
Cambiamos de posición y cuando le abrí las piernas pude notar que tenía su pene más tieso que el mío.
Se lo agarre y me dio la impresión de que lo tenía más grande que el mío.
–Verga como que tú lo tienes más grande –le dije de manera sarcástica.
–No vale el tuyo es más grande –me dijo.
No iba a quedarme con la duda así que se lo saque y me saque el mío, entonces agarre mi pene y lo puse con el de él para medirlos.
Era cierto, mi verga era más grande que la suya.
– ¿Ya me lo quieres meter? –pregunto Alejandro poco después.
–Sí, creo que ya estoy listo para penetrarte –le conteste.
En ese momento yo seguía con nuestros penes unidos y pajeandonos lentamente.
Debo admitir que me gusto rozar nuestras vergas de esa manera.
–Ya voy, quiero hacerte sexo oral primero –declaró Alejandro.
Entonces me recosté nuevamente en la cama y deje que Alejandro se entretuviera con mi verga que para ese momento ya estaba tan empinado como la de él.
Las cosquillas disminuyeron y la sensación de placer era agradable; Alejandro era todo un experto haciendo sexo oral y me gustaba como saboreaba mi verga.
Pasaron un par de largos y placenteros minutos cuando Alejandro me pidió que lo penetrara.
El terminó de quitarme el bóxer y mientras él se quitaba el suyo yo me levantaba y buscaba el lubricante y el condón.
Alejandro estaba boca arriba y yo me puse encima abriéndole las piernas, fui directamente a su raja y al pasar mis dedos más allá pude sentir su culito palpitar; así pues, me dispuse a penetrarlo con un dedo, para probar que tan cerrado estaba.
El dedo entro sin problemas, y cuando metí un segundo dedo Alejandro se quejó ligeramente.
Saque mis dedos, destape el lubricante y me unte un poquito en las manos, de esa manera volví a meterle mis dedos lubricados hasta el fondo.
Mis dedos comenzaron a entrar y salir lentamente para después hacer movimientos circulares.
–Ya está bien, quiero que me penetres con tu pene –dice Alejandro excitado.
En ese momento destape el preservativo y me lo puse; luego me recosté y le dije que se lo metiera sentándose encima de mí.
Alejandro se acomodó como pudo y sosteniendo mi verga apunto hacia su agujero y comenzó a metérselo lentamente.
Logro metérselo todo sin problemas, pero se quejó diciendo que le dolía un poquito, yo le dije que se quedara quieto por un momento para que se acostumbrara.
Al cabo de unos segundos Alejandro empezó a bajar y a subir pausadamente.
La acción había comenzado, mientras Alejandro subía y bajaba yo lo sostenía por la cintura; poco después yo era quien levantaba mi pelvis rítmicamente.
Ahora él se había acomodado quedando de cuclillas para que la penetración fuese más cómoda.
Aumente radicalmente el ritmo del sube y baja, al cabo de unos segundos era Alejandro quien bajaba y subía rápidamente.
Me gustaba sentir como mi verga lo rozaba por dentro.
Alejandro dejo de moverse y se acercó a mí para besarme, mientras tanto yo le agarraba las nalgas y las levantaba y bajaba con lentitud.
Estuvimos un buen rato en esa posición, después le dije que se pusiera debajo.
Sin sacarse mi verga se recostó a un lado y yo me incorpore quedando encima; entonces le levante las piernas y verificando que aún lo tenía ensartado comencé a cinturearlo lentamente.
Mientras le sostenía las piernas y lo embestía con ritmo Alejandro gemía de placer; es una lástima que la habitación estaba a oscuras porque me hubiese gustado ver como su culito devoraba mi verga.
Al cabo de unos minutos le baje las piernas y las separe, entonces me acerque y lo bese; apenas mis labios tocaron los suyos Alejandro introducía su lengua y mordía mis labios con loca pasión.
El frenesí del momento hacia que nuestros cuerpos comenzaran a entrar en calor y las gotas de sudor empezaran a recorrer nuestra piel.
–Me gusta esto, siempre me imagine estar así contigo y es mejor de lo que pensé –me dijo Alejandro repentinamente.
–A mí también me gusta mucho –respondí.
Me incorpore y le saque mi verga, entonces se lo volví a meter hasta el fondo y una vez que lo tenía todo metido empecé a contraer mi pene, como haciéndolo palpitar; en seguida Alejandro se quejó.
– ¿Qué paso te duele? –pregunté.
–Un poquito, pero me gusta –respondió.
Seguí con aquello de palpitar mi verga dentro de su culito mientras él gemía de placer diciendo que yo era malo.
Se me ocurrió probar otra posición, así que sin sacarle el pene cruce su pierna derecha y le dije que acomodara de lado, entonces me recosté detrás y estando en forma de cuchara seguí penetrándolo.
En esa posición lateral lo cogí con brusquedad mientras de vez en cuando hacia palpitar mi verga dentro.
Los minutos pasaron y ya nuestros cuerpos estaban empapados de sudor.
De un momento a otro le saque mi verga y le ordene que se colocara en cuatro, y una vez acomodado detrás de sus blanquecinas nalgas le introduje la verga poco a poco hasta el fondo.
De esa forma comencé el mete y saca, aumentando y disminuyendo el ritmo mientras se podía escuchar el ruido característico que hacia mi pelvis al chocar con su trasero.
Literalmente estábamos bañados en sudor, pero eso no parecía importarnos porque seguíamos sumergidos en aquella escena de sexo desenfrenado.
Los gemidos de Alejandro pidiendo que lo penetrara más duro se dejaban escuchar sutilmente en la habitación, menos mal la puerta estaba cerrada y la cama no emitía ningún ruido.
Así estuvimos un buen rato hasta que le dije a mi pareja que se acomodara debajo, ya quería llegar al clímax y explotar de placer con el orgasmo final.
Alejandro se acomodó tal y como yo le había pedido, y una vez en posición volví a meterle la verga hasta el fondo, entonces me acerque y lo bese suavemente, luego bese su cuello empapado y lo mordí moderadamente; al incorporarme comencé a penetrarlo con brusquedad.
– Me gusta mucho ese culito que tienes –decía yo mientras le arremetía con rudeza.
Ambos jadeábamos con excitación mientras que yo le masturbaba la verga casi al ritmo de mis embestidas, al parecer di justamente en el clavo porque Alejandro se contorneaba y gemía con precipitación mientras que aruñaba mi torso.
Sabía perfectamente que de un momento a otro Alejandro desparramaría todo su semen explotando de placer.
Y eso también me haría acabar a mí también, así que le pregunte que en donde quería que le echara mi leche.
–Échamelo encima –respondió el muy perverso.
Entonces seguí dándole durísimo mientras lo masturbaba con rapidez; sus gemidos me indicaron que ya estaba a punto de explotar, y así fue porque no tardo en estallar y regar todo su semen en su pecho.
Me gusto cuando su culito se contraía y apretaba mi verga súbitamente.
Pasaron un par de minutos y yo estaba a punto de también estallar de placer; y cuando comencé a sentir ese cosquilleo único y placentero le saque la verga y quitándome el preservativo me masturbe rápidamente dejando salir una cantidad considerable de semen en el torso de Alejandro.
Mis gemidos se dejaron escuchar en la habitación indicando lo excitado que estaba en ese momento; definitivamente ese instante orgásmico es celestial y único.
Cuando recobre el aliento bese a mi compañero sexual y le dije que me lamiera la verga y la limpiara con la boca, Alejandro no dijo nada, entonces me intento besar, yo solamente me aleje un poco y en ese instante él comprendió que no estaba jugando con lo que le había dicho.
Pasaron unos segundos de silencio incómodo y el respondió diciendo que eso no le gustaba.
Entonces me incorpore y saliéndome totalmente de la cama busque la toalla y cuando abrí la puerta dijo:
– ¿Te gustaría volver a ser mi novio?
–No sé, déjame pensarlo –conteste de una manera odiosa.
Después salí de la habitación y fui directamente al baño.
Pensé que Alejandro me seguiría pero no fue así; abrí la regadera y me di un baño, limpiando todo el sudor de mi cuerpo y el resto de semen que aún quedaba en mi pene.
Me quede pensando en lo que dijo Alejandro, fue raro que no lo mencionara antes.
Al terminar y entrar nuevamente en la habitación Alejandro pregunta:
– ¿Estas molesto conmigo?
–No, solamente estoy algo cansado –dije.
En realidad no estaba molesto ni nada por el estilo, simplemente a veces me porto así y actúo de forma odiosa y para ese instante lo único en que pensaba era en si volver a ser novio de Alejandro.
Entonces Alejandro se levanta y va directamente al baño desnudo, ya eran más de la medianoche así que nadie andaba por ahí dando vueltas.
Yo me volví a colocar el bóxer y me acosté en la cama pensando en la noche de sexo salvaje que había tenido pocos minutos atrás.
Tenía los ojos cerrados cuando escuche:
– ¿Te gusto estar conmigo?
Abrí mis ojos y dije:
–Sí, me gusto muchísimo poder al fin estar contigo y cogerte como siempre había deseado.
–A mi también me gusto demasiado estar contigo –dice después Alejandro.
Poco después Alejandro se pone el bóxer y se acuesta a mi lado abrazándome para seguidamente darme un beso de buenas noches en la boca mientras murmuraba que me quería.
Y así finalizó nuestra noche de sexo intenso y satisfactorio, revelando que al parecer no sería la última vez que estaríamos juntos… entonces nos dormimos como una tierna pareja.
GRACIAS POR LEER… Y HASTA LA PROXIMA.
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