Enculado con los calzones usados de mi esposa puestos
Mi compañero y amigo se excita con los calzones sucios de mi esposa, me pude que me los ponga y me da una cogida fenomenal, imaginando que se coge a mi esposa y yo en el lugar de mi mujer..
Relato anterior: “Mi amigo y compañero me hace su putita en un viaje de trabajo”
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En el relato anterior les relaté como me hice amante de Rodrigo, mi compañero de trabajo y amigo, después de un viaje de trabajo a la Ciudad de México en dónde compartimos habitación.
Una vez que regresamos a nuestra ciudad, seguimos con nuestra vida normal, ambos completamente heterosexuales, con pareja y ante la vista de todos solamente muy buenos amigos, sin embargo en la intimidad era su hembra y el mi macho, éramos muy discretos, a fin de evitar cualquier sospecha, por ser una ciudad pequeña nunca íbamos a un hotel o motel, por el riesgo de ser reconocidos, en nuestras casas se encontraban nuestras mujeres, por lo que tampoco era opción, sin embargo, Diana la pareja de Rodrigo era asistente en un conocido hospital, en su trabajo tenía un horario que cambiaba cada semana, en una semana le tocaba trabajar en las mañanas, en otra semana en las tardes y en la tercera semana en las noches, esa semana era la que aprovechábamos para desfogar nuestra pasión, me cogía en la misma cama que a su hermosa mujer, era excitante y morboso, me encantaba escucharlo gemir de placer y oírlo decir que era la mejor puta, me decía mil obscenidades que me prendían, que me hacían sentir una hembra en sus brazos, orgullosa de complacer a mi macho.
En cierta ocasión mi esposa fue a visitar a mis suegros por una semana, era temporada vacacional y no había clases, la llevé a casa de mis suegros que vivían a un par de horas y me regresé el domingo a mi ciudad ya que tenía que trabajar el lunes, regresaría por ella la próxima semana.
El lunes le comenté a Rodrigo que estaba solo en casa y que podíamos aprovechar, le brillaron los ojos, era semana que a Diana le tocaba en las tardes y teníamos más de una semana sin coger, durante toda la jornada me estuvo mandando mensajes morbosos por Whatsapp, del tipo: «Estoy muy caliente, te voy a meter la verga hasta por las orejas», «Hoy te voy a llenar de carne todos tus orificios», «Tengo los huevos bien cargados, te voy a amamantar con mi leche», etc. algunos los contestaba, otros sólo sonreía y los borraba, pero cumplieron el objetivo de ponerme cachondo, el tiempo para la salida del trabajo se me hizo eterno, tan pronto terminó nuestra jornada salimos presurosos rumbo a mi domicilio, tan pronto metimos el coche a la cochera y cerramos el portón, metió las manos bajo mi camisa y me la quitó, hice lo mismo, nuestros cuerpos quedaron desnudos de la cintura hacia arriba, me abrazó y me dio un beso cachondo, la piel de nuestros cuerpos se rozaban, piel con piel, sentía el calor de su cuerpo y su virilidad muy dura empujando contra mi verga, me tomó de las nalgas apretándome contra su cuerpo y sentí con mayor fuerza la presión de su miembro, estaba durísimo, casi estoy seguro que me hubiera cogido en la cochera, pero le pedí que aguantara para darme un baño, estuvo de acuerdo y entramos a casa.
Me sentía nervioso, nunca lo había llevado a mi casa a coger, vi las fotos de mi boda colgadas en la pared y sentí remordimiento, sentí como si mi mujer me estuviera viendo, le estaba siendo infiel a mi mujer y en nuestra propia casa, Rodrigo en cambio se mostraba curioso y alabó la belleza de mi esposa.
– Wauuu Ariel, que linda esposa tienes, se ve guapísima, que linda cara, tiene cara de ángel.
– Gracias, si es muy bella, la verdad y muy buena madre, tengo mucha suerte de haberla encontrado- respondí.
Fuimos a la recámara principal y en una cómoda estaba una fotografía de mi esposa a cuerpo completo con mis dos hijos, la tomó en sus manos y expresó en forma pervertida:
– ummmm, que rica está tu vieja, es una muñequita, que lindo cuerpecito, con razón la cuidas y nunca la llevas a la oficina, está buenísima, ha de coger bien rico, que rico sería cogerla.
– Hey espera, para, a quien vienes a coger es a mí, me vas a poner celoso- le recriminé.
– Ja, ja, no seas celoso, pero hablando en serio, está para cogerla, me puso cachondo, tiene cara de inocente pero seguro que es una putita come vergas, me encantan así.
– Ya calla, no hables así de ella, que me voy a arrepentir de haberte traído- Me quejé.
– Ja, ja, no te enojes, ya bañémonos que estoy ansioso por cogerte-añadió riendo.
Nos desnudamos y entramos juntos al baño, el baño era pequeño y nuestros cuerpos se rozaban, nos abrazamos y nos dimos un beso bajo el agua tibia que caía en nuestros cuerpos, su verga ya estaba durísima, nos enjabonamos mutuamente, poniendo el énfasis en mi culo, metiendo un par de dedos dentro de mi orificio llenos de jabón, que me hicieron gemir y yo enjabonando su verga y sus huevos, acariciando la bella herramienta que me iba a dar tanto placer, mientras acariciaba y enjabonaba mis nalgas expresó:
– Ariel, no me canso de decir que tienes un culo increíble, es tan suave- al tiempo que un dedo enjabonado se enterraba en mi culo que me hizo retorcer.
– MMmm, hay que limpiarlo bien, me asombra mucho que tu culito sigue tan apretadito a pesar de que ya te lo he rompido tantas veces, no cabe duda de que es un tesoro, está hecho para ser cogido.
Siguió jugando con mi culito un rato, hasta que llegó el momento de enjuagarnos y secarnos, secó mi cuerpo como si de un bebé se tratara y salí en lo que él terminaba de secarse, lo estaba esperando en la cama listo para empezar la cogida, cuando lo ví husmeando en el cesto de ropa sucia que tenemos en el baño y saca un calzón de color rosado de mi esposa, con encaje y pequeñito, de los llamados calzones cacheteros que solamente cubren media nalga, lo extiende y lo lleva a su nariz en donde aspira profundamente justo la parte inferior del calzón.
– Ufff, que rico, huele a hembra, a hembra en celo, tu mujer está en celo, sé reconocerlo, cuando una mujer está en celo desprende feromonas y hasta su sudor huele diferente.
– Cabrón, ya deja eso y ven a cogerme- le recriminé desde la cama.
– Perdona, pero el calzoncito de tu mujer me puso tan cachondo, su coño lubrica en demasía y moja los calzones, y tiene un olor a mujer en celo que me prendió mucho.
– ¿Y si te pones los calzones de tu vieja?, Te hará sentir más femenina, más putita, ¿no crees?
– No, no estoy tan seguro, sería raro, además no sé si me queden.
– Anda, compláceme, te voy a coger más rico que nunca.
– Mmm, está bien, pero ya están usados, si gustas puedo probar con una tanga limpia de mi esposa que es más sexy.
– No, ponte los calzones usados, es ese olor a hembra en celo lo que me mata, quiero sentirlo mientras re cojo, sentirás el placer de ser cogido por un macho excitado por las hormonas femeninas, ¿Sí?- dijo mirándome a los ojos con una mirada firme y seductora.
Esa mirada me mataba y no pude decirle que no, así que tomé los calzones usados de mi esposa y me los puse, fue excitante, la tela de la ropa interior femenina es tan suave y se ajusta a la piel a la perfección, alcancé a verme al espejo y realmente me quedaban muy bien, remarcaba mi trasero, incluso se metía la tela un poco entre mis nalgas y el color rosado resaltaba mi blanca piel, estaban húmedos de la entrepierna, efectivamente los flujos de mi esposa eran abundantes señal de que estaba en el período de ovulación, eso me excitó más, un macho me iba a coger desprendiendo esas hormonas femeninas que tan locos vuelven a los hombres.
– Waaauuuu, madre mía, sabía que te iban a quedar de infarto, tienes un culo tan femenino, Ariel.
Me hizo poner en cuatro patas en la cama con el culo empinado, me dio una nalgada y me apretó las nalgas en una forma muy morbosa, lo que me hizo empinar más el culo ofreciéndoselo como una puta, se agachó y acercó su cara a mis nalgas, empezó a besar la parte de mis nalgas que quedaba fuera de los calzones con pasión, mordisqueando y lamiendo con su lengua cada centímetro de mi piel, mi piel se puso de gallina, de pronto sentí que abrió mis nalgas y hundió su nariz en el canal, pero sobre los calzones y expresó.
– Ufff, me encanta tu olor a hembra en celo, es tan rico, excitante, aagghhhh-
Continuó mordiendo y oliendo mis nalgas a su antojo hasta que separó mis nalgas e hizo la tela del calzón a un lado, pronto sentí la húmeda y rugosa punta de la lengua de Rodrigo en la entrada de mi culo, una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo, un gemido salió de mi boca, fue delicioso, mi agujero se contrajo involuntariamente y me retorcí de placer.
Mmmm, que rico coñito, sabe a hembra en celo.
Abrió más mis nalgas y la punta de su lengua se introdujo en mi interior, sentí que mis piernas se aflojaban, mis ojos se pusieron en blanco, un nuevo gemido de placer salió de mi boca, prácticamente me cogía con la puntita de su lengua, saliva escurría por mis piernas, me succionaba el culo y sentía que me arrancaba el alma a través de mi culo, nunca me había hecho una comida de culo así, metía toda su cara entre mis nalgas y suspiraba, sentir su respiración en ese recóndito lugar me causaba escalofríos, la punta de su naríz me penetraba ligeramente, ya no pude más, sentí espasmos que recorrían todo mi cuerpo y mi verga explotó en un intenso orgasmo, chorros y chorros de esperma que quedaron atrapados en el interior de los calzones de mi esposa, dejándolos empapados y mezclándose con os fluidos de mi mujer, por primera vez me había corrido únicamente con el placer de una comida de culo, todo mi cuerpo temblaba, mis piernas se tensaron y sentía que no tenía fuerza en ellas, pero no caí en la cama, Rodrigo me tenía bien sujeto de las caderas, sosteniendo mi peso y manteniendo mis nalgas abiertas y a su disposición..
– Así putita, goza, córrete como hembrita, con el placer que te da tu culito coñito trasero- expresó mientras seguía convulsionando y gimiendo sin control, con su lengua hurgando mi interior.
Poco a poco mi verga terminó de eyacular, pero el deseo no disminuía, sentía toda la piel de mi cuerpo muy sensible y una ola de calor interna que recorría mi cuerpo,
se levantó y fue por el frasco de lubricante que había dejado sobre la cómoda, no tardé en sentir un dedo bien lubricado hundirse hasta el fondo de mi culo, solté un gemido ahogado y apreté las nalgas involuntariamente, el menor movimiento me hacía gemir de placer, inició un mete y saca delicioso que gozaba como puta, me encantaba como su dedo me acariciaba por dentro, pronto sentí que entraba otro dedo lubricado, refregándome mi interior, y haciéndome gemir de placer, ahogaba mis gritos mordiendo una almohada, hasta que después de un rato sacó sus dedos y se quedó un instante contemplando mi culo.
– Que rica te vez con ese calzoncito de tu esposa puesto, te tengo que confesar que he estado imaginándome que estoy con tu esposa, ¿no te molestaría si te llamo Laura?, como tu esposa.
No respondí, pero como dicen el que calla otorga, no pude evitar imaginarme a Laura en mi lugar, o más bien estar en el cuerpo de mi esposa, en 4 patas y con un macho ardiente listo para cogerme, como una verdadera hembra, se recostó suavemente sobre mi cuerpo, restregando su dura verga entre mis nalgas.
– Listo amorcito, mi Laura, mi princesa, te voy a coger despacito y te voy a hacer mi mujercita, de una forma que tu maridito nunca te ha hecho gozar, ¿quieres mi verga?, ¿Verdad amorcito que quieres una verdadera verga de macho?, ¿La sientes?, es más grande y gruesa que tu marido y te va a hacer chillar de placer.
– Cógeme, vamos, hazme tuya, quiero que seas mi macho y me hagas tu mujer- respondí, imaginándome en el rol de mi esposa.
Sentí la punta de su verga en la entrada de mi culo, apuntando su ardiente lanza a su objetivo, cuando lo localizó empujó y la punta entró sin mucha dificultad, mi culito se rendía al invasor sin ofrecer resistencia.
– Ya entró la cabeza amor, ¿Te gusta?, verdad que es más gruesa que la de tu marido, mi Laurita, mi putita, sientes como te abre.
– Si amor, la siento, que rico, me encanta, sigue, la quiero toda dentro-respondí.
– Muy bien Laurita, que buena putita, te la voy a meter toda, te va a encantar, te va a llegar tan profundo que te va a estirar la colita, pero vas a gozar como nunca, con una verga que le llene por completo, lo que nunca has sentido con tu marido.
Poco a poco la fue introduciendo toda, centímetro a centímetro, haciéndomela sentir, sentir como me iba abriendo, como mis pliegues se estiraban hasta alcanzar el diámetro de su verga, hasta que sentí sus huevos pegados a mis nalgas.
– Listo Laurita, te la comiste toda, que buena putita, y que rico culito, ufff, te aseguro que tu maridito no te lo había abierto así.
– No papi, como tú nadie, que rico, me encanta- respondí, nuevamente en el rol de mi mujer, las palabras de Rodrigo me humillaban, o más bien humillaban a Ariel, yo era en ese momento Laura y me encantaba que me tratara así.
Me encantaba sentirme ensartada, empalada hasta lo más profundo, una sensación de plenitud difícil de describir, cerré los ojos y agudicé los músculos de mi colita, alcanzaba a sentir el grosor de las venas del tronco, palpitantes y el contorno de la cabeza de su verga amoldada en el interior de mi culo.
Empezó un meti-saca lento y profundo, muy lento, mientras resoplaba en mi oído y me decía mil vulgaridades, acariciaba mi cuerpo con suavidad y pellizcaba mis pezones, poco a poco empezó a acelerar sus movimientos, su barra de carne dura me entraba y salía una y otra vez, arrancándome mil gemidos de placer, mordía el lóbulo de mi oreja y susurró:
– Que rico coñito, aggghhh, me encantas Laura, tienes un coñito tan estrechito, tan suave y calientito, que buena putita eres, ¿te gusta?, pobre de tu maridito, si te viera ahora, su linda mujercita convertida en una puta, te estoy emputeciendo, serás mi hembra de ahora en adelante.
En cada embiste que me daba un gemido salía de mi boca, cada vez más agudo y frecuente, al tiempo que lo escuchaba gruñir con más intensidad, mordía mi nuca con pasión, sus manos me apretaban fuertemente contra su cuerpo, su pelvis chocaba una y otra vez contra mis nalgas.
– Aggghh, siiii, toma, toma, toma verga putita, jadeaba.
Mis gemidos eran intensos, ya no podía más, mis piernas temblaban, mi vista se nubló, cerré los ojos y empecé a retorcerme, estaba a punto de correrme cuando sentí un último embiste muy profundo, su verga se hinchaba dentro de mi culo y descargó su néctar en lo más profundo de mis entrañas, sentía sus chorros ardientes inundado mi interior, llenándome por dentro, ese embiste aceleró mi corrida y me corrí nuevamente dentro de los calzones de mi esposa, mi cuerpo convulsionaba y espasmos recorrían mi cuerpo apretando su verga en mi interior y exprimiendo hasta la última gota de esperma.
Ayyy, putita, te estoy preñando, aggghhhm, te estoy llenando de semen de macho, es tu premio por ser mi hembra, mi puta, te voy a hacer un hijo que será bien machito, como yo.
No pude evitar imaginarme embarazada de mi macho, realmente me había hecho sentir su mujer, jadeando se dejó caer sobre mí espalda sin sacar la verga de mi culo, besando mi cuello y apretándome contra su pecho, al tiempo que susurró en mi oído.
– ¿No te gustaría ver a Laura en tu posición, con la verga bien enterrada hasta lo más profundo, gimiendo de placer?, ¿Quiero cogerla y que goce como gozas tú?, ¿Estás de acuerdo?
Nuevamente era Ariel, había dejado de ser Laura, y en el papel de Ariel no respondí, mil pensamientos cruzaban por mi mente, así que volvió a preguntar:
– Vamos, responde, te encantará verla empalada, gozando como gozas, gimiendo como gimes, vamos no seas egoísta, dale el mayor gusto de su vida, que sepa lo que es un macho cachondo, un macho que la haga chillar de placer.
Pensé en mi esposa, ¿realmente era egoísta por disfrutar de tremendo macho?, ¿debería darle la oportunidad de probar un semental como Rodrigo? todo me daba vueltas, después de pensar un rato, me decidí, no podía decirle que no a mi macho, no era justo privar a mi esposa del placer que solamente un macho como Rodrigo podía dar, sería una muestra de mi amor por ella y por fin expresé con tímida voz;
– OK, está bien, tú ganas, voy a dejar que Laura sea tu hembra, pero no debe enterarse que estoy de acuerdo, no podría soportarlo, si se entera pondría en riesgo mi matrimonio, no sé qué pudiera pasar.
Sonrió y me abrazó y besó con pasión en señal de agradecimiento al tiempo que sentí en mi interior que la verga se le volvía a poner dura, seguramente por la excitación de imaginarse cogiéndose a mi esposa y me empezó a coger nuevamente con más ímpetu que nunca, prácticamente me taladraba el culo, su pelvis chocaba con fuerza contra mis nalgas, una cogida bestial, estaba convertido en un animal, era tan vigorosa la cogida que no tardó mucho y pronto descargó su ardiente semen en mi interior, una corrida más que se mezcló con la anterior, se desplomó nuevamente sobre mi cuerpo exhausto, nuevamente con su verga enterrada en mi culo, así estuvimos largo rato hasta que por fin su verga perdió rigidez y me la sacó, seguido de un hilo de semen, que cayó sobre el calzón de mi esposa.
Al cabo de un rato se levantó a darse un baño rápido y salió presuroso, ya era tarde, ya que su pareja tenía el turno vespertino y no tardaba en llegar
Me quedé un largo rato desplomado en la cama con el culo ardiendo y escurriendo semen, los calzones de mi esposa enrollados bajo mis nalgas, totalmente húmedos y pegajosos, llenos de leche tanto de Rodrigo como mío, mientras pensaba como se daría el encuentro entre mi esposa y Rodrigo, no tenía duda que sucedería, pero no tenía idea de cuándo o como se daría el encuentro, poco a poco me fui quedando dormido, exhausto, pero bien cogido.
Cabe señalar que aprovechamos muy bien la semana que estuvo fuera mi esposa y me cogió todos los días, era su mujer y me hacía vestir las prendas íntimas de mi esposa, mientras me decía como se cogería a mi esposa, pero eso se los cuento en el siguiente relato.
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Guauuu que buen relato, está la segunda parte?
Felicidades por tu experiencia rosada que hermoso trasero has de tener que tu marido no para de cojerte