Entre Cervezas Y Deseos Ocultos #2
Nunca pensé que mi mejor amigo podría ser mi mayor pasión. Pero todo cambió aquella noche en el baño y en la casa de él y su novia…..
Después de lo que pasó la primera vez en su casa, cuando su novia estaba de viaje, pasaron semanas antes de que nos volviéramos a ver. Nuestros amigos en común nos invitaron a un bar que era de su propiedad. Aquella noche, en el bar, solo estábamos su novia, unos amigos y yo. Él llegó más tarde porque estaba haciendo un corte ya que es barbero.
El tiempo pasó y nos sentamos en el bar, compartiendo historias y riendo. En un momento dado, me levanté para ir al baño. Mientras estaba allí, alguien tocó la puerta. Era él. Entró y cerró la puerta detrás de él. Yo estaba a punto de sacarme la verga para orinar, y aunque intenté ocultar mi erección, él no dejaba de mirarme con una sonrisa traviesa.
—Saca tu verga—me dijo, con una voz baja y llena de deseo—. No tengas miedo, los dos tenemos lo mismo.
Hice el amago de sacarla, y él no apartó la vista. Finalmente, cedí y la saqué, sintiendo cómo su mirada ardiente recorría cada centímetro de mi cuerpo.
—Ahora sí que la conozco —dijo, con una voz que temblaba de excitación—. Podríamos mamarnos la verga juntos, y se echó a reír. Salimos del baño, como si solo hubiéramos entrado para «consumir algo» para que su novia y nuestros amigos no se imaginaran nada más.
Más tarde, en el bar, nos sentamos juntos, tomando cerveza tras cerveza. Estábamos frente a su novia, pero eso no parecía importarle. Me acerqué a él y lo abracé por la cintura, como si fuera un gesto amistoso, pero mi mano se deslizó por dentro de sus boxer, rozando y apretando su culo peludo. Sentí cómo su cuerpo respondía a mi toque, pero no hizo nada para detenerme.
Cuando él se levantó para ir al baño, lo seguí. Nos encerramos juntos, y esta vez no hubo juegos. Sacó su verga sin dudarlo, y yo no pude evitar admirar su tamaño y su forma. Me acerqué a él, le toqué, sintiendo cómo su cuerpo temblaba bajo mis manos, y supe que ambos estábamos al borde de perder el control.
—Qué chimba de verga—le dije, mientras la miraba rosadita—. Se ve muy rica. Él se rió, y dijo «parada se ve mejor». Yo hice el intento de tocarle los huevos, y él no dijo nada, solo se quedó callado, como si le gustara.
La noche continuó, y cuando nos fuimos a su casa a seguir tomando, la pasión explotó. Nos tumbamos en las colchonetas en la sala, y aunque su novia estaba durmiendo en la habitación, eso no nos detuvo. Nos tocamos, nos besamos, y exploramos cada centímetro del cuerpo del otro con una intensidad que nunca antes había sentido.
Cuando estábamos escuchando música, metí mi mano dentro de sus boxers y él se rió, pero no me detuvo. Al contrario, me mostró más, como si quisiera que se la chupara. Yo estaba tan arrecho que no pude resistirme. Le chupé esos huevos rosados y esa verga rosada, sintiendo cómo él gemía de placer sin hacer mucho ruido para que su novia no nos descubriera.
Pero no terminó ahí. Mientras estábamos acostados en las colchonetas, yo le metí la mano dentro de su culo y me dediqué a manosearlo durante un largo rato. Sentía cómo su cuerpo se estremecía bajo mis dedos, en un momento, él se bajó los pantalones un poco más, mostrándome y parando su culo por completo. No pude resistirme y le mordí suavemente los cachetes, dejando pequeños besitos en su piel mientras él gemía de placer. Finalmente, nos quedamos dormidos así: él con su mano dentro de mi boxer, agarrando mi verga, y yo con mi mano dentro de su boxer, acariciando su culo. Era una mezcla de intimidad, placer y riesgo, sabiendo que su novia estaba tan cerca, pero al mismo tiempo, no podíamos resistirnos.
Al día siguiente, nos despertamos como si nada hubiera pasado. Él estaba tierno y cariñoso con su novia, y yo me sentí como si hubiera vivido un sueño. Pero en el fondo, sabía que algo había cambiado para siempre entre nosotros. La tensión de esa noche, el riesgo de ser descubiertos, y la confusión sobre lo que él realmente sentía, todo se mezclaba en mi mente.
Nuestra amistad sigue siendo la misma, pero ahora hay una tensión palpable. Me llama todos los días con su voz masculina y de maleante, planeando nuestro próximo encuentro de cervezas. Sé que pronto volveremos a estar juntos, explorando los límites de nuestra pasión. La chispa que hay entre nosotros está a punto de estallar de nuevo… Cuando eso ocurra les dejaré una nueva historia.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!