ENTRE LAS ROCAS
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por zoohot.
Todavía hacia calor y se podía disfrutar de la playa. En la noche del segundo día de mi estadía decidí ir a una disco luego de cenar. En la disco me entretuve, conversé con chicas y chicos jovenes sin llegar a más, bebí algunas copas. Pero estaba inmerso en mis pensamientos y luego de varias horas en el lugar llegó un momento que seguir allí me pareció aburrido. Decidí salir y caminar.
En mi larga caminata, cuando ya amanecía, llegué hasta la zona conocida como "Playa Chica", que en esa ciudad de Mar del Plata se trata de una porción de la costa muy rocosa, donde generalmente la gente va a tomar sol sobre las rocas. Entre las rocas enormes, se forman pasadizos. Comencé a recorrerlos, siempre perdido en mis pensamientos. Hacía calor y me quité la remera, que ajusté a mi cinturón.
Me detuve en un lugar, entre las rocas enormes, me senté y encendí un cigarrillo. A poca distancia noté la presencia de un jovencito, moreno, bien parecido, también con el torso desnudo y un short, con un cuerpo delgado pero marcado. El jovencito se acercó y me pidió un cigarrillo. Se lo convidé y comencé a darle conversación. Dijo tener 19 años, aunque no le creí pues parecía tener menos edad. Me contó que vivía en una localidad cercana a la ciudad y que esos días se había largado solo para divertirse un poco. Le relaté que había venido sólo por unos días, que paraba cerca y que recién había salido de una disco, donde no me había divertido mucho. Mientras me hablaba, noté que se tocaba el bulto que, con el correr de los minutos marcaba una erección debajo de su pantalón short. Le pregunté si estaba teniendo mucho sexo, me dijo que no, que no podía ir a discos porque no había traído dinero ni tampoco ropa adecuada. "Estamos los dos calientes" le dije, y me respondió "Siii, muy calientes".
Decidí no desaprovechar la situación. "Que tal si hacemos algo ya que estamos juntos y solos" le dije sonriendo. "Sí, dale" me respondió. Sin demorar, abrí el cierre de mi pantalón y saqué mi verga, ya muy dura. Aldo (que así me dijo se llamaba) se bajó el short y dejó al aire sus huevos y su pija, que era hermosa, gruesa, dura, mojada.
La tomé con mi mano y empecé a masturbarlo, él hizo lo mismo conmigo. Me había excitado mucho, mientras nos masturbábamos el uno al otro le puse mi lengua en la boca y le recorrí las axilas y el pecho con mi boca. "Quiero que me ayudes con algunos pesos para ir tirando acá unos días" me dijo; "está todo bien" le contesté, y poniéndole una mano sobre el hombro hice que se arrodillara para mamármela. Me la chupó muy bien, con ganas, muy profundamente, mientras yo bombeaba mi verga dentro de su boca sosteniéndole la cabeza con ambas manos.
Sentí que iba a acabar, empujé su cabeza hacia mí mandándole mi pija hasta el fondo de su boca y eyaculé dentro de ella. Aldo, lejos de escupir, tragó mi leche. Enseguida, me agaché y comencé a mamarle su pija y sus huevos hasta que acabó.
Seguimos abrazados y frotándonos un rato, hasta que recuperé mi erección. Le dije "Quiero más, quiero todo", y me aceptó con un gesto. Lo llevé más adentro, entre las rocas grandes, le quité el short e hice que apoyara sus manos sobre la roca. Allí bajé completamente mis pantalones y acaricié su culo, muy duro, parado, redondo, muy lampiño. Salivé mis dedos y fui lubricando su ano. Luego salivé abundantemente mi verga y se la metí en el culo. Un cuarto de mii pija había entrado y Aldo gimió y se movió como para salirse, pero no lo dejé. Lo aferré con fuerza entre mis brazos y empujé hasta que la puse toda dentro de su culo. Con una mano aferré su cintura y la otra la pasé por delante de él agarrando y apretando su bulto. Le dí y le dí, bombeando y revolviendo mi pija dentro de su recto; él gemía y se quejaba pero nada me importaba, seguí dándole mientras le chupaba el cuello.
Retuve todo lo que pude el deseo de acabar, pero el calor y las contracciones de su recto me sobre excitaron y eyaculé muy dentro de Aldo, cuatro, cinco chorros de semen caliente.
Una vez que nos liberamos y vestimos, lo llevé a un bar a desayunar juntos. Allí le dí una suma de dinero como para que se arregle esos días, y concerté con él otro encuentro, que será motivo de otro relato más adelante.
Fue una inesperada vivencia de placer sexual, que siempre recuerdo. En el momento menos esperado, se puede encontrar el goce.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!