Entre primos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Esta historia ocurrió hace mucho tiempo, cuando apenas era un niño, cuando sin pensarlo dejaba atrás mi inocencia.
Tenía 9 años, para mí en ese entonces mi vida todavía era la de un niño, como cualquier otro, que jugaba a las escondidas, con sus juguetes, que le encantaba correr y disfrutar de su infancia.
Raúl, un primo un año menor que yo, lo veía rara vez, a veces en la cancha de fútbol cuando acompañábamos a nuestros padres o en algún paseo familiar.
Nos llevábamos bien, pero éramos muy distintos y tampoco compartíamos mucho.
Un día mis tíos (sus padres) me invitaron a dormir a su casa y desde ese día me acerqué mucho más a mi primo, nos hicimos más amigos.
Las visitas eran casi todos los fines de semana, yo en su casa o él en la mía.
Raúl un día llegó a mi casa, distinto con mucha más personalidad de la que ya tenía.
Me dijo que necesitaba contarne algo que descubrió.
Nos fuimos al patio de la casa y me contó que la gente más grande hacía ciertas cosas.
-Yo creo que a ti el pene también se te pone duro a veces- me dijo con curiosidad – a mí me pasa seguido y averigüé con unos amigos más grandes el por qué, pues el hombre le mete el pene así duro en la vagina de la mujer, a todos les gusta hacer eso, así se hacen los hijos, ¿sabias?.
Recuerdo muy bien sus palabras, una explicación con un poco de picardía e inocencia, mientras lo graficaba con un dibujo en la tierra del patio de mi casa.
yo la verdad a pesar de ser un año más grande, era mucho más inocente, pues no sabía nada de aquello.
Mientras observaba sus dibujos en el suelo me interrumpe con la siguiente frase, que tampoco olvidaré, nunca.
“dos hombres también pueden, uno le mete el pene pero en este caso en el trasero”.
quedé impresionado, no podía imaginar cómo podría pasar algo como eso.
Mi primo entre broma agregó, mira ya se me paró, se puso de pie y vi su bulto, yo avergonzado ocultaba el mío que estaba igual.
Mi madre en ese entonces nos llama a almorzar y nuestra conversación quedó hasta ahí.
Mi primo Raúl de 8 años me enseñó muchas cosas, cosas que yo no tenía idea, pero me gustaba que me las contara, pues sentía algo raro pero interesante en mi estómago cuando hablábamos de aquellas cosas.
Era morbo, que en ese entonces no lo sabía.
Un día me quedé en su casa, jugamos toda la tarde hasta que ya estaba oscureciendo y mi tía nos dice que debemos de bañarnos antes de acostarnos.
Bueno, nos hizo sacar la ropa y nos metió a los dos a la ducha.
Fue un momento incómodo, pues vi a mi primo desnudo y mi pene de inmediato se puso duro, me avergoncé tanto que le di la espalda a él para disimular y para mi sorpresa siento su pene duro rozar mi trasero, -deberíamos probar todo eso que te conté, para ver si realmente es tan bueno-.
Me dijo, luego agarró mi pene con su mano y comenzó a frotarlo mientras el rozaba el suyo con mis nalgas, sentí un montón de cosas, no sabía si lo que hacía era bueno, malo o normal, solo lo disfrutaba.
Mi primo me dio vueltas y me besó, me dijo que eso también se hacía, la verdad estaba tan informado del tema que hasta llevo mi pene a su boca, succionándolo y dándome mucho placer, sentí cosas sensacionales, magníficas, pero el tiempo de la ducha había terminado.
Pero no me entristecía, porque ahora nos tocaba dormir.
nunca antes había deseado tanto ir a la cama, como aquella vez.
Esa noche fue magnífica, a pesar de que ambos éramos inexpertos, nos acariciamos, nos besamos, lamimos nuestros miembros e intentamos la penetración pero sin éxito.
Las visitas entre nosotros eran constantes, nuestros padres pensaban que nos llevábamos tan bien que no podíamos estar separados, pero no era eso, lo único que queríamos era darnos placer, experimentar más a nuestra corta edad, hacer más grande el morbo.
Una tarde en mi casa mis padres salieron a comprar y nos dejaron un tiempo a solas, fue el tiempo perfecto para hacer de las nuestras.
Raúl me puso boca abajo y bajó mis pantalones, abrió mi trasero y metió un dedo con saliba, me dolió mucho pero aguanté, se puso enfrente de mí y me pidió que le chupara el pene y lo dejara lleno de saliva, es lo que hice con muchas ganas, él se quejaba tanto y eso me calentaba un montón, luego de un rato se subió encima de mí e introdujo lentamente la cabeza de su pene en mi culo, me dolió tanto que hasta me salieron lágrimas, pero él me dominó y al rato ya tenía su pene dentro de mí, completamente, me penetró por mucho rato, con quejidos y besos ricos entre medio.
Me sentía en el cielo.
Sentimos bulla y volvimos a la normalidad rápidamente, eran mis padres.
Pasaron días en que no veía a Raúl y yo lo deseaba más que nunca, no dejaba de pensar en él, en su pene, en su cuerpo moreno y perfecto trasero, pensaba en él día y noche, quería volver a tenerlo en mi cama.
Llegó el día, por fin vería al morenito, mi primo que tan loco y deseoso me tenía.
Era de mañana y yo todavía estaba acostado, mi mamá le dice que si quiere se puede sacar los zapatos y acostarse también un rato, pues hacía frío.
Él no dudó en hacerlo.
Esta vez cuando mi madre nos dejó solos, el se dio vuelta (bajo las tapas) y me dio la espalda, yo no sabía qué ocurría.
Miré por debajo de las sábanas y veo su culito, él se lo agarraba y abría con ambas manos dejando ver su ano, dispuesto a ser follado, esta vez por mí.
Mi verga estaba más dura que nunca, la llené de saliva y no esperé más y se la enterré toda, el gritó tanto que mi mamá vino deprisa a ver qué ocurría, que casi nos descubre.
Al ver que estaba todo bien, sale nuevamente de la habitación y Raúl ya estaba lamiendo con todas las ganas de mi pene, como un dulce, mientras yo agarraba su culo que tanto me gustaba.
Sentía tanto placer, me gustaba mucho, lo disfrutaba.
Creo que en ese entonces ninguno producía semen aún, pero estoy seguro de que sí hubo muchos orgasmos.
Lo lamentable de todo esto es que un día él sin razón alguna dejó de hacerme lo que a mí tanto me gustaba, me decía que no, que no se debía hacer, y simplemente acabó.
Un día visitamos su casa con mis padres y mi tía me dice -Raúl ya viene, se está bañando con Jairo, su amigo-.
Sentí como que se me rompía el corazón, sentí unos celos enormes al verlo salir del baño con ese chico, creo que me enamoré de él, de mi primo, siendo muy niño.
Con mi primo nunca más tocamos el tema, nos alejamos, ya no hablamos ni compartimos, incluso él tiene novia, pero no pierdo las esperanzas de que ahora ya grandes, todo lo que hicimos de niños se vuelva a repetir.
Rafael.
comos igue