Entregado y sometido
Recuerdos de mi iniciación con un hombre y de como perdí mi virginidad. .
Hola Adrián, espero te encuentres bien, hace tiempo ya que quería escribirte estas líneas, pero tal vez por inseguridad, tal vez por pudor no me había animado, sos el único con quien puedo hablar de esto y siento la urgente necesidad de confesarme ante ti, sé que ha pasado ya mucho tiempo pero aun el día de hoy me sigues excitando de maneras que no imaginas, son muchos los recuerdos y me gustaría compartirlos contigo y saber si tú también lo recuerdas así.
Me acuerdo todavía de la primera vez que me besaste, me excita mucho pensar cuando besando tu pecho descendía hasta encontrarme de cara al bulto en tu pantalón, de cómo lo desabrochaba y enloquecía al ver tu verga dura bajo el slip, me gustaba besártela e ir mordiéndola despacio, sentirla palpitando hasta que la descubrías, y comenzabas a pasármela por la cara mientras yo lamía tus testículos con ansiedad, recuerdo mi lengua jugando con tu pene y como poco a poco ibas tomando control, sujetándome con tus manos y dirigiendo mis movimientos, haciéndome desear, casi suplicando para tenerla en la boca, cuando al fin así lo decidías, comenzabas por hacerme jugar primero con la cabeza de tu pija, mi lengua recorriéndote el glande, su sabor y su olor me iban excitando cada vez más, todavía puedo sentir como me la ibas metiendo en la boca, primero despacio, hasta sentir como me llegaba hasta la garganta, tus huevos tocándome los labios, luego de manera firme comenzabas a marcar el ritmo, la sacabas hasta la mitad y volvías a empujarla por completo, una y otra vez hasta cortarme la respiración, me dejabas tomar aire y nuevamente la introducías y empezabas a cogerme la boca de manera más violenta, dominándome con tus manos, haciéndome sentir como una puta que te daba placer, nunca te apresurabas y recuerdo las largas horas que pasaba mamándote, sintiendo como gozabas, como me mirabas hacerlo, como me ordenabas, se que te gustaba que me tragara tu leche pero siempre me hacías desear, algunas veces dejabas escapar solo un chorro caliente de esperma para calmar mi sed, luego la sacabas de mi boca y esa verga empapada de semen y saliva recorría mi cara una y otra vez, eso creo que hacia que nuestra excitación creciera, tu dominante y yo totalmente entregado a ti, cuando tu calentura llegaba al límite y querías acabar, me fornicabas la boca sin parar y luego sin avisar descargabas cuatro o cinco cargas de leche en mi garganta, tomándome por sorpresa, ahogándome pero no dejando que desperdiciara ni una sola gota, si algo escapaba, lo juntabas con tus dedos y me hacías limpiarlos con la lengua mientras me pedías que me masturbara. Recuerdo cuando me ponías de rodillas en la ducha y te pajeabas a dos centímetros de mi cara, cuando estabas listo solo me decías “ahora” y yo sabía que tenía que abrir la boca para que acabaras en ella, algunas veces gozabas haciéndome sacar la lengua y acabando despacio en ella, eyaculándome también en el rostro. He llegado a masturbarme y a pasarme el semen en la cara, solo para recordar esa sensación.
Muchas veces yo quería chuparte la verga, pero vos querías cogerme, recuerdo que tirados en la cama nos besábamos frente a frente, nos frotábamos y me ponías la verga entre las piernas mientras yo la apretaba con ellas, al cabo de un rato me decías “date vuelta” y metiéndome los dedos en la boca los lubricabas para empezar a dilatarme el ano, me apoyabas la pija contra las nalgas y me ordenabas que me las abriera, ahí era cuando tomabas crema y empezabas a prepararme, me excitaba mucho ver como te lubricabas, pensando en como en algunos instantes me la ibas a meter, me volvía loco de deseo el momento en el que sentía el contacto caliente de la cabeza de tu poronga en el ano, de costado pasabas un brazo alrededor de mi cuello, para sujetarme y empezabas a penetrarme, recuerdo lo grande que era y como me dolía al principio, pero siempre eras paciente y me la ibas metiendo despacio, mientras hacías que me masturbara, pues sabias que eso me iba calentando, cuando tenía la mitad adentro enroscabas tu pierna alrededor de las mías para tenerme así más sujeto, sacabas la verga un poco, pero después la enterrabas más profundo, hasta que me la metías hasta los huevos, me hacías abrir las piernas y acariciártelos mientras me decías al oído “la tenés toda adentro” te quedabas inmóvil unos minutos, sintiendo como el culo se me iba dilatando, sabías que ya era tuyo y me pedías que siguiera pajeándome, muy lentamente empezabas a moverte, la sacabas unos centímetros y volvías a enterrármela, de a poco la ibas sacando más y empezabas a moverte lentamente, haciéndome sentir como me estabas cogiendo, hasta que el dolor pasaba y sentías que ya no podía oponer resistencia, no me dejabas acabar, pero si llegar al límite, hasta hacerme sentir tan excitado que ya sin que me lo pidieras, empujaba las nalgas para sentir como tu pija entraba hasta lo mas profundo, nuestros movimientos se iban acelerando y recuerdo con la fuerza que me cogías, tu verga entraba y salía casi por completo haciéndome delirar de placer, sintiendo tus embestidas, tus testículos y tu pelvis golpeándome las nalgas y ese ruido que hacían, hasta hoy me excita, después de coger así largo tiempo y sin sacármela me ponías boca abajo y seguías penetrándome pero con más fuerza, el fin estaba cerca y eso me hacía perder el control, totalmente dominado me bombeabas rápido hasta que empezaba a sentir como tu cuerpo se endurecía, tu respiración se agitaba y comenzabas a inyectarme todo tu carga de semen, casi siempre me hacías acabar después de ti y creo que por eso me fui haciendo “adicto” a tu verga, sabías controlar mi excitación para que ambos gozáramos más, algunas veces llegue a sentirme “usado” pero curiosamente eso me producía más excitación, me gustaba sentir el poder que tenías sobre mí, recuerdo que una vez descubriste que te espiaba cuando te duchabas y como después por la culpa que sentía deje que hicieras lo que quisieras de mí.
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