EntreMarios: Oso por oso…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sebasr38.
Me he sentado a escribir, sin saber por dónde comenzar, pensé tal vez que al dejar fluir las ideas se ordenara este torbellino de sentimientos que me dejan desconcertado.
Después de un tormentoso divorcio, una serie de eventos me pusieron en el ojo del huracán de nuevo, la historia es tan simple como compleja y cuando terminen de leer lo comprenderán: Yo, (complexion gruesa, velludo, moreno claro) en ropa de deporte, agitado, sudoroso, una calurosa mañana de verano, típica en el sur mexicano… y unos jóvenes ojos negros escudriñando mis deseos…
-¿Cansado?- fueron las primeras palabras que lanzaron aquellos delgados labios, pequeños, casi infantiles. –Un poco- respondí agitado, al tiempo que me detenía, los fuertes latidos ya no se si eran por el esfuerzo o por los nervios. –¿Hace rato que estás corriendo?- dijo, mientras su mirada discretamente bajaba a mis pantalones. –Si, de hecho fue mi última vuelta antes de ir a casa. -¿Y tú que haces? ¿Esperas el autobús?- Mi respiración luchaba por normalizarse. –No, lo que pasa es que llegué temprano para entrar al trabajo, mi padre me dejó aquí antes de irse al suyo- Sonó un poco nervioso.
De sus palabras siguientes recuerdo poco, su rostro moreno cubierto de un fino bigote y barba, acariciado por la luz matinal me dejó admirado. –Soy arqueólogo y trabajo en aquel el edificio, -me dijo señalando un departamento del gobierno estatal. Sabía que aquel hermoso joven me estaba ligando y sin nerviosismos típicos en mí ante esas situaciones y de un modo muy natural, le lancé la pregunta: -¿Quieres subir a tomar un café?, vivo aquí cerca –Me encantaría, me llamo Mario- sonrió. Aquel momento me sentí halagado; a mis 41 años, no esperaba que un guapo oso joven tomara la iniciativa en un ligue. –Yo Sebastián- contesté estrechándole una fuerte y velluda mano.
Al entrar al departamento me metí enseguida a tomar una ducha, mientras Mario entraba a la recámara y encendía la TV a invitación mía. Qué sorpresa! al salir del baño, un cuerpo moreno, regordete, cubierto de vello inundaba mi cama, una ancha espalda armonizaba con dos hermosas nalgas que parecían una oleada de miel invitándome a probarlas… se volteó, de las almohadas salió su bello rostro adornado con una lívida sonrisa, era imposible no tocar ese rostro, como si con un beso entrara a un templo de placer, a un manantial de frescura y juventud.
Todo su cuerpo era un templo custodiado por dos suaves montañas cubiertas de vello que no tardé en besar y acariciar, hasta encontrar un cálido nido bordeado de pliegues. Mi lengua escurridiza acariciaba, penetraba, desplegaba… arrancando gemidos de aquel joven. Su boca buscó mi sexo, que estaba mas duro que un madero, lo engulló, lo lamió… jugaba con mis huevos y volvía al glande; poco a poco fue bajando hasta encontrar mi ano, lo saboreó, metió su lengua, mordisqueaba los vellos… el roce de su fino bigote por mi culo me estaba volviendo loco, sentía que ya no podía mas… lo volteé, le besé las hermosas nalgas, las separé y me serví de aquel agujero carnoso, moreno, hasta dejarlo bien lubricado; en seguida le puse la verga en la entrada y empujé poco a poco… sentí sus pliegues abrirse para dar entrada a aquel animal que ya babeaba de ira, la dilatación de su esfínter me excitó todavía mas y sentí que mi pene creció más… aquel joven ano se contraía apretándome la verga. -¡Ay papito! que bien coges- decía y gemía; su voz gruesa contrastaba con la delicadeza de sus palabras; en un momento se zafó, se inclinó ofreciéndome su hermoso culo al aire, como perrito, le abrí las nalgas y le dejé correr mis 18 cms de carne dura; él gemía y se movía poniéndome más violento en cada arremetida. Mis manos ahora estaban en su panza velluda, le apretaba las tetillas y le sobaba la verga… tanta excitación no tardó surtir efecto y entre arremetidas casi violentas y gemidos de ambos, de su verga salieron borbotones de semen caliente que casi me quemaban las manos, al tiempo que mi verga escupía el líquido placer que inundara aquel delicioso culo. Sentía que se me salía el alma por el pene, mientras el osezno apretaba el culo para no perderse ni un gramo de aquel caliente líquido.
Sudorosos y cansados nos duchamos. Ese fue nuestro primer encuentro, de este, siguieron otros, más emotivos y excitantes… poco a poco supe que me estaba enamorando de este pardo oso. Amo su juventud, su frescura…y su sexo. Al poco tiempo hablamos de nuestros sentimientos y quedamos que disfrutaríamos de nuestra relación el tiempo que durara, sin más pretensiones que pasarla bien los dos juntos, sin ataduras ni promesas…
Una mañana, varios meses después de ese primer encuentro, corría como cada mañana, empezaban a sentirse los frescos de un otoño ya maduro. Agitado, me detuve a tomar aliento al tiempo que un auto pasaba frente a mi, el guiador, sin ningún reparo me siguió con la mirada, por un momento pensé que se trataba de algún conocido y le seguí con la vista, pero no lo reconocí. La sorpresa fue cuando unos metros más adelante volvió a pasar, ya fue demasiado obvio lo que el tipo pretendía. Se aparcó y esperó que lo alcanzara. –¿Disculpe, cual es el edificio Administrativo?- me lanzó la pregunta al tiempo que se sobaba el bulto. –Es aquel que está ahí- señalé un tanto nervioso. Lo que vi me gustó: un tipo moreno, maduro, de unos 45 o 50 años, corpulento, bien vestido, barba en forma de candado enmarcando unos delgados labios, unos ojos negros hermosos y un bulto que escondía una naciente erección.
A su invitación me subí al auto, camino a mi departamento, hablamos de cosas que no escuché: admiraba aquel enorme oso pardo de rostro hermoso y brazos cubiertos de vello y que no dejaba de sobarse aquel tremendo bulto. Al entrar al departamento, nos abalanzamos el uno hacia el otro, casi con desesperación, nos besamos como dos abstemios de sexo; la textura de su espesa barba en mi boca me producía una extraña pero rica sensación, su lengua buscaba la mía, se enroscaban como serpientes luchando por una presa. Al llegar al baño nuestras ropas ya habían volado. Sus brazos fuertes y velludos me apretaban mientras nos besábamos, su discreta barriga cubierta de vello raspaba la mía mientras nuestros sexos se restregaban entre si. Besé su cuello y mordisqué sus tetillas, acaricié su pecho peludo, besé su barriga y poco a poco mi lengua fue trazando un camino hasta aquel trozo de carne oscura, lo tomé entre la mano, era enorme, un glande rojizo del cual bajaban gruesas venas, enormes huevos peludos colgaban.
Me metí aquel pedazo de roble en la boca, lamí aquel casco rosado y chupé sus huevos mientras me acariciaba las orejas, recorría todo el tronco con la lengua antes de engullirlo de nuevo, cada vez con mayor rapidez. Por sus gemidos pensé que terminaría en mi boca, pero de pronto me levantó, me sujetó de la cintura, me puso frente a la pared y comenzó a besarme por detrás. Sentía su lengua correr por mi cuello, mis hombros, mi espalda mientras su excitada respiración se hacía mas ruidosa; cuando llegó a mis nalgas las mordisqueó antes de separarlas y hundir su cara entre mis carnes, pasaba toda su lengua sobre mi agujero, entraba y volvía a salir… yo estaba extasiado, fuera de control. –Métemela, métemela ya!- logré decir.
Casi de inmediato sentí los pliegues de mi culo abrirse mientras con sus manos me separaba las nalgas, poco a poco y con delicadeza fue clavando más y más aquella estaca; sentía que me partía en dos, mi esfínter dilatado ya estaba entumecido de dolor y aquella mole ¡seguía entrando!. Hasta que una presión en mi interior me hizo gritar.-¡Te la tragaste toda cabron! Sus palabras fueron como golpes en mis sienes y en mi verga, ya no era dolor era el deseo de que no se detuviera.
En cada arremetida soltaba una frase -¿Cómo te sientes con la verga adentro, eh cabrón?- Me encanta coger a machos como tu- me decía y en cada palabra mi excitación crecía. Al sacar aquella daga de mi culo esperaba que tal vez se masturbaría en mi cara o algo así, pero no: se sentó en la taza de baño y me sentó sobre su verga, mientras me sostenía de sus poderosas y velludas piernas, él me tomó la verga y comenzó a masturbarme. En cada sentón dejaba escapar un gemido o una frase grotesca. Los ritmos se aceleraron, las frases se hicieron mas grotescas y las respiraciones agitadas.
De pronto sacó la verga y acercó mi rostro hacia ella: un primer lechazo me bañó la frente y los ojos, otro más la mejilla, un tercero me manchó la boca y el bigote y otro mas la otra mejilla; era impresionante, era como si no se hubiese venido en meses, sentía toda la cara llena de semen; y entonces me tocó a mi: el primer lechazo le fue a dar directo a su bigote, otro mas en sus tetillas y un tercero en su barriga, no se cual de todos me excitó más si el que llegó a los vellos de su barriga o el que pendía de su bigote y que recogió con su lengua, para después rematar con un beso en mi boca.
Todo sucedió tan inesperado y tan rápido que ya bañados y relajados, mientras nos vestíamos, nos presentábamos: -Mi nombre es Sebastián y el tuyo?- pregunté –Mi nombre es Mario- Aquel nombre retumbó en mi cabeza y corazón. –Y vives cerca de aquí?- pregunté temiendo una respuesta. –No, lo que pasa es que vine a dejar a mi hijo en el edificio del Administrativo, él es arqueólogo y trabaja ahí- Aquella respuesta fue como una bomba en mi cerebro. ¡Había tenido sexo con el padre de Mario!.
Me pareció increíble, sin embargo lo tomé con calma y traté que no se me notara lo nervioso que me había puesto. Después de una corta charla se despidió: -Bueno Sebas, me voy – y diciendo esto me atrajo y me estampó tremendo y cálido beso. -¿Te puedo ver otro día? La pasé fenomenal- susurró. –Háblame por favor- fue lo único que pude decir; un torbellino de sentimientos y pensamientos me impidieron seguir hablando, regresé al baño y me pregunté que había pasado, todavía tenía en la nariz el aroma de su lavanda, me miré al espejo y no supe contestarme.
Ese fue el inicio de una relación paralela a la otra, que a duras penas he logrado llevar clandestinamente: Por un lado Mario hijo, todo cariño, todo romance y buen sexo, me gusta mucho cogérmelo; me despierta muchos sentimientos… y por otro lado Mario padre, todo mas tosco pero cariñoso, mas explosivo sexualmente, despierta mi lado pasivo y también me gusta mucho.
Es una situación un poco delicada ya que ninguno de los dos sabe de sus preferencias en la cama y no voy a ser yo quien los exponga, claro. Pero la verdad no me gustaría decidir por alguno de los dos, los dos me llenan, los quiero y creo que estoy enamorado de ambos…No se que pasará, sólo seguiré todo esto hasta que ya no pueda mas y cuando eso suceda creo que ninguno de los tres la pasará bien.
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