Ernes, mi repartidor favorito Parte 10
De nuevo con los dos hermanitos, aunque las cosas no se dan bien con Ernesto.
La tarde de ese sábado, la Sra. Lupita me pidió de favor le cuidara a sus hijitos esa noche y el domingo pues iba a viajar con unas amigas a un lugar cercano en un tour y regresaban hasta el lunes por la madrugada. Acepté encantado y me dijo que en unos momentos pasaba a dejarlos a mi casa y me agradeció el favor.
Momentos después llegó con Ernesto y Jonathan, éste se adelantó a abrazarme y feliz, lo cargué, ante la mirada llena de celos de Ernesto.
Su mamá al despedirse, me dijo en voz baja:
–Se los encargo mucho, especialmente a Jonathan, por estar más pequeño…tenga cuidado con él y trátelo con mucho cariño y cuidado…¿Usted me entiende, verdad?
–Claro que sí, Sra. Lupita, no se preocupe…
–Ah, y ya hablé con Ernesto y le pedí no ser tan posesivo y compartir toooooodo con su hermanito (guiño)
No pude menos que agradecer sus palabras. Y al quedarnos a solas y entrar a la casa, Jonathan inmediatamente se empezó a desnudar.
E: ¿Ya vas a empezar, hermanito? Sí que andas urgido, con eso que el abuelo ya no te da tu yogurt…
J: ¿Y qué tiene? Don Javier ni dice nada, ¿Verdad que no le molesta que ande encuerado, don?
Yo: Para nada, Jonathan, me encanta verte así, estás bien lindo…y tenía además muchas ganas de verte.
Y me acerqué a él y lo comencé a besar y acariciar, me desnudé para estar iguales y nos acostamos en el sillón para poder comerme su culito mientras él se dedicaba a darme placer con su lengua y boquita en mis genitales.
Ernesto nada dijo, sólo apretó los labios y los puños y subió a mi cuarto enojado.
–Espera–, le dije, pero no me hizo caso y salió a pasos grandes de la sala.
–¿Y ahora qué trae tu hermano?
Jonathan dejó de chupar mi pene, se incorporó un poco y giró hacia mí su cabeza para mirarme.
J: Se enoja porque Usted le hace menos caso que a mí, dice que Usted es sólo para él y me regañaba y pegaba hasta que mi mamá lo oyó y lo castigó y le dijo que si no se comportaba y aprendía a ser compartido conmigo ya no lo iba a dejar venir con ustedUsted…
–¡Oh! No lo sabía…
–No le haga caso, así es él…
Y comenzó a chupar de nuevo lo que le cabía de mi pene, a pasar su lengua de arriba abajo, a darme besos en los testículos y a sobarlo con una de sus manitas mientras me masturbaba con la otra.
Yo, entretanto, abrí sus nalguitas para deleitarme con su botoncito rosadito, metí mi nariz para embriagarme con su rico olor y comencé a darle lenguetadas de arriba abajo y a meterle la punta de mi lengua en su rico hoyito; él sólo se dejaba hacer y se reía por las cosquillitas que decía sentir.
Con tan rica vista y sensaciones inmensas de placer, no tardé mucho en llenar su cavidad bucal con mi semen, que él sin tardanza, devoró hasta la última gota…
Me levanté, vestí y lo dejé viendo tv mientras subía a hablar con su hermano.
Al entrar a mi cuarto, Ernesto me dió la espalda muy molesto y entré sollozos me preguntó:
–¿Qué? ¿No se llenó con mi hermanito?
Yo no le dije nada, me acerqué y acosté con el de “cucharita” y lo abracé y acaricie un poco y besé su espalda, cuello y cabello.
Poco a poco se calmó y dejó de llorar, entonces le dije:
–Ernesto, no seas tontito, debes aprender a compartir…además, tú sabes que a ti te quiero más, que me gustas más y que me encanta jugar contigo.
–No sea mentiroso…sí eso fuera cierto no se metería con mi hermanito, como yo ya no hago nada con mis tres amigos y el primo de uno de ellos.
–No tiene nada de malo que juegues con ellos de vez en cuando…es más, hasta puedes invitarlos cuando quieras.
–Sí, claro, para que se los coja y a mí ya ni caso me haga después.
–Amorcito, jugar entre nosotros dos es muy rico, y me encanta, pero imagínate que estuviéramos jugando fútbol e invitaremos a otros, ¿No crees que nos la pasaríamos súper Y jugaríamos y nos divertiríamos más?
–No sé, la verdad estoy muy enojado y confundido…
–¿No vamos a hacer nada entonces tú y yo, está noche?
–No sé, si usted quiere sí, pero ya que mi hermanito se duerma…
–Como tú digas…
Y llamé para encargar una pizza y hamburguesas para cenar.
–Voy a bajar un ratito con tu hermanito, te llamamos cuando llegue la cena…¿Te parece?
–Haga lo que quiera! Me respondió molesto de nuevo.
–¡Como quieras, cabrón! –Y le di una nalgada con fuerza—tampoco te voy a estar rogando. Te amo y te deseo, pero no voy a estar aguantando tus berrinchitos de niña malcriada.
Y, molesto por la discusión y por como se estaban dando las cosas, abandoné mi cuarto, azotando la puerta.
Jonathan, que había estado al pendiente, me preguntó:
–¿Qué pasó? ¿Sigue enojado mi hermano?
–Sí, y yo también me enojé con él por sus pinches celos.
–Don, no se enoje, me tiene a mí..
–Sí, pero no es igual…
–¿Por qué no? ¿No le gusta jugar conmigo?
–¡Claro que sí, Jona! Me encanta cómo me lo mamas y tu culito me vuelve loco, pero a tu hermano le puedo meter mi pito en su culito y a ti no…
–Es que me duele…
–Es que estás muy chiquito y tu hoyito muy cerradito…
–Pues, si Usted quiere, yo… Yo puedo dejar que Usted me coja como a él, aunque me duela…mi mami me dijo que lo hiciera feliz, y que hiciera todo lo que Usted me pidiera…
–Ne encantaría hacerte mío, pero temo dañarte…
–Yo también tengo miedo, pero ya me lo metió una vez, a lo mejor ya aguanto más…
–¿Deveras estarías dispuesto a dejarme probar de nuevo?
–Ssssiii, siii Usted quiere, siii…
Y entonces me desnudé antes de que fuera a arrepentirse, lo puse a gatas y dilaté con mi lengua su culito, luego, embadurné uno de mis dedos con gel lubricante anal con anestésico y lo metí en su apretado culito. Él se quejó un.poco pero no me pidió sacarlo, al contrario, comenzó a mover sus caderas en círculos.
Puse gel en otro de mis dedos y los introduje lentamente. Él paró su colita para facilitarme dedearlo, empecé un mete y saca delicioso…cuando lo ví suficientemente dilatado, le pedí me chupara un rato mi verga y después me aplicara gel en todo mi pene. Lo coloqué de perrito, puse mi glande en su hoyito, y me disponía a empujarlo cuando…¡Tocó el timbre un joven repartidor en moto!
Se me había olvidado que pedí de cenar y entre la discusión con Ernesto, la charla con su hermanito, la dilatación de su anito y demás, el tiempo había transcurrido sin sentirlo.
–¡Voy!
Le grité, molesto por la interrupción, me asomé un poco y vi que era un joven de piel oscura ; en eso, una perversa idea cruzó por mi mente y le propuse a Jonathan una travesura: que fuera él, cubierto con sólo una toalla, a recoger la cena, que preguntara cuanto era y regresara por el dinero y que cuando le diera los billetes, hiciera como que uno se le caía y que al agacharse a recogerlo le diera la espalda al joven repartidor e hiciera como que la toalla se le caía también.
Él, travieso y pícaro, aceptó…
Yo solamente asomaba medio cuerpo por la puerta del patio. Jonathan hizo todo cuánto le pedí…¡ufffff! Ver la cara de sorpresa primero, de morbo después y lamerse los labios al ver ese pequeño culito preparado para ser cogido le hizo tener una erección instantánea y sin pensarlo se frotó su pene (que se antojaba grande) por encima de su pantalón.
J: Ay, perdón, jijiji…se me cayó la toalla. Y se giró para entregarle los billetes al joven quien tembloroso, los tomó e hizo como que buscaba el cambio.
Yo: Así está bien, joven, no se preocupe. Y tú, sobrino, ya métete, anda, ¿qué va a pensar el joven?
Repartidor : ¡Gra… gra… gracias, se..señor!
J: Sólo jugábamos un poco mi tío y yo…
Yo: Ya, ya métete, anda…
J: Sí, tio…le dió la espalda y de nuevo se agachó a recoger la toalla.
Pude ver cómo el joven pasaba saliva y sus ojos se desorbitaban al ver de nuevo a Jonathan. Éste, caminó coquetamente a mí.
R: No, pues qué rico juegan, a ver si luego me invitan…
Yo: Cuando quieras, tenemos otro jugadorcito enojado…tú dirás.
R: Mmmh…¿en serio? ¿Y qué edad tiene?
Yo: Diez años…
R: Ando trabajando, si no, con todo gusto le tomaba la palabra. Y salgo como hasta la una o dos de la madrugada.
Yo: Déjame tú celular y nos ponemos de acuerdo, cuando descanses…
R: Deje ver si mañana consigo quién me cubra…
Yo: Ok, yo te llamo…
Ernesto, desde el segundo piso se asomó al balcón y escuchó todo.
El joven arrancó la moto y partió…
Yo le pedí a Ernesto ir por su hermano, así desnudo como estaba y pedirle bajara a cenar.
Al rato bajaron los dos, Ernesto con sus ojos aun llorosos. Puse dos sillas en la mesa, en una le pedí a Ernesto sentarse y en la otra me senté yo, desnudo, e invité a Jonathan a sentarse arriba de mí. Le daba de comer y beber a él en su boquita y él a mí, nos dábamos besitos mientras su hermano comía cabizbajo y en silencio.
Apenas probó bocado y se levantó de su silla, se acercó a mí y me preguntó con voz temblorosa:
E: ¿Es en serio lo que le dijo al repartidor? Escuché todo desde la terraza…
Yo: Sí, es cierto…como ya no quieres que yo te coja, voy a conseguirte otro macho, a ver si con él sí te dejas…
E: Pero es que yo no quiero a nadie más, sólo a Usted…
Yo: Pues no parece, es para que aprendas. A mí no me va a dar coraje ni voy a sentir celos porque otro te coja, al contrario, me importa que seas feliz…
–No, don Javier, perdóneme, no me obligue a hacer eso ¡perdóneme por favor!
Y comenzó a llorar copiosamente. Me partía el alma verlo así, hasta su hermanito quiso llorar y me pedía lo perdonara ya, pero era necesario que aprendiera la lección.
Yo: Mmmh, ya veremos… por lo pronto, desnúdate y arrodíllate,, y cierra tus ojos. Tu hermanito y yo te vamos a orinar para que aprendas.
Él hizo apresuradamente lo que le pedí y su hermanito, extrañado, lo orinó al ver que yo lo hacía.
Yo: Y si ya acabaste de cenar, puedes retirarte que tu hermanito y yo tenemos algo que hacer…
Y al decirlo, me sobé mi miembro y pasé mi mano entre las nalguitas de Jonathan…
Ufff… Gran relato… Menudo calentón tengo ahora después de haberme masturbado… necesito mas.
Excelente relato como siempre…. Espero con ansias la próxima parte.
Como sigue?