Ernest, mi repartidor favorito Parte 11
¡Por fin Jonathan se entrega totalmente a mí!.
Después de que Jonathan y yo orinamos sobre su hermano Ernesto, le pedí a éste retirarse, darse un buen baño y esperarme en la recámara mientras me divertía con su hermanito Jonathan. Él , sin replicar, se retiró muy obediente.
–¿Dónde nos habíamos quedado, amorcito?
Y al decirlo, atraje a Jonathan y recomencé a acariciarlo, abrazarlo y besarlo hasta que su pitito se erectó. Lo chupé largo rato y luego lo puse en cuatro para dilatar de nuevo su culito. Él gel anestésico ya había actuado en su culito pues recibió dos de mis dedos sin quejarse; al contrario, gemía rico al meter y sacar mis dedos de su agujerito.
Me coloqué atrás de él, puse mi glande en su entrada, empujé un poco y su capullito se abrió permitiendo que mi pene se deslizara hasta poco más de la mitad de sus 17 cm.
Me pidió detenerme un poco. Le pregunté si le dolía y dijo que muy poco. Después de unos momentos metí un poco más mi pene y él con una de sus manitas me detuvo.
–Amorcito, has sido muy valiente, ¡ya casi te entra toda!
Él bajó su manita para tocar su culito y mi verga y comprobar que faltaban a lo mucho 4 cm para que lo penetrara completamente.
–¡Ay, ay, ay! Es que siento que mi culito me arde y me duele…creo no voy a aguantarlo, señor…¡Ay, ay, ay!
Saqué entonces mi pene, le volví a untar una generosa cantidad de gel anal y le pedí lo intentáramos de nuevo.
–Debes ser fuerte y valiente, amorcito, yo sé que tú puedes aguantarlo…
–No, don Javier, mejor no, siento muy abierto mi culito y me arde…
–Así se siente las primeras veces, duele mucho, pero luego vas a sentir bien rico y te va a gustar tanto que hasta me vas a buscar para que te coja.
–Es que me duele señor, mejor no…
–¿Cómo de que no? ¿Entonces no me quieres como yo a ti…Pero si no quieres, ni modo…mejor me voy con tu hermano, él sí me la aguanta sin llorar…
E hice como que me ponía de pie y me iba a vestir cuando me dijo:
–Espere, don Javi, espere…está bien, me voy a dejar pero prométame qué sí me duele va a parar…
–Está bien, pero te aguantas, ¿eh?
Él asintió y se volvió a ponerse boca abajo con sus nalguitas levantadas ofreciéndome su anito. Puse la punta de mi ariete en su entrada, introduje mi glande, luego un poco más, y él solamente se quejaba en voz baja.
De pronto, y loco por hacerlo mío, dejé caer mi cuerpo sobre él, la gravedad hizo el resto y…¡Por fin! Mi pene se abrió paso en su apretadito recto y sentí mi pubis chocar en sus nalguitas que se aplastaron un poco por mi peso.
–¡Ay, ay, ay! –Gritó pero rápidamente tapé su boquita con mi mano. Él comenzó a llorar y sus lágrimas mojaron mi mano.
–Sh, sh, sh…tranquilo, ya pasó, no llores. Siéntete feliz y orgulloso por lo valiente que fuiste y por dejarme ser tu primer hombre…tranquilo, el dolor pasará pronto y vas a comenzar a sentir muy rico, ya verás…
Con estas y otras frases trataba de consolarlo y parar su llanto. Poco a poco, fue dejando de quejarse y disminuyó su llanto. Retiré entonces mi mano y le pregunté si aún le dolía mucho y sí podía continuar…
–Me duele poquito, ya casi nada, pero siento como muy estirado mi culito y muy lleno, con ganas de hacer popó…
–Así se siente, no pasa nada, el gel que te puse y me puse en mi pene sirve para que no te duela tanto…entonces…¿Puedo seguir?
–Pero si ya me lo metió todo…¿o me va a meter también sus huevos?
–¡Ja, ja, ja! Si pudiera lo haría. Falta que te coja rico, que saque poquito mi pito y luego vuelva a meterlo todo de nuevo, hasta que salga mi lechita y te la deje adentro…¿Me dejas hacerlo?
–Siiii, pero despacito, por favor.
Y empecé el más rico mete y saca de mi vida. ¡Era increíble el sentir cómo sus paredes anales apretaban y se amoldaban a mi pene, lo calientito y suave que era su interior y el ver cómo aparecía y desaparecía mi ariete en ese hoyito infantil era en verdad muy excitante!
Él se quejaba un poco cuando mi pene entraba en su totalidad pero después comenzó a gemir y a relajar y contraer sus nalguitas haciéndome sentir en la gloria.
Con una estocada profunda exploté en su interior a la vez que él se orinaba del placer que había experimentado.
Sin fuerzas él, lo cargué y llevé a la recámara y entramos al baño donde lo hice sentar en el inodoro y pujar para arrojar mi semen mezclado con popó y un poco de sangre. Nos bañamos con agua fría y revisé su culito que empezaba a cerrarse hasta recuperarse del todo. Lo sequé y apliqué abundante crema en su hoyito para que no le doliera tanto y pudiera dormir.
En brazos, lo llevé a mi cama y con suavidad lo deposité en ella, le besé y dí las gracias por lo feliz y lo rico que me había hecho sentir al entregarse a mí.
Cansado, empezó a bostezar hasta dormirse profundamente.
Con cuidado, retiré mi brazo, lo arropé un poco, le dí varios besitos en su frente, mejillas y boquita y sin hacer ruido, me dirigí al cuarto donde Ernesto, bañado, desnudo y dispuesto a hacer todo para ser perdonado, me esperaba…
C O N T I N U A R Á
Que suerte tienes de tener a tanto putito para ti solito… es una autentica delicia esta historia.
Menuda paja me hice leyendo las 3 partes… Ha sido una auténtica maravilla 💦🔥
Ufff… me excita mucho como el pequeño Ernest te quiere para el solo y no te quiere compartir con nadie… Es un pequeño muy putito.
Muy buen relato… Esos pequeños son una delicia, Me encanta como están dispuestos a servirte y hacer lo que tu quieres en el sexo… son unos verdaderos putitos los 2…
Gran relato como siempre… Estoy deseoso de que subas mas para seguir disfrutando de el.
Como sigue…?
Conseguiste hacerme disfrutar con esta historia… Eres un gran escritor de relatos eróticos… Ojala continúes por mas tiempo contándonos esta excitante historia, ya que si lo haces aquí tienes un lector fiel 😋
Como sigue? Me encanta esta historia.
Que ricos están esos pequeños, que suerte tiene de tenerlos para ti solito… Eres todo un suertudo de poderle dar verga y lechita como a ellos les gusta.
Gran relato… como continua…?
Que rico me encanta el relato me masturbe pensando que era don Javier te felicito y espero mas