Ernest, mi repartidor favorito Parte 14 y Final
Llega a su fin esta saga que disfruté mucho al escribir. Deseo les guste y se pajeen al leerla..
Como hipnotizado por el bello espectáculo que el cuerpecito desnudo y las nalguitas de Jonathan le ofrecía, Carlos lo siguió hasta la recámara done Miguel, Ernesto y yo aguardábamos.
C: Bu…bu…Buenas noches, Sr. Javier…¡no esperaba tan bello recibimiento!
–Buenas noches, pasa…no te quedes en la puerta…
–Gracias, gracias…¡Y qué niños tan lindos tiene! Aunque, a Miguel ya lo conozco…y bueno, ¿a quien hay que castigar por desobediente y enojón?—y al decirlo, se frotó su verga que se veía enorme.
Al oír eso, Ernesto se puso pálido y comenzó a temblar y llorando se abrazó a mí suplicando:
–¡ Nooooo, a mí noooo, por favor, no sea malo, don Javier!
Yo: Tranquilo, Ernesto, ya te dije que ni a ti ni a tu hermanito se las va a meter Carlos, tranquilo….sh, sh, ya, ya, tranquilo…
Carlos: ¿Entonces va a ser a Miguel? ¿y que, ahora sí me la vas a aguantar toda, muñequito? – dijo, dirigiéndose a él, que también temblaba un poco nervioso al ver su entrepierna…
Yo: Exacto, te lo conseguí…¿cómo ves? ¿te agrada la idea?
C: ¡Pero claro que me agrada! Si está re lindo y tiene muy rico su culito…va a convertirse, si la aguanta, en mi primer niño de esa edad en ser penetrado por completo por mí.
Yo: Bueno, pero vamos al otro cuarto, donde tengo dos camas, para coger más agusto…y del frigobar, saqué unas sodas para los niños y dos cervezas para nosotros.
Al llegar a la otra recámara, le pedí a los dos hermanitos, Ernesto y Jonathan, ayudaran a Carlos a ponerse cómodo, es decir, a desvestirlo, y ellos, aunque con nervios, obedecieron mientras le ayudaban a quitarse su camisa, sus tenis y calcetines.
Con nervios y un poco de esfuerzo desabrocharon su cinturón y su pantalón. Él se sentó en una de las camas para facilitarle su labor, hasta quedar en bóxer.
Ellos, me preguntaron si también se lo bajaban y les dije que sí. Uno por cada lado, metieron sus manitas en el bóxer y lentamente lo bajaron un poco, pero se atoró en el glande, así que Jonathan lo liberó de ahí y…
¡Quedaron atónitos y mudos de asombro al ver semejante trozo de carne grueso y largo! Eran cerca de 23 cm de largo, con alrededor de 6 cm de diámetro, con un glande enorme y dos testículos colgando.Sus ojos se abrieron al igual que su boca al ver eso tan cerca de ellos…y encima Carlos la movió y balanceó un poco…
Ellos terminaron por despojarlo de su bóxer y al ver que no se retiraban y seguían viendo con curiosidad ese pene y testículos, les dije que podían tocarlo…
E: ¿En serio podemos tocarlo?
J: ¿Y también sus huevos?
Yo: Claro que sí, adelante, digo, si Carlos no se opone…
C: ¡Por mí encantado! Acérquese niños, que no muerde…
J: Hermano, mira…¡parece una viborota negra!
E: ¡Y sus huevotes! ¡Qué grandes están!– Y sopesó, travieso y riendo,uno en cada mano.
C: ¡Ja, ja, ja! Qué niños tan más lindos y ocurrentes…¿No les gustaría darle una sobadita con sus manitas? ¿O darle besitos, lamerla o chuparla?
J: ¡Yo sí, yo sí!
E: ¿Yo también! ¿Sí podemos, don Javier?
Yo: Claro que sí, chaparritos, dense gusto con esa vergota…mientras, yo me divierto con Miguelito.
Y se acostaron ellos con Carlos en una cama, uno a cada lado y empezaron a explorar, tocar y masajear su pene, y luego que le perdieron el miedo, comenzaron también a besarlo, lamerlo y chuparlo.
Mientras, yo puse a Miguelito sobre mí en la otra cama para realizar con él un rico 69. Después, Carlos alternaba con los dos hermanito comiéndoles el culito mientras ellos chupaban su boa negra con deleite.
Luego, lo puse a gatas, coloqué la punta de mi verga en su culito y de una se lo metí hasta el fondo para iniciar un mete y saca delicioso. Cambiamos de posición y lo puse boca arriba y atraje hacia mí para cogerlo con sus piernitas al hombro hasta acabar regando sus entrañas con mi semen…
Carlos se había puesto de rodillas y tenía frente a él a los dos hermanitos con sus boquitas abiertas esperando recibir en ellas la leche de esa verga enorme y negra. Él se masturbaba y con un grito de satisfacción suprema, acabó en las boquitas llenando las caras de los dos hermanitos que sin más, lamieron su pene y después uno al otro para no desperdiciar tan rico néctar de macho.
Luego, puse a Miguel en cuatro con su colita levantada para untar en ella abundante gel con anestésico y prepararlo así para facilitar la penetración que estaba por sufrir.
Carlos igual colocó a Ernesto y a Jonathan para comerles sus culitos y meter en ellos su larga lengua y dedos y dejármelos listos para que yo los hiciera míos.
Cambiamos de cama, él se puso a acariciar a Miguel para relajarlo un poco y luego se untó mucho gel a lo largo y ancho de su miembro viril. Nosotros, los tres, expectantes, dejamos de acariciarnos para dirigir a Carlos y Miguel nuestras miradas…
Carlos se puso atrás de é y colocó dos almohadas en la cama para que Miguel levantara aún más su lindo traserito, lo frotó con su babeante verga, lo tomó por la cintura y empujó.
Al sentirlo, Miguel se tensaba e instintivamente cerraba su anito provocando que él pene de Carlos se deslizara hacia arriba o abajo sin lograr penetrarlo, además que por su tamaño no lograba la erección plena.
Ante ello, fui a sostenerle con una de mis manos su enorme verga para mantenerla firme en la rajita de Miguel, mientras él se afianzado con mayor fuerza de la cintura del niño.
–¡Ahora, empuja!–Le ordené al colocar su glande en su dilatado anillito.
El lo hizo, Miguel soltó un grito de dolor al sentir cómo su ano se extendía al máximo para recibir a tan enorme intruso en él, mismo que avanzó hasta meter por completo su glande.
–¡Empuja un poco más, vamos!—le dije de nuevo y él empujó un poco más de la mitad entre aquellas nalguitas infantiles mientras Miguel gritaba y lloraba ante el dolor de sentir abierto su culito…
M:¡Ay, ay, ay! ¡Ya no, ya no, por favor! ¡Me duele mucho! ¡Ayyyyy, sácamelo, por favor!….¡Ayyyyy, ayyyyyy, ya no aguanto más! ¡Por favor, deténganse!
Carlos me miró como preguntando qué hacía, y yo sostuve su enorme pene por la base y le dije:
–¡Dale, hasta el fondo, campeón! Qué sepa para qué nació esta pequeña perrita!
Y Carlos, que a estas alturas estaba más que excitado al sentir la estrechez de aquel hoyito y cómo sus esfínteres apretaban su falo, empujó y empujó deslizando hacia aquel cálido y estrecho túnel su verga hasta topar en mi mano, misma que quité para que, ahora sí, Miguel quedara totalmente empalado.
Yo le pedí a Miguel aguantar y cooperar para facilitar la tremenda follada que en breve sufriría.
–Ya, ya Miguel, ya pasó lo difícil, tranquilo, sh, sh, sh, no pasa nada…aguanta, vamos, amorcito…eso, tranquilo, no llores más…
–Es que…es que …me duele y arde muchísimo, siento como un calambre en mi culito…me siento muy lleno…como nunca…¡y me duele, me duele mucho!—Decía entre sollozos y ayes de dolor…
–Y ustedes, ¿Qué están haciendo aquí de chismosos? Les dije a Ernesto y Jonathan que miraban de cerca y asustados como había desaparecido aquella enorme verga entre las nalguitas de Miguel…
Y me fui con ellos a la otra cama, los puse en cuatro parando sus colitas, puse mi erecto pene entre los glúteos de Ernesto, presioné y lo sentí deslizarse entre sus estrechas paredes anales mientras le arrancaba un suspiro y empezaba a gemir. No paré hasta que mis testículos chocaron en los de él. Permití que su intestino se adaptara a mi pene y suavemente, comencé a follarle, arrancando gemidos de su linda boca mientras aguantaba gustoso ser empalado.
Mientras tanto, Carlos había empezado a penetrar una y otra vez a Miguelito. Poco a poco este dejó de quejarse y llorar y comenzó a disfrutar haber podido recibir a tan grande verga en su culito. Sin dejar de penetrarlo, Carlos lo hizo girar y levantar sus piernitas hasta su pecho para disfrutar los gestos de doloroso placer que Miguelito hacía al ser cogido. Hasta que, no pudiendo contenerse más, llenó su pequeño intestino con su leche.
Al sacar su pene se escucho un ¡Plop! cual si se hubiera descorche alguna botella y el culito de Miguel quedó muy abierto y enrojecimiento, se acostó de lado y comenzó a salir abundante semen mezclado con sangre de su desflorado ano.
Al ver aquello, me excité y comencé a coger a Ernesto con mayor fuerza hasta correrme en su apretadito interior.
Jonathan, que no había perdido detalle, me preguntó con un dejo de tristeza:
–¿A mi no me va a coger, don Javier?
Yo: Por supuesto que sí…¿ y la vas a aguantar sin llorar?
–¿La suya? Siiiii…
Carlos, entretanto, se había recostado boca arriba en la cama y su pene comenzaba a recuperarse después de la corrida en las boquitas de Ernesto y Jonathan y en el culo de Miguel…
Sujetó su pene con sus manos y le pidió a Miguel sentarse poco a poco en el. Éste, con un poco aún de temor, hizo lo que este le indicó y fue comiéndose aquel enorme trozo de carne negra, hasta quedar totalmente ensartado.
Con dolor y orgullo, sonrió un poco. E inició la más rica cabalgata que hombre alguno hubiera disfrutado, arrancando gemidos de placer En Carlos.
Coloqué a Jonathan boca arriba y le pedí llevar sus piernas al pecho entrelazados sus manitas mientras yo ponía mi pene en su infantil anillito para introducirlo lentamente en él hasta lograr mi objetivo y comenzar a cogerlo con el cuidado y cariño que su edad y cuerpecito requerían.
La habitación se llenó de gemidos y olor rico a sexo mientras aquellos niños eran taladrados una y otra, y otra vez.
Ernesto se colocó boca abajo entre Miguel y Carlos para que este le chupara sus pequeños genitales mientras Miguel le lamía y dedeaba su culito.
Ante semejantes y placenteras vistas y sensaciones acabamos por corrernos en aquellos niños regando sus intestinos con nuestro semen.
Agotados, nos recostamos un rato y después nos levantamos. Carlos y Miguel se metieron a bañar en ese cuarto y yo conduje a los hermanitos al otro donde, sin ponernos de acuerdo, descargamos nuestra lechita en sus infantiles bocas.
Carlos se vistió, agradeció por tan rica experiencia y se despidió de los tres niños. Dejé que Miguel se recuperara un poco, que su culito se cerrara y le apliqué una pomada anestésica para disminuir su ardor y dolor.
Cuando me dijo sentirse bien, lo acercamos a su casa, le pagué lo convenido y un poco más, lo abracé, besé y felicité por haberme ayudado y haberse dejado meter tan grande verga.
Regresamos a casa y nos dormimos abrazados los tres, cansados y muy satisfechos de lo vivido.
F I N
Epílogo: Miguel, que años después tenía un grupo de diez nenes de su edad y menores dedicados a satisfacer hombres maduros, conoció a los quince años a un estadounidense que después de haberlo cogido le propuso abrieran una especie de hotel sólo para hombre con niños, donde abuelos y nietos, papás e hijos, tíos y sobrinos, y más pudieran estar desnudos en todas sus áreas e intercambiar a sus nenes. Sobra decir que fue un éxito total pues para quienes viajaban solos, Miguel tenía un catalogo amplio de niños dispuestos a darles placer.
Ernesto, a los 16, conoció y se enamoró de un compañero de preparatoria dos años mayor a él. Fue correspondido y actualmente viven juntos.
Ocasionalmente nos invitan a Jonathan y a mí a su departamento donde la pasamos muy bien recordando tiempos y hechos maravillosos.
¿Y Carlos? De vez en cuando conseguía nenes para que le chuparan su verga, pues no aceptaban dejarse penetrar. Vivió un tiempo con un tío, su esposa y sus dos pequeños y hermosos hijos, con quienes jugueteaba un poco. Impaciente, violó al mayorcito, de 9 años y tuvo que salir huyendo del pueblo antes de que su tío lo fuera a matar o meter a la cárcel.
¡Mil gracias por leerme!
Aunque me da pena que acabe, me gusta como ha acabado esta historia… ojala nos sigas contando mas historias.
Felicidades por esta maravillosa historia… aunque es una lastima que termine, ya que estaba muy enganchado a ella.
Ojala hubiese durado mas esta historia, pero aun así. Enhorabuena por ella y por tu forma de narrar.
Excelente relato… Gracias por compartir esta historia con nosotros, espero que en un futuro compartir mas y que así podamos disfrutarlas.
Un gran relato, Espero pronto leer mas de tus historias.
Felicidades y gracias por habernos dejado leer esta excitante historia… Ojala pronto podamos deleitarnos con otro relato tuyo.
Ha sido un placer y un honor a ver podido leer esta historia 👏