Ernest, mi repartidor favorito Parte 5
Continúan nuestros juegos, ya con el consentimiento de la mamá de Ernest y Jonathan .
Ernest, mi repartidor favorito
Parte 5
Antes que nada quiero agradecer la buena acogida (sin albur) que ha tenido esta saga y aprecio sus comentarios.
Deseo que este episodio provoque muchas pasas y lo disfruten. Mi telegram es @EduRu64, para quien desee una comunicación más directa.
¡Saludos y que lo disfruten!
Me despertó sentir unos labios besar y lamer mi pene y una cálida boquita metérselo. ¡Era Jonathan quien con una mirada coqueta preguntó en voz baja!:
–¿Me da mi yogurt?
Así terminó la parte 4, con esta pregunta, continúo…
–Claro que sí, amorcito, pero no hagas mucho ruido porque se puede despertar tu hermano—le respondí, también en voz baja.
La verdad, no era mucho lo que le cabía a Jonathan en su pequeña boca, pero ver cómo se esforzaba y con cuánto deleite se entregaba al mamar, besar y lamer mi pene me calentó mucho, así que no tardé demasiado en sentir que estaba próxima mi eyaculación, y tomé su cabecita para meter un poco más mi verga y correrme en su interior.
Con sus ojitos llorosos por el esfuerzo realizado, abrió su boquita para mostrarme mi semen y se lo pasó completo. Luego, me lamió el pene para dejarlo completamente limpio.
Despertamos a Ernesto y nos duchamos apresuradamente para bajar a la cocina y ofrecerles un desayuno ligero, vestirlos y llevarlos a la escuela. Jonathan asistía al primer grado y Ernesto al quinto. Antes de salir a la escuela me llamó la mamá de ellos y me pidió hablar con Ernesto, así que le pasé el celular y él se retiró un poco para hablar con ella. Me regresó el celular y salimos rápidamente hacia la escuela. Los despedí en la entrada y ellos me abrazaron con mucha efusividad.
Algunas mamás, que los conocían, me preguntaron por qué había llevado a los niños y les expliqué la razón.
Fui a desayunar a un restaurant, trabajé un poco y ordené la comida para recibir a los dos niños.
La Sra. Lupita me llamó a media mañana y me informó que su papá estaba mejor pero que hasta el día siguiente lo darían de alta, y pedirme los cuidara una noche más. Yo acepté encantado, desde luego.
–¿Y, cómo se han portado mis niños? ¿No le han dado muchos problemas?
–Nada de eso, sus niños son un encanto, y yo estoy gustoso de cuidarlos.
–Ah, muy bien, a propósito, quería decirle algo…
–Sí, dígame…
–Hubiera querido platicarlo de frente con Usted, pero bueno…
–No se preocupe, dígame…
–Mire, le voy a ser sincera: entre mi hijo Ernesto y yo no hay secretos, sé que Usted ya sabe que un hermano mío abusaba de ellos, aunque nunca los violó. Y también sé que Ernesto tiene gustos y preferencias un poquito homosexuales, en casa incluso usa calzoncitos, corpiños y tangas de niña y…es más, me ha contado lo de Ustedes…
Escuchar eso me hizo palidecer:
–Sra. Lupita, le juro que yo, que yo…no sé lo que me pasó. Su hijo Ernesto me robó el corazón y cometí algo indebido, lo sé, pero…
–Tranquilo, Sr. Javier, no le estoy reclamando nada, ni estoy disgustada con Usted, al contrario, le agradezco lo mucho que quiere a mi hijo. Él me ha platicado lo cariñoso y cuidadoso que es con él…sólo quiero decirle que si va a hacer algo con él lo haga con mucho amor y cuidado.
–Escuchar sus palabras me devolvió la calma y me dejó un momento sin saber qué responderle…
–E..está bien, señora Lupita, mil gracias por su confianza.
–Es más, en la mañana cuando le pedí me pasara a mi hijo para hablar con él, me contó todo lo que hicieron los tres anoche. Señor Javier, usted sabe que como padres y madres debemos apoyar siempre a nuestros hijos y respetar sus preferencias y no juzgarlos o castigarlos por ello, pero eso sí, pedirles tengan cuidado.
–Siiii, de acuerdo.
–Así que se los encargo mucho, trátelos bien y cuídelos, por favor.
–Claro que sí, y de nuevo gracias por su confianza y que se mejore su papá.
Al colgar, me dí cuenta que casi era hora de recoger a mis dos amores y fui por ellos, llegamos a casa y al entrar, Jonathan arrojó su mochila y dijo:
J: Señor, ¿Puedo andar solamente en calzones? Tengo mucho calor…
Y: Si así vas a estar más cómodo, adelante…
J: ¡Gracias, señor!– Y sin más, se despojó de su uniforme y calzado—tú también deberías hacer lo mismo, Ernesto y Usted, señor…
Y: No es mala idea, ¿Qué dices, Ernesto?
E: Está bien…
Así que quedamos los tres solamente en bóxer, salimos al patio y comimos bajo la sombra de los árboles.
Luego, les puse a hacer su tarea y dormimos una siesta.
Me despertó el inquieto Jonathan que se me abrazó y me preguntó al oído:
–¿Me deja subirme a su “caballito”?
–Si tú quieres…
–Pero sin ropa…
–Va, quítame mi bóxer y encuérate tu también…oye, ¿Y si mejor nos vamos a la sala para no despertar a tu hermano?
Él aceptó, con cuidado y en silencio nos bajamos de la cama y nos dirigimos a la sala.
E: Los estoy oyendo desde hace rato, don Javier…¿A mí no me van a invitar? Yo también quiero jugar…
J: Pero yo primero…
Yo: No se peleen, podemos jugar los tres, si están de acuerdo y bueno, como Ernesto está despierto, nos quedamos aquí en la cama…¿Va?
Ellos asintieron, desnudarnos a Ernesto y los puse de rodilla y yo enmedio, para acariciar sus lindos penecitos hasta que estos se pusieron duros. Tener dos niños complacientes es un placer superior…
Me puse a besar y chupar de manera alternada sus genitales, luego, les pedí voltearse, recostar su cabeza en la cama y parar su colita para deleitarme en ese par de culitos hermosos a los que acaricié, besé y lamí durante un largo rato, y metí mi lengua en ellos.
Jonathan se reía y retorcía de placer al sentir mi lengua juguetear en su anito virginal y más paraba la colita.
Me acosté boca arriba y les dije:
–Es su turno, de hacerme feliz, chaparritos…
Jonathan se subió en mí, acomodó mi pene entre sus nalguitas y comenzó a frotarme de atrás hacia adelante mientras me preguntaba si me gustaba y yo respondía qué sí.
Tocó el turno a Ernesto y él hizo lo mismo que su hermanito. Luego, Jonathan me preguntó quien lo había hecho mejor y yo les dije que los dos lo hicieron muy bien.
¿Y si me lo chupan, a ver quien lo hace mejor?
Ellos aceptaron…uffff, tener a dos labios besando mi pene, a dos lengüitas lamerlo y recorrerlo de arriba abajo y a dos boquitas chuparlo me calentó mucho.
Les propuse que por turnos de un minuto, que marqué en el celular, me chuparan el pene a ver a quién le tocaba tomarse mí yogurt y ellos aceptaron.
De manera alternada chupaban mi pene mientras me ofrecían su culito para comérmelo.
Diez o doce minutos bastaron para que Jonathan fuera el ganador, al conseguir llenar su boquita con mi semen que saboreó hasta la última gota mientras se burlaba de Ernesto por haber perdido en ese juego…
Entonces, Ernesto le dijo:
–Sí, pero esto no lo hace mi hermanito…
Y se incorporó un poco, sujetó con una mano mí pene, lo puso en su entrada y trató varias veces sin éxito de que entrara en él, pues mi pene aun no se recuperaba de la reciente deslechada.
Se incorporó, me chupó un poco la verga para lubricarla con su saliva y presemen y logró que poco a poco mi pene fuera poniéndose duro de nuevo. Cuando vió lo que había logrado, se incorporó, puso mi glande en su rajita, justo en la entrada de su semivirgen anito, se sentó un poy…
-‘ Ay!-‘gritó al sentir cómo mi glande entraba en su estrecho anito.
Jonathan sorprendido, no podía creer lo que veía.
J: ¡Hermano, te metiste el pito del señor Javier en el culo! ¿No te duele?
E: Poquito, pero después se siente muy rico…
J: Pero, pero…por ahí hacemos popó…¡guácala!
Yo: Sí, pero también puede servir para que dos hombres o un niño y un hombre se demuestren cuanto se quieren…
Tomé de la cintura a Ernesto y le dije:
–¿No quieres sentarte un poco más, mi amor?
–Siiiii…
Colocó sus manos en mi pecho, se hizo un poco más hacia adelante y se sentó con sus piernas flexionadas, una a cada lado mío. Luego, se hizo un poco hacia atrás hasta que sintió un poco de dolor, pues más de la mitad de mi pene había desaparecido entre sus nalguitas, devorado por su infantil anito.
J: ¡Hermano, ya te entró más!
Y al decirlo abría mucho sus ojitos, asustado, asombrado y curioso al ver cómo su hermano solito se había enterrado parte de mi pene.
Ernesto se quejaba un poco y lloraba un poco.
Después que pasó el dolor, se echaba despacito hacia adelante y de nuevo hacia atrás para clavarse mi pene. Su hermanito no perdía detalle de cómo entraba y salía parte de mi pene del culito de su hermano y se reía un poco de ello.
–Jonathan, súbete en mí y abraza a tu hermano, mientras me ofreces tu culito para chupártelo, anda…
Y así lo hizo, luego de comerme su culito, le pedí incorporarse y meter su penecito erecto de poco más de 6 cm en la boca de Ernesto para que éste se lo chupara mientras seguía moviéndose para ser taladrando por mi pene, con gemidos qué fueron intensificándose.
J: ¿Por qué le haces así, hermanito? ¿Te duele mucho?
E: Noooooo, ya no, ahora estoy sintiendo bien rico en mi culito…
Con un grito supremo de placer llené con mi seme su interior, a la vez que él mojaba mi abdomen con su corrida.
Su hermanito, al verlo gritó:
¡Hermano, mira, también a ti te sale poquito yogurt…¿puedo probarlo, don Javier?
–Adelante, amorcito…
Y con su lengua lamió el semen qué su hermano había depositado en mi abdomen.
Ernesto se levantó cuando disminuyó mi erección y se abrazó a mí.
E: ¿Verdad que yo lo hago más feliz, don Javier?
Yo: Siiiii, me encanta que te entregues a mí aunque sé que te duele al hacerlo…
E: ¡Y le gané mi hermano!
Yo: Siiii, pero es que tu hermanito está más chico que tú…
J: ¿Y a mí no me cabe eso, su pito, don Javier?
–No creo, aún estás muy chico para meterte mi pito, Jonathan…
J: Mmmmmmmmh…¿Y si lo intentamos, don Javier?
CO N T I N U A R Á…
Que rico y exitante quiero más 💦💦