Ernest, mi repartidor favorito. Parte 6
El tan ansiado estreno de Jonathan.
En la quinta entrega de esta saga, Jonathan, para no dejarse vencer por su hermano Ernesto, me propuso que lo intentara coger también a él…
Yo: Amorcito, no lo vas a aguantar, estás muy chiquito aún. Te puedo hacer mucho daño…
E: Sí, hermanito, no seas terco…a mí me duele aún y eso que todavía no me la mete toda. Lo que me mete me hace llorar…
J: Pero tú dijiste que se siente muy rico, yo también quiero saber qué se siente…¿Sí, don Javier?
Yo: Podríamos intentarlo, pero te va a doler…¿Seguro que quieres hacerlo? ¿Te vas a aguantar, aunque te duela?
E: Hermanito, hazme caso…te va a doler y arder mucho tu culito, no seas necio…
J: No le hace, quiero hacerlo…
Yo: Está bien, pero deja que mis huevos se carguen de leche. Me tienen seco con sus juegos, niños…
–¡Jijiji! Se rieron los dos hermanitos.
Yo: Vamos un rato a la playa para que yo recupere energías y de paso voy a llegar a comprar algunas cosas que necesitaremos para la noche, chiquitos…
Ellos aceptaron, se pusieron sus trajes de baño y salimos, llegué de prisa a una sex show a comprar gel lubricante y anestésico para facilitar el desvirgamiento de Jonathan y poder penetrar por completo a Ernesto.
Llegamos a la playa, ordené unas sodas para ellos y algo ligero para que botonearan un poco y unas cervezas para mí, así como un buen plato de diversos mariscos para aguantar nuestra noche especial, y recargar mis testículos.
Cuando acabamos de degustar lo pedido, les puse bloqueador solar en sus lindos cuerpecitos, provocando algunas miradas morbosas de varios caballeros que hubieran deseado estar seguramente en mi lugar y tomándolos de la mano nos metimos un rato a jugar entre las pequeñas olas y en la playa. Nos dimos una ducha rápida, los sequé y vestí y nos dirigimos de regreso a mi casa.
Al entrar a la sala, de inmediato nos despojamos de toda nuestra ropa y nos pusimos a ver tv un rato.
Yo me senté entre Jonathan y Ernesto y ellos se recostaron en mi pecho. Jonathan, travieso como siempre se deslizó hasta mis genitales y comenzó a besar mi pene y subirla meterlo en sí boquita.
J: ¿Ya podemos empezar a jugar, señor? –me preguntó.
Yo: Como tú digas, pero primero me gustaría verlos jugar entre ustedes.
Y Jonathan se acercó a Ernesto y lo comenzó a abrazar y besar y luego se puso a chuparle sus genitales. Tocó el turno a Ernesto y éste hizo lo mismo en su hermanito.
Yo aproveché para tomarme una pastillita azul.
Yo: A ver, Jonathan, ponte como perrito y para tu colita…
J: ¿Ya me va a intentar meter el pito?
Yo: Aún no, quiero que te estrene tu hermano, ponte, anda…
J: Pero yo quiero que sea Usted el que me lo meta primero…
Yo: Ernesto lo tiene más chiquito y delgado. Si Lo aguantas a él, luego lo haré yo.
J: Bueno…
Y se acomodó como le dije, yo lamí y dilaté con mi lengua su pequeño huequito y chupé un poco la verguita de 8 cm de Ernesto, quien se puso atrás de su hermanito, colocó su glande en el huequito de Jonathan, empujó un poco y de una enterró su penecito en su hermano, quien soltó un grito de dolor y pidió que Ernesto se lo sacara…
Yo: Te dije que dolía, y si no aguantas la de tu hermano, menos la mía. Y tú, Ernesto, quédate quieto, no se la saques, espera un momento a que el culito de tu hermano se acostumbre a tu pito…
Cuando Jonathan dejó de llorar y dijo sentirse mejor, le pedí a Ernesto lo tomará de la cintura y comenzara a cogerlo, a sacar casi todo su pene y luego meterlo de nuevo.
Yo me coloqué con mi verga erecta a la altura de la boquita de Jonathan y éste, sin pedírselo, comenzó a chuparme.
Después de varios minutos, Ernesto, que había iniciado con algo de torpeza, tomó un buen ritmo y folló a su hermanito cada vez más fuerte hasta que enterró su penecito lo más que pudo y acabó en el interior de su hermanito.
Le pedí colocarse abajo, entre las piernas de su hermano y chuparle su penecito y huevitos mientras yo me ponía atrás de Jonathan para comerme su rico culito y beber el poquito semen que de él salía.
Embadurné con gel anal anestésico mi dedo índice y con cuidado lo introduje en su anito. Él lo recibió sin mucho dolor y entonces agregué el dedo medio en varias pausas hasta tener ambos dedos en su interior y sentir cómo sus esfínteres los apretaban.
Los sacaba y metía de nuevo, hasta que le dije:
Yo: Ahora sí, Jonathan, prepárate y aguanta, que voy a tratar de meter la punta de mi pene en ti. Ernesto, ayúdame, abre sus nalguitas para poder entrar mejor…
Puse una cantidad generosa de gel en mi pene, lo coloqué justo en su entrada, empujé un poco y pude sentir, maravillado, cómo la punta de mi miembro viril se deslizaba entre sus muy estrechas paredes anales. Él, asustado, se movió un poco y mi pene salió. Entonces puse mis dos manos en su cintura para que no se moviera de nuevo y facilitar su penetración.
Volví a entrar, y ahora sin piedad, le enterré mi glande por entero.
J: ¡Ayyyyy, ayyyy, ayyyy! Me duele, don Javier…¡ay, ay, ay, sáquemelo, por favor! Y lloró sin parar un rato. Yo solamente le pedía dejar de llorar y lo consolaba diciéndole que pronto dejaría de dolerle.
Yo: Te dije que dolería poco, aguanta, yo no pienso salir hasta que deje mi yogurt adentro de tu culito. ¡Ay, mi niño, está bien rico, apretadito y calientito tu culito! Además tú dijiste que querías que yo te metiera mi pito en tu culito.
Traté de entrar un poco más pero nuevamente comenzó a llorar mientras ayes de dolor salían de su linda boquita.
–Noooo, don Javier, ¡ya no lo meta más! Me duele muchísimo, siento que me arde mi culito.
No era para menos, un perfecto círculo anal rodeaba la base de mi glande.
Comprendiendo que podría dañarlo o lastimarlo, no quise entrar más en él para no causarle un desgarre.
Lo tranquilicé y le dije que ya no entraría más, solamente la cabecita, pero que empezaría a sacarla y meterla en su hoyito hasta que saliera mi yogurt.
Él lo aceptó y Ernesto se colocó debajo de mí para lamer, besar y chupar mis testículos y base de mi pene. Ante ese buen trabajo y lo apretado de su culito, pasaron menos de 15 minutos para que me descargara en Jonathan . Esperé un poco a que mi pene perdiera dureza y lentamente, saqué mi glande de su culito…
E: ¡Ahora voy yo, don Javi! ¡Me toca a mí!
Yo: Sí, Ernesto, pero primero vamos a llevar a tu hermano al baño para que saqué todo lo que le dejé adentro.
Jonathan había quedado en shock, como un lindo muñeco desarmado, así que lo cargué y nos dirigimos al baño. Lo senté en el inodoro y le pedí pujara como si estuviera haciendo popó. Soltó un poco de gases y salieron sus heces mezcladas con mi semen y un poco de sangre. Nos metimos en la ducha con agua fría para que poco a poco su ano se cerrara.
Lo abracé y felicité por lo valiente qué había sido y él sonrió un poco con timidez y me dijo:
–Pero no aguanté, sólo me entró la cabecita—y agachó, apenado, su linda carita.
–Algo es algo, amorcito…y dime: ¿me vas a dejar meter mi pito otra vez o ya no? ¿No te gustó?
–Siiii, si me gustó, pero duele mucho y sí, si usted quiere me dejo otra vez, pero ahorita no, me arde todavía.
–No se trata de lo que yo quiera, amorcito, si no de lo que tú desees…dime: ¿Sí te dejarías otra vez?
–Sí, pero no ahorita…
–Ok, ok, no te preocupes…tú me dirás cuando quieres que lo intentemos otra vez…¿Va?
–Sí, está bien…
Nos bañamos muy bien y ante su contacto y la vista de sus lindos cuerpecitos, mi pene empezó a erectarse de nuevo.
–¡Don Javi, don Javi, ya se le puso dura de nuevo! ¡Me toca, me toca a mí!
Yo: Séquense muy bien para ponerles cremita en su cuerpo…
Los llevé a la cama y apliqué crema humectante en ambos niños, y a Jonathan le puse una pomada anestésica en su culito para que cesara un poco el dolor.
Jonathan comenzó a bostezar y dijo tener mucho sueño…
Yo: Amorcito, no te has tomado tu yogurt aún…¿ahora no vas a querer?
J: Siiii, siiii…me dijo mientras su rostro se iluminaba y se bajaba hasta quedar a la altura de mi verga, abrir su boca, meterla en ella y empezar a chuparla muy rico.
Ernesto protestó un poco diciendo que le tocaba a él y yo le dije que su hermanito ya tenía sueño, y que aún era temprano (8:30 pm), que la noche era muy larga y tendríamos tiempo para amarnos él y yo a solas.
Ajeno a nuestra conversación, Jonathan seguía en lo suyo, aunque de vez en cuando suspendía su placentera labor para bostezar un poco…
Yo: ¿No quieres ayudar a tu hermanito? Mira está cayéndose de sueño, anda…–le dije a Ernesto.
E: Siiiii, don Javi.
Y desplazó a su hermano para dedicarse con entusiasmo a hacerme uno de los orales más ricos que niño alguno me haya hecho, mientras me ofrecía sus nalguitas y culito.
Cuando casi iba a terminar, le pedí cederle el lugar a su hermanito para darle su lechita y así lo hizo. Jonathan metió mi glande y poco más en su boquita y Ernesto me masturbó para qué terminara más pronto e inundara la cavidad bucal de su hermanito con mi esperma.
Jonathan se pasó mi lechita y pasó su lengüita por mi pene para comerse cualquier rastro de semen.
Lo abracé y arrullé un poco hasta que él sueño lo venció, lo dejamos recostado durmiendo plácidamente y, sin hacer mucho ruido, nos dirigimos a otro cuarto…
C O N T I N U A R Á…
Como sigue? necesito mas….
Como sigue?
Como sigue? Necesito mas…
Ufff que rico… Me encanta esta historia.
Como sigue? Menuda calentura traigo encima. Tengo la verga húmeda y dura.
Ufff. que delicia de relato.. Ojala pronto subas mas de esta historia.
Uff… esos putitos son toda una delicia… Tengo la polla durísima de lo cachondo que me han puesto. Estoy deseando saber mas de esta historia y disfrutar de ella mientras me masturbo.
Que rico… me encanta y me excita lo putito que es el pequeño Ernest, que hasta se pone celoso de que su hermanito le robe la verga que tanto quiere.
Ahora solo necesito saber mas de esta historia. Que suerte tienes de tener a esos 2 pequeños putitos para ti solo… Menuda paja me he hecho mientras leía el relato.
Excelente relato… Menuda corrida tuve después de pajearme. Esos 2 putitos son una delicia y me tienen totalmente enganchado a la historia.
¡Mil gracias por sus comentarios!
Me encanta escribir para Ustedes…próximamente se publicará la parte 7.
¡Saludos!