Escatología sensual
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Qué le vamos a hacer, ya no tengo edad para ir de ambiente y soy muy cobardón como para quedar por chats y demás, así que decidí ir a la plaza XXX de mi ciudad, lugar donde se concentran chaperos y maduros tratando de encontrarse.
Tras más de una hora dando vueltas y en vista que no había nada interesante a lo que “entrar”, observé que un señor de unos 55 años no dejaba de mirarme. Era bajito y algo regordete, pero su mirada me hizo empalmar casi de inmediato. Me levanté y fui a mi coche, seguido por mi pretendiente. Subí al volante y “Antonio” ocupó el asiento contiguo. Conduje rápido y sin titubeos y me dirigí a un polígono industrial cercano semi-abandonado, para aprovechar su soledad y la incipiente oscuridad.
Pasamos al asiento posterior y quité me desnudé por completo en dos movimientos. Quité la camisa a “Antonio” y le pasé la lengua por los pezones y su peludo pecho canoso. Fui bajando hasta su bragueta y comencé a comerle la polla, gorda y erecta. Al instante comenzó a gemir, ronco, quedo. En menos de 30 segundos hice que se corriera y tragué hasta la última gota de su leche. Me pareció más salada que la de Mauro o mi universitario amante, pero en realidad es que se estaba meando de gusto. No vacilé y bebí de su dorado chorro lo cual le hizo entrar en un violento trance de locura y placer. Berreando como un loco, me tiró fuera del coche y me puso a 4 patas sobre el cemento rompiéndome el culo con su pene mientras me agarraba del pelo, con una mano y con la otra me estrujaba una de mis gordas tetas. No duró mucho, otros 45 segundos como mucho y noté el espeso fluído acariciar mis entrañas. A su semen siguió su orina abrasadora, recorriéndome y dándome un extraño placer. Por primera vez me estaba sintiendo poseído, a merced de mi violento follador….¡sería casi una violación!…..sino fuera por lo mucho que me estaba haciendo gozar.
“Antonio” cayó exhausto a un lado y aproveché para ponerme sobre él y comenzar a restregar mi polla sobre la suya. A punto de correrme, le dí la vuelta y le metí la lengua por el culo, hasta tenerlo mojada mi entrada a su cuerpo. Y lo penetré. Gimió delicadamente al notar mi polla y comencé a sacarla y meterla mientras le masturbaba con una mano. No tardé mucho en correrme y aunque intenté mearlo, como él hizo conmigo, no fui capaz.
Y, amigos míos, esto sólo fue el preludio de una noche, ya en su casa, de sexo desenfrenado. Follamos como locos, los tres. Sí, él, yo y su dilecta esposa, una señora de 52 años en pleno climaterio que gozó la experiencia de ser follada y ver cómo se follan dos señores ya talluditos.
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