Esclavizado en un campamento de verano – (2)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Los sueños se sucedían, a cada cual más extraño, en uno era vendido en una subasta como esclavo, sin llevar nada más encima que un collar y unos calcetines rosas, en otro le chupaba la polla a Roberto en mitad del comedor mientras todo el campamento nos miraba, en otro me tocaba salir al pasillo desnudo porque Roberto había perdido la llave del armario… y luego perro, perro, perro…
-¡Despierta perro!, ¡despierta, venga!- me decía al oído Roberto
Yo abrí los ojos desorientado, no sabía que ocurría, vi los ojos claros de mi compañero de habitación en frente de mí, tardé unos momentos en recordar el episodio de anoche, y mi situación actual. También sentía frío.
-¿Soñabas conmigo eh putita? ¿o te dura desde ayer?- me dijo mirándome la polla
Me miré, la manta y la sábana habían desaparecido, estaban tiradas en un montón en el suelo a los pies de la cama, bajo la ventana y mi polla también había decidido madrugar aquella mañana, tras la sesión nocturna y una batería de sueños raros tampoco era de extrañar.
-¿Pero qué pasa? Déjame que duerma un poco por favor- le rogué.
No había tenido tiempo de verle, pero cuando pude echarle un vistazo comprobé que él también se acababa de despertar, llevaba el mismo bóxer azul que por la noche con un enorme bulto y como no, los calcetines que tanto empeño había puesto por la noche en dejar limpios.
-Ya has dormido suficiente- sentenció, tienes trabajo, tengo una erección mañanera que quiero que arregles.
-Roberto tío, ya te reíste ayer mucho- dije entrecortadamente por un bostezo, hice lo que me pediste, ¿no?, ¿porqué no me dejas ya?
-Claro, te dejaré si quieres, pero a la hora de la comida no tendrás agujero donde meterte, ¿te imaginas el mote?, yo propondría come calcetines, o bien el marica de los calcetines, o el chupa pollas quizá.
-Vale, vale, ya voy.
Me giré en la cama y me puse de pie. Ya a penas caminé dos pasos en dirección al baño recibí una colleja que me hizo agachar la cabeza instintivamente y girarme.
-Auuuuuu -grité- ¿Qué haces?
-¿Qué haces tú?- me preguntó con mal tono
-Pues ir al baño, joder
No la vi venir, pero la torta que me llevé debió oírse en las habitaciones colindantes, me había pasado y lo sabía.
-Ayyyyyy -grité, poniéndome la mano en la cara, que me ardía.
-No recuerdo haberte dejado ir
-Pero me meooo
-No es mi problema -me dijo con total indiferencia- ¿quieres otra colleja para recordarte que aquí tienes que estar a cuatro patas? ¿o ya se te ha olvidado?
Inmediatamente me puse a cuatro patas, realmente lo había olvidado por completo, estaba recién levantado y no recordaba ese detalle.
-No, no, lo siento -mentí- ya está, perdona.
-Y ahora -dijo mientras se metía la mano en el bóxer- me la vas a comer -y se la sacó.
Estaba durísima, llevaba un rato sobándose el paquete y ya no le cabía en el bóxer, yo la miré con cara de deseo al principio, y aunque tampoco tenía ganas no tenía opción. Me cogió del pelo y me acercó la cabeza hasta su polla, estaba babeante de nuevo. Abrí la boca y dejé que me la metiera, esta vez la chupé mas torpemente, me costaba más coger el ritmo y concentrarme.
-Vamos putilla, mama cómo tú sabes -me dijo mientras me apretaba la cabeza contra su polla.
Empezó a follarme la boca, a veces se la sacaba, me golpeaba con el capullo en las mejillas empapándomelas de babas suyas y mías y me la volvía a meter en la boca
-AAAAaaahhhh si, si, joder que ricoooo, que legua tienes, ufff.
Yo mamaba sin parar, cada vez que salía una gotita se la extendía por toda la polla con la punta de la lengua, eso le volvía loco. De repente se la sacó de mi boca y empezó a pajearse.
-¿Te está gustando no?
-Sí -le respondí sin más, realmente me lo estaba pasando en grande.
-Claro que si porque eres una putilla ¿verdad?, ¿y te gustaría tragarte mi leche de nuevo?
No dije nada, me quedé simplemente viendo como se pajeaba.
-Pues ahora no pienso dártela -dijo mientras aceleraba el ritmo
Empezó a correrse encima de mi cara, yo cerré los ojos.
-No abras la boca, no te dejo que te tragues ni una gota.
Tres fuertes chorros calientes de leche pegaron en mi cara, estaba rica, la noche anterior había podido disfrutarla pero en ese momento no me dejaba, me empezó a resbalar la leche por toda la cara hasta caer al suelo. Se metió la polla en el bóxer, y no sin sorprenderme empezó a limpiar con sus calcetines el suelo empanándoselos. Movía ambos pies como si debajo tuviera una bayeta, yo le miré
-Ooooh vaya -dijo con tono triste- me he ensuciado los calcetines, con lo bien que me los dejaste ayer.
Se sentó en la cama y empezó a restregarme los pies por la cara y el pecho extendiéndome por todo el cuerpo su leche.
-Ya puedes empezar a limpiármelos.
No lo dudé, empecé a lamerle las plantas, estaban totalmente empapadas en lefa, mi lengua corría perfectamente de un lado a otro del pie y de un pie a otro, se juntaban olores a sudor y a leche. Después de unos minutos de incesante lameteo me mandó parar.
-Ya está bien, se hace tarde -dijo- lo que te quede lo limpias por la noche, voy a ducharme limpia los restos que han quedado en el suelo con tus calcetines y haz las camas.
Cogió su pantalón corto y entró dejando un rastro de huellas tras de sí en el baño y cerró la puerta, miré el suelo y había lefa por todos los lados. Me senté en el suelo por no ponerme de pie y que me pillase, y empecé a limpiar con la planta de mis pies todo el suelo, no tardó en calarse la tela de los calcetines que eran de verano, noté los pies completamente empapados y sentí algo de asco, quería quitarme los calcetines pero Roberto no me dejaba. Cuando terminé, empecé a hacer las camas. Cuando salió del baño, llevaba el mismo pantalón corto que el día anterior y como no los mismos calcetines. Se sacó la llave del armario y abrió la puerta.
-Voy a dejar que te des una ducha -dijo mientras sacaba una camiseta suya y se la ponía- toma, cuando te duches ponte esto -tirando al suelo un pantalón corto, una camiseta y mis zapatillas.
Yo miré lo que había tirado al suelo…
-¿Me puedes sacar unos calzoncillos y unos calcetines?
-Nada de calzoncillos -me dijo cortante- y calcetines ya tienes
-Pero están empapados de lefa de limpiar el suelo -le dije.
-No es mi problema, y no se te ocurra ducharte con ellos puestos para limpiarlos o algo parecido, lo pienso comprobar-, dijo mientras cerraba con llave el armario, y terminaba de ponerse las zapatillas, – cuando estés, ya sabes, cierras y me bajas la llave, te veo en el desayuno.
Salió de la habitación dando un portazo, yo caminé a cuatro patas hasta el baño como si me pudiera ver por un agujerito. Haciendo caso omiso de lo que me había dicho Roberto me quité los calcetines, que estaban totalmente lefados, los lavé como pude en el lavabo y los tendí en el colgador de toallas mientras me duchaba. Aproveché para hacerme una paja brutal, llevaba dos días a tope y fue el mejor momento que pude encontrar. Fue increíble, no duré nada, era tal la excitación acumulada que me corrí casi con las primeras sacudidas., quise hacerme otra pero oí voces a lo lejos que gritaban que todos al comedor.
Salí rápidamente de la ducha, me sequé y me puse los calcetines lo primero que estaban totalmente empapados, quizás no había sido una buena idea, -pensé- salí del baño y terminé de vestirme con la ropa que tan descuidadamente había seleccionado Roberto para ir al comedor.
-Hey, Marcos, aquí -me hizo una indicación, ahí estaba sentado ya en el comedor, en la mesa de las últimas veces, indicándome una silla que estaba a su lado. Creo que era la primera vez que me llamaba por mi nombre en los tres días que llevábamos de campamento.
No me libro de él -pensé- tenía cierta gracia lo de la habitación, pero me apetecía también un poco de libertad y espacio para disfrutar “de otro modo” del campamento, que a fin de cuentas para eso había ido después de estar todo el año en el instituto. Cogí mi bandeja, mi taza, mis galletas, y me senté junto a él.
-¿No tienes nada para mí? –me preguntó.
-Sí, si.
Metí la mano en el bolsillo rebuscando, el miró hacia abajo y cambió el gesto, no sabía por qué, pero empezaba a conocer que ese gesto no traía nunca nada bueno.
-Toma, la llave, llévala tu, que a mí me pesa jejeje -quitándole importancia al hecho delante del resto de compañeros de la mesa.
-Sí, mejor -dijo de forma, muy seca, definitivamente, le pasaba algo.
En mitad del desayuno se le cayó “accidentalmente” la cucharilla, noté que había golpeado cerca de mi pie, y me ofrecí.
-Espera, que te la cojo
-No, no deja, deja, se me ha caído a mí
Agachó la cabeza y noté cómo me agarró fuertemente los dos tobillos, concretamente el calcetín que asomaba por encima de las zapatillas. "Mierda -pensé- me dijo que no me los lavase, se ha dado cuenta". Traté de disimular, aunque di un respingo en la silla que llamó la atención.
-¿Te pasa algo?, me preguntó una chica sentada a mi lado
-No, no, perdona
Roberto se incorporó con la cucharilla y procedió a limpiarla con la servilleta, no dijo nada, ni el más mínimo gesto, cosa que me asustó de verdad.
Cuando terminamos de desayunar, los monitores nos contaron el plan del día, excursión, estaríamos el día fuera visitando lugares turísticos, saldríamos en 15 minutos y quien quisiera podría subir al cuarto a por la cámara de fotos y lo que necesitase.
-Voy a subir a por la cámara, ¿quieres subir a por algo? – me dijo Roberto con un tono que no me hizo mucha ilusión.
-No, gracias- respondí sin más.
No me apetecía irme lefado de excursión, que es sin duda lo que estaba pensando Roberto en hacer en venganza por haberme limpiado los calcetines. Justo antes de dejarnos levantar, los monitores empezaron a decir nombres y a formar grupos para la excursión y que a la postre serían grupos para talleres y otras actividades, todavía estaba arrancando el campamento.
Como éramos unos 50 acampados, hicieron 10 grupos de 5, con un monitor al cargo de cada grupo, y por suerte, no me metieron en el de Roberto, me apetecía quitármelo de encima. Salí a reunirme con mis compañeros y a esperar en la entrada a que nos mandasen entrar en el bus.
En todo el día no tuve contacto con él, procuré hacer amistad con mis nuevos compañeros y compañeras y no pensar en el calvario que casi con toda seguridad me esperaría al llegar por la noche a la habitación. De vez en cuando a lo largo del día no podía evitar crúzame miradas con él, siempre estaba hablando con alguno de sus compañeros, y haciendo fotos a los sitios donde nos llevaban. Sin embargo, sí que me fijé en los que parecía sus dos nuevos amigos, un chico rubio, con cara aniñada, pero con una expresión que le daba un toque de malote, con el pelo liso que le caía por la cara, buen aspecto, sobre el metro setenta y cinco y bonitas piernas que acaban en unas zapas adidas. El otro, moreno con pelo corto, algo más bajo, como Roberto, aproximadamente, ojos marrones, guapo, también buen cuerpo, este calzaba unas puma blancas, o al menos lo habían sido.
La excursión se me pasó más deprisa de lo deseado, y cuando quise darme cuenta, estábamos bajando todos del autobús, camino del comedor para cenar. En el comedor la gente ya había tomado por costumbre ponerse en el mismo sitio, así que no me quedó más remedio que sentarme al lado de Roberto una vez más.
-¿Qué tal el día? yo estoy deseando subirme a la habitación y descansar- dijo Roberto a toda la mesa
Todos contestaron de forma similar, el día había sido largo y habíamos caminado muchísimo, aunque yo sabía exactamente para qué quería subir a la habitación.
-¿Tu grupo que tal? – me preguntó
-Bien, son majos.
-¿Ya están secos? -me preguntó, la cuestión parecía no tener sentido alguno para el resto de comensales, salvo para mi, que estaba claro que preguntaba por mis calcetines.
-Sí, si, lo están -dije quitándole hierro y desviando la conversación hacia lo que habíamos visitado aquel día.
Los monitores nos habían pedido que al término de la cena esperásemos, que tenían que comunicarnos la actividad de la noche. "Genial -pensé- estiraré un poco más el día".
-Los que quieran subir a descansar ya pueden irse, los que prefieran ver una película en la sala de audiovisuales pueden quedarse en la entrada -dijo una monitora- levantad las manos los que os quedéis para ver cuántas sillas os tenemos que poner.
Yo hacía un rato que había terminado de comer y tenía las manos en el regazo, no lo pensé por un minuto y fui a levantarla cuando Roberto me la paró antes de que se hiciese visible encima de la mesa.
-Súbete, que así te enseño las fotos de la excursión -me dijo delante de todos.
-Sí, buena idea -dije con cierto tono de resignación.
"Mi gozo en un pozo -pensé". La gente empezó a recoger y a salir, Roberto se marcho no sin antes decirme al oído que en 5 minutos me quería arriba.
Me despedí de mis compañeros de grupo que habían decidido casi mayoritariamente quedarse a ver la película y a hablar un poco en la calle después, era verano y apetecía estar en la calle hasta tarde disfrutando de los nuevos amigos, pero yo tenía obligaciones.
Volví a subir las escaleras arrastrando los pies, no queriendo llegar nunca, ¡no me apetecía!, pero no me quedaba más remedio, saludé a gente que me encontré por el pasillo que iba y venía, realmente a pesar del día tan duro, casi todo el mundo había preferido quedarse viendo la película, no era mal plan.
Giré el pomo y abrí la puerta, Roberto estaba igual que el día anterior tumbado en su cama, pero esta vez mirando la pantalla de su cámara digital, el armario estaba abierto y con la llave puesta. Cerré la puerta con llave y sin mediar palabra comencé a desnudarme: la camiseta, las zapatillas y finalmente el pantalón corto, quedándome solo en calcetines. Lo metí todo en el armario, lo cerré, me puse la llave en la boca y a cuatro patas se la llevé hasta la cama.
-Buen perro -me recogió la llave y se la guardó en un bolsillo.
-¿Puedo acostarme ya? -le pregunté con nulas esperanzas.
-No -dijo golpeandose ambos pies haciendo ruido con las zapatillas- tienes trabajo que hacer, hoy ha sido un día muy largo, puedes empezar -dijo sin quitar ojo de la cámara.
Resignado y repitiendo la escena comencé a lamerle las zapatillas, tenían menos suciedad de la que me esperaba, aunque pensándolo bien, solo era suciedad de un día, y a pesar de eso, me obligó a estar más tiempo con cada zapatilla que el día anterior.
Sin soltar la cámara, ni quitarle ojo, me ordenó sacarle las zapatillas. Le saqué los cordones lentamente y tiré de una de ellas, una bocanada de aire con olor a pies me inundó la cara, a mi polla le gustó porque ya había empezado a reaccionar de nuevo, agarré el talón y se lo lamí, estaba toda la planta húmeda y tenía restos de lefa de por la mañana que no había podido limpiarle.
Con el otro pie hice lo mismo, estaba totalmente empapada la planta en sudor y tenía aun restos, el sabor era intenso. Me metí la puntera del calcetín en la lengua para limpiarle bien una mancha, estaba concentrado, mi polla me dolía, aquello estaba delicioso, cuando me fijé en Roberto sujetando su cámara casi a ras de suelo y apuntándome. Yo paré en seco.
-¿Pero qué haces?
Roberto subió la cámara y se puso a manipularla.
-Has quedado genial, qué gran actor eres -me dijo con una sonrisa.
-¿Qué? ¿Me has grabado? Serás puto cabrón
-Sssssh esa boca perro -y me metió el pie en la boca
-Ahora tengo una prueba, antes no tenía nada jajaja -su risa me heló la sangre.
Giró la cámara y ahí estaba yo, lameteando sus nike blancas, sacándoselas posteriormente y lamiéndole cada centímetro de su apestoso calcetín, no estaba viendo fotos, estaba grabándome todo el rato. Me quedé perplejo, nos sabía qué hacer, de algún modo, tenía la idea que en unos días me dejase, y aunque me negase a hacer lo que él quisiera, ya no tuviera crédito cualquier cosa que pudiera decir, pero eso eran más que palabras.
-¿Pero porqué? -dije con un hilo de voz, era lo único que se me vino a la cabeza.
-Me desobedeciste esta mañana, te dije que no te lavases los calcetines y llegaste con ellos empapados al desayuno.
"Mierda -pensé." se me había olvidado, dejó caer la cucharilla y se dio cuenta que me los había lavado…
-Pero estaban llenos de lefa y ¡me daba asco! -le dije
-A mí qué, te dije bien claro que no podías, así que a partir de ahora, si me vuelves a desobedecer en lo más mínimo, será esta la película que se proyecte en la sala de audiovisuales después de la cena, ¿está claro?
Me quedé callado, estaba en shock, realmente me tenía cogido por los huevos, se me pasaban ideas de todo tipo, incluso atacarle y quitarle la cámara, pero me partiría la cara y encima enseñaría el video. Un tortazo con la planta de su pié me sacó de mis ridículos pensamientos.
-¿Está claro o no está claro? -preguntó con un tono que dejaba entrever que la paciencia se terminaba.
-Sí, si, muy claro -dije completamente derrotado.
-Bien.
Apagó la cámara y la dejó encima de la mesita de noche, se incorporó y se sentó en la cama, al lado de donde yo estaba. Yo no perdí de vista la cámara, pensando en la manera de hacerme con ella.
-Ponte aquí -me dijo.
Me coloqué rápidamente delante de él, esperando instrucciones, no quería fallar en lo más mínimo.
-Quítame el pantalón
No dudé por un instante, me puse de rodillas delante de él para liberarme los brazos y tiré de su pantalón corto hasta sacárselo por completo, las vistas eran excepcionales, llevaba un bóxer blanco y su polla ya estaba insinuándose.
-¿Sigo? -le pregunté tímidamente.
-No, vas a continuar lamiéndome el paquete, he caminado mucho y me apetece que me lo refresques
Volví a ponerme a cuatro patas y comencé a lamerle los huevos a través del bóxer, poco a poco se fue calando y se transparentaba ligeramente, el me pasaba la mano por la cabeza como si de verdad fuera un perrito. Fui subiendo, sus 16 centímetros de polla ya estaban completamente despegados, un lengüetazo tras otro, centímetro a centímetro y estaba lamiéndole la punta. El gemía, desde luego le estaba gustando.
-Ufff si si que ricooo, que bien lo haces perrito, sigue, sigueee no pares.
No tenía intención de parar, seguí lameteando hasta que se transparentó también y se podía ver su capullo, algunas gotas mojaban el bóxer desde dentro, el sabor cambiaba a veces.
-Venga quítamelo ya
Volví a ponerme de rodillas y se lo saqué empapadito, su polla estaba ahí tiesa, sin un solo pelo, y babeante, se la cogí y me la metí en la boca, comencé a chuparla con muchas más ganas que por la mañana, de repente di un respingo, noté algo en la polla, me estaba rozando la polla con los pies, con sus calcetines húmedos, eso me puso a 100. Paré por un instante
-¿Esto te gusta, no perro?
Le respondí lamiendo con más ganas y más entrega, él cerraba los ojos y gemía mientras me acariciaba la cabeza.
-Uffff, ¡para! ¡para! -me gritó.
Yo paré, a disgusto, y me sacó la polla de la boca reluciente.
-¡Túmbate boca arriba!
No entendía muy bien que quería, pero así lo hice, el suelo estaba frío. Le observé desde ahí abajo, estaba súper empalmado y desde esa perspectiva parecía mucho más grande.
-¡Levanta los pies!,- me ordeno
-Claro, lo que quieras -le dije extrañado
Levanté los pies a la altura de sus rodillas y el tiró de mis tobillos hacia él, metió la polla entre mis pies y empezó a pajearse con ellos. No daba crédito, mis calcetines empezaron a mojarse con sus babas, el cerraba los ojos y miraba hacia arriba.
-Ufff siii siiiiiiii mmmmmm.
Un chorro de lefa me caló los calcetines por completo, se puso de pie y se terminó de correr encima de mí, se terminó de limpiar la polla con mi pie y me lo tiró despectivamente al suelo.
-Por haberte limpiado esta mañana, ahora vas a pasar así la noche- me dijo de repente.
Yo me miré, tenia los huevos y la polla llenos de leche, y no era mía, la barriga, el pecho y la cara, y los calcetines calados de nuevo.
-Déjame que me duche, por favor, estoy empapado- le dije con tono suplicante
-No, hasta mañana no, y no te recomiendo que te metas así en la cama- me dijo burlonamente- mejor duerme encima de la manta.
Rebuscó en el pantalón que le había quitado la llave del armario, cogió la cámara y la metió entre su ropa, cerró, y después, se metió solo con los calcetines en la cama, insistiendo cabezonamente en no querer darles un solo respiro, metió la llave en el cajón y apagó la luz. Ni si quiera me plantee coger la llave cuando estuviera durmiendo, el ruido de la puerta del armario al abrirse le despertaría y estaría metido en un lio, en uno mayor.
Me subí a la cama sin quitar mantas, tratando que solo tocase la cama la parte de mi cuerpo que no estaba empapada en leche, me pasé un buen rato limpiándome con la mano lo que podía y lamiéndola, hasta que el sueño me alcanzó.
Esa fue la segunda parte, quedan muchas más y dependen de sus comentarios que continúe. Si les gustó o tienen alguna crítica con la ortografía, no duden en comentar!
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