ESTEBAN 2 – PERFUME
No pasaba ni siquiera 24 horas, en las que había perdido la virginidad a mis 14 años, y ya me encontraba planeando el segundo encuentro..
El primer relato está en mi perfil, ahí cuento cómo perdí la virginidad a mis 14 años.
Y aquí con ustedes el segundo relato.
Me levanté por la mañana, nadie estaba, y como de costumbre me apresure a hacer los deberes antes de ir a la escuela. Cuando termine revise mi celular, «8:40», tenía el resto del día antes de que me preparara para salir de mi casa a las 12:00 para ir a la escuela.
Abrí Grindr, esta vez no había muchos mensajes, había algunos de gente que se encontraba un poco lejos, gente que necesitaría de camión para llegar. Vi que Braulio estaba conectado, y antes de mandarle un mensaje yo a él, el ya me había enviado uno a WhatsApp.
«Hey, ¿estás despierto?».
«Si, voy a la escuela en la tarde. ¿No te dije?»
«No me dijiste nada de ti anoche. ¿Quieres venir un rato?». La sensación de la vez pasada volvía, quería ir pero era de día y mucha gente está afuera a esas horas.
«No sé, es temprano».
«Anda, tengo antojo de un mañanero«. Desconocía el significado de lo que me trataba de decir.
«¿Un mañanero?»
«Si, cuando se tiene sexo de mañana. Nada mejor que empezar el día con una buena culiada». Me intrigaba probar un mañanero.
«Yo te aviso, como en una hora»
«No tengo mucho tiempo, voy a trabajar pero si no quieres no hay problema». Cómo la vez anterior, me estaba chantageando para ir con el.
«¿A qué hora te vas?»
«A las 10:30». Casi dos horas para hacer de todo.
«Deja me baño y voy para allá». Y busco como anoche solo me prepare el culo, mis boxers estaban manchados y eran muy notorios por lo que los metí a la basura y cuando saliera de la casa, para mí encuentro, tirarla.
Me bañé, use desodorante y perfume. Use una playera manga larga de color verde; esta vez use unos boxers negros, algo holgados aunque no iba para que mirara mis boxers ¿no?; unos shorts cortos pero que alcanzaban a cubrirme un poco más de la rodilla; y por último unas comodas sandalias.
«Estoy listo, ¿puedes ver si no hay nadie afuera de tu casa?». Cómo dije, estábamos a unas cuadras y la idea de que me topara a alguien que conocía me mataba de nervios.
«Deja reviso». Espere unos minutos, se me hacía una eternidad no recibir respuesta. «La vecina estaba afuera, ya se fue, ven». Tan pronto recibí el mensaje salí de mi casa.
La caminata por la cuadra de mi casa me mataba, algún vecino me podría ver y decirle algo a mis papás. Justo cuando pensaba en que ningún vecino me estaba viendo, uno de ellos me detuvo.
-Buenos días Esteban, ¿y tu mamá?.- Era Samuel, un vecino que se llevaba muy bien con mi papá, no sé porque preguntaría por mi mamá.
-Se fue, ya tiene rato vecino.- Mi mamá siempre salía de casa muy temprano, ella nunca está cuando despierto. Solo la veo los fines de semana y en las noches cuando regreso de la escuela.
-Si, la vi. ¿Y a donde vas que hasta perfume te pusiste?.- No se si sospecha pero aquel vecino me estaba incómodando. Samuel no era malo la verdad, muchas veces mis papás lo invitaban a la casa para tomar un vaso de cerveza o solo para platicar, las pocas veces que interactúe con el fueron por mandados que me mandaban hacer para el, pero nada lejos de eso.
-Jaja, debe ser la basura que apesta.
-Pues para ser basura apesta rico jajaja.- Ya me estaba cansando, tenía que deshacerme del boxer también.
-Ya lo dejo vecino, todavía tengo que ir a la papelería.
-Ok, nos vemos.
Me dirigí a tirar la basura para después salir a la casa de Braulio. Una vez que llegue, procurando de no toparme a alguien conocido, vi mejor el color la casa (si era verde después de todo).
Era ahora o nunca, subí las escaleras. Las subí corriendo, no quería que nadie me viera y necesitaba entrar para estar seguro, toque la puerta pero nadie abría, mi desesperación y nervios crecieron así que toque algo más fuerte hasta que la puerta se abrió.
Cuando entre vi a Braulio con solo una camisa y boxers color amarillos. Parecía que se estaba vistiendo.
– Pensé que ya no ibas a venir, me estaba alistando para irme temprano hoy.
-Es que me quede hablando con un vecino.- Decía sin despegar mi vista de su cuerpo semi desnudo, me lo estaba comiendo con la mirada.
Los departamentos donde vivo son pequeños, solo son dos recamaras, una pequeña cocina, un pequeño patio trasero, la sala y el baño. Al ser muy pequeño el departamento todo se veía desde la sala.
-Mm, bueno. Espérame tantito.- Se dirigió hacia el baño a cepillarse los dientes y yo no podía evitar quitar la mirada de su llamativo boxer amarillo. Una vez termino de lavarse la boca de dirigió a la mesa de centro que tenía, ahí estaba el bote de lubricante y lo tomo.
Ahí mismo, parado en medio de la sala, me besó, yo sentía su lengua fresca por la pasta de dientes y su boca sabía a eso, a una boca fresca, limpia y segura. Yo por mi parte no perdí el tiempo y mi mano se dirigió al centro de esos boxers apretando su verga por debajo de la tela.
En algún momento el abrió la puerta de la recamara, que estaba al lado de la del baño, y me guío hacia dentro sin dejar de besarme. Una vez dentro se deshizo del bote de lubricante tirandolo a la cama y con sus manos ya libres empezó a masajear mi trasero.
-Tenemos más de una hora para divertirnos.- Lo decía con una emoción, no sé por qué le alegraba la idea de tener bastante tiempo.
-Ya lo sé.
-Hueles bien rico, me gusta tu perfume. Te hace oler a hombre aunque bien que te ensartas una verga.- Yo no contestaba, solo daba grandes suspiros pues me quedaba sin aire por los grandes besos que me daba.
Me quite yo solo la playera que tenía y sin previo aviso Braulio se abalanzó hacia mi tirandonos a ambos a la cama. Comenzó a lamer un pezón mientras que con su mano peñiscaba el otro. Era algo nuevo, y realmente me estaba gustando aprender nuevas sensaciones que tenía mi cuerpo.
Bajo por mi entrepierna y de un tirón me quitó los shorts que tenía. El masajeaba mi verga debajo del boxer holgado que tenía.
-Quiero que tú también disfrutes.- Dije, pues no se me hacía justo que el me estuviera haciendo disfrutar, quería devolverle el favor.
-¿Y como le vas hacer?.- Me dijo curioso pero excitado a la vez.
-Déjame chuparla.- Dije recordaron la noche anterior en donde disfruto mucho la mamada que le había otorgado.
Sin decir una palabra nos colocamos en la posición de esa noche, el al borde de la cama y yo boca abajo a modo de que mi cara quedaba frente a su fuerte erección cubierta por ese llamativo boxer.
Al bajar el boxer amarillo su verga salto golpeándome un poco la barbilla.
-Mira quién está contento de verte otra vez.- Decía riendo.
Sin perder tiempo engullí su verga, esta vez estaba decidido a tomarla toda así que baje poco a poco hasta que mi nariz tocaba su pelvis.
-No mames, ¿te tragaste toda?.- Ni siquiera se le podía entender de lo excitado que estaba Braulio.
Ya teniendo su verga en mi boca el se dirigió a mis nalgas por lo que tuvo que hacer un poco lejos su pelvis y haciéndome escupir su miembro. Yo jalaba aire, ya que como dije anteriormente, su verga de 19cm era demasiado grande y con suerte me la pude meter toda.
Me daba masajes en las nalgas y de vez en cuando una nalgada suave. La tela del boxer era muy delgada por lo que casi se sentía que no tenía nada que me protegiera.
-Hasta tu boxer huele rico. Date la vuelta, quiero ver lo que esconden más de cerca.- Me levanté y dándole la espalda me volví a tirar a la cama mientras el seguía jugando con mi cola. Yo solo podía gemir y dar grandes suspiros. -Quiero ver tu cara.- Y yo solo me di la vuelta.
Cuando estaba en la posición que me pidió se deshizo de mis boxers para posteriormente introducir un dedo. Yo di un pequeño salto al sentir su dedo entrar rápido.
-Agarrate las piernas para ver bien ese hoyito.- Sujete mis piernas a modo de que estas quedarán en el aire y el seguia metiendo su dedo. -Mira eso, apenas ayer te metí mi verga y parece como si siguieras virgen. Hasta sigue apretado.
Metía y sacaba el dedo, simulando una penetración. Podía sentir muy bien su dedo y como en ocasiones paraba para golpear las paredes de mi ano. No sé en qué momento pero en una de esas paradas sentí que golpeó una bolita, no sé qué era y causó en mi que mis piernas se cansarán y mis brazos se sintieran débiles, sin contar la gran erección que me provoco.
Por un rato siguió tocando la bolita y yo ya cansado estaba a punto de bajar mis piernas.
-¿Que es eso?.- Pregunté curioso y cansado a la vez.
-¿Lo que estoy tocando?
-Si
-Es tu próstata, le estoy dando un masaje, ya verás qué rico se va a sentir.- Próstata. Creo haber leído sobre eso una vez de las tantas veces que veía porno, solo sabía que estaba relacionado con el placer, pero no sabía cómo se sentía.
Dejo de escarbar su dedo en mi hoyo. Tomó el bote de lubricante y untó una buena cantidad alrededor de mi entrada y con su dedo hizo que el lubricante llegará más dentro aún. Hizo lo mismo con su verga, se posicionó encima mío, podía verle la cara y esta era de exitación.
-Despacio, por favor.- Decía suplicando mientras lo veía a los ojos.
-Si niño, primero despacio.- Hizo un poco de fuerza para que entrara la cabeza. Yo solo me limitaba a dar grandes suspiros. Así que recordé lo que me había dicho la noche anterior. Hice como si fuera al baño y el se percató de eso.
-Aprendes rápido niño. ¿Ya quieres tenerla dentro?.
-Si. Despacio.- Poco a poco fue entrando su verga dentro mío, yo trataba de empujar sus piernas y cuando lo hacía se detenía por minutos para que cuando quitara mis manos siguiera metiendo su verga.
-Tu culito está caliente. Aprieta sabroso.- Dicho esto siguió metiendo hasta que sentí una vez más la bolita.
-Espera, la próstata, la siento.
-Yo igual, ya sé dónde es.- Aún quedaba de meterme verga pero al parecer paro donde estaba la próstata para sacarla poco a poco y devolverla hasta tocar la próstata.
Mis piernas se estaban cansando y las llegue a soltar por error. Braulio las sostuvo y las coloco encima de sus hombros, estando cara a cara me besó y siguió con su penetración suave.
-¿Te gusta? ¿Quieres que te preñe otra vez?
-Si, si, solo que ve despacio, así.- Por unos grandes minutos estuvo metiendo su verga y frenando hasta la próstata.
-Sabes que no voy a estar así todo el rato.
-Ya se. Poco a poco ¿si?.- No lo hizo. Cuando estaba retirando su verga para meterla me dió un beso y sin previo aviso me la metió toda. Mis manos se posicionaron en sus piernas con la intención de empujarlo pero el sostuvo mis manos haciendo imposible mi intento de safarme.
Mi pene estaba tirando líquido preseminal el cual manchaba su camisa de color azul celeste. Estaba demasiado duro y no podía masturbarme pero tampoco pensar en mi pene ya que el dolor, por los centímetros restantes que invadieron mi entrada, aumentaba.
Braulio con su boca hacia que no gritara muy fuerte pues los departamentos están muy juntos y podrían sospechar algo. Yo estaba sometido, no podía safarme de su verga, estaba encima mío con mis manos sujetadas, no podía empujarlo ni hacerme hacia atrás.
Las embestidas estaban siendo muy rápidas y demasiado dolorosas, eran muy rápidas tanto que mis piernas se resbalaban de sus hombros cosa que era muy doloroso. Braulio, impaciente, sujetaba mis piernas y las volvía a colocar en sus hombros.
En ocasiones se separaba de mi boca para jalar aire y regresaba al beso. Yo por mi parte no podía hacer eso, los gemidos ahogados que daba no paraban, cuando se despegaba de mi boca yo solo emitía gemidos fuertes.
Esta vez su verga estaba saliendo y entrando a partir de la próstata hacia adelante, y poco a poco mi ano se relajo y recibía muy bien esa verga.
Estaba muy duro, la camisa de Braulio estaba manchada de mi semen que botaba. Al parecer el se dió cuenta de eso pero no sé la quito. Mi culo empezó a pujar por naturaleza y el siguió con las embestidas rápidas.
Estábamos sudando y llenos de calor. Su verga dentro mío se sentía caliente y la forma en la que golpeaba mi próstata simplemente me hacía sentir en la gloria.
Desde mi boca empezó a seguir besándome en el cuerpo, bajando por mi cuello hasta mis pezones, sus manos por fin me soltaron pero ya no buscaba empujarlo, si sostuve de su espalda mientras yo besaba su frente sudada.
Con sus manos libres tomo mis piernas y las separó un poco. Sus embestidas se hicieron aún más rápidas y fuertes, yo solo podía gemir del placer y lo demostraba dando pequeños rasguños a su espalda.
Sus embestidas fuertes daban un gran masaje a mi próstata y se confirmaba por la forma en la que estaba duro.
-Me siento raro. Para.- Mi pene estaba a explotar al punto que me estaba doliendo.
-No, ya casi espera.- Me respondió con cierta exitacion, con los ojos cerrados.
En algún momento di un grito muy fuerte. Fue tan fuerte que Braulio me tapo la boca para seguir con sus embestidas. No me había percatado pero el grito significaba que me estaba viniendo y a la vez manchando por completo la camisa que traía puesta Braulio de mi semen.
-Que rico, me toca a mí, prepárate niño.- Separó aún más mis piernas y siguió embistiendome hasta que dió tres fuertes golpes enterrando todo lo que podía dentro. Yo empujaba su pecho pero él era más fuerte, sentía como su verga palpitaba dentro de mí por lo que supuse que se había venido. Se quedó quieto por unos momentos, me miraba con una cara de exitacion y perversión, después de todo era un adulto que le estaba quitando la «inocencia» de un «niño».
Por unos momentos pensé que ya retiraría su verga de mi. Cuando está estaba apunto de salir me la dejo ir otra vez. Yo daba pequeños gemidos por la sensación. Estuvo repitiendo eso hasta que quedó completamente flácida y salió por si sola.
Se acostó a un lado de mi a descansar.
-Manche tu camisa.- Le decía mientras trataba de recuperar aire.
-Si jaja, te veniste mucho. ¿Cómo lo sentiste?
-Me gustó mucho, pero me duele mucho las piernas.
-Se te va a quitar. ¿No te duele el culo?
-Si, pero no mucho.
-Dejame verlo.- Me di la vuelta y el se levantó a inspeccionar mi entrada metiendo un dedo
-¿Vas a hacérmelo otra vez?
-No, solo quiero ver cómo te deje. No siempre se puede culiar a un niño como tú.
-¿Me dejaste muy abierto?
-Si, ¿quieres ver?.- Yo asentí con la cabeza. Tomo mi teléfono y se dispuso a tomar una foto para enseñarmela.
-Si me dejaste bien abierto jaja.
-Eres un campeón comiéndote mi verga.
Cansados por todo lo que hicimos nos quedamos recuperando el aliento en la cama. Cuando estábamos listos para despedirnos me pidió un favor.
-¿Me dejas tu boxer?.- Se me hacía raro la pregunta pero no veía por qué no dejárselo
-¿Por?.- Pregunté extrañado.
-Es que el olor de tu perfume huele a niño y tú boxer huele a tu perfume.
-Si quieres, agárralo.
Fui al baño a limpiarme y otra vez había sangre. Yo no me espantaba más bien me enojaba ya que no me gustaba sangrar pues tampoco me dolía.
Me vestí únicamente con mi playera manga larga y mis shorts y me prepare para salir. Otra vez Braulio se despido con un beso en la boca mientras me sobaba las nalgas.
Al bajar las escaleras un dolor en mis piernas era muy fuerte. De regreso a casa me volví a topar a Samuel.
-¿Vienes llegando?.- Que metiche es este tipo.
-Si jaja, es que tenían mucha gente en la papelería y tenía que ocupar una máquina.
-Órale pues.- Mientras me decía adiós con una mano.
Llegué a mi casa y revise mi teléfono, «9:57», casi las 10:00. Me había pasado una hora cojiendo. Me volví a bañar y a mandarle un mensaje a Braulio
«Gracias»
«¿Porque?»
«Por la gran cojida que me diste»
«No hay de que bebé, cuando quieras verga dime para darte. Yo encantado»
Me acosté un rato con mis piernas adoloridas a descansar de la cojida que me había dado Braulio. Cuando fui a la escuela era muy fácil disimular pues no cambiaba mi caminar, el único problema es que para entrar a mi salón tengo que subir escaleras y, bueno, con mis piernas adoloridas era un infierno tener que subirlas y bajarlas.
Aún no se si pueda llegar a continuar mis experiencias pero si desean mandarme un mensaje pueden hacerlo por Instagram al usuario @essantos1114 o por Telegram al usuario @mighel12. Por favor indíquenme si está bien relatado.
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