Estrenando macho en la fiesta (El hermano de mi mejor amiga II)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Noickro.
Algunos días después de mi encuentro con Sergio, el parecía que no quería volver a verme. Cuando iba a visitar a Diana a su casa, él no salía de su recamara y sentía que me evitaba lo más posible. Si acaso nos llegábamos a topar, no pasaba de un hola que tal.
La verdad eso me hacía sentir mal no tanto por el hecho de que yo quisiera estar con él, sino porque sentía que yo ya no era tan sexy como comenzaba a creer.
Afortunadamente para mí, mis compañeros de colegio seguían siendo unos cabrones y me seguían acelerando el corazón con su bullying sexual. Jorge era siempre el más atrevido con las nalgaditas que me daba o las increíbles vistas de su apretón de paquete, sobre todo cuando iba de ropa deportiva. Él iba un año arriba (3ero de secundaria) aunque, por haber repetido primero y segundo, debería haber entrado ya a la preparatoria. En fin, quien era yo para cuestionar su desempeño académico.
Por encima de sus labios gruesos se dibujaba un esbozo de bigote que lo hacía lucir más viejo de lo que era. Pero lo que más me gustaba de él, incluso más que su cuerpo atlético adolescente, era esa pinta de malote que me parecía tan sexy. Sus amigos (que no repitieron curso, por cierto) organizaban una “fiesta”, ya saben ustedes a cuales me refiero, esas reuniones de adolescentes que se hacen en la casa de alguno que esté sola, en la que se van de pinta y consiguen alcohol. Pues bueno, a Diana la invitó un chico que quería salir con ella y ella me invitó a mí. Yo no quería andar haciendo mal tercio con mi amiga y su cita pero tampoco quería estar de aguafiestas así que acepté y ese día no entramos al colegio sino que nos fuimos a un parque a 3 cuadras de distancia para esperar a que se juntaran todos para irnos a la casa de la reunión, para lo cual tuvimos que tomar transporte.
Cuando llegamos comenzó la cooperación para el alcohol y todos pusimos algo de dinero mientras que los mayores acompañaron al hermano del que puso la casa para conseguirnos las bebidas. Ahí estuvimos platicando un rato y yo noté que Diana necesitaba su espacio para estar con su cita así que me fui al baño como pretexto. Cuando llegué vi que del baño iba saliendo Jorge, sonrió pícaramente y me dijo: “Hola guapa” y me dio una nalgadita al pasar. Entre al baño y puse el seguro, hice lo que iba a hacer y me lave las manos. Cuando salí mi sorpresa fue enorme al ver a Jorge ahí esperándome. No le dije nada y el solo me sonrió, caminé y me dijo: espérate ¿a dónde vas? Como eres groserita, yo aquí esperándote para platicar y tú que me quieres dejar solito. Mire alrededor y efectivamente, estábamos solos. Pensé que lo hacía para lucirse enfrente de sus amigos, pero esta vez no había nadie con nosotros. No le dije nada y me quedé callado viéndolo, y me dijo vente vamos a platicar a otro lado. Su tono de voz era distinto, no era una broma. Me transmitía sinceridad y viendo que Diana estaba muy ocupada con su cita decidí irme a platicar con él y así llegamos a una de las recamaras. Le pregunté qué quería y me dijo: es que te quiero preguntar una cosa. ¿Tú si eres gay? Y le contesté que no. Y me dijo ¿Neta no?, es una lástima, porque estas precioso. Y se lanzó sobre mí besando mi cuello. Yo no me quite. Sus labios tibios en la piel de mi cuello eran una caricia súper erótica.
Mientras me besaba el cuello metió una de sus manos por debajo de mi camiseta y acarició mi espalda y con la otra me sujetaba la cara. Recorría mi cuello besándolo y lamiéndolo y se pasó a mi oído mordiéndolo y diciéndome: ¿No qué no? Si te encantan los hombres ¿verdad bonita? Eso me encantaba. Sus caricias y sus besos eran a la vez lujuriosos y tiernos. Tomó mi mano y la llevo hasta su paquete que estaba erectandose, me beso un par de veces en el cuello y me dijo al oído: Bueno princesa, es hora de volver a la fiesta, Que esto quede entre nosotros y al rato, con unas copitas de más, regresamos para seguirte tratando como te mereces. Y mientras decía todo esto me acariciaba las nalgas.
Salimos de la recamara y él se fue a platicar con sus amigos y yo a buscar a Diana a quien no encontré así que decidí irme a mi casa, ya me inventaría algún pretexto para haberme salido de clases. Al llegar a la calle me tope que venían llegando los que fueron por las bebidas, un amigo de Jorge entre ellos y me preguntó si ya me iba y le dije que sí y me insistió para que me quedara. Accedí y volví a entrar con ellos. Llamó mi atención como el amigo le grito a Jorge y cuando se acercó con nosotros le dijo que yo ya me iba, que si tan mal me habían tratado. Jorge volteó a verme como preguntándome que había pasado y le dije que Diana se había ido con su cita y que pues yo casi no hablaba con nadie más, a lo que él dijo: No seas mamón vente con nosotros. Y ahí estaba yo, platicando, riendo y tomándome una cerveza con algunos de mis atormentadores de la escuela. Ya en la plática descubrí que no eran tan malos como ellos mismos querían aparentar.
La verdad a mí nunca me ha gustado mucho la cerveza, por el sabor, así que hacía lo posible por tomar menos rápido que los demás, por no decir que, fuera de las reuniones familiares, era la primera vez que tomaba. Como vieron mis nuevos amigos que mi cerveza duraba más de lo normal me obligaron a tomarme lo que me quedaba de un solo trago y además dos shots de tequila. Ni falta hace decir que para mí, eso fue demasiado. Sentía que todo daba vueltas y me dieron ganas de vomitar. Me fui al baño para echarme agua en la cara. Cuando entre al baño volví a poner el seguro y casi inmediatamente alguien trato de abrir la puerta, era Jorge. Yo no le abrí aunque insistió bastante gritándome preocupado que si estaba bien. Cuando hube terminado salí. Ya que me vio se rio a carcajadas de mi precaria situación. Me moleste y salí a la calle para irme a mi casa. Él se fue detrás de mí insistiendo para que me quedara y sólo logró convencerme cuando me hizo ver que, de llegar yo en ese estado a mi casa, tendría muchas explicaciones que dar.
Volvimos a entrar pero él me dirigió de nuevo hacia la recamara. Esta vez no hicieron falta las palabras. En cuanto entramos su boca busco de nuevo mi cuello. Eso me mataba (y me sigue matando hasta la fecha), sus labios cálidos en mi cuello y sus manos lujuriosas recorriendo mi cuerpo mientras que una de mis manos acariciaba su paquete que iba poniéndose cada vez más y más duro y los dedos de la otra se enrollaban en su cabello. Cuando sus manos se metieron por debajo de mi bóxer y comenzaron a apretar mis nalgas mi boca comenzó a lanzar gemiditos de placer, cosa que a mi nuevo amante le agrado.
Caminamos en ese rico manoseo hasta la cama en la que me dejé caer, él se sacó todo de la cintura para arriba y desabrocho su pantalón dejándome ver su bóxer ajustado azul con una pequeña mancha de líquido preseminal. Yo me saque toda la ropa (si, toda) y él se puso sobre mí. Me besó como nadie. Sus labios gruesos jugaron con los míos, su lengua recorría mi boca completa, sus dientes mordían mis labios, mis manos apretaban su espalda y las suyas mis nalgas. Me volteo y comenzó a restregarme su paquete duro en mis nalgas, llamándome princesa al oído. Sentí como se lo saco y empezó a restregármelo por la raya hasta que su glande encontró mi culo y sin más empezó a meterla, despacio, pero continuo, sin cortar el ritmo hasta adentro. Su verga no era la más grande que conocía, debía medir unos 16.5 más o menos, pero si era considerablemente gorda y podía sentirla abriendo mi culito. Me abrió las piernas y comenzó a moverse de una forma magistral.
Su ritmo era perfecto, no era muy rudo pero tampoco era lento. Se movía apretando mi cuerpo contra el suyo y mordiéndome la oreja. Sin sacármela me pidió que me pusiera en cuatro y lo hice y entonces, después de dos entradas y salidas al mismo ritmo de antes, desato su bestia interna. Me haló del cabello y comenzó con un mete y saca brutal que me dejaba escuchar el golpe de su piel contra la mía. Después de cogerme duro se dejó caer sobre mí y siguió con el ritmo anterior. En un rato sentí como se encajó hasta adentro de mí abrazándome, jalándome de los hombros hacia él y gimiendo como macho en mi cuello me llenó el culo de semen. Cuando acabó siguió metiendo y sacando y besando mi cuello. Me volteó, me besó en los labios y me dijo que yo iba a ser su vieja.
Nos vestimos y nos quedamos en la cama tirados un rato. Cuando me sentí lo suficientemente sobrio, le pedí que me llevara hasta mi casa y lo hizo, despidiéndonos (cuidando que nadie nos viera) de un tierno beso en los labios.
Desde ese día dejaron de molestarme, el de vez en cuando me guiñaba un ojo. Era el chico malo que me besaba como nadie.
El titulo no tiene nada que ver con la historia, pero esto pasó entre que el hermano de Diana me pidió que se lo mamara en su recamara y la primera vez (de muchas) que me penetró. Por eso lo he contado ahora, le he puesto ese título y en el siguiente, seguimos con la historia.
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