Estuvo bastante bien para ser el primer pago de tres.
Un tipo pintó un apartamento, la dueña le pagó gran parte del trabajo, y le pidió que regresara en otro momento para terminar de pagarle, cuando el tipo va a cobrar, el hijo de la señora lo recibe, y gustosamente le paga dejando que le de por el culo. .
Estuvo bastante bien para ser el primer pago de tres.
Hace poco me tocó pintar un apartamento, realmente el apartamento no era muy grande.
La cosa es que, la dueña del apartamento me pago una parte, quedándome a deber poca cosa.
Como a la semana pasé, y me encontré con su joven hijo, justo cuando regresaba de realizar, sus ejercicios matutinos.
Cuando él me explicó que su madre, no estaba, y que ella no le había dicho nada, me pidió que la disculpase, ya que seguramente, se le había olvidado decírselo a él y dejarme el dinero.
La verdad es que, aunque eso me incomodó un poco, procuré no demostrárselo, ya que sucedió algo raro, el solo hecho de ver al hijo de la señora, en aquella ropa deportiva tan ajustada, que hacían resaltar sus paradas y bien formadas nalgas.
El joven, andaba en esos momentos con unos pantalones bien cortos, y apretados, por lo que sus hermosas nalgas, al igual que sus caderas se le marcaban de manera única, y una camisetilla, que prácticamente mostraba su llamativa piel sin un solo vello encima.
Además, él andaba todo sudado, por lo que la tela de la camisetilla, así como del pantalón se pegaba a su cuerpo.
A medida que fuimos hablando, me parece que él fue sacando cuentas, por lo que, en cuestiones de segundos, tomó la decisión de invitarme a pasar, para ver de qué forma, o manera podríamos llegar a un acuerdo, para pagarme.
Yo de por si soy sumamente comprensivo, y a medida que estuvimos evaluando la forma o manera en que me podía pagar el resto de la deuda, que, aunque no era gran cosa.
En medio de nuestra conversación, me ofreció algo de tomar, a lo que le respondí gustosamente que sí.
Pero al ponerse de pie y dirigirse a la cocina, me deleité viendo su bien formado culo.
Por lo que apenas regresó, y me sirvió una fría cerveza, me preguntó, en un tono de voz bastante afeminado, y de la manera más sensual, si yo podía esperarme un momento a que él se refrescase, y se cambiara de ropa, para ponerse algo más cómodo, y continuar discutiendo la manera en que me podía pagar.
Además, me dijo, que como yo podía ver, recién, y regresaba de hacer sus ejercicios matinales.
Encantado de la vida, le dije que sí, que durante el resto de la mañana no tenía nada programado, hasta la tarde, que debía realizar un presupuesto.
Al tiempo que no dejaba de ver sus hermosas y llamativas nalgas, su largo y abundante cabello marrón claro, que de espalda se parecía más a una chica, que a un chico.
Así que rápidamente se dio una ducha, y al salir después de secarse, lo único que se puso encima fue una pequeña toalla, a la altura de sus axilas, sin más nada abajo.
Cuando se presentó nuevamente en la sala, y me pregunto en ese mismo tono seductor. “¿No cree usted, que, entre usted y yo, podamos llegar algún tipo de arreglo, para que yo le pueda pagar lo que mi madre le debe?”
Por la manera en que me le quedé viendo sus paradas nalgas apenas cubiertas por la toalla, se me querían salir los ojos de mis cuencas.
En ese instante supe que, lo que el joven se traía entre manos, por lo que, poniéndome de pie, y acercándome a él, sin dejar de verlo prácticamente desnudo bajo la pequeña toalla, le dije. “Yo no me opongo, a que si no tiene el dinero, que me pague de alguna otra manera.”
“Pero eso sí, me agradaría que fuera en otro lugar, y no aquí en el medio de la sala”.
Mis palabras, él las tomó como un sí, por lo que agarró mi mano, y dirigiéndonos a su dormitorio, ya de pie frente a su cama, dejó caer la pequeña toalla que ella tenía puesta preguntándome “¿Qué te parece aquí?”
De inmediato sin decir nada en lo absoluto lo tomé entre mis brazos, dirigiendo mi boca a la suya, y le planté un tremendo beso.
En cosa de segundos, quedó del todo desnudo entre mis brazos.
De inmediato supe que el mariconcito ese, de seguro dejaría que le hiciera de todo lo que yo quisiera.
Por lo que cuando le coloqué mis manos sobre sus desnudos hombros, de inmediato confirmé lo que yo había pensado.
Yo deseaba que, para comenzar me mamase mi verga, pero antes de eso me condujo al baño, y tras lavar mi verga, de regreso al cuarto sin oponer la menor resistencia se fue agachando hasta que su rostro quedó a la altura de mi verga
Sin pensarlo mucho por un corto instante manipuló mi verga entre sus dedos, como si me masturbase, cosa que realmente no hacía falta, ya que mi erección era bastante grande, y evidente.
Por lo que sin demora alguna comenzó a pasar su lengua por sobre mi colorado glande, tal como si se tratase de un helado.
Para luego de unos pocos segundos introducírsela completamente dentro de su boca, y dedicarse a mamármela sabrosamente.
Pero como dice el dicho más sabe el diablo por viejo, que por diablo, ya que sonriéndome lo detuve diciéndole. “Esto mejor lo dejamos para el final, ahora lo que deseo es darte por ese lindo y parado culito, que tienes”.
Sacó mi verga de su boca, y sin demora alguna, se subió a su cama, se recostó bocabajo, separando sus piernas, ofreciéndome sus hermosas nalgas.
Terminé de bajar mis pantalones, cuando me acosté sobre él, de inmediato comenzó a sentir, como mi dura verga le fue penetrando y atravesando su colorado esfínter.
Lo cierto es que ella comenzó a menear sus caderas, con toda la fuerza que pudo.
A medida que él seguía moviéndose bajo mi cuerpo, fue sintiendo como toda verga entraba, y salía de su sabroso culito.
Por mi parte, en la medida que podía, le fui acariciando todo su cuerpo, diciendo una y mil veces más lo rico, y sabroso que estaba su culo.
Cuando no era que, con mi boca, o lo besaba introduciendo mi lengua dentro de su boca, o me dedicaba a chupar, y mordisquear sabrosamente los pequeños pezones de su plano pecho, al tiempo que con alguna de mis manos apretaba sádicamente sus nalgas.
Él estaba que chillaba del placer que sentía, sus gemidos seguramente, cualquiera podía sin esfuerzo alguno escucharlos desde la calle.
Las barbaridades que le fui diciendo a medida que fuimos teniendo sexo, lejos de ofenderlo, lo excitaban, y calentaban más aún.
Él seguía moviendo sus caderas como una verdadera puta, procurando sentir más, y más dentro de su culo, toda mi verga.
Estaba de lo más ido, disfrutando a piernas abiertas, todo lo que yo le hacía, cuando como si fuera un muñeco de trapo, le he sacado mi verga de su culo, y haciendo que se diera vuelta, en menos de lo que canta un gallo, lo tomé por los tobillos separé sus piernas y quedó de frente a mí.
De inmediato le volví a enterrar toda mi verga dentro de su culo, por lo que él comenzó a restregar sus nalgas contra mi cuerpo, a medida que yo no dejaba de meter y sacar mi verga, arrancándole lágrimas, pero de placer, y alegría.
El chico luego me dijo que no podía creer como un viejo como yo, tuviera la fuerza, y la virilidad para hacerlo sentir lo que estaba sintiendo.
También me comentó, que en su vida en muy pocas ocasiones había logrado disfrutar tanto del sexo.
Pero a medida que lo seguí penetrando, agarrándolo por todas partes, y besándolo como un loco, el hijo de la señora al poco rato ya comenzó a disfrutar placenteramente, como nunca antes los había disfrutado en su vida.
Él joven, estaba de lo más concentrado restregando sus caderas contra mi cuerpo, cuando comencé a meter mis dedos, penetrándolo por su boca.
A los pocos segundos, sin aviso alguno, saqué mi verga de su apretado culito, y sin más ni más, se la enterré de manera salvaje dentro de su boca.
Al tiempo que con una de mis manos lo agarré con fuerza por su largo cabello, apretándolo contra mi cuerpo, al tiempo que no paraba de continuar dándole verga por la boca.
El chico estaba hecho, toda una porquería, ya ni fuerzas le quedaban para seguir moviendo sus caderas, hasta que, de momento, le propiné un fuerte abrazo, al momento de venirme dentro del.
Por un largo, y buen rato, quedamos completamente extenuados, cuando finalmente extraje mi verga de entre sus labios, sintió un gran alivio, y retorcido placer.
Ambos permanecimos acostados por un buen rato, recuperando el aire, hasta que yo, me levanté y sin decir nada me dirigí al baño.
Donde desde su cama pudo ver como en el lavamanos, me lavaba mi verga con bastante agua, y jabón, para luego secármela con una de las toallas para secarse las manos.
Hasta que, acercando nuevamente mi verga a su boca, sin más ni más lo puse a mamar, nuevamente, diciéndole. “Ahora sí, esfuérzate por hacer que me venga otra vez”.
Por lo que él volviendo a meter mi verga dentro de su boca se dedicó a mamármela por un buen rato, a medida que yo lo agarraba, hasta que logró que me viniera dentro de su boca, tragándose todo mi semen.
Como pudo, se paró de la cama, pero antes de que yo terminase de vestirme, me pidió que le esperase sentado en la sala.
Cuando finalmente, después de darse otra ducha, y asearse debidamente, envuelto en una pequeña toalla se dirigió a la sala.
Comencé a despedirme, diciéndome. “Para mí fue todo un placer, el haber llegado a ese acuerdo entre usted y yo, y mucho me gustaría volverlo a ver en otra ocasión”.
Yo dando por entendido que ya la deuda había sido pagada, fue cuando me dijo. “Si estuvo bastante bien, para ser el primer pago de tres, así que para cuando quiera volver venir a cobrar lo que mi madre le resta, me avisa que yo estaré encantado de pagarte”
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