Euforia 2
Como ya conté antes, esto sucede luego de conocer a Marcos; el primer hombre que me quitó la virginidad. A la edad de 15años..
Hola a todos, pido una disculpa sincera ante mi ausencia. Por ello decidí que éste sería el final de está anécdota.
Cómo empezar? Pues debo decir que estuve un tiempo con ánimos muy bajos ya que mi año en la secundaria había terminado. Mis amigos no irían a la preparatoria que iría yo. Esa es una de las razones.
La otra es que Marcos se había marchado desde hace unos meses a California porque su hijo había tenido problemas en su instituto. En todo el tiempo estuvimos en contacto pero aún así fue difícil no verlo.
Pero mi padre David, un hombre de casi 40 años; notó mi estado depresivo. Una noche dijo:
{Iremos a pescar al condado de junto, te quiero mañana temprano en el auto con ropa y lo que necesites para tres días}
Yo me sorprendí, no porque fuera un padre descuidado o algo así, no; yo había querido ir desde hace un año pero su trabajo lo mantenía sin tiempo.
El recorrido fue grandioso, me gustaba charlar con mi papá y él me contaba sus días memorables: cómo cuando había conocido a su mejor amigo en un bar o cuando conoció a su nueva novia. Pues mis papás tienen separados varios meses en buenos términos.
En fin, al llegar al hotel fue mi mayor sorpresa; frente al lago, separados por la carretera estaba una cabaña o eso parecía pues era muy grande y pulcra. Por dentro habían habitaciones del tamaño perfecto, con una habitación con dos camas y el baño. La vista daba al lago y a las montañas a lo lejos.
El primer día me llevó a conocer el pequeño pueblo, era tranquilo como en casa y todos parecían notar que no éramos de por ahí.
A la mañana antes de amanecer ya estábamos en un bote con las cañas en el agua. Mi papá venía con un abrigo grande y sus pantalones de mezclilla de la suerte. Me llamó cuando un pez picó:
– Ángel, prepárate que lo subiré– dijo emocionado, sin embargo ese día apenas atrapamos dos peces medianos. No fue para nada aburrido pues mi papá siempre se distinguió por ser bueno entablando conversación, era muy divertido en realidad.
A eso de las 11 de la mañana indicó que ya iríamos de regreso, yo quería aprovechar para decirle que era gay; pero me asustaba mucho lo que diría o como lo tomaría.
Al final no me animé, tenía dos días más para armarme de valor.
El pescado lo cocinamos en el campo, algo cerca del hotel y comimos los dos solos.
Algunas niñas que se hospedaban ahí mismo me veían a cada momento, tal como pasaba normalmente. Sin embargo hubo un hombre que captó mi atención, era un hombre alto y fuerte de unos 28 años de piel algo morena y ojos azules. Trabajaba de electricista en el hotel, reparando apagadores o lámparas.
Escuché que se llamaba Ramón, no lo consideraba atractivo; más bien tenía un rostro agradable y amable.
Él no pareció tomarme importancia al principio, saludando escuetamente y pasando de largo.
A la segunda noche mi papá salió, me dijo que confiaba en que no saldría del hotel y que regresaría a media noche. Cuando se fue yo salí al pórtico, viendo el exterior mientras checaba mi celular, Marcos mandó un mensaje:
Volveré la próxima semana, pero espero que puedas prestarme tu compañía para el día sábado.. te prometo hacerte el amor por las veces que no pude estos meses.
Casi al instante sentí una erección venir pero la llegada de Ramón me calmó. No pareció notar mi presencia pues comenzó a fumar a un par de metros de mí.
Estaba por irme, pasando por detrás suyo cuando me llamó:
– Oye– mi corazón se aceleró un poco al oír su voz, sacando el humo continuo– ¿Cómo te llamas? Te e visto por aquí pero no pareces ser del pueblo.
– Me llamo Ángel.. tengo 16 años– al darme cuenta que fue estúpido decir mi edad quería soltar una maldición por mi torpeza.
– Mucho gusto Ángel, yo me llamo Ramón; tengo 30 años– dijo esperando un saludo de manos, yo tomé su palma morena y mucho más grande con fuerza– no hay muchos muchachos con la piel tan blanca por aquí – dijo viéndome de pies a cabeza.
– Vivimos en el condado vecino, estamos de vacaciones. Mañana nos iremos– tal vez era mi imaginación pero pareció disgustado por la noticia.
– Es una lastima. Mi esposa cocina muy bien, tenía pensado invitarte a mi casa; a tú padre también. Quizá mañana antes de irse– comentó más tranquilo, aventando el cigarro consumido. Noté que veía mis hombros desnudos, y mi cintura esbelta.
– No estoy seguro, pero es muy amable– dije con la garganta seca, él media más de dos metros y sus piernas se marcaban sobre el pantalón y también sus brazos se veían duros.
Estuvimos platicando varios minutos más ahí en el exterior, hacía un aire algo frío que me hizo temblar. Ramón lo notó y sugirió que me metiera.
Me despedí de él y entré un poco desilucionado; quería pasar un poco más tiempo con él o simplemente no estar solo.
En mi habitación me acosté pero luego me dí un baño con agua caliente, al término me puse un pijama de pantalón y camisa algo esponjosa. Eran cerca de las diez cuando me acosté a leer un libro cualquiera.
Me asustó la puerta donde tocaban muy bajo, luego oí la voz de Ramón:
– ¿Sigues despierto? Escuché que estabas solo, tal vez pueda hacerte compañía– me levanté a abrir y ahí estaba Ramón también salido de bañar. Con el cabello húmedo y revuelto, le cubría casi las orejas. Venía en shorts y playera holgada.
Sin más lo dejé entrar, en la habitación estaba una televisión pequeña que apenas podía ver las imágenes. Ramón hizo burla de ello diciendo que ahí no podría ver porno.
Se sentó en la cama de mi padre, yo en la mía que por cierto estaban casi juntas.
– ¿Ya piensas dormir? No quiero molestar si es así – dijo con la intención de pararse pero yo lo detuve. Pues apenas llevaba pocos minutos dentro.
Comenzó a preguntar sobre mis gustos, de todo tipo, dijo que le gustaba hacer ejercicio y nadar. Yo le expliqué que jugaba un poco de soccer y me gustaba pasear en bicicleta.
Luego cambió la conversación por completo, preguntó:
– ¿Ya te has tirado a una chica?– yo no pude contestar, no quería fingir algo que realmente me daba asco. Ramón pareció comprender pues se quedó callado y se veía incomodo.
Creía que ya sabría o intuía mi sexualidad pero aparentemente no era así. Era muy incómodo seguir en silencio, pero luego habló de nuevo.
– ¿Entonces? ¿Ya te has tirado a un cabrón?– preguntó más relajado, subió las piernas a la cama y su shorts se deslizó por sus piernas peludas.
– Realmente soy quien a dado el culo– dije riendo un poco, estaba rojo del rostro porqué sentía calor en él.
Ramón me vio con una sonrisa extraña, volteando a ver la puerta.
– Tu papá a qué hora regresa?– preguntó viéndome a los ojos.
Sabía a qué iba la conversación, eso creo; me llenó el estómago de una sensación parecida al vértigo. Igual a cuando Marcos dijo por primera vez que deseaba cojerme.
– Hasta las dos de la mañana – mentí, faltaban menos de dos horas para que él llegara pero no quería arruinar esta oportunidad. Ramón se levantó y se sentó a mi lado, su altura era muy diferente a la mía. Sus brazos eran casi igual de gruesos que mi cabeza. Y sus piernas muy largas y marcadas.
– Sabes? Nunca se me a pasado por la mente cojer a un chavito_ dijo poniendo su palma en mi rodilla y bajando lentamente por mi pierna, tocando mi pene que despertaba de a poco. Sus dedos se pasearon por encima con curiosidad.
– Podemos averiguar si te gusta– dije algo nervioso, había la posibilidad de que me diera una buena golpiza aquí.
Ramón subió hasta meter dentro de mi playera su mano morena, tocando mi estómago haciendo cosquillas.
– No sé si podrás aguartame… La tengo muy grande- dijo tocando su paquete, todavía seguía dormido entre sus piernas.
– Puedo mamarla aunque sea– respondí quitándome la playera y también los pantalones dejando mi boxer verde oscuro. Ramón me vio y ví que su verga comenzó a alzarse como carpa.
– Estás seguro? No quiero tener problemas.. tengo esposa– dijo a mi lado, ya tocaba su polla que no veía aún por mantenerla bajo su ropa.
– No diré nada.. pero si no quieres; no hay problema– tenía miedo de que se fuera. Estaba ansioso por ver lo que tenía.
Pareció pensárselo pero bajó sus shorts hasta quitarlos, no llevaba calzones y su verga saltó. Media unos 25 centímetros, morena casi oscura; curva hacia adelante y más angosta del inicio que del tronco. sus bolas peludas estaban negras y grandes. Realmente estaba grande esa cosa.
– ¿Y? Si la quieres? Estás muy chico para una así_ dijo bajando la piel, la cabeza rosa oscuro se asomó. brillaba con la luz de la lámpara.
– La verdad… Ya ví una así, tal vez menos larga.. pero ya me cogió una de ese calibre– dije intentando no hacerlo enojar u ofender. Ramón pareció no creerme.
– Es verdad? O es para que te coja?– preguntó suspicaz.
Yo no respondí, me acerque al falo oscuro y lo tomé entre mis manos; estaba caliente y duro como recordaba.
Lamí la punta y luego comencé a comerme su verga, mi boca se abría hasta donde podía y mi garganta sentía el choque con su glande. Ramón bajó mis boxer, tocando mis nalgas y sentí su dedo humedecido tocar mi ano caliente.
– La chupas muy bien… Lastima que no tengas vagina– dijo separando mis nalgas.
Comprendí que Ramón no sabía que hacer, pues sería la primera vez que veía y estaría con un hombre desnudo.
A pesar de que quería seguir mamando, ya me había cansado de mi mandíbula luego de estar un buen rato chupando su rabo.
Me acosté a su lado, no pensaba rogar por sexo y menos si él no tenía ganas.
Pero Ramón se levantó, viéndome confundido.
– ¿No que querías que te cogiera? ¿ Ya te arrepentiste?– preguntó jalando suavemente su polla.
– Sigo con la idea de hacerlo. Pero no pareces quererlo también– Ramón se ubicó entre mis piernas.
– Mira mi pito, si no quisiera no lo tendría así- dijo_ Dime que hacer, no sé cómo hacer que te duela menos. Sería muy cabrón que yo disfrute y tú sufriendo ¿No?
Yo me acosté por completo, alzando mis piernas para que viera mi ano claramente.
– Puedes lamer para que me relaje. Yo te diré hasta que pares_ dije acariando mi erección.
Él no dijo más, sentí como me alzó hasta dejar mi culo viendo al techo y luego su lengua pasó entre mis nalgas. Escupía y volvía a lenguetear. Tenía una lengua larga y ancha que abarcaba casi todo el diámetro.
Fue tanto que me vine y Ramón paró viendo cómo mi leche caía en mi cara.
– ¿Significa que te gustó? Jaja bueno, no está nada mal. Tienes un ano muy bonito_ dijo bajandome– ¿Estás seguro de aguantar? Lo tienes muy apretado.
– Si, pero hazlo despacio. Si la dejas adentro por un rato aguantaré– dije levantando mis pies a sus hombros fuertes, Ramón escupió una buena cantidad en mi ano y otro poco en lo largo de su verga. Separé mis nalgas con mis manos mientras el hombre moreno frotaba la cabeza en el hoyo que esperaba por él.
_ aaaa_ fue doloroso recibir la punta, pero me gustaba mucho sentir como fue entrando de a poco. Ramón también respiraba con la boca abierta mientras me cogía. Era su primer culo de varón.
– ¿Aguantas? Ya va la mitad– informó sudando, la luz del techo me era algo molesta.
– Puedes apagar las luces? Con las de las lámparas es suficiente – pedí en voz baja, Ramón volteó a verlas un instante.
– ¿Es alguna excusa?…
– No. Puedes meterla toda pero hazme ese favor.
El hombre salió de mí, caminando hacia la pared; ahí pude ver sus nalgas duras y su verga moverse a los lados. De regreso se acomodó de rodillas frente a mí.
– Listo, podemos seguir? Me gustó cómo se siente mi verga dentro de tu culo– dijo riendo en voz baja, tenía tantas ganas de besarlo pero ya era demasiado.
– Te importa si me cambio de posición? Para que entre mejor– me dí la vuelta, con mis rodillas en el colchón y mi culo pegado a su pelvis y mi cara casi a raz.
Ramón me penetró despacio, su verga se adentró con cierta facilidad y me gustó demasiado. La penetración fue completa, el pecho de aquel hombre estaba sobre mi espalda.
Las embestidas comenzaron lentas, sintiendo la carne del otro.
Luego fue una cogida dura, que me hizo gemir fuertemente y apretar los puños.
Ramón sacaba su verga y volvía a meterla sin cuidado, me cambió de posición quedando yo boca arriba con el culo al techo y él en posición de hacer lagartijas. Fue algo bestial, muy fuerte y hasta doloroso.
Supe que se vino cuando exclamó con fuerza, cayendo contra mi ano.
Mi culo se quedó vacío cuando me soltó, punsando levemente.
– Estás bien? Creo que sangraste un poco– dijo Ramón, volteando mi cuerpo con facilidad. No le di importancia.
Estaba tan cansado, y el sueño de hacía más evidente. El adulto se acostó a mi lado, besando mi pecho y lamiendo mis pezones.
– Gracias– dijo viéndome, sus ojos azules también estaba rojos por el sueño.
– A tí jaja– me puse nervioso cuando se acercó, lamiendo sus labios indicando lo que haría. Cerré los ojos, su aliento golpeó mi boca y abrí un poco. Sus labios gruesos se pegaron a los míos y me besó despacio. Quise sacar mi lengua, y luego la suya se frotó.
Me besó como me gustaba, más de lo que esperaba; el que tuviera una lengua larga y amplia mejoró la situación.
Ramón se levantó recogiendo su ropa y dijo que ya tenía que irse. Yo no lo detuve, pero si esperaba verlo antes de irme.
Se despidió con un guiño y salió.
Únicamente en boxer me acosté, apagando las luces y me quedé dormido.
Ni siquiera noté cuando mi papá regresó.
Porfavor continua con este relato, me encanta esta historia y me encantaría saber más de las aventuras de Angel