Exhibiéndome a Dario
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Fue un verano en la playa que fui a tomar sol y refrescarme un poco en el mar, como era mi costumbre pasaba por los lugares más concurridos para lucir mi cuerpo me agradaba sentir las miradas vero como desorbitaban los ojos al verme por la admiración que provocaba mi desarrollado cuerpo, caminaba despacio sin prisa para darles tiempo de admirarme, esas miradas aumentaban la confianza en mí yo ensanchaba mi cuerpo para lucir más fuerte y poderoso, su admiración alimentaba mi ego y yo me sentía orgullos, siempre buscaba la parte más alejada de la playa para relajarme.
tendí mi toalla en la arena cuando vi a un joven alto delgado de cuerpo ligeramente marcado, que se dirigía a la zona donde me encontraba, no le preste más atención, me despoje de la playera que ceñía mi cuerpo y las bermudas para quedar en un traje de baño color negro, entre en el mar para echarme una zambullida y refrescarme antes de tomar el sol, cuando Salí de bañarme me dirigí a donde se encontraba mi toalla y pude notar que el joven se encontraba a unos diez metros de mí, en esta ocasión pude notar que era un joven como de veinte años de edad de cabello rubio y muy guapo.
Me senté sobre mi toalla y saque la loción bronceadora para cubrí mi cuerpo, al ver de reojo que el joven se acercaba titubeante comencé a untar lentamente la loción sobre mi cuerpo tensionando los músculos de brazos y pecho para atraer la atención de él joven, al estar como a cinco metros de mi gire a verlo y le sonreí, eso pareció darle confianza porque aceleró el paso hasta donde me encontraba.
-hola-
-que tal-
Gire a verlo de nuevo y pude ver que el joven era muy guapo de ojos verdes, sumamente atractivo de esos chicos que no puedes evitar voltear a verlos.
-¿no te molesta si me siento aquí?-
-claro que no, adelante-
Se sentó a un lado de mí sin quitar la vista de mis brazos, mientras yo continuaba untando el bronceador.
-¿tú eres de aquí?-
-si ¿se me nota mucho?-
-bueno es que el acento de costeño y el color bronceado de tu piel te delatan-
Sonreí -bueno supongo que eso me delata-
-si un poco-
-y tú de dónde eres-
-de Monterrey, vine con unos amigos-
-¿y tus amigos dónde están?-
-se fueron de excursión pero yo no quise ir, por eso estoy solo-
-que bien-
-¿como te llamas?-
-Ángel ¿y tú?-
-Darío-
-qué fuerte estas Ángel ¿tienes mucho haciendo ejercicio?
-si tengo siete años practicando en el gym y participo en competencias-
-mucho tiempo, eso explica por qué tienes esos brazos tan grandes-
Flexione discretamente mi brazo para resaltar mi bíceps.
-wow se ve durísimo ¿puedo tocarlo?-
-si tócalo- extendió su mano para palparme-
-wow sique esta duro, y supongo que el resto de tu cuerpo está igual-
Sonreí – si claro que si
-¿te puedo invitar una cerveza? tengo una habitación en el hotel que está aquí cerca, y tal vez me puedas mostrar algunas poses de competencia-
-está bien te acepto la cerveza, y lo de las poses también-
Soy un exhibicionista consumado, y adoro mostrar mi cuerpo, me gusta que me admiren y me elogien, y por supuesto que no dejo pasar una oportunidad de lucirme.
-entonces vamos-
Nos levantamos y nos dirigimos a su hotel, durante el trayecto seguimos platicando principalmente de mi cuerpo, Darío parecía tener mucho interés en mis músculos y no paraba de alagar lo bien desarrollado que estaba, cosa que a mí me resultaba sumamente agradable, admiradores no me faltaban, y uno mas no me molestaba.
Llegamos a su hotel, un lugar muy agradable tenía un recibidor con dos sofás y una mesa de centro una cocineta a un costado y al fondo dos cuartos con dos camas cada, un baño en medio que comunicaba con las dos habitaciones.
Me senté en un sofá mientras Darío se dirigía a la cocineta por un par de cervezas, regreso ofreciéndome una, se sentó a mi lado sin quitar su vista de mi cuerpo, tomamos unos sorbos a la cerveza.
-qué fuerte y grande eres ¿Cuánto mides?-
-1.85m-
-¡eres más alto que yo por 3cm!-
-tú también eres alto para el promedio-
-sí, pero tú con esos músculos te ves más impresionante, me gustaría ver como posas para las competencias-
-¡claro!-
Me puse en pie e hice unas poses.
-wow que fuerte estas, puedes mostrarme los bíceps-
Sonreí alagado y satisfecho, mostrando una posición doble de bíceps endureciéndolos.
-se ven muy duros ¿puedo tocarlos?-
-claro que si tócalos-
-¡wow! no lo puedo creer están durísimos-
Los tocaba y acariciaba sin ningún recelo, su mirada reflejaba la emoción que sentía, y yo complacido apretaba más mis bíceps, aprobando sus caricias y admiración.
-¿te gustan mis brazos?-
– no solo tus brazos, también tu pecho, tu abdomen, todo tu cuerpo está perfecto-
-adelante puedes tocar lo que quieras-
Acariciaba mi cuerpo sintiendo la textura, alucinado con mis dimensiones, mientras hacía diferentes poses dirigía sus manos para tocar los músculos en cuestión, después de unos minutos de masajeo no se pudo contener más y se lanzó a mi abrasándome y besándome en el cuellos lo tome pos la cintura mientas gemía, sus besos me excitaban, se separó de mi diciéndome.
-¿te puedo dar unos golpes en el abdomen?-
-¿Cómo?- le pregunte inquisitivamente y a la vez desconcertado por la extraña proposición.
-no te molestes serian golpes suaves no te dolerán-
-está bien, puedes golpearme-
– endurecí el abdomen preparándome para el ataque, al ver esto Darío disparo sus golpes contra mi emocionado al sentir el choque contra mi cuerpo su rostro reflejaba el placer que sentía al golpearme, una sensación placentera me invadió de éxtasis, me sentí fuerte dominante invencible sus puños chocaban contra mi abdomen provocando chasquidos, mi cuerpo sentía la firmeza de los embates sin llegar a sentir dolor, sus puños cambiaron de objetivo dirigiéndose a mis pectorales, los cuales endurecí soportando su ataque, yo experimentaba una mescla de sensaciones por un lado me sentía poderoso al sentir como mis músculos eran capases de soportar el castigo y por otro lado me erotizaba la sensación de recibir los golpes, finalmente ceso su ataque.
– es que me excita golpear un cuerpo músculos pero más me excita sentir que por más fuerte que golpee pareciera que no hago daño-
– aquí tienes un cuerpo musculoso que puedes seguir golpeando sin hacerle daño, agasájate-
Lo invite a seguirme golpeando, la sensación me agradaba tanto como a él, quería sentirme de nuevo invencible.
Darío, sin pensarlo dos veces continuo con los golpes alternando entre el abdomen y el pecho yo apretaba los músculos resistiendo sus embates, al calor de la emoción, Darío intensifico paulatinamente la fuerza de su ataque, yo sentía como se iniciaba el dolor que provocaban sus embestidas al impactarse contra mi cuerpo y sentía como aumentaba mi éxtasis al aumentar el dolor y a la vez me sentía mas invencible, fuerte y poderoso, nuestros rostros dibujaban una sonrisa cargada de excitación reflejo del placer que ambos sentíamos, Diario se detuvo debido al agotamiento su cuerpo agitado reclamaba con respiraciones profundas, tome un trago de cerveza, mientras con vos agitada me decía.
-resististe todos mis ataques, no te pude doblegar, eres invencible y fuerte como un gorila-
Me causo gracia la comparación con el gorila y debido que estaba dando un sorbo a la cerveza derrame un chorro sobre mi pecho, intente limpiarme pero Darío me detuvo.
-espera, es un pecado que la cerveza se desperdicie-
Apoyando sus manos en mi cintura, acerco su cara a la altura de mi ombligo sacando su lengua y lamio la cerveza subiendo lentamente recorrió mis abdominales para continuar lamiendo la división de mis pectorales hasta llegar a la base de mi cuello, al terminar de limpiarme derrame deliberadamente cerveza sobre mi pecho cerciorándome de mojar mi tetilla.
– oops se me derramo más-
Darío volvió a lamer la cerveza deteniéndose en mi pezón que lamia con avidez, yo gemía de placer su lengua jugaba con mi tetilla provocándome cosquilleos excitantes, Darío se despegó de mi pecho y de un salto se prendió de mi engarzando sus piernas en mi cintura y rodeando sus brazos en mi cuello me dio un beso desenfrenado metiendo su lengua en mi cavidad bucal con violencia conteste con la misma intensidad nuestras lenguas luchaban por el dominio de nuestras bocas
-vamos a mi recamara estaremos más cómodos-
Lo lleve cargando hasta la recamara que me indico sin dejar de besarnos disfrutando del momento nuestros cuerpos vibraban dando rienda suelta a la excitación, me senté en la cama, Darío se bajó de mí y con un fuerte empellón me tiro sobre la cama, con fuerza tiro de mi traje de baño para sacármelo, se lanzó sobre mi pene que ya se encontraba erecto, engulléndolo hasta la mitad dando inicio a la mamada, subía y bajaba con violencia provocando espasmos en mi cuerpo, cerré los ojos para disfrutar de sus chupadas, así duro unos cuantos minutos hasta que se detuvo, tomo un condón de un cajón cercano, colocándolo entre sus labios me lo puso con la boca con gran destreza, yo encorvaba mi espalda al sentir como lo recorría, se sentó sobre mi pene dándome la espalda y comenzó a introducírselo lentamente mientras gemía por el dolor que le causaba lo deslizaba lentamente hasta introducirlo todo, yo sentía como su esfínter ahorcaba mi falo, que rica sensación.
-que gran verga tienes, esta enorme-
-es tuya nene cómetela toda-
Me encontraba postrado sobre la cama con las piernas colgando a la horilla, viendo como Darío se sentó sobre mí, con mi pene inundando sus entrañas, pasivo y quieto trato de acostumbrarse a la invasión y solo por unos segundos giro su cadera en círculos antes de empezar con el ritual de mete saca lento, pero no por más de cuatro ocasiones, conforme fue mitigando el dolor su ritmo aumento hasta convertirse en rebotes frenéticos, yo permanecía acostado gozando con la violencia de sus movimientos, se giró sobre mi pene sin vaciar sus entrañas quedando de frente a mí, me tomo por la nuca para incorporarme, lo tome por la cintura mientras nos besábamos agresivamente.
-ponte de pie-
Complacientemente seguía sus indicaciones, me puse en pie, Darío se afianzo de mi cuerpo rodeándome con brazos y piernas, mientras yo tomaba el control de la penetración.
-dame duro-
Haciendo gala de mi fuerza ayudándome de mis brazos que rodeaban su cintura comencé con el brusco movimiento de cadera.
-si así, rómpeme el culo, desquítate por haberte golpeado-
Nuestros labios permanecían unidos mientras el gemía de placer, encajo sus uñas en mi espalda el dolor causado me éxito provocando un movimiento feroz de pelvis, nuestros cuerpos se movían a ritmo acelerado gozando de placer, subí de rodillas en la cama aun cargándolo y violentamente lo arroje, lo tome de las piernas para continuar perforando ese culo juvenil que se me ofrecía sin recelo ni limitaciones, lo sacaba lentamente para introducirlo de nuevo con un movimiento rápido y feroz, Darío soltaba un fuerte gemido, su rostro dibujaba un rictus que no podía distinguir si era de dolor o de placer cuando sacaba nuevamente mi pene se transformaba en una sonrisa placentera que aclamaba más así repetimos por un par de minutos más.
Incorporándose un poco me tomo de un brazo, con fuerte movimiento me arroja a la cama y con agilidad felina termino sentado sobre mí de un solo movimiento, me dejaba llevar ante el deseo de mi impetuoso amante motivado por éxtasis, saltaba violentamente sobre mi ayudado por el rebote que ejercía en la cama apoyándose en mi pecho con ambas manos, yo sentía la violencia de la fricción abrasar mi miembro que ya preludiaba el orgasmo.
-que rico pectorales tienes-
-¿te gustan los fuertes pechos de tu gorila?-
-si mucho-
-¿quieres golpearlos?-
-oh si, si quiero-
Sus fuertes golpes provocaron un dolor placentero que combinados con la fricción de sus violentos sentones aumentaron mi excitación acelerando el orgasmo mi vista se nublo al tiempo que mis músculos se contraían con cada trallazo gimiendo de placer, al ver que mi cuerpo perdía la tensión Darío ceso sus golpes para masturbarse antes de que mi erección bajara, no tardo en terminar su mano apretaba con fuerza mi pecho mientras yo yacía postrado incapaz de moverme, sentí como su semen salpicaba mi pecho con cada descarga, la cálida sensación sobre mi cuerpo era agradable, sus gemidos acompañados de su orgasmo sonaron retumbantes en la habitación, callo sobre mi agotado por el esfuerzo, nos abrazamos y con un cálido beso sellamos el momento, coloque mis manos sobre la nuca satisfecho, Darío aun recostado sobre mi acaricio mis bíceps con una ternura que no había demostrado antes, así retozamos por un rato antes de despedirnos.
Ese era su último día de vacaciones y aunque intercambiamos teléfonos no supe más de él.
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