Experiencia en cinema gay
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hace unos años tuve, por motivos de trabajo, que visitar Barcelona. Entonces, tenía 25 años. Era y soy bisexual. Me comentaron sobre buenas fiestas en Sitges. Interesante. También de algunos lugares de ocio en Barcelona ciudad. Uno de ellos, era ( no se si actualmente existe ) un cinema de ambiente gay llamado Cine Arenas. Parece que era un lugar muy concurrido por gente bastante mayor.
Una tarde el morbo me pudo y me fui a visitar dicho cine. De entrada era un poco como de cuento de terror. Pero, también, ahí radica su interés. Local oscuro, muy morboso.
Película sin el más mínimo interés. Al poco de acomodarme, se sienta a dos butacas uno de unos 50 años. Bien. Ligeramente perfumado ( buen principio ). Me mira de reojo y comienza a sobarse el paquete. Se desabrocha la cremallera y se saca un pene relativamente pequeño. La situación me altera y me pongo cachondo en segundos. Me mira, sonríe y se coloca en la butaca al lado de la mía.
– Tócamela, me dice, ya verás que suave.
Coloco mi mano encima. Es una polla suave, en efecto, además bonita.
– Cométela. Te gustará. Se que lo estás deseando.
Sin pensarlo, obedezco y me introduzco esa polla en la boca. Sabe muy bien. Va creciendo. Crece más de lo que esperaba.
– Chupa, chupa, – me dice -. No pongas la punta de la lengua. Pasa la lengua entera por el capullo.
– Así, así. Rodea el capullo con la lengua. Esos labios que aprieten un poco más. Así así, que gusto.!. Que bien me la chupas. Sigue, sigue…….. Ah, ah, sigue mamón, sigue, sigue.
– Ahora, lámeme los huevos que los tengo llenos. Luego tendrás tu recompensa.
– Que mamona tan buena me he encontrado hoy. Chupa, chupa. Que gusto…. Como me chupas la polla. Se nota que te gusta. Chúpamela más.. así, así, que gusto ¡.
Se la estaba chupando a aquel tío que no conocía y, la verdad, estaba disfrutando. En la oscuridad, con una buena polla en la boca. Excitante a tope. Se retorcía de placer y yo también.
– Así, así, que bien me la chupas. Sigue, sigue chupando.
– Y, ahora, un poco de lechecita caliente.
Un poco ?. Me salía el semen por la nariz. Menudo corridón !!!!.
– Je, je. Esto se llama efecto cafetera. Como servir un expresso. Je, je. Te has portado bien y tienes cara de buen chico. No te hago nada porque tengo prisa. Si nos vemos otro día, te recompensaré.
No le dije nada. Mi recompensa era poder mamar esa polla.
Se levantó, me saludo y salió de la sala.
Casi de inmediato, su lugar lo ocupó otro de una edad parecida. No tenía modales muy académicos. Pero tenía un nabo……
– He visto que te gusta chupar. Pues con esta te vas a hartar !. Venga , a que esperas ?.
Vaya pedazo de polla !. Casi no me cabía en la boca. El capullo no muy grande, pero el tronco era enorme.
– Chupa, chupa, putita. Se que te gusta. Que cara de mamona que tienes.
– Como babeas, mamón. Me estás llenando los huevos con tus babas. Pero que mamona que eres.
– Te voy a dar algo más, mamona.
Metió la mano entre mi camisa y me apretó los pezones. Me di cuenta que estaba en sus manos. Decididamente, me iba a entregar a lo que fuera..
– Desnúdate, me ordenó, y ponte a cuatro patas.
Se giró y se puso detrás de mí. En ese corto espacio de tiempo, lo aprovechó otro para sentarse en el lugar del anterior con los pantalones bajados y la polla en ristre.
– Chúpasela, me ordenó, mientras te preparo el ojete para algo que vas a recordar, so putita.
Obedecí. Se la comencé a chupar al fulano mientras el otro se llenaba la mano de saliva.
Al que se la estaba chupando, le dijo:
– Joder, vaya pollón. Seguro que esta guarrilla está petada ?. La vas a hacer polvo. A mí, no me importa. Pero me puede fastidiar la mamada.
– No te preocupes. Esta es muy guarra. Seguro que se la ha chupado a medio cine.
Iba a decirle que solo se la había chupado a ellos y al tipo anterior, pero…. No valía la pena. El miedo por ese pollón y a la vez el morbo de la situación me hicieron no decir nada y … seguir mamando.
La entrada fue relativamente suave. Lo peor cuando, de golpe, metió ese enorme tronco. Grité. No había nada que hacer. Poco a poco, me fui acomodando y el dolor inicial se convirtió en un placer indescriptible. Que gusto. Que gusto y que gusto. Me daba palmadas en los glúteos y decía marranadas. Me daba igual. Que gusto.
– Parece que la guarra se lo está pasando bien. Que putita es.
– Vamos a corrernos en su cara.
Sacó su enorme polla de mi culo. Comencé a lanzar ventosidades.
– Que guarra.
– Es normal. Efecto ventosa. Pero ahora me la va a dejar limpia como una patena.
– Límpiame la polla, guarra.
– Ponte boca arriba que nos vamos a correr en esa cara de puta barata que tienes.
Se corrieron los dos. Y mucho.
– Mira, se está corriendo viva. Sin tocarse !.
– Que guarra y que puta. Este mariquita no tiene precio.
En efecto, tras recibir sus chorros de leche en la cara, me corrí tocándome levemente.
Allí me dejaron, no sin antes proferir más insultos.
Cuando me recompuse, limpiándome con un pañuelo, se acercó un abuelo. Y, muy cortésmente, me dijo:
– Disculpa, te importaría chupármela. Estoy muy excitado después del espectáculo.
Le complací. El hombre se corrió en mi boca. Sin conseguir erección.
En otros viajes a Barcelona volví a visitar ese cine y alguna sauna. Son historias que comentaré más adelante.
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