Experiencias de mi vida CUARTA PARTE
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
¿Qué me pasa? ¿por qué tuve que venir a esta casa? ¿y ahora qué hago?
Recuerdo aquella noche como si fuese hoy, Carlos quedó encima de mi espalda, sentí como su miembro iba haciéndose cada vez más pequeño, mis latidos fueron disminuyendo, de a poco mi excitación y éxtasis fue desapareciendo, por primera vez me percaté que su peso me acortaba mi respiración, me moví y Carlos se dejó caer al lado mío, así, liberado de ese peso seguí unos minutos más, luego, me puse de pies y caminé hacia el baño, entré a la ducha y mientras caía el agua sobre mí pude darme cuenta de lo húmedo que estaba, producto del charco de semen que expulse sobre la cama, al mismo tiempo y por vez primera sentí lo baboso del semen de Carlos, el cual corria sobre mis nalgas y mi rajita, este, se deslizaba suavemente, arrastrado por el agua.
El olor que tenía era como si me hubiera bañado en cloro, tomé el jabón y a medida que lo pasaba por mi cuerpo aquél aroma se borraba cada vez más, no así mis recuerdos, yo muchas veces le había hecho sexo oral a mi novia, también había explorado su ano con mi lengua, era algo que siempre me gustó hacerle, recuerdo haberla visto disfrutar de eso, pero jamás imaginé que algún día me lo harían a mí, me pregunté una y otra vez si ella sentiría lo mismo que sentí yo, y si lo mismo que sentí yo también lo sintió ella, ¿podría sentir yo también lo mismo cuando ella era penetrada?, esta pregunta me dejó pensando una y otra vez esa posibilidad, sé que me había gustado esta experiencia, se que había disfrutando al maximo.
Mientras me duchaba y pensaba en lo ocurrido, una silueta aparecia, era Carlos, él había ingresado al baño, estaba orinando, podía escucharlo y aunque el vidrio que divide la ducha del resto del baño distorsionaba su silueta, evidentemente pude reconocerlo, al terminar de orinar Carlos entró a la ducha, él, abrió las puertas y entró a ducharse, quiso tocarme mas sin embargo con mucha sutileza me hice a un lado, hice como si nada pasara, sonreí, y me salí, al regresar a la habitación, húmedo, aún destilando agua saqué una toalla del closet y comencé a secarme, tomé otra y la llevé al baño para que se secara Carlos.
Veía la cama desordenada, el aroma de aquella habitación dada fe de lo vivido, me vestí rápidamente y al salir Carlos me quedé en la sala, Carlos se incorporó diez minutos después, charlamos un rato, pero igual no me concentraba, por mi mente pasaba que él conocía cosas que otras personas no, él podía usar lo que sabía en mi contra si quisiera, me despedí y fui a casa.
Pasaron varias semanas en las que llegaban a mi mente cosas tan absurdas como querer hacer de pasivo, me preguntaba ¿qué se sentiría ser penetrado?, recordaba una y otra vez la verga de Carlos, si bien era más pequeña que la mía, me preocupaba la enorme cabeza que tenía, de seguro iba a doler, ingresé a internet donde muchos aconsejaban comenzar con objetos que similaran un pene, como lápices, dedos, velas, dildos, etc, algunas ideas eran más elaboradas que otras.
Una noche, solo en mi habitación, comencé a fantasear, mi excitación era mucha y decidí entrar al baño, cerrada la puerta comencé a masturbarme, pero no era lo que quería sentir, me desnude e ingresé a la ducha, enjabone mis manos y la pasé una y otra vez sobre mi ano, no sentía nada fuera de lo normal, así que intenté meter un dedo, no fue nada agradable, metí dos, sentía como de a poco me iba dilatando, decir que sentía placer es decir mentiras, no sentí nada agradable, tal vez no nací para ser pasivo, continué duchandome y mientras enjabonaba mis manos me quedé viendo el jabón, por lo que comencé a rosarlo sonre mi rajita, esto, a pesar de que no ne penetraba se sentía bien, me hizo recordar a Carlos pues tan baboso como su verga también estaba el jabón mientras caía el agua, coloqué mi cara contra la pared y seguí jugando con el jabón, sin darme cuenta estaba lubricando a chorros.
Salí de la ducha y me fui al cuarto, buscaba con desesperación cualquier cosa que sirviera para penetrarme, pero nada parecía bueno, de pronto ví una vela, con eso iba a experimentar, me asegure que la puerta tenía pasada la llave, traté de conseguir un lubricante y nada, recordé tener brillantina para el cabello, algo parecido a la vaselina, eso serviría, lo aplique por todo el borde de la vela, también en la entrada de mi ano, y listo, me acosté de lado, me arrope y comencé con mi tarea, al princio fue rara la sensación, pero luego me adapte, metía y sacaba la vela pero no sentía nada agradable, ya a los pocos minutos y cuando me daba por vencido accidentalmente moví la vela hacía atrás, logré sentir algo, así que cambié el movimiento, con la vela dentro de mi la movía adelante y hacia atrás, descubrí que haciendo movimientos en círculos se sentía mejor, algo pasaba cuando la punta de la vela presionaba mi vejiga, había una sensación agradable, así continué una y otra vez, me gustaba, era rico, una sensación muy placentera, ahh, mi verga se comenzó a poner dura, yo apretaba mis nalgas como si quisiera masticar la vela, ne gustaba lo que sentía, no quería parar, esto es rico, quiero algo más, algo más., algo que se parezca más a un pene.
Confieso que en los siguientes días intenté con diferentes cosas, dos de ellas me gustaron más, usé la vela y la cubri con una venda, esto hizo que fuera más gruesa, pero al mismo tiempo más dura que la gasa, la cubri con un condón, lo difícil era hacerla entrar, mi agujero era muy pequeño, y cuando hacía fuerza aparecía la punta de la vela, y dolía, lo otro aue usé fue un velon (una vela muy gruesa y más larga), recuerdo haber tallado (aunque no soy un artista) una especie de pene, había visto que vendían eso para fiestas de mujeres, e hice uno para mi, como era áspero, usé otra vela, la cual encendí y pasé por todas las partes de aquél pene de cera, el pene era grueso, pero con la punta pequeña, a medida que iba a la base se hacía más grueso, fue difícil la primera vez que me lo metí, no era agradable cuando lo hacía, pero sí cuando ya estaba adentro y yo me movía en círculos, de sólo escribir esto me dan ganas de masturbarme, es algo único, prohibido para los hombres, pero deliciosos cuando se hace en secreto, mientras experimentaba eso recordaba a Carlos, yo quería penetrarme con un velon mientras le proporcionaba una buena sesión de sexo oral a él, esa era mi fantasía ahora, duré muchos días y hasta semanas haciendo eso, pero a pesar de que me gustaba, no ne atrevía a hacerlo con Carlos, no quería llegar a esa situación, no quería que me viera como algo que tal vez muy dentro de mí me dominaba.
Al cabo de dos meses y después de tantos mensajes de Carlos, decidí ir a su apartamento, tenía al menos dos semanas sin auto penetrarme, esa noche Carlos me escribía y llamaba insistentemente, por lo que al llamar a su puerta abrió rápidamente, lo saludé de la manera habitual, al cerrar la puerta me hizo un par de preguntas para romper el hielo, me pude detrás de él y sin hablar comencé a frotar mi miembro sobre él, sabía que Carlos quería ser mi hembra esa noche, lo sentí en el ambiente, así que me quité la camisa, el pantalón y quedé en boxer, me paré frente a él y le quité la camisa, él se apresuró y se bajó el pantalón, no llevaba ropa interior, cuando comenzó a tocarme la verga le agarré la mano, se la levanté y realicé un movimiento el cual lo dejó de espalda ante mí, le recoste mi miembro el cual latía a millón dentro de mi boxer, lo conduje al baño y lo metí en la ducha.
-¿Qué haces?, me acabo de bañar (dijo)
Sin tomar en cuenta sus palabras me desnude y entré a la ducha con él, Carlos comenzó a reir y me dijo que estaba loco, mis manos acariciaban su cuerpo, y las suyas el mío, el se enfocaba en mi verga, la tocaba y acariciaba como quien muere de hambre, yo, aplique jabón sobre él y deslice mis manos en su espalda, fui bajando hasta sus nalgas, las abrí y metí mis dedos en su orificio, sin penetrarlo con mis manos, mi intención era lavarlo bien, luego lave su pecho, su barriga hasta llegar a su dura y cabezona verga, lave sus piernas, Carlos hizo lo mismo conmigo, pero se enfocó más en mi verga que en otra parte, me gustaba sentir nuestros cuerpos enjabonados, deslizándose uno con el otro, al terminar, nos secamos con la única toalla que estaba ese día dentro del baño, una húmeda toalla la cual había usado minutos antes, al terminar lo llevé a la habitación, y no se por qué cerré la puerta con seguro.
Tal vez mi mensaje era, hoy no te escaparas de mí, jajajajajaja.
Carlos se mostraba ansioso, quería mamarme hasta la última gotita de semen, me tomó de mi verga y cuando iba a agacharse le pedí que mejor en la cama, me dijo que me acostara y le dije que mejor lo hiciera él, le dije que quería hacer el 69 y se sorprendió, gustosamente se acomodó y quedó acostado en medio de esa enorme cama, yo me posicione y pasé mi lengua en su viril anatomía, sin embargo, cuando Carlos tomó mi verga me di vueltas y le dije.
-Quiero que me mames el culo, suave y lentamente, quiero sentir tu lengua en mi rajita.
Estas palabras pusieron a millón a mi madurito amigo de cama, volví a girarme, abrí mis piernas y le presenté mis nalgas a ese hombre, cuando sentí su respiración encima de mis nalgas sentí un escalofrío, por primera vez me sentí tan bien que no me importaba nada más, su lengua comenzó a recorre todo mi ano y en un suspiro dejé caer mi tórax sobre sus piernas, abrí mi boca y engulli todo su palo duro, venoso y palpitante, necesitaba mamarselo, lo estaba deseando desde hace mucho tiempo, me concentre en mamar lo mejor que podía, chupaba una y otra vez, pasaba mi lengua de arriba abajo, chupaba sus piernas, sus bolas, esta sensación era mezclada con el va y ven de su lengua en mi prohibida entrada anal, prohibida para todos menos para mi cincuentón amigo, me esmeraba con su pene mientras abría más mis piernas, Carlos chupaba mi ano y se altermaba con mis testículos, ahhhhhhh.
qué experiencias aquellas, como quisiera que se repitieran hoy, ahora mismo mientras escribo, algo sentí cuando Carlos se apoderó de mis nalgas, lo hizo con una especie de abrazo, no podía moverme, dejé de hacer lo que hacía para disfrutar más lo que me hacían a mí, a los minutos y después de que Carlos dejara esa actitud de poseído me levanté.
Me dí vuelta y mirándolo fijo a los ojos le dije.
-Te suplico que me ayudes en algo, necesito por favor que me penetres, necesito experimentar esto y quiero que seas tú quien me coja por vez primera, así como te has apoderado de mi ano para darme placer con tu lengua quiero que lo hagas con tu verga, pero por favor, hazlo suave, por favor.
Carlos no pudo ocultar su felicidad, él había estado dispuesto a llevar verga toda la noche, pero en cambio y para su sorpresa yo tenía planes diferentes, planes que tampoco le molestaban, en lo mínimo.
Recuerdo ponerme en cuatro, bajé mi pecho hasta la cama de modo tal que mis nalgas quedaron en lo alto, a merced de él, presentadas como un plato apetecible, un plato servido del que él podía disponer, Carlos se puso detrás de mí y con su miembro lubricando a chorros lo presentó en mi rajita, lubricando la entrada que tanto lo anhelaba, intentó introducir sutilmente sus doce centímetros en mí, pero lo grande de su cabeza y el hecho de que yo tenía tiempo sin dilatarme le impedían el trabajo, intentó varias veces pero nada, después de un rato le pedí que cambiaramos, él se acostó boca arriba y yo me preparé a montar ese hombre como el jinete al potro, abrí mis piernas y mi cadera lo rodearon, tomé ese animalito cabezón con mi mano derecha y lo puse en la entrada de mi ano.
Si un velon más grande y grueso ya había explorado mis profundidades, un pequeño tronquito sería pan comido, con el peso de mi cuerpo fue bajando, dejándome caer a gravedad, sentía como las paredes de mi ano se iban abriendo, sentía como la enorme cabeza se hacía camino, había una pequeña molestia pero era cuestión de tiempo para que pasara, Carlos suspiraba en la cama, yo me mordia los labios y cerraba los ojos, era lo que tanto había deseado, estaba siendo penetrado por un pene de verdad, de carne, nada falso, un rico, pequeño y duro pene, dejé caer más mi peso y en ese instante Carlos me dio una embestida como el semental a su yegua, rápidamente sus doce centímetros entraron a mi culo, sentí sus piernas tocar mis nalgas, el dolor y la sensación fue HORRIBLE, mis reflejos hicieron que saltara en menos de un segundo, grité y caí sobre la cama, privado del dolor, mordia a almohada mientras Carlos se disculpaba, no se cuánto tiempo pasó, el dolor parecía no espumarse, apretaba mis nalgas y de manera instintiva me cubri la entrada de li ano con la mano derecha.
Al menos tres minutos pasaron mientras me recuperaba de aquél dolor, Carlos insistía en disculparse y me decía que no había sido con intención, le dije que me diera tiempo, al rato él se reía y yo miraba asombrado su duro miembro, ¿como era posible que me doliera tanto?, por una parte quería irme a casa, por otra me decía, si has llegado tan lejos, termina ahora, pasado el dolor hablé con Carlos, le dije que no se moviera hasta que yo le dijera, volvimos a tomar posición y comenzamos.
Respire profundo y comencé de nuevo, está vez no cerré los ojos, bajé la cabeza para intentar ver cómo me entraba, pero no lograba ver mucho, sin embargo sentía como Carlos se hundía en mí, hubo un instante de dolor, pero no me rendi, esa verga no iba a salirse con las suyas, yo estaba dispuesto a domarlo y vencerlo, darle la pelea hasta exprimir todo lo que tenía, realizaba movimientos circulares mientras Carlos gemia, yo sentía como mi ano se abría y se tragaba milímetro a milímetro ese tronquito, hasta que por fin entró todo, traté de palpar el miembro dentro de mí y pude asegurarme que había entrado todo, le dí la noticia a Carlos, y lentamente me fui moviendo, ahhhh.
no se cómo describir eso, esa algo duro, grueso y caliente que me hacia vivir algo único, mis caderas comenzaron a bailar a un ritmo que no imaginé nunca, Carlos comenzó a moverse y yo pedía más y más, su respiración se agitaba más y más, la mía también, mi pene se ponía cada vez más duro, sentía como entraba y salía, esto era mejor que penetrar a Carlos, no quería que terminara nunca, Carlos se hundía y se hundía mientras yo lubricaba y bañaba el ombligo de él, no se cuánto tiempo pasó, Carlos me daba cada vez más rápido y más duro, sentí como se movía y cómo se doblaba su cuerpo de placer, sentí cuando expulsó su semen, era como algo caliente y la penetración se hizo más babosa, sin embargo Carlos no paraba, yo se lo agradecía, moviendome en contrapuesto, levantando más las nalgas para ser penetrado más profundamente, el ritmo de Carlos fue bajando, su erección era cada vez menos, cuando me lo saqué apreté bien las nalgas, dejé tendido a mi amigo y me fui al baño.
Estaba aun exitado, me masturbe y acabé muy rápido, me había gustado hacer de pasivo, era algo único, sabía que debía repetirlo, así lo hice muchas veces más, siempre con Carlos, él era mi confidente, discreto, maduro, respetuoso, y viril, hace ya tres años que no nos vemos, Venezuela fue afectada por una plaga, yo ahora vivo en el exterior, quisiera tener un amigo, como Carlos, eso si, me gustaría saber ahora qué se siente hacerlo con uno que tenga al menos 17cm de carne, sigo escondiendo mis secretos, veo rostros pero ninguno me dan confianza, tal vez un día conozca a alguien especial como mi amigo, o tal vez un día regrese a mi tierra, veamos que pasa primero.
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