Experiencias de mi vida SEGUNDA PARTE
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Los días después de mi primera experiencia con Carlos pasaban rápidos, estuve entretenido pensando en muchas cosas, pensaba una y otra vez en mi ex, ella era lo mejor que había tenido en mi vida, al mismo tiempo me sentía culpable con lo que había hecho con este hombre, obviamente también la culpaba a ella, si no hubiera terminado conmigo yo no habría ido a esa casa, debo reconocer que en más de una ocasión lloré a montón, estaba herido, al mismo tiempo no me entendía a mí mismo.
Al cabo de tres semanas estaba en mi habitación, acostado, el aburrimiento del momento me hizo comenzar a imaginar cada escena vivida aquella noche, aunque no quería admitirlo, me gustaba pensar en eso, momentos después estaba frente a ese timbre, pensando si presionarlo o no, el corazón se me aceleraba, miraba de un lado a otro vigilando quien pudiera verme, creía que tal vez alguien podía verme, no sabía si la gente conocía el secreto de Carlos, tal vez si alguien siquiera tuviera sospecha de él podría relacionarme, me llené de valor, respire profundo y toqué otra vez, los segundos pasaban y para mi cada uno eran días interminables, pasarían 120 segundos pero nadie abrió las puertas.
Finalmente tres días de realizar la misma operación una noche se abrió la puerta, Carlos se asomó y al verme a lo lejos del pasillo se apresuró a buscar las llaves, luego, me hizo pasar a aquél apartamento, mi corazón palpitaba a mil por horas, yo sabía muy bien lo que quería, converse algunos minutos con Carlos, esperando con ansias que me invitara a su habitación, finalmente me hizo pasar, estuvimos viendo cualquier programación hasta que interrumpió lo que veíamos para iniciar la reproducción de aquellas películas, esta vez, yo mismo me quité la ropa, y Carlos al verme desnudo hizo lo propio, se sentó desnudo a mi lado y comenzó a masturbarse poco a poco, observé su miembro erecto, no era tan grande, 12 centímetros aproximadamente, pero con una cabeza enorme, parecida a una papa, era un poco extraño pero no le dí importancia.
La película rodaba y Carlos seguía concentrado en lo suyo, le pregunté:
-¿Quieres mamarmelo?
-Puede ser, pero sólo si tú también me lo mamas a mí.
No me gustó su proposición, y volví a insistir, pero él siguió indiferente, la película continuaba, los gemidos y gritos de cada escena me exitaban cada vez más, le interrumpi preguntando:
-¿Quieres que te lo meta?.
-Si pero sólo la cabeza (respondió Carlos).
De inmediato nos posicionamos, Carlos se acostó de lado y yo lo hice detrás de él, comencé a rosar mi duro miembro entre sus nalgas, sin penetrarlo, veía cuando cerrraba sus ojos y realizaba respiraciones profundas, trataba de no lastimarlo, pero mi excitación era enorme, con delicadeza tomé control de mi bestia cabezona y busqué la entrada de su ano, yo lubricaba a millón, empuje con cuidado y escuché los quejidos de mi amado amigo, poco a poco fue entrando, tuve que contenerme para no empujarselo todo, una vez introducido comencé a moverme, primero muy lentamente, cada embestida era más rápida y rica, sentí como Carlos apretaba su trasero, como queriendo morder mi erecto pene cada vez que me sacudia, recuerdo que su cuerpo se arqueaba y que me enganché a su espalda.
-Ufff.
qué rico tienes ese culo (le dije).
Para, para, me duele (exclamó Carlos).
Detuve en el acto mis labores, sentí que me cortaban la inspiración, tras una pausa corta comenzamos a movernos, esta vez me asegure de meter mis 17 centímetros por completo antes de cualquier cosa, una vez medido reiniciamos a todo ritmo la sesión, Carlos tenía el orificio más rico que había probado, me aferre a su espalda y puse mi mejilla derecha sobre su hombro, las embestidas era cada vez más deliciosas, mi ritmo subía más y más, las caderas de Carlos se movían deliciosamente, evidentemente él tenía experiencia, mi cuerpo se arqueaba para penetrar más profundamente, de pronto sentí como mi semen invadía las profundidades de Carlos, qué delicia, dejé caer mi peso sobre él y ambos caímos sobre la cama, sin sacarlo nos quedamos así por u os minutos, fue extraño sentir los vellos de su barba sobre mi mejilla, pero supongo que era el precio por pagar después de todo eso.
Recuerdo como nos miramos ambos, con cara de agradecimiento, pero sin decir palabra alguna, Carlos salió de la cama rumbo a la ducha, al regresar, abrió su closet y sacó una toalla, me dijo:
-Usa esta toalla, la casa es toda tuya, siéntete cómodo.
Recuerdo ducharme con mucha calma, mientras él arreglaba el desorden que habíamos hecho en su habitación.
Este episodio lo repetimos muchas veces más, Carlos era mi niña, mi hembra, mi discreta mujercita, dulce y complaciente, pero ese rol de sumisa pronto daría un giro, uno que no iba a aceptar tan fácilmente.
Espero que sigas mi relato, no se pueden resumir tantos días en tan pocas líneas.
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