Experiencias en El Seminario Parte 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Monstruoculto.
Hola de nuevo!
Me llamo Leonardo.
Debo admitir que el Seminario para mí ha sido una de las experiencias más gratas de mi vida.
Me ayudó bastante para vencer mi timidez de mostrarme tal cual soy ante los demás.
Yo sabía desde hace mucho tiempo que me gustaban los hombres, pero por vergüenza no me atrevía a hacerlo público.
De hecho, no mucha gente lo sabe aún, pero ciertos compañeros me dieron la confianza para confesárselo e incluso, poder tener contacto sexual con algunos.
Recuerdo que cuando terminamos la Filosofía, en nuestro grupo hicimos una reunión para ponernos de acuerdo cómo festejaríamos el fin de curso.
Algunos propusieron que hiciéramos una fiesta, pero la verdad es que salía muy caro.
Al fin decidimos que mejor nos iríamos a la playa con el ahorro de los tres años.
Cuando llegó el día, salimos todos en un autobús que rentamos.
Yo ya me había acostumbrado a mis compañeros, a sus juegos.
Debo decirles que todos ellos estaban entre los 21 y 22 años, y yo ya tenía 26, porque yo estudié una carrera antes de entrar al seminario.
Así que yo era el más grande de todos.
Por fin llegamos a la playa.
Nos quedamos en varios cuartos.
En el que yo me quedé tenía dos camas, y esta vez me tocó compartir mi cama con un compañero gordito, igual que yo.
Se llamaba Arturo.
Arturo era bajito.
Yo mido 185 cms y él seguramente andaba por 168.
Blanco, con el cabello castaño.
Como era muy deshinibido, en las duchas del seminario me pude dar cuenta que tenía pelos hasta en la conciencia.
Era muy malhablado, pero las groserías que decía lo hacían gracioso.
Era muy buen compañero.
Realmente nunca lo vi con los mismos ojos con que llegué a ver a Ramiro o a Jorge, con quienes ya había tenido experiencias sexuales.
La segunda noche que estábamos en la playa, salimos un grupo de 4 compañeros.
Ramiro, Arturo, Alejandro y yo.
Fuimos a buscar algún lugar para cenar.
Nos entretuvimos paseando y decidimos entrar a un bar o a algún antro.
Estuvimos buscando y vimos un lugar abierto, se escuchaba buena música y se veía un buen ambiente.
No recuerdo cómo se llamaba el lugar.
Entró Ramiro y nosotros nos quedamos afuera.
Desde adentro, Ramiro nos hizo la seña de que entráramos.
En ese momento me fijé que en la entrada había un arcoíris pintado y tenía globos de colores.
Cuando Arturo y Alejandro se dieron cuenta de eso, dijeron que ellos no entraban.
Yo, con la excusa de no dejar a Ramiro solo, entré.
Cuando estuve adentro, me quedé como en shock.
No es que me escandalizara ver a puros hombres en un bar.
Ni tampoco que bailaran entre ellos y que algunos otros se estuvieran besando.
Es que nunca me hubiera imaginado conocer un lugar así.
Una vez que pude ver todo el lugar, me di cuenta de que también había mujeres.
Sin embargo, el espectáculo era de hombres para hombres.
Ramiro me tomó del brazo y me dijo: “Si te dicen que quieren contigo, diles que somos pareja, y yo diré lo mismo.
” Y me llevó hasta donde estaba el show.
Eran varios hombres en ropa interior, tangas y alguno estaba desnudo.
Bailando de forma muy sensual.
Yo estaba excitado al mil, y creo que tenía cara de susto, porque Ramiro se me acercó y me dijo: “No mames, wey, quita esa cara, pareces perdido.
” Y me dio un beso.
Sinceramente, eso me relajó mucho.
En eso uno de los chicos que estaba bailando se acercó mucho hacia nosotros.
Ramiro le dio una nalgada, y yo hice lo mismo.
Todos los que estaban cerca gritaban.
Ramiro estaba muy divertido.
De pronto vio su reloj y me dijo: “Vámonos, o el Padre nos va a regañar.
” Y salimos.
Cuando llegamos al hotel, efectivamente, el Padre Roberto nos estaba esperando.
Le dijimos que nos entretuvimos, pero que no volvería a pasar.
El Padre Roberto era muy alivianado con nosotros.
Nos llevábamos muy bien con él.
Siempre hacíamos lo que él nos decía, porque era el encargado de nuestro grupo, así que no hubo mucho problema.
No nos regañó ni nada, sólo nos mandó a nuestros cuartos.
Mientras íbamos a las habitaciones, me dijo Ramiro: “Te espero en la alberca”.
Yo entré y me puse rápidamente un short y salí a esperar a Ramiro.
Cuando llegó, los dos nos metimos a la alberca.
Afortunadamente, había una parte donde no había peligro de que nos vieran.
Él me abrazó por la espalda, y yo me apoyé en el borde de la alberca.
Casualmente, quedé en la parte donde salía el chorro de agua templada, que me daba directamente en los huevos.
Ramiro, detrás de mí, comenzó a bajar mi short primero con las manos, luego con los pies, hasta que lo sacó y lo puso en el borde de la alberca.
Me repegaba su bulto entre las nalgas.
Yo excitado por el chorro del agua por delante y su bulto por detrás.
Estaba esperando que me dejara ir su miembro, pero en lugar de eso, sentí cómo uno de sus dedos se abría paso por mi ano.
Fue una sensación muy placentera.
Ramiro con su dedo hurgaba, lo metía y sacaba, mientras me besaba el cuello.
Luego fueron dos dedos.
El placer aumentó, yo tenía los ojos cerrados, y disfrutaba del clima tan húmedo de la playa, la noche estrellada y la sensación de tener dos dedos de Ramiro dentro de mí.
Entró el tercer dedo, y yo agradecí que fuera así, porque la primera vez que tuve un encuentro sexual con Ramiro, me la dejó ir sin más, dejándome adolorido un par de días.
Ahora era diferente.
Era mucho más placentero.
Ese juego previo me excitaba mucho.
Cuando estuvo mi ano lo suficientemente abierto, me sacó los dedos y me dijo: “Ahora sí te va a entrar la mera mera”.
Y empezó a meter su cabeza grande.
Luego pude sentir cómo su tronco se deslizaba por mi ano hasta que sentí sus bolas en mis nalgas.
Él no paraba de besarme el cuello y detrás de las orejas (lo que me enloquece).
Me abrazó por detrás y me levantó.
No le costó tanto trabajo porque estábamos en la alberca, y me llevó así, con su enorme verga dentro de mí, empujándome hasta las escaleras para salir de la alberca.
Una vez afuera, me la sacó y se recostó en una silla playera y me pidió que lo montara, pero de frente a él.
Así lo hice.
Él masajeaba mi pecho.
Debo decir que como estaba gordito en ese entonces, mi pecho era un poco prominente, y él lo masajeaba como si fueran los pechos de una mujer.
Yo le dije “No, no quiero ser tu puta” Él abrió los ojos y se me quedó viendo desconcertado.
“Quiero ser tu puto, porque no me siento mujer.
” Ramiro se sonrió y parece que eso lo excitó, porque empezó a meter y a sacar salvajemente su verga de mi culo.
Yo empecé a jadear, y él me tapó la boca diciéndome “No mames, vas a despertar a todo el hotel”.
En eso escuchamos ruido cerca de donde estábamos.
Ramiro se detuvo y yo casi dejé de respirar.
La verdad es que nos dejamos llevar por la calentura y no medimos el terreno.
De repente, escuchamos una voz: “Par de cabrones, así me los quería encontrar, culeros”.
Yo sentí que la sangre se me iba hasta los pies.
Arturo salió de su escondite y yo muerto de la vergüenza atrancado con la verga de Ramiro.
Ramiro también se espantó y no supimos qué hacer.
Arturo se acercó desafiante hacia nosotros.
Llevaba una trusa y andaba descalzo, por eso no lo escuchamos cuando llegó.
Se sentó en la silla junto a nosotros y prendió un cigarro.
Yo me iba a parar, y seguramente Arturo se dio cuenta, porque dijo: “Ustedes síganle cabrones.
Yo me conformo con verlos mientras me fumo un cigarro.
” Ramiro, algo divertido le dijo: “¿No te quieres unir?” A Arturo le dio risa y nos dijo “Ni madres, ni que fuera puto como ustedes.
Yo nomás los veo.
”
Entonces Ramiro me la sacó ya medio flácida por el susto y me dijo “Me la tienes que volver a poner firme”.
Y empecé a chupar esa deliciosa verga que tenía frente a mí.
Aparte de grande, gorda.
Con mi lengua delineaba sus venas, y me detenía en su glande para darle lengüetazos y rodearlo, mientras mi saliva chorreaba en su tronco y luego recorría otra vez todo ese falo con mi lengua.
De reojo veía a Arturo y se notaba que disfrutaba lo que veía.
Creo que encendió otro cigarro.
Cuando la verga de Ramiro estuvo firme otra vez, me dijo que me acostara boca abajo en la silla de playa y empezó a meterla otra vez en mi culo.
No tardó mucho en correrse.
Sentí sus bolas empalmadas en mis nalgas y el chorro de semen caliente entrando por mi culo.
Cuando terminó, me la sacó y se puso su traje de baño.
Arturo me acercó mi short ya exprimido para que me lo pusiera.
Ramiro le preguntó a Arturo “¿Qué, te gustó lo que viste?” Arturo se sonrió y dijo “He visto cosas mejores que sus pinches joterías.
” Ambos sabíamos que lo decía en broma.
Así era Arturo.
Luego volteó y me dijo “Y tú cabrón, te bañas, porque no me quiero acostar contigo y los mecos del Ramiro escurriéndote del culo.
”
Ramiro se fue a su cuarto y yo llegue directo al baño.
Los otros dos que estaban en el cuarto me preguntaron que por qué me iba a bañar a esa hora.
Arturo les contestó.
“Estábamos contando chistes y se meó el wey.
” Ellos se empezaron a reír.
Yo agradecí que Arturo no me dejara en evidencia.
Cuando me acosté, Arturo ya estaba en la cama, pero volteado hacia el otro lado.
Yo tardé un poco más en conciliar el sueño.
Seguía sintiendo la verga de Ramiro en mi culo.
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