Experimentando el sexo gay
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Conversamos un rato, me dijo que era estilista y que tenía un salón de belleza cerca. Me invitó a una cerveza, la cual acepté. Era un tipo de apariencia poco atractiva, cuarentón y pasado de peso. Tampoco era muy simpático en su manera de hablar. Se notaba que andaba libidinoso y con ganas de tener sexo con cualquiera. Supongo que no había tenido sexo hace mucho, al igual que yo. La cosa es al cerrar el bar nos fuimos caminando y me invitó a ir a su casa, la cual estaba cerca también. No sé por qué lo hice, supongo que tenía una mezcla de curiosidad y ganas de tener sexo. El cuento es que llegamos a su casa y me invitó a ponerme cómodo, enseguida subió a su dormitorio y bajó completamente desnudo. Luego de conversar le pedí permiso para usar su baño.Salí del baño desnudo y me dirigí a la sala, al ver mi pene sin un solo bello se me quedó mirando lujuriosamente.
Me acerqué hasta la mesa y puse mi pie derecho sobre la silla en una pose sensual, dejándolo ver mi pene más detalladamente e invitándolo a tocarlo. ¡Éste es mi gusanillo buscador de placer!, le dije. Empezó a acariciarlo al punto de tener una leve erección, luego empezó a lamerlo, lo cual acrecentó la erección, finalmente comenzó a felarme. En ese punto, mis dudas se habían disipado, sólo quería experimentar el placer de una buena mamada. Sentía aquel cosquilleo tan sabroso y delirante en el gorro. Sólo podía gemir y musitar. Aaaaah ¡Dios!, aaaggg, que sensación tan exquisitaaaa… aagg, ummmm, aaaagg… Chúpame rico, aaggg, aaah, ¡hazme gozar! Lo lamía con su lengua como si fuera un helado, luego lo chupaba, luego lo frotaba con su mano, lo besaba y vuelta a empezar. Después puso el glande en su boca y con la punta de la lengua comenzó a masajear el frenillo, justo debajo del glande. Luego de un rato comencé a eyacular en su cara y su pecho, mientras él frotaba mi pene con su mano para ayudarme a expulsar todo el semen.
Luego llegó mi turno de felarlo. Su pene sin circuncidar, era suave y firme, me encantaba ver como surgía su gorro al empujar y halar su prepucio, parecía un gusano saliendo de su capullo. Al lamerlo se sentía tibio como una salchicha cocida. Luego él se sentó en una silla reclinable y yo me senté en sus regazos, quedando frente a frente y comencé a frotar mi pene con el suyo, lo cual resultó muy excitante. Luego tomé un poco de lubricante, lo apliqué sobre ambos penes y comencé a masturbarlos con una mano, luego empecé a levantarlos y bajarlos, de manera tal que los frenillos de ambos se rozaban mutuamente. Comencé a acelerar el ritmo hasta que ambos comenzamos a eyacular en medio de fuertes sollozos.
Una vez terminado, subimos a su cuarto y nos acostamos en su cama, se puso detrás de mí comenzó a acariciarme el pecho y las costillas, luego me sujetó el pene y comenzó a masturbarlo, mientras chupada y mordisqueaba mi pezón derecho. Luego me puso un lubricante en el gorro y comenzó a masajearlo, especialmente en el frenillo, lo cual resultó muy estimulante. Yo estaba extasiado, frunciendo los labios y jadeando, mientras trataba de acariciar su pene. Comenzó a besarme el cuello hasta llegar a mis labios, comenzó a lamerlos para luego besarnos apasionadamente. En seguida se puso encima de mí y comenzamos a rozar nuestros penes, mientras nos acariciábamos. Luego nos pusimos en posición de 69, yo encima de él, comenzamos a felarnos y a masturbarnos mutuamente hasta llegar al orgasmo.
Luego decidimos probar el orgasmo prostático. Para esto me senté sobre su pene y lo introdujo en mi ano hasta tocar con su glande el pequeño abultamiento de mi próstata. Comencé a subir y bajar y al rato empecé a sentir una sensación muy placentera, mientras veía como mi pene se prolongaba al ser empujado por el suyo desde dentro. Después de un rato comencé a eyacular y las contracciones de mi ano comenzaron a apretar su pene como si fuera una mano al ordeñando una ubre, él lo notó y comenzó a gemir de satisfacción. Lo que comenzó como un encuentro casual en un bar, terminó en una relación íntima en la que abundaron la saliva, los gemidos, las caricias y sobre todo, los chorros de semen. Al final, dormimos un poco más y nos despedimos al amanecer.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!