Explícito: Tu erección en mi boca
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ElMarques.
Parte 1
Veo hacia la ventana, el reflejo azul de la luna, se filtra por la tela de la cortina. Quizás llevo rato acostado, pero aun, el sueño no me ha tocado y ahí es cuando, no debo hacer lo que hago.
Le doy la espalda y estoy en posición de cuchara, arropado con mi frazada, para no sentir como mis pies se están congelando. Estiro la mano hacia atrás de mí, ahí está acostado; pesadamente dormido, o eso creo o me engaño de creer aquello.
Empiezo a tocar, y parece que me conozco el camino, porque de una he llegado a donde quiero ir; a la entrepierna de mi hermano que no es mi hermano. Toco con suavidad, y el frio que siento, no siente él. Esta descubierto y con un suave short, pero otras noche, suerte he tenido que solo en interior él ha dormido.
Esta suave, como trozo de carne aguada, es gorda y cuando crece, es enorme y gruesa. Ahora mismo, la verga del el, reposa, pero cuando la toco mucho; se endurece y de lado, como un palo se pone, tiesa y brincando.
Me gusta sentirla aguada, y cuando crece, mi corazón late tan fuerte, que tiemblo y debo esperar para poder seguir continuando. Me deleito tocando, una vez que la tiene afuera, masajeo su verga y el olor que desprende en mis dedos se queda; huelo y ahí mi apetito enloquece.
Bajo como una culebra, sutil y silenciosa. Mi cabeza ha quedado a la altura de la cintura, y sin pensarlo en mi boca su erección entra; explotando en sabor y olor, me atraganto y mis labios sienten los pelos del pubis. Ahí me quedo totalmente, con la verga en mi boca y huelo el olor que le brota de los pelos, aspiro y con lágrimas en los ojos, retiro de mi boca su empalmada erección.
Me gusta sentir la textura de su piel, y cuando llego a las bolas, aunque me quedo con ganas de más, al chuparlas él se retuerce y temo que despierte. Aun así, mi nariz olfatea y me embriago de su olor. Chupo el tronco y voy lamiendo como paleta de helado, en el glande, mi lengua busca la rajita, le saboreo y luego toda en mi garganta, su herramienta me la trago. Unas cuantas veces repito lo mismo, y en mi boca el, está acabando.
II
Cuando amanece, lo problemas empiezan. Siempre se levanta temprano, y ya en el corral está trabajando. Estoy en la cama pensado, preguntándome como toda las veces; si el habrá dado cuenta.
El valor no es, el que hace levantarme rápido, sino cuando el grita mi nombre, es porque ya debo estar levantado. Lo oí gritar mi nombre, está en el patio y el enojo que siento en su tono de voz, me caga totalmente.
III
Veníamos mi hermana y yo, de otro pueblo. La muerte no ha dejado huérfanos. Y a casa de la abuela nos han mandado. Cuando llegamos, vi por primera vez, el que supuesto era hermano de nosotros, pero mi abuela en una oportunidad me conto que él era hijo de otro hombre y no de mi padre.
Nuestro padre, tampoco ve de nosotros. Los abuelos se han encargado; primero de Héctor, el mayor, y luego de nosotros dos, Martha y yo.
Al llegar, era el, el mandón y al otro día, ya en la casa obligaciones teníamos que hacer. En varia oportunidades, supe por las malas, lo que era desobedecer o no cumplir bien con el trabajo que nos dejaba por hacer.
Una vez, empezando la mañana, me ha caído a golpes. Las gallinas amanecieron fuera del corral, aquello le enfureció y una paliza me había ganado; se suponía que debía haber cerrado el corral cuando él me ha mandado. Y luego otras más vinieron, cuando empecé a tocarlo por las noches, y había mañana que por otras razones me pegaba, a veces pensaba que la verdad me pegaba, porque sabía que yo le tocaba.
IV
Vuelve a gritar; – ¡Alex! ¡Alex! –. Iba tan pálido, que al salir, mi abuela me aconsejo que no fuera al baño, sino directo al patio donde estaba el. Al llegar me tiro la escoba y luego el rastrillo; no dijo más, ya sabía cuál era el deber.
A la tarde, reposaba el almuerzo en solar, más allá del corral. Estaba tranquilo, al saber que Héctor no estaba en casa.
Al rato, me baje de la mata de mago, y de ahí me fui a donde pasa la quebrada. El sol estaba fuerte, y el monte seco a punto de coger candela; entre ellos caminaba y cuando he llegado a la quebrada, estaba por encima de ella, y al mirar hacia abajo, ahí la encontraba. No esperaba ver aquello…
Era un chico, tal vez un tanto menor que yo, de unos treces años, estaba ahí el con el short abajo, dando la espalda y apoyando las manos a la pared de tierra. Detrás del chico, estaba lito, un hombre adulto, fue soldado y también es un amigo de mi hermano.
El hombre es de piel quemada por el sol, moreno y rojo a la vez, de pelo rapado y cara larga, con las cejas pobladas y nariz también larga. Detrás del chico, con los dedos largos le abría las nalgas; y mirando a los lados, metía el dedo y luego miraba el ano. Escupió su mano y le unto en el culo, se levantó y dejo ver su mandraca; peluda, larga y parejamente gruesa.
El chico empino el culo hacia afuera, lito se ubicó detrás, y guiando la verga, le apunto el glande y le clavo profundamente. Pareció no dolerle, pero al verle la cara al chico, estaba pujando hasta ponerse rojo y el quejido de haberse lamentado, en instante fue cayado por la mano de lito que lo tapaba.
El hombre era muy alto para él, el chico quedaba levantado y toda la verga se había tragado. Lito se movía suave, y a la oreja le susurraba. Veía yo, como las nalgas del hombre se contraían en cada clavada que le daba, las bolas le colgaban y ambos se quejaban, más el chico que el hombre, que tanto aguantaba.
Cuando vi, que expulsaba el semen el chico, sabía muy que estaba acabando. Ahora sabía que el chico si disfrutaba aquello, y el hombre gimiendo como una bestia en celo, se movía rápido y quedó prensado, cuando al culo del muchacho, de leche le llenaba. Las nalgas le quedaron duras, y como el resto del cuerpo, lito apoyando la barbilla en la espalda del chico, hasta terminar de correrse, le dejo caer al suelo, saliendo aquella herramienta, aun gruesa pero ya muerta…
Recordar cómo había quedado el culo del chico y como es la verga de lito, me calentaba y una paja me hacía, si tenía la oportunidad. Me preguntaba, si alguna vez me podía meter, la pija de Héctor, pero aun en las noches, eso me parecía una osadía.
Parte 2
En el verano del 92, las ferias se acercaban y era una emoción tan grande, que a pesar de los maltratos y las necesidades, Martha y yo, solo de eso hablábamos.
La noche de apertura llego, todo el pueblo estaba en las calles, y la feria espectáculos y ventas de cohetes había por doquier. Antes de salir, ese día habíamos cumplido con un montón de tareas, y Martha diciéndome; –Alex, esta noche nos ponemos, la ropa vieja que tenemos guardada –. Era un alivio contar con ella, sabía que la ha remendado.
La abuela cuidaba del abuelo, que está más viejo que ella. Y tanto había malcriado a Héctor, que ahora ella también le teme y hace caso. Héctor no es hijo de mi padre, cuando se acostó con una mujer de ahí mismo el pueblo, está ya estaba embarazada, y para no ser criticada y señalada, dijo que este crio era de Juan Alberto, el padre de nosotros, pero más que ocultar la verdad, la intención de la mujer, era poder casarse con nuestro padre y, al no lograrlo esta, en el pozo del rio, ahogada la encontraron.
Luego vinos nuestra madre, y con ella nos engendró a Martha y mi persona. La abuela crio a Héctor, a pesar de la negación de mi padre, ella no le hizo caso. Cuando mi padre se hartó de mi madre, ella entro en depresión, y luego cogió el paludismo y luego falleció.
Ahora estamos aquí, en la feria, con trapos viejos, pero limpios sin dar ascos. Al finalizar la noche, la parrandas quedaban en algunas posadas, o si no, en alguna casa.
II
El abuelo dormía en una cama individual y con la abuela con Martha dormía. Esa noche, solo estaba en la habitación, de nuevo mirando a la ventana y pensado. Han pasado varias noches, y a Héctor no he tocado, pero la primera vez que lo toque, fue una noche, después de llegar borracho, por ello, me mantuve despierto, estaba que ardía y quería esperarlo…
Al despertar, creí que ya había amanecido, pero supe que aún faltaba. Me dio miedo, todo lo vi negro y al volver a mirar, a mi lado Héctor roncaba, y el olor de borracho bañaba. Cuando fui a poner un pie en suelo, para ir al baño; inmediato subí, y alguien en el piso dormía.
Me acosté a lo largo, estaba en la horilla de la cama, y espere que mi vista se adaptara, y así fui viendo de quien se trataba. ¡Es Lito!
El corazón, se me iba reventar, temblé de frio y caliente estaba, las ganas de orinar se me fueron y parecía que mi entrepierna dormida estaba.
Ahogue un grito y mi cuerpo quedo inerte, pasmado y asustado. La mano de lito me está tocando la pierna y sube y se mete por debajo del short que llevo puesto; llega a mi ropa interior, y hace presión para quedar yo, boca abajo.
No sabía cómo responder aquello, pero cuando lo hizo con fuerza, me he movido y boca abajo he quedado, al buscar lito, con sus dedos, a mi culo; como reflejo lo he empinado, el toco la entrada y dedeo hasta enterrarlo. Me dolió y aun así mi verga estaba dura. Luego bajo mi short y mis nalgas quedaron descubiertas, el las apretó y luego me tomo del brazo, como seña para que bajar a la colchoneta donde dormía él…
Me pareció que el cinturón de lito, hizo demasiado ruido, pero al tener tan cerca esa verga en mis labios, como glotón por un dulce, emboqué y me trague todo ese mástil templado. Lito me cogió por la cabeza, haciendo presión hasta provocarme arcadas, y haciendo cada vez su pubis tocara mi cara.
Lamia tan delicioso, que la bolas, me dejo chupar, los pelos se quedaba en mi boca, los sacaba y de nuevo su herramienta me atascaba. Chupe el frenillo y con el olor me excitaba, lito buscando tocar mi culo, se cansó, me saco su verga de mi boca y me subió hasta quedar mi cara en la almohada.
Abría tanto mis nalgas, que sentía que me ardía. Escupió y dejo ir el dedo índice en mi interior, saco y entro y luego encima de mí, quedo. Lito es un hombre delgado, alto y un tanto corpulento, pesaba sobre mí. Abrió mis piernas con las de él, y toda su verga en mi raja quedo. Volvió a escupir y tapando mi boca me la dejo ir…
III
Quizás fue unos de los dolores más fuertes que he sentido. Mordí su mano y sollocé cuando me estaba enterrando su viril miembro. Afinco la barbilla en mi espalda y siseando a mi oído, me fue calmando hasta dejar chocando sus bolas en mi ano.
Pensé, lo busque y ahora me lo aguanto. Lito se prenso, y luego dejo caer su cuerpo, me clavo, y comenzó a moverse lento, agito el movimiento de cadera, y el grosor de su entrepierna, mi ano como anillo al dedo, lo apretaba y el me llenaba.
Se movió y me cogió el culo como un animal, sin compasión me dejo entrar cada centímetro de su verga, y al finalizar; completamente, me ha llenado el culo der semen, al acabar, babeo mi espalda, y el sudor de él, se unto con el mío. Salió su machete, como una serpiente muerta, baboso me dejo el culo y el olor de ello en el ambiente se sentía. El culo me ardía y parecía no querer cerrarse.
Me ha entregado, tanto el short y la ropa interior, me los pongo y él se pone de pie. Camina y sale de la habitación, cuando estoy viendo salir; Héctor se ha levantado y más atrás de lito, ha salido también de la habitación.
IV
Los gallos canta y el sol ha salido. No he dormido casi nada, después de haber salido de la habitación; lito y Héctor, ambos no regresaron. Cuando me pico la curiosidad, me levante de la cama y fui a ver qué pasaba, lito no estaba, y Héctor en la sala, con la tv encendida, muy serio la miraba…
Todo el dio estuvo muy serio. Esperaba los golpes que me fuera a dar, y quedar al descubierto con todo esto que ha pasado. Pero no fue así; como de costumbre gritándonos por los que hacerles, pero de ahí más nada.
Al llegar la noche, me acostado de primero y dormido me he quedado…
El peso me traía recuerdo y pensé que estaba soñando. Héctor sobre mi estaba, desnudo y a su merced, trataba de meter su glande en mi entrada, luego me dijo al oído; –si guebo querías… guebo te voy a dar yo–.
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