Explorando, explorando el culo voy dando.
Un chico que poco a poco va descubriendo en secreto las delicias del sexo anal, comienza a compartirlo con sus compañeros..
Explorando, explorando el culo voy dando.
Cuando comencé a masturbarme, al principio lo hacía, mientras veía una que otra página porno en el ordenador.
Pero un día encontré en el baño de casa, unos pantis, no sé si eran de una de mis hermanas, o de alguna de sus amigas que se la pasaban en casa.
La cosa es que las agarré, y tras olerlas profundamente, envolví mi miembro con su suave tela, y comencé a masturbarme.
Eso me gustó tanto, que hasta dejé de usar el ordenador, ya que rebuscaba entre la ropa sucia, y tras conseguir algunas prendas íntimas ya fueran de mis hermanas, o sus amigas, me masturbaba.
Pero un día por curiosidad, en lugar de ponerme a masturbarme como de costumbre, me dio curiosidad por ver que se sentía el hacerlo con una de esas prendas puestas.
Así que aproveché que estaba solo en casa, y no tan solo me puse una de las bragas usadas, sino que también me puse un sostén que, aunque me quedaba algo holgado, por la falta de tetas, en parte quedaba bien sujeto a mi plano pecho.
Ya una vez que me los puse, comencé a masturbarme mientras me veía en el espejo, viendo y tocando mis propias nalgas, las que al tiempo que me masturbaba, me las agarraba y acariciaba intensamente, hasta que lograba venirme.
Para mí fue tan emocionante, que continué haciéndolo cada vez que podía, y se me presentaba la oportunidad de estar solo en casa.
Poco a poco sin que ninguna de mis hermanas se diera cuenta, yo comencé a ir reuniendo alguna que otro panti, sostén, y hasta pantimedias, las que escondía para luego ponérmelas, para así masturbarme.
Pero no conforme con eso, un día mientras miraba mis nalgas en el espejo, las comencé acariciar, y así lo seguí haciendo, hasta que, al poco tiempo, mientras me masturbaba, yo mismo comencé a ir introduciendo uno de mis dedos, dentro de mi culo.
De meterme un dedo, pasé a dos, y luego a tres. Hasta que un día se me ocurrió introducirme un envase de plástico, más o menos del mismo tamaño que mi pene, por el culo, al mismo tiempo que seguía haciéndome la paja.
Eso me gustó tanto, que lo seguí haciendo, ya llevaba algunas semanas, poniéndome los pantis y el sostén, haciéndome la paja, al mismo tiempo que penetraba mi culo, con aquel envase.
Que cuando no lo estaba haciendo, me ponía a pensar, en que se sentiría el tener una verdadera verga metida en el culo.
La cosa es que, yo no le hablaba a nadie de mi secreto, pero al poco tiempo fui a casa de uno de mis amigos, y cuando él prendió su ordenador para jugar, lo primero que apareció fue la foto de una mujer completamente desnuda, y con sus piernas bien abiertas, tirada sobre una cama.
Yo enseguida supe que la usaba para masturbarse, aunque al principio me lo negó, cosa que dejó de hacer, cuando le dije que yo también hacía lo mismo.
Y bien, como una cosa lleva a la otra, en lugar de ponernos a jugar, le propuse que nos hiciéramos la paja.
Lo que él aceptó de muy buena gana, al principio él, y yo únicamente sacábamos nuestros miembros, por la cremallera del pantalón, y nos hacíamos la paja, mientras veíamos la pantalla del monitor.
Pero al poco tiempo, yo que no dejaba de ver su miembro, mientras me masturbaba, que era más o menos como el mío.
Así que una tarde, me bajé los pantalones, y el interior, mostrando mis nalgas, con la excusa de que así me sentía mucho más cómodo.
Mi amigo no me dijo nada, pero si me di cuenta de que, en lugar de ver la pantalla de su monitor, se quedaba viendo mis nalgas, mientras se seguía haciendo la paja.
Por lo que yo esperando que él me dijera algo, me ponía a menos de un paso, de espaldas a él, al mismo tiempo, que descaradamente veía como él se masturbaba.
Así que una tarde que los dos estábamos solos en su casa, cuando me dijo, que, si lo dejaba agarrar mis nalgas, mientras se hacía la paja.
De inmediato le dije que sí, el sentir una de sus manos acariciándome las nalgas, me gustó tanto, que hasta dejé que esa tarde me introdujera uno de sus dedos, dentro de mi caliente culo.
La siguiente vez que fui a su casa, lo hice con unas bragas de mi colección puestas, y al momento en que me bajé los pantalones, y el las vio, se dedicó acariciarlas, para luego preguntarme si lo dejaba, que me lo metiera.
Desde luego que le dije que sí, pero siempre y cuando, me prometiera que no se lo diría a ninguno de nuestros amigos.
Yo un poco más temprano en casa, había estado metiéndome varias veces por mi culo, un envase de plástico lleno de agua.
Por lo que cuando él me comenzó a presionar la cabeza de su verga, contra el hueco de mi culo, la verdad es que no me dolió nada, yo apenas sentí que tenía toda su verga dentro de mí, comencé a menear mis nalgas, mientras que él no paraba de meter, y sacar toda su verga, de mi culo.
Hasta que después de un rato, se vino dentro de mí, yo por mi parte a medida que él me daba por el culo, comencé a masturbarme, y lo disfruté tanto, que hasta le pedí que lo repitiéramos, solo que su miembro se encontraba completamente desinflado, y no se le paraba.
En esos momentos se me ocurrió, decirle que me acompañase al baño, y yo mismo le lavé con mucho jabón, y agua caliente su caído miembro.
Lo que hizo que nuevamente se le comenzara a poner algo duro, pero no lo suficiente, como para penetrarme nuevamente por el culo.
Ya estaba a punto de darme por vencido, cuando me acordé haber visto, en el ordenador, como una tipa le mamaba su verga a un tipo.
Yo que en eso momentos estaba completamente desnudo, me volví a poner los pantis, y le pedí a mi amigo que se recostase boca arriba sobre su cama.
Y apenas lo hizo, acerqué mi boca a su verga, y con mi lengua, comencé a lamer, tal como si fuera un helado.
Eso hizo que comenzara nuevamente, a ponerse algo dura su verga, al ver eso, dejé de lamer su verga, y con toda mi boca me dediqué a chupársela, mientras que él comenzó nuevamente acariciar mis nalgas.
Al poco rato, cuando la sentí bien dura toda su verga, apenas la saqué de mi boca, él gustosamente me volvió a penetrar.
Y nuevamente yo volví a disfrutar, de que mi amigo me diera por el culo, desde ese día, eso se fue volviendo una rutina diaria entre nosotros dos.
Yo hasta me ponía, no tan solo los pantis, sino también sostén, y en ocasiones hasta algún vestido de mis hermanas, cosa que a mi amigo le encantaba que yo hiciera.
Pero cuando llegaron las vacaciones de verano, su familia se lo llevó de viaje, por lo que yo me quedé solo, y con unas tremendas ganas, de que me siguieran dando por el culo.
Por lo que apenas pude, comencé a visitar a otro amigo mío, pero como él no tenía ordenador, lo invité a mi casa.
Y al ver todas aquellas fotos de mujeres desnudas, mostrando sus abiertos coños, mi otro amigo, casi de inmediato comenzó a masturbarse, pero en las siguientes visitas que me hizo, le aposté que mi verga era más grande que la de él, cosa que yo sabía que no era cierta.
Y le propuse que las midiéramos, y el que la tuviera más pequeña, le haría la paja, al que la tuviera más grande.
Y así comencé de nuevo, primero haciéndole la paja, para luego en otra apuesta tonta perder, y ponerme a mamar su miembro.
Y finalmente hice otra apuesta, solo que el que perdía debía ponerse unos pantis y dejase tocar las nalgas.
Y como habrán adivinado, yo perdí, así que, tras ponerme los pantis, lo dejé que me agarrase las nalgas, momento en que él aprovecho, y mientras que yo me dejaba acariciar las nalgas, él me bajó rápidamente los pantis, de inmediato, y a la fuerza comenzó a darme por el culo.
Cosa que yo disfruté tanto, que hasta le confesé, lo mucho que me había gustado, pero no conforme con haberme dado por el culo, me pidió que le mamase su verga, lo que hice de inmediato.
Pero a diferencia de mi otro amigo, este no fue para nada discreto, y se lo contó al resto del grupo, a los pocos días, ya la mayoría de ellos, se la pasaban pidiéndome que les diera el culo, a lo que yo finalmente aceptaba, y en la mayoría de las veces, hasta me ponía algún vestido, junto con los pantis y un pequeño sostén que me quedaba bien, porque era de copa pequeña.
Con el tiempo, yo seguí explorando, con otros chicos y hombres mayores que yo, pero al mismo tiempo, seguí usando de manera más seguida ropa femenina.
Por lo menos hasta que fui a la universidad, que ya para esos momentos me vestía abiertamente de chica, la mayor parte del tiempo.
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