Fantasia Muy Real
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hace diez años sostengo una relación con mi actual pareja; nos entendemos perfectamente, en la vida, en el amor y en la cama ó en cualquier parte.
Desde esos mismos diez años conozco a todos sus varoniles sobrinos con los que en un principio me celó, no me preocupaban en lo absoluto, ni siquiera los dos que destaco especialmente y que me hacen masturbarme cuando pienso en ellos alguna vez. Son dos hermanos, a los que supero en edad, el Mayor es Leonardo y el menor Fausto.
Los vi crecer y formarse como hombres pero no se inmiscuían en mis pensamientos hasta que un día en una fiesta privada donde se termina por disfrutar de los placeres de la carne, inducidos de seguro por efectos del licor; Estos dos jóvenes se turnaban para castigar a una mujer con sus sexos sedientos por experimentar las lujurias humanas.
Mientras en la misma habitación y con toda confianza, una confianza que yo también permitía; Lorenzo mi pareja, aprovechaba su virilidad para azotarme con su enorme tranca color ébano, igual que el tono de piel que lo caracteriza ante todos mis conocidos; bobeando hasta en lo más profundo de mí. Yo, mientras soportaba los tallones de mis rodillas y de mis manos contra el tapete que cubre la habitación; observaba como hacia el otro extremo de la misma; el fuego, envolvía a dos demonios de cuerpos, con formas un poco grotescas por estar en proceso de crecimiento, a pesar de ser mayores de edad, aunque con caderas muy bien definidas.
Pieles morenas, brazos gruesos y por la abertura de las piernas se notan dos pares de bolsas enormes agitándose una y otra vez, al compas de la penetración que sostenían en los dos orificios que una mujer hacia explotar como volcanes pirocrásticos. Los gemidos de las tres siluetas se esparcían en todo el espacio y muy sollozo, también, se escuchaba el golpe continuo de las pieles como un martilleo incesante que me hacía erizar de punta a punta.
Todo ese cuadro ante mí, se convirtió en deseo y luego sobrevino una fuerte necesidad de que Lorenzo continuara sin parar, tal vez hasta el fin del mundo. Pero ya él había descargado toda su energía encima de mi espalda, sentía un arroyuelo cálido que corría hasta caer al suelo en fuertes goteras. Luego el cuerpo sudoroso de mi pareja sobre mí, buscaba rebajar el nivel de respiración que sostenía, aplastándome contra el piso. Tenía entendido que también necesitaba lograr el éxtasis al que él había llegado. Se hace a un lado y voltea mi cuerpo de espaldas. De inmediato conecta su boca a mi poya para lamerla una y otra vez supliendo las ganas que me asediaban con la escena que presenciaba enfrente.
Los dos jóvenes como si se hubieran puesto de acuerdo, crujieron sus gargantas como Leones; habían llegado al momento pleno de su satisfacción derramando sobre la mujer toda aquella leche caliente que les salía de sus porros aun erguidos y ardientes, segundos después a mí me ocurría lo mismo. Cerré los ojos para disimular no quería burlarme de Lorenzo, solo darle a entender que todo mi estremecimiento era obra suya, aunque la realidad fuese otra.
Soñé por un instante, deseando ser aquella mujer desnuda, sentada en un sillón, adolorida, pero dueña de un placer inimaginable. A partir de ese instante Leonardo y Fausto, no salían de mi cabeza, no podía verlos con otros ojos que no fueran de deseo.
Visitar la casa de los sobrinos se convertía en una fiesta para mí ser, que alimentaría mi antojo con la presencia de los dos. Cada cosa de ellos me gustaba; la mugre y el sudor del día, cuando aun no se bañaban, y el perfume de hombre una vez arreglados. Cada vez que cruzaba palabra con ellos, mi mente me transformaba en aquella mujer maullando como gata en celo, mientras dos estacas la perjudicaban con gusto dentro de sí. Hasta esas morbosidades con que se expresan cuando hablan de hembras, me excitaba.
Pero eran solo sueños. Fisionómicamente soy igual a ellos, que solo piensan en pechos grandes, piernas gruesas, caderas redondas y vulvas ardientes. Una vez me despedía, la fantasía se esfumaba como una pompa de jabón en el aire.
Hasta que sucedió lo increíble, en un día de Junio; Lorenzo y yo discutimos por una infidelidad que cometió con su mejor amigo. Y como me aferre a no creerle su negativa; decidió terminarme. Para no ofender a mi orgullo di media vuelta y me marché. Eran las cinco treinta de la tarde, me dediqué a caminar tratando de disipar mi pena, aunque en el fondo eso era mentira, en el fondo solo vivo para proporcionarme placer y los sentimientos poco o nada me importan.
Caminaba por las calles con el afán de encontrar peligro. Un peligro donde esté amenazado por alguien que quiera violarme, maltratarme con una enorme verga, metérmela dentro de la boca hasta ahogarme, asfixiarme con ella y luego penetrarme sin temor al dolor. Pero nada de eso halle en mi camino.
Frustrado, opte por beberme una botella de licor. Cuando aquello pasó por mi mente, estaba cerca de la casa de los sobrinos y después de haberla comprado pasé sin pensar en nada; Terminar con Lorenzo significaba terminar con su familia y con todas esas locas fantasías.
Estaban los dos solos en casa “Desprogramados” en aquel fin de semana, vieron pasar la botella conmigo y entonces me llamaron, no tuve objeción a la idea de los dos; beber a costo mío. Pronto nos sentamos en la sala, mi mente estaba en blanco, no pensaba en nada, ni en ellos, al verlos tan de cerca.
No recuerdo cuanto, pero sé que bebimos demasiado. De lo ocurrido, hasta ahora vengo a recordar algo. Ellos con el fin de que yo guarde silencio me contaron todo lo sucedido.
Según esa maravillosa versión, en medio de los tragos les confesé mi fantasía y lo vieron muy normal, lo que en sano juicio no es posible, es inaudito, pero con tragos son confesiones muy comunes. Tan normal les pareció mi declaración que se dedicaron a practicar los juegos que hacen en intimidad, algo que me sorprendió.
Se bañan juntos pero eso no lo hicieron, solo lo comentaron. Miden el tamaño de sus porras y eso si lo vi; tan grandes, tan hermosas que se deslumbraban mis ojos fogosamente. Se enseñan trucos para follar y allí mi fantasía comenzó a latir al igual que el corazón, pidiendo solamente sexo.
Y luego se empezaron a masturbar, pero no lo permití. Me arrodille en medio de los dos y temeroso se la comencé a chupar a Fausto “El más curioso” permaneció tranquilo y noté que le gustaba. Luego empecé a lamer la de Leonardo y este “Tímidamente” con su mano empujó mi cabeza hasta hundírmela toda, yo tuve que estar cegado para lograr algo así.
Arrodillado me quitaron la ropa, comenzaron a pellizcarme por todas partes, supongo que eran caricias y lo más probable es que esos pellizcos me excitaban totalmente. Dicen que maullaba de placer y eso me hiso recordar a esa mujer sentada en el sillón. Sin tener tiempo a pensarlo Fausto Ya me tenía dominado; paró mi trasero y me introdujo su tronco golpeándome con su pelvis una y otra vez y otra y otra y otra.
Es posible que lo haya sentido como una estaca entrando en la tierra y sus enormes bolsas, ovaladas y peludas; chocando sin parar sobre los glúteos. Fausto debió haberme violado descaradamente, mientras yo me devoraba el palo de Leonardo como si fuera un helado al que no se le puede dar espera para derretirse.
Me dicen que Leonardo perdió el temor a su masculinidad, pensó por dos veces seguidas y luego se decidió, tomo el lugar de Fausto y me bombeo con su poya, agitando mi cuerpo. Penetraba, penetraba y penetraba sin medirse pues la tiene más grande y el doble de gruesa que la de su hermano, quien en ese momento ayudado por su mano derecha descargó toda su leche sobre mi cara e instantes después Leonardo lo sacó de atrás y descargó al exagerar casi un litro de su miel dentro de mi boca. Luego siguieron pellizcándome y entre los dos se encargaron de sacudir mi verga con la mano; primero uno y luego el otro hasta que yo también los bañé. Luego dicen que Salí corriendo sin despedirme.
Lo único que recuerdo es que desperté sintiendo mi cuerpo liviano y con esa sensación de éxtasis que siempre queda después de un follón y eso es lo que le da crédito a aquel testimonio.
Les pedí que lo intentáramos de nuevo, para revivir aquello en sano juicio pero solo permitieron que sintiera por encima de sus pantalones, esos instrumentos viriles como sello a la realidad que han contado. Yo solo me dedique a olérselos adivinándolos por detrás de las cremalleras; lo tenían rígido y duro como una roca, casi a punto de reventar se sentía un agradable aroma característico en todos los porros que conozco: Mezcla de sexo, semen y naturaleza después de salir del baño. Me excité tanto que por vergüenza con su masculinidad de sus vidas, me hice a un lado y ahogar las ganas en una taza de café que me habían servido.
Tiempo después, mi relación con Lorenzo se arregló; ese, para la reconciliación me dio una de las montadas más increíbles que me ha dado, aunque trascendía mentalmente con las historias de sus sobrinos en el momento en el que su palo cubierto de oscuridad, perforaba mi cuerpo abierto de par en par.
Lo que hiso el licor para bien, porque logré un sueño “realidad” y para mal porque esa realidad no llega a mi mente.
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