Fiesta con chicos hetero termina en lujuria
Relato de cómo a mis 16 años me vi envuelto en una fiesta llena de hombres heteros musculosos y termino probando el semen de todos ellos gracias al juego de la galleta. (Incluye fetiche de comida y escena de actos sexuales forzados).
Creo que la mejor manera de iniciar esta historia es describirme a mí mismo y dar un poco de contexto. Mi nombre es Christopher y soy de Chile, actualmente tengo 20 años pero esta historia se sitúa cuando yo tenía 16 años. Para ese entonces yo medía poco más de 1.80, pelo negro corto semi ondulado, piel canela, ojos café claro y un cuerpo ligeramente marcado por el deporte (me gustaba mucho jugar básquetbol ya que aprovechaba mi altura, siempre me inscribía en los talleres de mi escuela y en el equipo del mismo, que al ser un simple equipo de escuela no era algo muy profesional pero yo me la pasaba bien), abdomen levemente marcado y brazos y piernas fuertes pero no al punto de ser un fisicoculturista.
En ese entonces yo estaba en mi penúltimo año de escuela, creo que en otros países eso ya es preparatoria, esta historia en específico tomar lugar un fin de semana en el que asistí a una «fiesta» con los chicos del equipo de básquetbol en la casa de uno de ellos, que para que me entiendan más que una fiesta era una simple reunión a tomar alcohol, escuchar música y compartir historias entre nosotros, ninguna chica ni persona externa estaba invitada. Para que tengan un poco más de contexto debo contar que todos en el equipo (y casi que en mi escuela) sabían que yo era gay, y ninguno nunca me dio problemas más allá de las típicas bromas de heteros deportistas, nunca nadie me miró feo o me hicieron sentir rechazado, gracias a esto también es que siempre aprovechaba los momentos en vestuarios para ver sus cuerpos semi desnudos o desnudos disimuladamente, tampoco es que quisiera que se dieran cuenta pues no era mi intención ponerlos incómodo, pero bueno, ustedes entenderán que para ese entonces yo tenía las hormonas alborotadas y siempre llegaba a casa a fantasear con esos cuerpos marcados por el deporte.
Volviendo al núcleo de esta historia, esa noche yo me había vestido muy básico, pantalón negro, camiseta blanca y una chaqueta tipo jeans por encima, honestamente no quise producirme si solo estarían ellos y yo no esperaba que algo fuera a pasar con ellos al ser todos hetero, yo encantado de hacer algo con alguno de esos hombres tan marcados pero sabía que era imposible. Al llegar a la fiesta pasadas las 11 de la noche el ambiente recién estaba calentándose, música a todo volumen, vasos de alcohol sobre la mesa, unos cuantos de ellos fumando fuera de la casa pero poco más, también habían hot dogs en la mesa que la madre del anfitrión nos había dejado, fui directo a saludar y a sentarme en un sofá con mis dos amigos más cercanos en el equipo.
Aquí debo hacer un pequeño paréntesis para describir a mis amigos rápidamente: Alexis, 16 años, piel blanca, ojos café, pelo oscuro, 1.80 aproximadamente, con mi misma complexión física. Camilo, 17 años, piel blanca, ojos café, pelo rubio, con facciones muy masculinas, 1.85, musculoso y marcado, el típico que tiene a muchas chicas detrás de él y muchos seguidores en instagram, pero que en personalidad era muy agradable y para nada con un ego subido. Ricardo, 17 años, piel morena oscura, ojos café, pelo muy corto rapado, 1.85, marcado pero sin ser espectacular como Camilo, pero con unas piernas realmente increíbles.
Estuve hablando con ellos, estuvimos tomando alcohol, comiendo hot dogs, y compartiendo historias, debo admitir que yo sentía cierta atracción por Alexis en ese entonces pero yo nunca traté de demostrarlo, al contrario. Algunos chicos se fueron uniendo a nosotros a hablar y a tomar y terminamos los 8 de aquella fiesta haciendo un círculo de sillas y sofás. Luego de una hora aproximadamente nos aburrimos un poco de solo hablar y Ricardo sugirió que para alegrar la fiesta jugáramos a algo. Iniciamos con un típico nunca nunca (un juego en el que se hacen afirmaciones y tú debes tomar un sorbo de alcohol si has hecho lo que se dice o no, por ejemplo alguien dice «nunca nunca he besado a alguien» y si tú lo has hecho tomas un sorbo de tu vaso) y como no podía ser de otra manera los temas sexuales salieron a la luz. Comenzaron los «yo nunca he recibido una mamada», «yo nunca nunca he tocado unas tetas» y así durante unos treinta minutos. El ambiente empezó a subir de tono y de una manera totalmente inesperada uno de ellos sugirió algo que yo no creía que uno de ellos sugeriría.
Luis (16-17 años, no sabría decir con exactitud, 1.80, complexión promedio pero marcado, pelo rubio, ojos verde) nos contó cómo había leído en internet que en otros países los hombres jugaban al juego de la galleta, que para quienes no sepan es un juego en el que los hombres deben masturbarse y eyacular en una galleta y el último en hacerlo debe comerla junto con el semen del resto. Dijo que el ambiente era ideal porque ya todos tenían un calentón encima, que sería divertido y que no saldría de nosotros, que no lo contaríamos al resto. En un inicio hubo un silencio y parecía que todos iban a desistir hasta que Ricardo, que ya tenía unas copas de más en el cuerpo, aceptó jugar y nos animó a hacerlo, diciendo que él ya no aguantaba más y necesitaba vaciar sus huevos como fuera, que no fuéramos unos cobardes y que jugáramos. Finalmente y luego de unos veinte minutos de discusiones y convencimientos aceptaron todos, en un momento uno de ellos mencionó un poco en broma que era injusto que estuviera yo porque probablemente me iba a dejar perder, pero yo les dije también en broma que no lo haría y que me excitaría más verlos a ellos perder y comer semen que hacerlo yo (lo cual era en parte verdad y parte mentira, pues la idea de comer el semen de siete sementales me mataba).
Como no encontramos una galleta decidimos hacerlo con un hot dog, lo pusimos sobre un plato, luego hicimos un círculo alrededor, en un inicio parecía que todos estaban cagados y no lo harían, hasta que Luis dijo que a la cuenta de tres iniciáramos, que más vale que nos sacáramos el pene afuera si no queríamos comer el semen del resto, inició la cuenta y a la de tres todos comenzaron a masturbarse. Fue una escena que nunca voy a olvidar, siete hombres con complexiones superiores al promedio machacándosela, vi penes de entre unos 12 y 18 cms siendo masturbados por sus dueños, uno de ellos se sacó la camiseta diciendo que le incomodaba y que de esa forma se masturbaba mejor. Pasado poco más de un minuto Ricardo se acercó con su pene de unos 16 cms y se corrió encima del hot dog, algunos se pararon a verlo y dijo «yo se los dije, necesitaba vaciarme pronto». Yo seguía masturbándome y la situación me tenía loquísimo, no paraba de ver esos penes y esos glandes preciosos que yo ya había visto antes en vestuarios, mi atención estaba puesta sobre todo en el pene de Luis que era el más grande y bello de todos, con un glande rosado, 18 cms y muy grueso, realmente se me antojó y ni siquiera traté de disimularlo. Luego de unos pocos segundos otro de los chicos se corrió sobre el hot dog con un miembro de unos 14 cms soltando una carga realmente enorme y gruesa, esa sola escena de verlo eyacular me excitó aún más.
El siguiente en eyacular fue Alexis con unos 14 cms también y un semen muy líquido que empapó aún más la salchicha y parte del plato. Luego otro de los chicos eyaculó y decidió apuntar al pan que estaba un poco más seco dejándolo muy mojado. Solo quedábamos 4 masturbándonos a todo dar, Luis, Camilo, yo y otro chico. Como se imaginarán yo tenía una excitación enorme pero evitaba eyacular pues una parte de mí quería comer ese hot dog lleno de semen de chicos hetero musculoso, aunque otra parte creía que sería muy obvio y creía que era mejor eyacular pronto.
Finalmente Luis fue a correrse unos pocos segundos después y justo cuando tenía su hermoso miembro corriéndose sobre el hot dog el otro chico que quedaba fue a eyacular junto a él y una pequeña carga le cayó en la mano a Luis, generando una inmediata reacción de asco y las risas del resto, Luis se molestó y fue al baño rápidamente a lavarse la mano, pero esa escena de ver a Luis con el semen de otro hombre en la mano fue mi debilidad y no aguanté más, así que acerqué mi pene de unos 15cms al hot dog y terminé de empaparlo. El único que quedaba era Camilo quien dejó de masturbarse al darse cuenta de la situación, vi su cara de miedo y trató de huir pero Ricardo y dos chicos más fueron más rápidos y lo agarraron.
«Suéltenme, no voy a hacerlo, están locos», gritó aún con su miembro afuera. «Vamos, tú aceptaste jugar, no vengas con cosas», dijo Ricardo, a quien parecía hacerle gracia la situación incluso si era a su amigo a quien le hablaba. «Jamás, no lo haré, suéltenme, me voy», dijo Camilo. Luis, quien salía del baño tuvo una idea realmente diabólica «si no lo hará voluntariamente, lo obligaremos a hacerlo», y le pidió a los chicos que lo acercaran al hot dog a pesar de los intentos de Camilo de zafarse. «Pero aún no ha eyaculado», recordó uno de los chicos. «Tengo una idea, tú, ven, mastúrbalo y haz que eyacule», me dijo otro de los chicos. La idea me tomó por sorpresa y no estaba dispuesto a hacerlo, sin embargo Alexis se acercó a mí y me dijo «vamos, esta puede ser tu oportunidad de tocarle el pene a uno de los chicos más populares, otras se morirían por estar en tu lugar, nadie de aquí contará lo que sucedió», en un inicio no creía que fuera Alexis quien me lo pidiera pero con todo el calentón que tenía de la situación terminé cediendo, tenía razón, era mi oportunidad de tocarle el pene a uno de los chicos más guapos que conocía. «No lo hagas», trató de decir casi a punto de llorar, pero le taparon la boca rápidamente.
Si bien ahora mirando atrás creo que estuvo mal hacerlo, en el momento, el calentón y la excitación fueron mayor y terminé por hacerlo con gusto. Me acerqué a él, me arrodillé y tomé su hermoso pene de unos 16 cms, glande rosado y unos cuantos vellos en sus testículos. Comencé a mover mi mano arriba a abajo y vi como se empezaba a erectar. Seguí masturbándolo y en un impulso me llevé su pene a la boca, era la primera vez que lo hacía y tenía un gusto un poco salado, probablemente por el líquido pre seminal. Escuché unos cuantos suspiros de sorpresa pero no me importaba. Seguí lamiendo un poco y noté que Camilo gemía debajo de las manos que no lo dejaban hablar y sabía que pronto llegaría al límite. Me saqué el pene de la boca y seguí masturbando su suave pene y tocando sus testículos con mi otra mano. Noté que su cuerpo empezaba a tensarse y acerqué su pene al hot dog, luego de unos segundos vi como soltaba una de las cargas más grandes que he visto hasta el día de hoy, un semen realmente grueso y unos ocho chorros contados.
Noté que alguien me corría la mano y la cabeza y me hizo alejarme, era otro de los chicos, quien aparentemente había ido por su segunda ronda de masturbación y siguió empapando aún más ese hot dog (el cual para ese entonces ya estaba totalmente lleno de semen escurriéndose en el plato). Dejaron a Camilo hablar y este trató de respirar, lo primero que dijo fue «no, por favor, no me hagan hacerlo», sin embargo Luis le iba a acercar el hot dog a la boca y Camilo, quien aun estaba siendo afirmado por tres chicos dijo «Christopher, el maricón aquí eres tú, cómetelo por mí, te lo suplico». Si bien el que me dijeran maricón me molestó un poco tenía mucha razón, todos me miraron (yo aun seguía arrodillado) y uno de ellos dijo «¿Qué dices? ¿Aceptas?», en un inicio me negué diciendo que yo no había perdido, la verdad no quería que me vieran como un gay desesperado (lo cual era irónico luego de haberle chupado el pene a mi amigo contra su voluntad frente a todos). Al ver que yo me negué siguieron con el plan original pero Camilo dijo «aunque sea la mitad, te lo ruego», me volvieron a mirar y aunque creía que me verían feo la excitación era realmente mucha para mí y acepté, no me importaba que me fueran a ver mal el resto del año si era el precio a pagar probar el semen de tantos hombres guapos.
Luis fue a la cocina a por un cuchillo y un plato y me los pasó, me dijo que fuera yo quien tomara mi parte porque él no deseaba tocar otra vez el semen de otros hombres. Corté el hot dog en dos y puse la mitad en un plato, parte de el semen se escurrió en la mesa pero no importaba, yo solo quería probar ese manjar rápido. Sentaron a Camilo en un sofá y lo dejaron «libre» (dos chicos seguían detrás de él por si decidía pararse y escapar), le pasé el plato con la mitad que parecía tener menos semen y me senté a su lado, primero quería que él comiera para yo hacerlo. Luego de unos minutos de pensarlo él tomó la mitad y se lo acercó a su boca, cerró los ojos y le dio un mordisco a ese hot dog lleno de semen, su cuerpo reaccionó tratando de hacer unas arcadas pero alguien le cerró la boca y lo obligó a comer lo que había tragado, noté sus ojos ponerse llorosos y por primera vez mi corazón se ablandó, si bien ver a ese semental comiendo semen de otros hombres era algo increíble también me daba un poco de lástima. «Basta, yo comeré el resto», él abrió los ojos y noté una especie de expresión de agradecimiento, sin embargo no dijo nada, probablemente por el estado de shock. A decir verdad, también era más para mí y eso realmente era un premio doble.
Tomé su plato y seguí con lo que le quedaba de hot dog, fue una sensación muy agridulce, el saber que estaba probando el semen de mis amigos era extraño, pero también el saber que eran tantos hombres realmente guapos me excitaba, la sensación del pan y la salchicha mojada eran un poco difíciles de digerir y el sabor era un poco desagradable pero honestamente eso lo hacía aún mejor, me sentía realmente cerdo haciéndolo pero eso en el fondo me encantaba. Cuando iba a ir por mi segunda porción me di cuenta de que tenía a siete hombres mirándome fijamente realmente atónitos esperando mi siguiente paso, incluso vi como Ricardo y otro chico se estaban masturbando, fue una experiencia que creo que nunca olvidaré, yo ahí sentado en un sofá, con un plato de hot dog lleno de semen de otros siete chicos hetero (y el mío, además de una corrida doble por parte de uno de ellos), todos ellos viéndome fijamente y dos de ellos masturbándose. Procedí a seguir comiendo ese manjar ya sin importarme nada, realmente disfruté el sabor a lujuria y suciedad de ese hot dog, cuando me lo acabé noté que aún quedaban restos en el plato y por instinto le pasé la lengua para saborear hasta la última gota de semen. Estaba tan fuera de mí que abrí mi boca para mostrarle el semen a los chicos y lo tragué para luego mostrarles que ya no quedaba nada en mi lengua.
Esta última acción fue la que detonó que Ricardo se acercara a mí con su pene erecto a punto de estallar, tomó mi pelo bruscamente y me hizo mirarle a los ojos, «lo siento, pero creo que te lo ganaste, putita», y lo siguiente que noté fue cómo tres chorros de semen caliente y espeso me llenaban la cara.
Que rico ojalá siga el relato
Dios, que bien se te da el escribir, si tienes más como esto por favor, publicalo, muchas gracias por esta historia
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