FLORIAN PODDELKA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Pavic.
Seguramente conocen a este dulce niño. Quizás hasta se han masturbado más de alguna vez pensando en él, o viendo sus videos y fotografías. Este relato, quizás ficticio para muchos de ustedes, para mí se ha convertido en la más dulce de las realidades noche tras noche. Te invito a leer esta experiencia, a disfrutarla y a compartirla.
Soy un hombre de 32 años, bien dotado, y a pesar de mi edad aparento no más de 26 años. He tenido relaciones con niños en más de una oportunidad y algunas de ellas las he compartido con ustedes amigos lectores. Me encantan los deportes, pero desde pequeño me apasionan los libros, tanto así que a la edad de 3 años y medio ya podía unir sílabas y frases, y a los 4 años ya leía con completa normalidad. Tal habilidad desarrolló un sentido de imaginación muy desarrollado en mi cerebro y cuando concilio el sueño logro tener visiones tan reales como si viese una película de cine en 4D, percibiendo dentro de éstos todo tipo de aromas, colores y sintiendo con el tacto casi todo lo que en sueños toco; cuando mi sueño es hermoso lo disfruto al máximo, pero cuando se trata de pesadillas despierto con un terror indescriptible.
Hasta hace un tiempo atrás, navegando en internet me encontré con la fotografía de este precioso niño, su nombre era Florian. No aparentaba más de 12 años, y su belleza era inigualable; con sus cortos cabellos rubios como el sol de verano, su piel tersa y justa, blanca y dorada a la vez; delgado de cuerpo entero pero abultado levemente en su culito, en la justa medida, con unos ojos color zafiro que al verlos nunca más los olvidas. Su belleza era tal que me hizo buscar y alimentarme de más y más imágenes, videos o lo que pudiese encontrar, me masturbaba al mirarlo, lograba orgasmos espectaculares y a la vez me quedaba con la tristeza de saber que ese chico jamás en la vida sería mío.
Sin embargo, y dado un diagnóstico clínico por un parapsicólogo al cual visité, la habilidad de leer a tan pronta edad desarrollaron en mí un síndrome llamado “sueños lúcidos”, tan reales como no puedes imaginar. Algunos filósofos elaboraron la teoría de que la vida también es un sueño, con la diferencia que la vida tiene una continuidad que el sueño no. Pero increíble y felizmente, logré traspasar esa barrera tan limitada y poder continuar noche a noche, como si se tratara de una segunda vida, un dulce encuentro con Florian.
Llovía y algunos relámpagos iluminaban mi habitación. Me disponía a dormir, no sin antes tomar mi computadora portátil para ver una vez más a mi niño soñado. Descargué cerca de mil imágenes, y me quedé viendo unas en las cuales lucía sólo una sunga tipo speedo color naranja; sus posiciones y ángulos tenían mi verga con una súper erección, y aunque nunca supe por qué me aguanté y no quise masturbarme. Sólo quería seguirlo mirando, no perder de vista su hermoso cuerpo, hasta que poco a poco el sueño me fue venciendo y mis ojos lentamente se fueron cerrando; me entregaba a los brazos de Morfeo murmurando con delirio – “Florian…Florian…Floriaaan…”
Cerré los ojos, y al abrirlos algo había cambiado en el ambiente. Estaba muy lejos de mi cama y mi habitación, atrás habían quedado los truenos, relámpagos y el sonido de la lluvia. Todo era muy calmo, y en lugar de mi habitación me encontraba recostado sobre una cama suave, de felpa blanca, con la textura de un abrigo de pieles; al levantarme noté que el piso también se encontraba acolchado, casi con la misma textura de la cama. Algunas plumas suaves y sueltas recorrían el espectacular piso, la habitación era grande, en lugar de alguna silla se apreciaban unos pisos cuadrados, extrañamente también de felpa, blancos como toda la habitación, salvo unos cuantos pétalos de rosa roja, distribuidos por todo el suelo y parte de la cama. No portaba mi usual pijama, sino que una bata nívea y suave; el ambiente era cálido y olía a jazmín y otras hierbas de campo.- “donde estoy” – pensé. No había ventana alguna, y a pesar de lo maravillosamente relajante del ambiente comencé a desesperarme; sin embargo, una puerta que no había visto con anterioridad sutilmente se abrió.
Un niño, vestido con una bata blanca de corto tamaño hizo su ingreso a la celestial cita. Sus cabellos eran rubios, sus ojos verde zafiro, su rostro angelical y sus labios rojizos esbozaban una leve sonrisa. Su caminar era tímido, aunque seguro de saber el por qué estaba ahí. Al verlo me quedé impávido, no podía creer lo que estaba por acontecer, me acerqué a él sin tocarlo aún y con la voz entrecortada pronuncié su nombre, mirando esos ojitos que ya me parecían conocer:
– Florian… ¿Florian?… ¿eres tú?
– Hola- dijo con una dulce voz que jamás en la vida olvidaré.
– Pero no es posible, yo estaba en mi habitación, viendo una de tus fotografías… ¿qué hacemos acá, en dónde estamos?- pregunté con desesperación.
– Me llamaste – dijo- susurraste mi nombre varias veces
– Es que no puede ser, no puede ser…- pensé
– Puede- me dijo con su infantil voz- y así será
Sus pequeñas manos tomaron las mías y se entrelazaron. Su suavidad era tal que mi erección comenzó sin avisar, miró fijamente a mis ojos y pude notar que se empinó sobre sus pequeños pies. La naturaleza entendió la idea de mi niño hermoso y llevé mis labios hacia los suyos muy lentamente, casi experimentando el tacto primero y abriendo poco a poco la boca. El tímido beso de ambos fue poco a poco evolucionando y me atreví a aumentar la intensidad hasta que sentí como el niño asomó su dulce lengua; el beso fue largo, prolongado, extenso, lejos de cualquier miedo, angustia o cualquier otro sentimiento que pudiese apartarme de él. Lo tomé de sus piernas y las enrosqué en mi dotado cuerpo, sus brazos se asieron de mi cuello y tras besarlo abrí los ojos para verlo, sus ojitos permanecían cerrados y lentamente los abrió.
-¿Dónde estamos Florian?- pregunté
– Estamos aquí y ahora- dijo-
– Sabes desde hace cuánto tiempo pienso en ti- susurré
– En donde estemos, poco importa…lo que importa es que me encontraste.
Me quité la bata y lo seguía besando, me atreví a lamer su cuello y sus orejitas, lo hacía lento como si estuviese bebiendo de alguna fuente prohibida. Él se dejaba besar, lamer y degustar, y aun teniéndolo asido con sus piernas en m mis caderas me deje caer en la suavidad del lecho preparado para ambos sutilmente. La cama era grande, y la suavidad de aquel cubre camas de pieles blancas aumentó enormemente mi erección. Florian lo notó, y estando encima de mí se quitó su bata dejando su cuerpecito semidesnudo, portaba un speedo blanco corto y ajustado, dejando entrever la erección del niño. Lo acariciaba con ternura, con mis manos sobaba sus caderas hasta llegar a su pecho. Me senté un poco para contemplarlo mejor, lo besé nuevamente y me dejé caer encima de él; bajé poco a poco hacia su pecho y con la punta de mi lengua comencé a recorrer uno de sus pezones. Gimió por primera vez y aquel sonido hizo que mi pene palpitara más y más, noté como su respiración agitada aumentó y al lamer el pezón faltante el niño hizo un ademán para quitarse el ajustado bóxer. Sin dejar de lamer su pecho se lo fui quitando, lento, casi al ritmo de un desliz, mi boca ya recorría su ombliguito y me eché un poco para atrás para admirar su total desnudez. Tenía las manos hacia atrás, totalmente entregado a mis placeres, su penecito pequeño palpitaba en total erección. Con una de mis manos suavemente le echaba su cuerito para adelante y para atrás, y sin poder evitarlo llevé mis labios hacia aquel bulto prohibido.
Puse su pene en mi boca casi con sus bolitas adentro, chupando lento primero para terminar como desesperado. Su pene era pequeño, pero rígido, su glande aparecía y desaparecía por lo largo de su prepucio. Florian gimió aún más y sus manos sobaban mi cabeza; lo disfrutaba, se agarraba fuerte de mie cabellos y comenzaba a mover su pelvis. –“No pares, no pares, por favor no vayas a detenerte”…-me suplicó. El niño disfrutaba cada una de mis soñadas intenciones, dejé de succionar para lamerle la cabecita y hacerlo suspirar una vez más, hasta que lo senté en la cama y me pise de pie junto a él, con su respiración aún agitada y mirando fijamente a mis ojos.
– Toda la vida he soñado con este momento Floritan…
Sin que se lo pidiese siquiera, el niño agitaba mi verga sin dejar de mirarme. La fuerza de mil voltios se apoderaba de mi ingle y poco a poco acercó mi enorme glande a su boca. Me masturbaba con su pequeña mano mientras que con la otra sobaba mis apretados testículos. Tenía sus labios muy cerca de mi cipote, y ya sin resistirlo moví levemente mis caderas y mi miembro hizo contacto con aquel niño por primera vez.
– Hazlo Florian-le pedí
El niño comenzó a besar mi glande con sus tiernos labios, poco a poco fue asomando su lengua hasta que poco a poco devoró la cabeza. Pensé que le eyacularía ahí mismo, no quería que todo terminara ahí, pude contenerme y noté cómo ya había con sus labios hasta el tronco. Succionaba de tal forma que volvería loco a cualquiera, sus salivas lubricaban con exquisita delicadeza y mis vellos pubianos ya tocaban sus labios. Realmente no daba más de placer, comencé a gemir sin miedo a nada, nada ni nadie podía oírnos, me atreví a mover mis caderas y ya tocaba su campanita. No quedaba mucho para que acabara y el niño lo notó, aumentó su ritmo a tal punto que mi ingle pareció desvanecerse y litros y litros de mi mejor semen se derramaron en su paladar, lo cogí por la cabeza para que pudiese tragar hasta la última gota de mi leche. Nunca dejó de mirarme mientras me regalaba el mejor sexo oral de mi vida.
– Florian, eso fue maravilloso, lo mejor de mi vida…- le agradecí
– Por favor, lámeme el culito- pidió
– Que, que?
– Lámeme el culito….por favor.
Sin volver a preguntar lo puse en cuatro sobre la cama y abri sus nalgas. Tenía su culito muy bien hecho, suave y terso a la vez, y sin dilatar más la solicitud de mi niño hundí lengua en aquel botón prohibido. Escuché un fuerte gemido el cual Florian ahogó en una de las almohadas para abandonarse al placer supremo; recorrí todo el aro de su cavidad inexplorada, era en demasía estrecha y caliente, mi lengua le regalaba movimientos circulares que lo hacían aumentar sus gemidos a tal punto que sin darme cuenta mi erección había regresado. En poco tiempo el culito de Florian se había humedecido inexplicablemente, comenzaba a moverse ebrio del placer y levanto su cuerpo en una curva posición que me invitaba a la conclusión del sueño que tuve por mucho tiempo.
-¿Puedo?- le pregunté colocando mi glande en su virginal ano
Sin expresar una sola palabra, pero asintiendo con su cabeza, empujé mi glande hacia su rosado botón. Era tan húmedo como apretado, la penetración era lenta y desproporcionada, su ano era muy estrecho y mi pene muy grande para él; pero me esforcé más aún, lo cogí de sus caderas sin soltarlo y de una empujé mi cipote con más fuerza. El niño gritó sin poder impedirlo, unas cuantas lágrimas salieron de sus ojitos, empinó su cuerpo de mejor forma y la humedad hizo su trabajo. Mi pene ya tocaba lo más profundo, mis vellos púbicos daban con su culito firme y respingado, me quede un momento en esa posición hasta que comencé con movimientos suaves y sutiles. Florian sabía cómo gemir para llevarte al placer máximo, sus manos apretaban la suavidad de la cama y su culito se fusionaba a mi verga. Gemí como nunca antes en la vida, el vaivén era frenético, lo penetré de tal forma que el placer volvía a nacer; mis testículos chocaban con su culito y no me quedaba mucho más. Me salí de él y me recosté sobre la cama como en un principio, y entendiendo mi idea, Florian se sentó sobre mi verga una vez más, tomó el control de la penetración y se dejó caer sobre ella, enroscando sus piernas en mis caderas. Brincaba y cabalgaba mi miembro como el mejor jinete, mientras estábamos unidos con nuestras manos entrelazadas. Mi cadera se levantaba al máximo y Florian apretaba su ano como un condón de corta talla, caliente y húmedo. Poco a poco el placer fue aumentando, y gemíamos como nunca, a la par:
-Florian, oh, oh, oh Florian, esto realmente está pasando?
– Ohhh, Ohhh, Ohhhh -gemía el niño
– Florian, Floritan, Floriaaan ooh, oohh, ohhhh
– Claro que está pasando – me dijo- ohhh, ooohhhh
– Florian, ohhh Florian, no te vayas, no quiero despertar, oohhh, ohhhh!!
El niño siguió cabalgando mientras mi pichula explotó regándolo hasta las entrañas. Florian apretó sus duras piernas, tomo mis manos llevándolas hasta su cintura y alcanzó su orgasmo, regando su semen por todo mi cuerpo. Como loco me seguí moviendo y el niño sobó su verguita, mojando mis labios con su dulce néctar ayudado de uno de sus dedos. El ritmo fue volviendo a la normalidad, reimos a la par sin dejar de mirarnos. Me empiné para besarlo una vez más y sentir la calidez de su cuerpo recorriendo el mío. Su aroma era dulce, su sudor enjuagaba mis placeres y su lengua una total tentación.
-¿ Qué es ese sonido? –preguntó
La alarma había sonado. Eran tipo 06:30 de la madrugada y el primer rayo de luz me recordaba que había que volver al trabajo. Me encontraba nuevamente en mi desvencijada habitación, la lluvia había cesado y mi infeliz vida iniciaba su día. Como decían los antiguos filósofos, la vida es un sueño, con la triste salvedad de que no puede continuarse.
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