Follado por un caballo (Cómo ser hombre de negro parte 8)
Abrí mis piernas. Me puse en cuclillas en el suelo. Y puse mis pies de puntillas. Apunté mi ojete al glande, y fui bajando los pies pasando de estar de puntillas a apoyar completamente la planta del pie. En ese momento el dildo, que estaba rozando mi culo, penetró en mi ojete erectándose inmediatame.
Presioné el dibujo del caballo sobre la pantalla, y de color verde oscuro, pasó a rojo. La elección estaba tomada. Esta vez iba sin ningún arnés ni protección. Eso sí, la voz mecánica me indicó que me sentase en mitad de la sala de donde surgió un grueso pene de plástico, ancho ancho, pero no muy largo, para prepararme y dilatarme. En el suelo estaba este dildo que tenía una forma un poco rara. Luego me enteré que se llamaba ‘pene de dragón’ y tenía un glande un poco ancho. El dildo se ensanchaba más como si tras meterte el cuello de una botella te metieses la parte de abajo de un botellín de cerveza. Podríamos decir que era como una bombilla edison. La parte luminosa de la bombilla sería la parte de arriba del dildo: gorda y redondeada. Pero lo mejor venía al final. Tras este pene, de apenas 15 centímetros de largo, la base era mucho más estrecha, con lo que quedaba anclada dentro de tu ano.
Todo el dildo era rugoso como no con surcos de venas, sino más bien bultitos redondeados como guisantes, que en el culo te estimulaban de una forma que yo nunca había conocido.
Abrí mis piernas. Me puse en cuclillas en el suelo. Y puse mis pies de puntillas. Apunté mi ojete al glande, y fui bajando los pies pasando de estar de puntillas a apoyar completamente la planta del pie. En ese momento el dildo, que estaba rozando mi culo, penetró en mi ojete erectándose inmediatamente mi pene. La absorción del dildo por mi ojete fue del toda muy rápido. Estaba tan impregnado de lubricante que entró super bien, y por su forma anatómica especial que os he descrito, entró completo como si fuese succionado por mi ano. La parte de abajo del dildo, mucho más estrecha que el centro, regordete, y la punta, afilada, hizo que mi ano se sellase y se cerrase con el dildo dentro. Y así me quedé unos instantes.
Del dildo empezó a emanar una dósis de relajante. Ya estaba preparado para mi quinta penetración animal.
Con mi culo embadurnado de lubricante y dilatado por el dildo especial sobre el que me acababa de montar, llegué a la nueva cabina.
En el centro de la estancia apareció una bandeja con una jeringuilla que me ordenaron autoinyectara. No sabía qué contendría la jeringuilla, si sería una droga o simplemente una prueba más que tenía que pasar para demostrar mi férrea convicción de seguir adelante. Y no lo dudé… me inyecté eso en el pene.
–Puede continuar. Dijeron por los altavoces, y llegué a otra sala, grande, en cuyo centro había una especie de potro como los de gimnasio. Me acerqué a él y me di cuenta que allí tendría que apoyar mi barriga. Estaba muy alto, con lo que mi culo quedaba a la altura del caballo. Incluso si eras algo más bajo, había unas alzas que levantaban tus pies para poner tu culo a la altura del pene del caballo. Esta vez no iba a yacer tumbado ni agachado. Me doblé un poco por la cintura estando de pie. Habían pasado unos minutos cuando empecé a sentirme mareado. ¡¡No me había dado cuenta!! Seguramente era lo que me había autoinyectado.
Caí sobre el potro medio inconsciente, flacido. Unos brazos me agarraron para que no cayera al suelo. Eran dos personas con bata blanca, pero yo veía borroso por lo que me había inyectado. Estas personas ataron mis muñecas y tobillos al potro y abandonaron la sala. Tras ello embadurnaron mi ano con algo que no supe qué era pero no tardaría mucho tiempo en averiguar: feromonas de yegua en celo. Los hombres abandonaron la sala. Yo permanecí en aquella posición, con el culo en pompa y atado a aquel potro de gimnasia que dejaba mi culo expuesto, cuando segundos después oí un relincho y el ruido de unas pezuñas sobre el suelo. Enfrente de mí había un espejo por el que pude ver acercarse a aquel caballo. Yo olía a yegua en celo… y el caballo relinchaba empalmado ¡¡me iba a follar! ¡Yo era su yegua en celo! ¡y me iba a preñar! Me quise escapar pero estaba amarrado a aquel potro de gimnasia y no pude mover un dedo mientras veía, aterrado, como se acercaba el caballo con aquella picha descomunal empalmada. ¡¡Parecía un brazo humano de larga que era!!
Con terror, sin apenas tiempo para darme cuenta, la descomunal polla del caballo me atravesó de un embiste. Yo intenté ir hacia delante pero no pude soltarme ni moverme. Yacía desnudo sobre el cuero del potro manando precum de mi pene aprisionado por mi peso. Tenía los brazos atados por las muñecas a las patas de madera de delante del potro de gimnasia, y los tobillos inmovilizados a las de atrás. El potro estaba atornillado al suelo por lo que no me desplacé ni un centímetro cuando aquella bestia salvaje me embistió poniéndose sobre mi espalda atravesándome con su pene taladrando mi ano. El caballo salvaje me embistió como un toro –yo era su yegua en celo– pasando unos minutos que se me hicieron interminables aguantando su peso mientras su pene casi se me salía por la boca de largo que era. Mi bien lubricado ojete y el relajante muscular con el calmante que me habían inyectado, hizo que su casi medio metro de polla que me entró de golpe no me matase de dolor. Aún así grité y al caballo le excitó ya que relinchó e–iiiiiiiiijiijijiiiiiihiiii– y empezó una cabalgada como nunca. La polla del equino era como un brazo y me estaba destrozando dentro… Tal era el dolor que, a pesar de todos los calmantes, me desmaye. Perdí el sentido.
Cuando lo recuperé aún seguía allí, encima del potro de madera de gimnasio, pero ya no estaba amarrado pero el caballo ya no estaba. Me había corrido… Mi polla, flácida, había eyaculado sobre el cuero de aquel aparato de gimnasia mientras aquella bestia me follaba. No sé cuando, pero fue cuando perdí el sentido.
Mi semen, seco y abundante, escurría por el plinto, pegado a mi pierna y barriga, pringoso. De mi culo manaba un hilillo de semen de caballo. El caballo me había pegado la follada de mi vida.
Estaba a punto de levantarme y abandonar la habitación cuando por el pasillo aparecieron dos personas con una bata blanca y mascarilla que les tapaba el rostro.
–Ey que se está despertando –dijo uno al otro.
–No, no te muevas! No te levantes, sino se te escapará el semen del caballo y todo lo que has hecho no servirá para nada y tendrías que repetir la prueba.
Me asusté. No quería volver a pasar por aquello. Así que permanecí quieto cuando ví cómo cargaban una jeringuilla gigante con una crema espesa rosa. Aquello tenía 200 c.c. de algo denso. Permanecí tumbado culo arriba cuando sentí como me clavaban la jeringuilla grande, enorme, cargada con la crema rosa que se me clavó en una nalga.
–Diossssss Diossss, -me quejé mientras sentía que el fluido se me iba poco a poco inyectando hasta vaciarse completamente la dósis dentro de mí-.
Su compañero me clavó una jeringuilla normal en mi otra nalga y perdí el sentido. Luego me enteré que la crema rosa era un fluido para cerrar mi esfínter anal que se había quedado dado de sí por el pene del caballo. Cuando recobré el conocimiento yacía desnudo en mi habitación. Me dolía el culo. Era normal tras aquella embestida del caballo pero cuando me toqué noté que tenía una cola peluda saliendo de mi ano. ¡Tenía un butt plug anal que terminaba en cola de caballo!
–Deberás llevar esto puesto los próximos 5 días- dijo una voz mecánica por el altavoz. Sobre todo es importante que lo tengas las próximas horas para que no pierdas el semen que el caballo te acaba de inyectar.
Comprendí que la humillante forma de cola de caballo del but plug anal era para comprobar, por las cámaras de seguridad que había en mi habitación, que no me lo había quitado.
–Ya sabes que debes esperar la absorción anal del semen que el caballo te acaba de eyacular. Es una bestia importante. Te dará fuerza de caballo, porque sabes que de lo que se recibe se gana fuerza. Pero tu ano ha quedado muy dilatado y se te podría escapar si no llevas ese but plug anal durante las próximas horas. Y deberás inyectarte una jeringuilla de estas cada día durante las 10 próximas jornanas. Son para reforzar tu esfínter anal, que ha quedado muy dilatado tras estas pruebas, y que no vayas cagándote por el complejo. Pero has superado ya todas tus pruebas en la granja, y de que te recuperes podrás marchar siendo dador nivel 2.
Me sentía un poco ridículo así, me veía como un centauro ¡Era un hombre pero de mi culo salía una cola de caballo!… aunque bien mirado, mi pene parecía más gordo y fuerte… Y tenía unos huevos enormes que parecían cargados de semen ¡¡El tratamiento estaba funcionando!! El semen que se iba acumulando dentro de mí me daba fuerza para follar, follar y follar… a pesar de mis eyaculaciones en el cuarto de baño aspiradas por aquel succionador de penes en las que me había descargado cuando mis huevos estaban a punto de reventar… Pero mi ano había recibido más semen del que había perdido ¡¡y de eso se trataba!! Era el secreto de la isla: cuanto más semen recibieras más fuerte y joven te volvías y podrías follar a más gente ¡¡y recibir semen de animales en vez de otros humanos, te volvía mucho mucho más fuerte!!… por eso ascendías de nivel a ‘hombre de negro’ convirtiéndote en un super follador de chavales en la isla, teniendo fuerza y poder para echar cinco polvos seguidos sin desmayarte.
Era feliz. Había sido una buena decisión pasar por aquellas pruebas. Cuando saliese del complejo de ‘La Granja’ a las instalaciones de siempre, podría follarme a cuantos muchachos seguidos quisiera, uno tras otro, en intensas orgías… Yo sería el amo de los muchachos, un respetado señor de la isla ¡un hombre de negro!!
cap.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!