Gary
Cuando yo era adolescente tuve muchos encuentros con hombres mayores pero ahora les cuento de uno al revés, yo tenía 28 años y Gary 14..
Un día estaba haciendo limpieza de clóset y saqué un montón de ropa que ya no usaba. Mientras la acomodaba en un rincón, pensando qué hacer con ella, tocaron el timbre. Era un chico de unos 12 años, moreno, de estatura pequeña algo gordito y de cabello rizado muy rebelde. Me llamó la atención porque traía unos jeans super ajustados y se le veía un trasero grande y redondo. Me dijo que venía de una casa-hogar para niños huérfanos y me pidió ropa o zapatos.
Qué casualidad, pensé, y le di toda la ropa que había sacado. Desde ese día Gary venía cada 3 o 4 meses a ver si le daba más ropa, a veces si había a veces no. Paso como un año y yo notaba que iba creciendo, sus nalgas se veían muy redondas y salidas. Siempre se le veían los pantalones pegados porque estaba creciendo pero además seguía subiendo de peso. Se me antojaba ver y tocar lo que había debajo del pantalón pero no hice nada, siempre platicábamos y me contaba que estaba estudiando y que tenía planes muy interesantes, era un niño aplicado.
De pronto dejó de venir. Llegó un momento en que me preguntaba qué habría sido de él pero lo olvidé. Hasta me cambié de casa.
Un día, en mi nueva casa, o lejos de la anterior, tocaron la puerta y era Gary. No lo reconocí al principio porque había dado un estirón y había bajado mucho de peso. Su cara era diferente, tenía los ojos muy grandes y unos labios bien rellenos, muy antojables. Me saludó con gusto y me dijo que había ido a la otra casa y que ahí le dieron mi nueva dirección. Mientras hablaba, yo no podía dejar de ver su paquete que se notaba bastante y sus nalgas seguían sobresaliendo. Ahora sí me sentí excitado.
Lo invité a pasar y le pregunté porqué no había venido. Me contó que lo cacharon bebiendo y con malas compañías y que para no correrlo del orfanato lo sometieron a una especie de anexo y ahí estuvo casi un año. Lo enseñaron a boxear y por eso bajo de peso. Su voz era diferente, más grave, eso me excitó, no se porqué. No era voz de hombre aún.
Me pidió algo de ropa y yo sí tenía bastante porque no se la había dado a nadie. Le dije que si y me preguntó que si tenía algo de ropa para él porque al crecer, ya no le quedaba nada. Le dije qué si y en ese momento se me ocurrió: “tengo algunos pantalones pero te los pruebas para saber si te quedan”.
Saqué unos jeans y se los di. Me preguntó si se los probaba ahí en la sala, le dije que sí. Me dió la espalda, se descalzó y se bajó el pantalón. Traía una trusa azul claro, ajustada que apenas y podía contener sus nalgas. Se veía usada, con la tela medio transparente de tanto uso. Al agacharse alcancé a ver a través de la tela su culo, y me imaginé toda clase de cosas.
El pantalón le quedó bien, Me acerqué con otro pantalón en la mano y le acomodé el que se probó, a lo mejor hay que meterle un poco a la cintura. Le dije mientras empecé a pasar mis manos por la cintura. A ver de las piernas, le dije y comencé a tocar sus muslos, arriba a abajo. Cuando me quede sin pretextos le di el otro pantalón y le dije, a ver cómo te queda este. Pero esta vez, yo sentado en una silla y Gary de pie, le desabroché el pantalón que se probó, bajé el cierre y le bajé el pantalón. En mi cara de pronto tenía su paquete de adolescente, apretado dentro del calzón, como hecho bolas. Sus piernas completamente lampiñas, con piel como de durazno, morenas me pusieron a mil. Mi primer impulso fue bajar la trusa pero resistí. Lo veía muy pequeño y me sentía raro estar tan caliente con un chico de su edad.
Se probó el segundo pantalón, sin darme la espalda y le quedó bien. Una vez más le “acomodé” la tela pero ahora sí le pasé la mano por las nalgas, las piernas y hasta la entrepierna. Se sentía un bulto pero no noté que estuviera excitado.
Te puedes llevar esos dos y ve si hay algo más en la ropa que te voy a dar, le dije. Gracias, me contestó, yo quisiera un pantalón como el que trae usted. Gary seguía en calzones y su bulto estaba a la altura de mis ojos.
Yo traía un pantalón de pants, viejo que usaba para limpiar la casa y hacer talacha. Me quedaba algo holgado pero en ese momento me di cuenta que mí erección se notaba bastante, yo seguía sentado. Me levanté y mi verga se acomodó apuntando al frente. Si quieres te los puedes probar, le dije. Lo vi enrojecer y pasar saliva. Me quité el pantalón y me quedé en calzones, viejos briefs blancos, clásicos, mi verga levantaba la tela de lo parada que estaba. Me hinqué en el suelo para ponerle yo mismo el pantalón, puso su pies en las perneras y le fui subiendo el pantalón despacio. Cuando llegué a su bulto, se veía más prominente y salido. Le pasé las manos por ahí y ahora si, vi como su verga palpitó.
Te queda un poco grande, no? Creo que sí, me contestó, su voz temblaba un poco. Yo seguía hincado. Le levanté la playera y medio le acomodé la cintura del pants, lo acaricié de la espalda. Esas clases de box si funcionan, se te sienten los músculos. Sin esperar respuesta le quité la playera y le pasé las manos por el pecho, Gary respiraba con algo de agitación, apenas se notaba.
Bajé mis manos a su cintura y comencé a bajar el pantalón, metí un par de dedos a su trusa y comencé a bajarla, despacio primero. No decía nada.
De pronto su verga salió disparada de ahí hacía mi cara, era una verga gorda y no tan grande, quizás unos 14 cm. Era un trozo de carne sin circuncidar, al bajar el pellejo su glande era rosa aunque el resto de su verga era morena. Sus huevos eran pequeños, casi de niño, tenía una mata de vello muy negro encima del tronco pero era pequeña y el resto de su cuerpo no tenía nada más. Su erección estaba muy dure y se paraba en el ángulo perfecto frente a mi.
Lo tomé de las nalgas y comencé a a pasar mi lengua por su glande, muy despacio, empezó a jadear muy fuerte, creo que estaba muy caliente. No pudo aguantarse y me empujó su verga a la boca. La mamé con gran placer. Olía un poco a sudor pero eso me excitó más.
Me levanté y le llevé su mano a mi verga, la sacó del brief y comenzó a masturbarla suavemente, la tengo circuncidada, muy cabezona y me mide como 18cm. Gary ya había crecido pero aún era más bajito que yo. Su mirada estaba clavada en la mía mientras nos la jalábamos mutuamente.
Lo tomé de la nuca y lo empujé hacía abajo, él entendió y se hincó pero dudó un poco. Nunca lo he hecho, me dijo. Sacó la lengua y comenzó a dar chupaditas. Lo tomé de la mandíbula. Abre la boca, le dije con suavidad, saca la lengua. Le puse la cabeza de mi verga en la lengua y él ya instintivamente, comenzó a mamar. Al principio era una mamada sin gran cosa pero de pronto, se comenzó a excitar y a mamar más rápido. Ví que se estaba masturbando.
Yo estaba por venirme. Por un momento pensé en mamar su culo y cogerlo pero decidí esperar. Párate, le dije. Me hinqué otra vez y le dije, quiero que te vengas en mi boca. Le pasé la lengua por los huevos primero y luego a mamar, despacio y luego más rápido. Jadeaba muchísimo, casi eran gemidos. Me ensalivé un dedo y se lo pasé por el culo, solo por encima, sin meterlo, solo haciendo presión.
Ya no aguanto más, me dijo con su voz de adolescente. Presioné su culo una vez más y Gary se vino de inmediato en mi boca. Tenía tiempo que no me tragaba una venida pero esta fue monumental. Ahora tu, le dije. Le metí mi verga a la boca, lo tomé con mis dos manos y me vine mientras le movía la cabeza a mi ritmo. No se lo trago todo, escupió la mitad. Me miro desde abajo con los ojos llorosos. Lo ayudé a levantarse y me abrazó, recargando su cabeza en mi pecho. Yo lo bese en los labios y él respondió. Así estuvimos un rato hasta que se fue con sus pantalones nuevos dejándome en calzones.
La siguiente vez que nos vimos, tuvimos un encuentro muy intenso e inesperado. Gary tuvo su primera vez y algo más. Ya se los contaré.
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