Gemelos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por barranquillero0102.
La noche fue bastante fría, un aguacero de un gris cadavérico había inundado los terrenos cercanos a la madriguera, la luz de los relámpagos que centelleaban danzaban al son de las tristes gotas de agua al caer robaban la tranquilidad a la armonía nocturna, los pastizales mojados bailaban con los fuertes vientos, con esas estelas de aire frio que crea la tormenta, la luna, escondida tras grises y lívidas nubes trataba hasta casi desaparecer, del encierro que estas le daban, ese olor a continuo roció, a moho, a húmedo.
Por suerte el aroma a enebro y almizcle que Expedia Fred , el pelirrojo que dormía como un recién nacido en los brazos de su madre, como un ángel que entre nubes tranquilas tomaba un descanso, como los rumiantes que, con una tranquilidad absoluta duermen entre las gigantescas llanuras, ese aroma, solo ese aroma, solo ese aroma daba un poco de tranquilidad a George que le acompañaba en la misma habitación.
El aroma de su hermano se impregnaba en su piel, toda esa avalancha de amor que transmitía ese aroma, toda esa avalancha de felicidad, de alegría, de múltiples sensaciones, cada una diferente, de extrañas y extraordinarias propiedades que hinchaban su corazón , su alma y los rincones más profundos de su ser
el chico se había saciado y hasta embriagado con la esencia más pura que un ser humano podía brindar: su aroma, pero el aroma de Fred era algo casi indescriptible, como si hubiese sido bañado una y otra vez en aceite de enebro, perfumado con jazmín, esencia de ángeles y luego con tres pequeñas gotas de almizcle, era algo sutil, algo decente y a la vez hermoso, era fantástico, pero más fantástico aun era poder disfrutarlo toda la noche, saber que estaría casi siempre ahí, pera él, para brindarle tranquilidad, estabilidad, para inspirarle amor.
El frio aumentaba velozmente, casi tan rápido como los sueños de Freddy perdían su tranquilidad, George intento no ver como se acurrucaba, enrollándose en la pequeña cobija, abrazando a la pomposa almohada y tomando una posición de caracol, la armonía de George pronto empezó a perderse, casi siempre había sido así, cada vez que freddie se preocupaba, el también lo haría, si su hermano estaba triste, era inevitable no estarlo. Era una de esas conexiones especiales, de las que solo gozan las personas que llevan juntos una relación muy buena, una hermosa relación, de esas que conectan un corazón con otro, revelando los más puros secretos y sentimientos de sus latidos
Un relámpago hizo que Fred se levantase de la cama de un golpe, su hermano, preocupado por el sobresalto que había tenido pregunto:
– Freddie, estas bien?
– George.. yo – su respiración empezó a calmarse- he tenido un sueño realmente extraño
– Cuéntame, que ha pasado?
– Tu, George, tu morías.. nunca sabrás como me aterra la idea de estar sin ti.
Entonces Fred se lanzo a los brazos de George dejando a este sin escapatoria alguna,eseabrazo tan especial traía a su mente recuerdos tan sutiles como efímeros, los momentos más felices de su vida pasaban por su vista como una película, el globo metamórfico que le regalo Bill a sus ocho años, las cenas familiares en que se brindaba con pan de higos y cerveza de mantequilla, todo se resumía a esto, un abrazo en el que los dos se daban amor puro, amor fraternal. Todo se resumía a Fred , porque era él quien protagonizaba tan hermosas reminiscencias, porque siempre había estado ahí, para cualquier cosa, para guardar un secreto o para hacer una broma, para regalar esa hermosa sonrisa que tanta calidez le daba al alma de George.
– Yo tampoco sabría que hacer sin ti- George aspiro una vez más el aroma que Expedia el cabello de su hermano, entonces se separaron.
Un relámpago fuerte ilumino todo el lugar, George pudo observar como una lagrima había brotado del parpado inferior de Fred, algo casi imperceptible para quien no le mirase con tanta entrega y dedicación como lo hacia él.
– Tengo frio, porque no te acuestas acá George? – pregunto Fred, su tono indicaba una estela de timidez.
– Está bien- respondió George acomodándose en la cama de su hermano, así podrían darse calor mutuo, especialmente a ese ser que con solo un abrazo había penetrado lo más profundo de su alma, que con una mirada de sus ojos azules le había devuelto la armonía al corazón que tanto se había alterado.
Los chicos se acostaron mirando hacia la ventana, el vendaba, había aumentado su fuerza, las cosas habían tomado una fuerza extraña gracias a ese momento del crepúsculo que hacía que todo pequeño grano de tierra, que cada minucioso objeto tomasen un brillo de exaltación única.
– George, ves esa estrella? – dijo Fred señalando a un punto brillante en el cielo
– Si freddie- respondió confundido.
– Pues esa debe ser nuestra estrella, sobreviviente de un vendaval así, esa estrella no solo nos simboliza a nosotros si no a nuestra relación, a la fuerza que tiene, porque si no te has dado cuenta no es la única, pero si la más brillante. Es eso, todo lo que tenemos, y quiero que dure para siempre.
– Yo.. estoy de acuerdo contigo Fred, simplemente.. tienes razón. Te quiero.
La lluvia no cesaba pero el calor interno que los gemelos se brindaban el uno al otro era excepcionalmente fantástico, la fusión que creaban sus aromas al combinarse, al ganar mejores y extraordinarias propiedades, la armonía que le daba al ambiente y a la atmosfera el amor que se daban el uno al otro , pero no era un amor común y corriente, , de hecho ya no ere un amor fraternal, había dejado de serlo hacia pocos minutos y sin que paradójicamente ninguno de los dos se diera cuenta, se había convertido hacia no mucho tiempo, mientras sus fragancias se mezclaban llenando de ímpetu su corazón e hinchando su alma de magnificas sensaciones, había pasado de ser ese amor de hermanos a ser un amor más puro, más claro y más evidente
George abrazo a su hermano una vez más, juntando su pecho desnudo con la fuerte y musculosa espalda de Fred, este lo sintió y al momento se lleno de una satisfacción incomparable, satisfacción que solo un vaso de chocolate fundido puede causar.
Ell chico sintió que podía contar cada pequeña peca que rodeaba la nariz de George, se sintió en el cielo, cautivado por el olor de su respiración, por esos ojos azules que le miraban tímidos y a la vez expectantes, por esos labios que ahora se curvaban y definían una hermosa sonrisa, así como esas madrugadas en que , a lo lejos y entre las montañas los primeros rayos del sol naciente te sonríe y te llena de amor, de alegría, te cautiva con una felicidad extraordinaria, pero era mucho mejor, Fred, su freddie era mejor que el sol veraniego, mejor que esos besos que dejan sin respiración al receptor sin respiración, esos roces de labios que aceleran el ritmo cardiaco.
– Eres especial George, lo puedo ver en tus ojos- su alma, su ser, su intuición e decían que era él , su hermano , era la persona perfecta, la persona que merecía todo su amor, su aprecio, su admiración
– De que hablas Fred? Si soy yo el menos especial de la escuela
– Para mi eres el mas especial, y te amo… ya no se como tener una conducta regular sin perder la calma, si no estas cerca de mi ya no se que hacer.
– Yo… yo siento que no me merezco todo esto hermanito, tu eres una de las personas que yo mas amo y lo sabes, no necesito decirte cuanto te amo, por que además.. es imposible, te amo tanto que es imposible contarlo, es realmente imposible.
Hubo un silencio incomodo en la pequeña habitación.
-¿de verdad me amas George?
– no solo te amo, te adoro.
– demuéstramelo.
Entonces Fred acerco su rostro al de su gemelo y rozo sus labios, fue un roce tímido y no tan duradero pero al mismo tiempo hermoso y extraordinario, los efectos que a los dos habían llegado eran indescriptibles, eran grandiosas, eran fantásticas, George fue el que decidió separar sus labios de los de su hermano, al instante abrió los ojos y vio como Fred hacia lo mismo.
Los gemelos se lanzaron un par de miradas candentes, esas miradas potentes y amorosas, de esas que erizan, que enamoran que son fogosas y sutiles a la vez.
Fred se apresuro a juntar sus labios otra vez, ahora que lo tenía solo para él, lo aprovecharía y no lo dejaría ir.
El roce de los cuerpos desnudos había empezado a causar en los gemelos una gran excitación, un par de erectos miembros rogaban por ser liberados de los pequeños slips, la mano izquierda de Fred se deslizó por el elástico que ataba el pequeño pedazo de tala a la cintura, el calor que le brindo su sexo fue realmente satisfactorio, la escena parecía tan sacada de las más profundas fantasías de Fred como irreal, entonces el pelirrojo se deshizo de los bóxers apretados de George dejando al aire su gran miembro en plena erección, Fred empezó una lenta y cuidadosa masturbación mientras besaba su cuello y al mismo tiempo, peinaba su lacia cabellera. Fred se acerco por última vez a el rostro de George y le beso, esta vez introduciendo su aventurera lengua hasta los más recónditos agujeros de la boca de su gemelo, las palpitaciones en el miembro de su hermano se hacían cada vez más fuertes, como pidiendo más, exigiendo y hasta necesitando un poco mas de placer que su hermano le propinaba.
Fred separo sus labios y desenredo su lengua, se acerco al oído de su hermano y pronuncio unas palabras casi inaudibles:
– Te amo George, de eso no te quedara duda alguna.
Después de esto Fred fue bajando poco a poco por su vientre, dejando un camino de besos que llegaban hasta el pubis de su gemelo, el chico aspiro fuerte el aroma que los finos vellos rojizos de su hermano le regalaban e introdujo el fuerte y palpitante miembro en su boca, aprisionándolo en su par de candentes labios, lo lamia y lo lengüeteaba, besaba toda la extensión haciendo que George se erizara y que veloces escalofríos recorrieran su espalda., el sabor dulzón que Fred podía disfrutar en cada embestida le causaba hermosas sensaciones que mas que excitarle le anonadaban de una manera increíble.
George se sentía en una postración celestial, embriagado por toda esa avalancha de placer y de lujuria, por toda esa lascivia con que le miraba su “hermanito” cada vez que introducía su glande y lo aprisionaba entre sus encías, ¿Cuántas veces soñando lo mismo? Y ahora se hacía realidad, la fantasía de los dos.
El pene de George empezó a tener fuertes palpitaciones en la boca de Fred, este pareció notarlo y absorbió fuertemente reclamando ese elixir lechoso y de tan buena calidad.
Segundos después cinco fuertes trallazos salieron disparados del miembro erecto del pelirrojo, Fred hizo hasta lo imposible porque no se perdiera ni una gota del preciado líquido, trato al máximo de que no se desperdiciase, pero la eyaculación de George fue tal, que su semen se le salía por la comisura de los labios
– Hmmm- dijo Fred mientras saboreaba el sabor salado y a la vez dulce del semen de su hermano- hermanito te ha gustado?
– Me encanto Fred, te amo, eres el mejor
George propino un buen beso a su “hermanito”, el chico estaba fascinado de encontrar pequeñas sobras de su propio semen combinado con la exquisita saliva de su hermano, era un sabor fantástico
Los chicos limpiaron cuidadosamente todo y se reincorporaron tomando una posición cómoda en cama de Fred.
– George, ves nuestra estrella?
– -si
– Esta más brillante y latente que nunca, te amo.
Dicho esto Fred beso los labios de su hermano, tuvo esa sensación en el pecho, ese cosquilleo que decoraba e iluminaba las más profundas orbes de su alma y trato de conciliar un buen sueño, aunque las caricias de su hermanito no lo permitieran
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