Gideon mi pesadilla
Esto ocurre más adelante de lo de Nick y su padre..
Gideon mi pesadilla.
En clase había un compañero nuevo, venía de alguna parte de Virginia. Era de curso repetido y se veía mas grande que nosotros de 16. Con dos meses en el curso ya se había vuelto un tormento para los chicos más bajos, especialmente para mí. Él medía lo de un muchacho, y tenía cabello negro muy oscuro y ondulado. Las niñas estaban locas por él, porque además tenía unos ojos diferentes, algo así como forma gatuna y azules con manchas verdes, muy guapo el tío.
Lanzaba bolas de papel a mi cabeza, también pelotitas que había metido en su boca y me apuntaba a la cara. Por suerte en ocasiones lo suspendían pero siempre volvió, y me buscaba para molestarme. Fuera de clase me lo encontraba rara vez, porque me escondía pero cuando me encontraba, chocando en las esquinas; me daba un pellizco o varios bajo mi camisa. Le encantaba mojar su dedo con saliva y meterlo en mi oído. Al principio no quise confrontarlo, pero mi padre me dijo que tenía que hacerlo o no cambiaría nada. Intenté pegarle una vez que me llenó la mochila de basura, pero no resultó bien para mí.
Y cuando la profesora nos junto a los dos, Gideon me sonrío desde su lugar con esa cara diabólica. El trabajo de hacer una maqueta de un ecosistema tardaría una semana por lo menos, así que lo cité en mi casa y el primer día se la pasó apurandome a terminar yo solo. Él se había echado en mi cama, comiéndose la pizza que mi mamá había ordenado para los dos.
Todo cambió una tarde que estamos en eso: yo armando la mentada maqueta, y Gideon desparramado en mi cama. Lo ví con las piernas abiertas y los brazos igual, tenía los ojos cerrados y empezaba a roncar despacio. Pero lo que de verdad ví, fue su entrepierna hecha un mástil, a punto de reventar el cierre de su pantalón. Duró como diez minutos o menos, y no bajaba. Intenté no darle importancia, pero carajo! Tenía una medida sobrenatural para un sujeto de su edad. Me acerqué y moví a Gideon por el hombro pero nada, estaba muerto. Me puse como una niña asustada, pero queriendo tocar esa parte de su cuerpo. Por última vez le llamé por su nombre, y como ví que no se movió bajé mi mano por su vientre, muy despacio y apenas rozando su cuerpo. Cuando la dejé descansando en su entrepierna me fui al cielo, sentía el calor de su verga joven y también su olor un poco rancio. Luego me agaché y rocé mi nariz a unos dos centímetros, aspiré con fuerza unas cuantas veces antes de oír la voz de Gideon.
-Que putas haces?
Me quité de un brinco pero Gideon me aventó a la pared, pegandose para apretar su mano sobre mi cara con mucha fuerza.
-Na-nada.
-Me olías la verga puto? Ya sabía que eras de esos.
Me asusté de él, también de que mi mamá me oyera, pero me acordé que había salido hace un rato, pero oímos la puerta principal y la voz de ella avisando que ya había regresado en ese momento. Con eso Gideon se calmó un poco, pero seguía presionando mi boca con la mano abierta.
-Tu mami ya sabe que andas oliendo verga por ahí?
Negué un poco asustado, mis ojos se llenaron de lágrimas.
-Ahorita se entera cabron.
Me agité y traté de decirle que no le dijera, pero me calló con un Shss que me aventó saliva a la cara.
-No quieres que le diga?
Se quedó pensando, creo, porque me miraba sin decir nada, hasta que me preguntó si iba a gritar para soltarme, cuando negué aflojó su agarre. Me juntó a él, como si me estuviera abrazando pero luego sentí sus manos hacerse lugar dentro de mi pantalón, amasando mis nalgas y buscando mi aro arrugado. Yo puse mis manos en su pecho porque no sabía a dónde mas ponerlas, pero apreté su camisa cuando intentó meter un dedo y yo hice fuerza para no dejarlo.
-Mañana vas a ir a mi casa, mis papás trabajan hasta la noche. Pobre de ti si no vas.
Me dijo, y se guardó sus cosas y salió con su mochila en un hombro.
Esa noche me la pasé vuelta y vuelta, preocupado y asustado, decidiendo si ir o no. Rememorando todo lo que me dijo, y me ponía rojo de la vergüenza. Pero también se me formaba una erección bajo mis calzoncillos. Gideon me había llamado antes de dormir, para que yo anotara su dirección y la hora en la que tenía que llegar. Al despertar me puse igual de como estuve antes, ni hambre tenía. Eran las nueve cuando tomé mi bicicleta y me fui a su casa, me tardé mucho porque apenas pedaleaba. Iba de mezclilla y con un suéter de lana algo infantil que me había hecho mi mamá. La avenida estaba tranquila, sin perros por suerte. Llegué, era una casa de dos pisos y un balcón del lado derecho. Cuando me acerqué a tocar el timbre Gideon salió antes de presionar el botón.
-Pasa- me dijo y se apartó, quería ver su casa pero él me empujó para subir. Él andaba en shorts sueltos, sin camisa.
Pasamos a una habitación bastante amplia, parecía un salón de juegos, había sofás en un lado y del otro habían una rocola, una mesa de billar y una máquina de dulces pequeña. Me dijo que me fuera a sentar y él fue a la rocola a poner una canción de rock suave, me aventó una soda y luego vino a sentarse enfrente.
-Entonces, te querías comer mi verga o qué?- me preguntó.
-Tengo que responder?- le dije rojo.
-Si, quiero saber qué hacías con tu cara ahí- me dijo riéndose.
-Estaba jugando-le dije, ni yo me la creía.
-Vamos, no soy tan pendejo como crees. Solo dilo. Si se ve que eres una nenita.
-No lo soy – me enojé.
-Si lo eres. Pero qué importa? Aquí nadie más lo sabrá. Admítelo.
Dejé la lata en mis pies y evité verlo, estaba enojado porque todavía quería seguir humillandome. Lo oí mientras se estiraba, abriendo los brazos…
-Bueno, si no quieres admitirlo no me importa. Pero si vas a serlo, o le diré a todos lo que querías hacer.
Me dijo que haría circular un boletín por el pueblo de lo que había pasado, aunque no pondría su nombre en el, pero no importaba, las personas estarían preguntando si era verdad. Y mi papá me daría una santa golpiza.
-Quitate la ropa- me dijo cuando ya me rendí. Me paré y me quité el suéter, luego la camisa debajo. Gideon se me acercó cuando ya iba por los pantalones. Se agachó y casi grité cuando besó con un lenguetazo mi pesonzito. Me dijo que siempre había querido saber cómo se sentía penetrar a alguien. Y me aventó al sofá, jalando mis zapatos y jalando también mi pantalón, mis calzoncillos se fueron con ellos. Me felicitó por hacerle caso de afeitarme la pinga y los genitales, estaban como cuando todavía no tenía vellos. Me volví a asustar cuando se quitó el short y una verga de 22 centímetros saltó, era muy morena, más que el resto de su cuerpo, con bolas todavía más negras. Apartó mis piernas y se ubicó entre mis nalguitas, frotando la cabeza de su verga en mi sanja. Gideon era lo que mi papá dijo que se le llama a los más desarrollados: dotado. Quise poner mis manos en sus hombros y hacerme espacio, pero el me dió un tirón horrible a mi cabello, casi me arrancaba la cabeza. Luego se frotaba con fuerza, tratando de meterme ese monstruo. Dió empujes que me irritaron el ano, pero no podía quitarlo.
-Espera, te ayudaré si me sueltas- le dije, y Gideon me soltó el cabello. Alcé las caderas, agarrando el tronco venoso de su verga y la coloqué en punta, bajando. Se introdujo apenas y Gideon ya estaba agarrando mis piernas para forzarme a comer más de su verga, consiguió meterse más, haciéndome gruñir de dolor porque estaba casi a secas.
-espera por favor- le dije.
Pero claro que no me hizo caso. Por cada centímetro que iba avanzando, yo me quería echar para atrás, pero Gideon me agarraba de la cintura o de las piernas, forzando a mi culito a tragar más y abrirse para él.
¡Pap! Sentí como se pegaban nuestros cuerpos.
Él levantó la cara viendo al techo y decía: ¡Qué rico!
Yo quería morder algo para soportar el dolor, pensé en darle una patada a la cara pero eso no me traería nada bueno. Sabía que Gideon me había roto el ano. No olvido que se había apartado de golpe para meterse sin piedad, atrapando mis manos sobre mi cabeza y se ponía a moverse como loco, queriendo verme llorar, seguro.
-Aguanta, tu puedes nena- me dijo mordiendo mi mejilla con fuerza. Ponía un pie en el suelo y el otro lo tenía doblado, apoyándose de la rodilla y martillando contra mi culito.
Me soltó pero solo para hacerme voltear, atrayendo mi culo y abrazando mi cuello intentando asfixiarme. De una su mástil se deslizó con más facilidad, rebotando él contra mis nalgas muy feliz. No mentiré, yo también ya estaba disfrutando de su verga, pero el trato era molesto. Cuando tocí, Gideon me agarró el cabello y me tiraba hacia él.
-aaa
-Si, ya vez que si eres una nena?- oí cerca del oído.
Terminé acostado en el sofá con Gideon arriba, doblando mi pierna para tener más espacio. Me avisó que ya estaba vaciandose en mi interior, llenando de su leche. Yo sin querer llené su sofá con mi semen.
Estuvo más platicador cuando se salió de mí, me contó que había estado viendo pornografía, normal y homosexual, y que había estado esperando a un chaval que diera el culito. Ese había Sido yo.
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