Gochito Veguero 01
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por shotaboy.
Yo había nacido y crecido en los andes venezolanos, en el estado y la ciudad de los caballeros que comparten el mismo nombre, Mérida, en ese lugar viví con mi madrecita los mas preciosos momentos de mi vida, como la mayoría de la población andina (o gochos como se nos dice a veces de cariño y a veces por maldad) era de piel clara, y cabello dorado y rizado, bueno, mas castaño que dorado, de ojos marrón claro tirando a verde olivo y de cachetes coloraditos de rosado, uno a cada lado de una boca rojita y carnosa como una pumarosa pintona, yo admito que he sido lindo toda mi vida (modestia aparte) lo que muchas veces me hizo objeto de halagos, de regalos en la calle de gente que decía "dios te cuide mi catire bello", a veces uno que otro pormenor con algún compañerito que gustaba de apretarme una nalga furtivamente; pero se volvió el inicio de una maldición cuando mi maestro, un hombre letrado y culto de mas de 50 años me castigaba adrede para imponerme penitencias en el recreo como excusa para manosear mi hasta entonces inmaculado cuerpo, y aunque no es de él de quien trata esta historia voy a darle una breve participación pues fue el detonante de los giros y pormenores de mi vida.
Sentí sus ásperas y varoniles manos desplazarse por cada centímetro cuadrado de mi piel, amasando mis glúteos, dándose todo el tiempo para apretujarlos, sobarlos y manipularlos a su antojo, mi sistema nervioso comenzaba a despertar sensaciones desconocidas para mi pero la puerta de mis inicios sexuales comenzaba a abrirse; mis vellos se erizaban durante el tiempo que el dedicaba a mis castigos, con el paso de los días se volvía mas osado, me ordenaba desnudarme por completo para mis penitencias, en aquel entonces con mis 9 años era un niño tremendo y flojo pero tenía una chispa creativa de la que carecen muchos de mis "parientes gochos" (en Venezuela se dice que los gochos son tan caballerosos y buena gente que siempre la gente se aprovecha de nosotros), era muy hábil para las matemáticas y la lógica en los juegos como el dominó, juegos de azahar o habilidad, especialmente las cartas, debido a esto ya había contemplado delatar a mi maestro con la directora o mi mamacita pero no lo hice porque apenas una semana de penitencias le había comenzado a agarrar el gusto a las caricias de mi maestro y como comenzaban a volverse una estimulante rutina lo dejé hacer.
Sus manos me daban cariño con la misma presteza con la que un músico despega las notas de un contrabajo para deleitarse con las mas bellas tonadas, y yo me sentía el instrumento mediante el cual aquella bella música era posible, además de que las habilidosas manos de aquel buen señor sabían cómo mantenerme aletargado en placer para dejarme pidiendo más, más de su lengua en mi culo, más de sus dedos dilatándome, más de su semen en mi garganta, para unos días después de carnaval (como 4 semanas) mis penitencias habían pasado de caricias, apretujones y lamidas a medio vestir hasta desnudarme completamente, entregarme a sus manos que ya hurgaban fácilmente con dos y tres dedos al mismo tiempo en mi ano, masajes y mamadas de pene de mi parte hacia el profesor quien nunca me dejó sin mi ración de leche, algunos intentos de penetración fallidos después me puso en alerta ya que sus intentos habían sido .
infructuosos y de poco tacto por decir lo menos, realmente me había dolido, y con una verga adulta y venosa tan monumental como la que se gastaba el maestro como No habría de resistirlo pensé, realmente quise declinar pero la reacción tan poco grata y por demás violenta me aterró, el maestro sacándome la ropa me puso en su escritorio, me escupió el ano y apenas ensalivado su glande me apuntaló y de un empujoncito bien aplicado enterró su cabeza, quise gritar pero él me tapó la boca, retiró su glande casi por completo, volvió a escupir y susurrándome al oído algún comentario despectivo de dominio sexual volvió a introducirse con un poco más de él dentro de mí.
De a dos centímetros en adelante mi profesor me enterraba más de su pene con cada envite, mis ojos verdes lloraron abundantemente y mi color de piel se había sonrojado mucho al tiempo que mis deseos de expulsar el dolor dentro mío a través de mis gritos ahogados; pero estos eran frustrados por aquellos dedos gruesos y masculinos que segundos antes me habían hurgado los intestinos dándome a probar el sabor de mis propias entrañas lo que me asqueaba pero una remota parte de mí hacía palpitar mi penecito de placer, años después comprendí que aquello que me estimulaba era mi profesor frotando mi próstata con su mazo de carne.
Prosiguió sin interrupciones una decena de envites más hasta que me hubo atragantado el culito por completo -¡listo!- dijo contento -¡Ya eres oficialmente mi mujercita!, su vaivén comenzaba a normalizar su tempo mientras mi cara se enrojecía como nunca antes, mi nariz moqueaba y mis ojos (según mi maestro) parecían de vidrio pulido de lo cristalinos que se veían al estar cubiertos de lágrimas, el hablaba pelotudeces sin sentidos aumentando su placer, *Tlin! *Crash! sonaban las cosas que se caían de su escritorio en donde me había desflorado el virgo anal, su empuje aumentó y unas gotas de baba o sudor (no recuerdo) me cayeron en el cuello y rodaron por mi espalda, aquella entusiasta penetración me estaba desgarrando el culo y por alguna razón mi penecito jamás perdió su erección -¡¿Te gusta verdad?!- preguntó en sus últimos momentos de vigor -¡Esas nalguitas de algodón querían mucho que un machete como el mío las separara a la fuerza!-, no puedo afirmar esto que estoy a punto de contar (aunque me han dicho que si); pero mi trasero le produjo tal deleite a mi maestro que cuando su cuerpo entró en la recta final del acto sexual, es decir, al orgasmo, perdió el el control de si mismo gimiendo demasiado alto lo que ocasionó que mientras la puerta se abría de golpe mostrando el lascivo acto de mi maestro su leche se derramaba dentro mío, un par de maestras le cayeron a carterazos y reglazos al pobre hombre cuyo cipote escurría a su paso mientras una decena de estudiantes se agolpaban para ver a su compañero (yo) desnudo en el suelo llorando a moco tendido con sangre, heces y semen saliendo de su ano.
Dos semanas después.
La llanura era infinita.
En mi corta vida jamás había visto algo más inmenso, sabía por películas que el océano se extendía de un lado a otro del horizonte pero no imaginaba que una porción de tierra plana podía verse igual que un mar de grande (y aún no veía el océano personalmente), arriba mío un cielo color malva sostenía nubes doradas y blanquecinas, pájaros variopintos volaban cantando sonidos nuevos para mí, hay que entender, que habiendo pasado toda mi vida en una cadena montañosa de cerros, neblinas matutinas casi diarias, agua helada que salía del grifo, cerros y páramos era para mí un cambio radical siendo que me encontraba ahora en el llano venezolano.
Pero no cualquier llano, era EL LLANO, en la región de apure donde aún se veían manadas de reses recorrer la sabana libres, allí no había cerca que las mantuviera, los llaneros las dejaban ser hasta que se acercaran las lluvias, entonces las escoltarían a tierras altas para que no murieran ahogadas, en fin.
luego de medio día de camino en carretera, calles y caminos de tierra cambiando de vehículo cada tramo de la travesía llegué junto a mi mamá al estado Apure, de ahí nos subimos al jeep verde que se nos acercó en la parada, un jovencito apenas dos años mayor que yo nos llamó invitándonos a subir llevándonos hasta la casa de mi tía paterna (su cuñada)a casi una hora de camino por tierra pedregosa y barriales hasta que al fin, una casa (o casas) que parecían haber sido construidas como piezas individuales y que fueron expandiéndose hasta amalgamarse dando como resultado una infraestructura de "U", la cual a su vez estaba rodeada de numerosos árboles frutales de gran tamaño como Mangos, Mamones, Pumarosas, entre otros que no conocía, además algo que me parecía curioso era el hecho de que las casas estaba suspendidas en el aire por pilares gruesos dejando para habitar la residencia en el "segundo piso" por decirlo así, habían algunas cercas de enrejillado metálico que separaban lo gallineros y la parte de los caballos salvajes.
Aquella pequeña isla rodeada de llanura y pastizales sería mi hogar indefinidamente, puesto que con el alboroto causado por la indiscreción de mi maestro me esperaría una vida muy dura si me quedaba allí, por lo cual mi madre me dejaría al cuidado de mi tía que me enseñaría con el resto de su familia las andadas y labores de un llanero veguerito del llano adentro.
El Jeep se detuvo y el niño que lo conducía con su sonrisa altanera y sin pelos en la lengua nos invitó a pasar que su mamá estaría en casa en breve, una vez adentro de la casa(s) elevada nos sentamos en una sillas forradas con cuero de vaca junto a la abuela que preparaba un sancocho, me sirvieron un tazón como para alimentar a un Mastín de 90 kilos y no pude comer el humeante liquido en el que flotaban patas de gallinas, de ganado y francamente parecían haber metido un dinosaurio en la olla, pasé del almuerzo y por el contrario salí al patio, me deleité probando las diferentes frutas que habían allí, incluso los mangos eran muy diferentes unos de otros, en eso una voz me saluda alegremente:
-Que maj primo!- dijo el niño que nos trajo en el jeep (en Venezuela algunas palabras que terminan en "s" se pronuncian como "j" (en el caso del llanero las letras "s,z,c,sh,ch" parecen haber sido reeplazadas por "j"))
-Um?
-Que como estáj carajo!- alzó la voz sin perder su sonrisa ni modificar su actitud alegre.
Bien, bien.
– dije sin creérmelo ni yo.
-Un cambio muy grande el del cerro por el llano verda? -dijo tratando de empatizar
-Jamás creí que esto fuera tan grande.
– dije haciendo conversa y proseguí -¿Desde cuándo maneja uste?
-Uuuuuuf! me enseñaron a los 8, aquí hay que hacer muchas cosas y nadie tiene derecho a flojeá- se interrumpió antes de proseguir -ya vaj a ver que prontico te enseño a manejar el jeep.
-En serio? -dije notoriamente alegre.
-Si!- dijo él con su radiante sonrisa.
-Hmm.
– Al mirarlo detenidamente pude aceptar que mi primo 3 años mayor que yo era muy guapo, de piel trigueña, o más bien blanca que se ha tostado por el sol, sus ojos eran de un marrón mas claro que los míos pero totalmente libres del verde que imbuía ligeramente los míos, de cabello castaño y corto con un sombrero llanero color marfil y un cuerpo bien trabajado pero propio de alguien de su edad.
-Tengo algo en la cara?- me preguntó.
-perdone, es que todos los llaneros que he visto son morenos o negros y uste es.
Más como alguien de Allá de Mérida.
-Porque somos familia y mi apá siempre fué catire de esos ojitos claros, mis hermanos también son así- dijo sin perder la sonrisa -Y.
¿Que ej esa vaina de Uste esto y uste aquello? dígame Ignacio.
-Está bien Ignacio, Mucho gusto, soy Jhona.
-Ah! tá bien!, mira quieres que te muestre la quebrada? está a media hora en caballo- me invitó a lo que pidiendo permiso (el cual me otorgó la abuela) nos subimos a un caballo bayo llamado "Frijolito", Ignacio se colocó detrás de mí e iniciamos la cabalgata.
A todo galope salimos disparados, el animal corría como si lo persiguieran una bestia de monte, el tucplun! tucplun! de su galopar me hacía rebotar en mi trasero descontroladamente y muchas veces mis nalgas aterrizaban en el pubis de mi primo, no habíamos recorrido un kilómetro cuando noto algo durito en sus pantalones vaqueros, ambos nos hicimos de la vista gorda como si no pasara nada y en cada rebote mi trasero se frotaba irremediablemente en su verga, además de eso no hallaba de donde sujetarme pues Frijolito se contoneaba tanto que no tenía mucho agarre, asi que venciendo mi miedo y un poco movido por que sentía como mi primo Ignacio se aprovechaba del empuje del corcel para afincarse mas a mis nalgas me decidí a arrecostarme ligeramente a su espalda colocando mis manos en el lomo de Frijolito, ¡Eureka! esa era la posición perfecta, incluso podía aprovecharme igual que Ignacio de la inercia del caballo y empujar mi trasero hacia atrás para maximizar el frotamiento con su verga de 12 años (era un placer sexual infantil; pero ya me habían marcado con una verga adulta dentro de mi culo y su.
semilla había sido depositada dentro de mí).
15 minutos de cabalgata y un posible anhelo de sentir una verga en mi culo (aunque no fuese tan grande como la de mi maestro) llegamos a un cortina de árboles que se extendían muy ancho en la sabana, nos bajamos de frijolito, primero él, luego con su ayuda lo hice yo, vi que sus mejillas se habían sonrojado cuando me tomó de las caderas para colocarme en el suelo, caminamos como si lo anterior no hubiese pasado y penetrando en la espesura, tras un par de minutos a pie con el caballo a nuestro lado llegamos a una preciosa quebrada tipo película de selva tropical cubierta con árboles de gran tamaño que mitigaban el calor del llano, cientos de flores coloridas crecían a la orilla de la fuente de agua que esencialmente no tenía color alguno, eran prístinas las quebradas de ese llano, de pronto siento un golpe sutil producido por la camisa arrugada de Ignacio en mi cabeza, lo ví desnudo de la cintura para arriba y me sorprendió que a pesar de su edad su cuerpo era definido pero no musculoso sino mas bien tonificado, su pecho y espalda lampiños alguna vez habían sido blancos como yo pero una vida en el campo lo había vuelto trigueño claro; mi boca casi llega al suelo al verlo quitarse los pantalones junto a su ropa interior mostrándome su imberbe desnudez preadolescente con esa linda sonrisa en su rostro y ambos puños descansando a cada lado de sus caderas, colocó su ropa encima de Frijolito (momento en el que noté que en sus nalgas no había marca de bronceado sino que eran tan trigueñas como el resto de su cuerpo) y me dijo como extrañado.
-Vasié y entonces primo?- dudó en decirlo – Te vaj a bañá con ropa?
-Yo.
ya voy! – logré decir luego de un momento de silencio incómodo.
Me quité la franela y vi de reojo que mientras me bajaba las bermudas Ignacio me veía con esa sonrisa que comenzaba a derretirme y adrede le di la espalda para que se diera colirio con mis nalgas blancas y redondas -Primo Jhona.
– dijo él sin dejar de sonreír -En el llano uno se mete al agua de dos maneras, con ropa entera o sin ropa alguna.
– lo pensé un par de segundos pero dejándome llevar me bajé la trusa blanca al igual que yo quedando en cueros.
me puse frente a él, quedamos algunos segundos viéndonos los genitales y examinando el cuerpo del otro como un par de pendejos, cuando sentí que mi pipí se paraba me apresuré en entrar al agua que en un principio eran tan profunda como mis rodillas, Ignacio caminó lentamente como sobrado y trepando un árbol muy grueso y alto llamó mi atención para lo viera saltar, aunque lo que mas me gustó fué verlo trepar, sin esperar otro instante se lanzó al agua causando un alboroto, pasó cerca de un minuto y él no aparecía, comencé a asustarme y sin previo aviso algo me jaló por la pierna llevándome a la zona mas profunda del río, comencé a gritar y a luchar hasta que "SPLASH" Salió Ignacio del agua tomando aire y riendo agrandes voces imitando mis gritos de terror.
-¡No sea Toche! -le grité molesto mientras me abrazaba a él porque nos veía muy lejos de la orilla.
-JA JA JA JA! Ayuda! ayuda! -reía él.
-¡no me suelte!- le supliqué a mi sonriente primo antes de darme cuenta que en primer lugar estábamos desnudos, en segundo, nos estábamos abrazando de frente, y en tercero, no era realmente un abrazo, yo estaba literalmente sentado en su verga "parada" rodeando su cuerpo con mis piernas y sujetando su cuello con mis brazos a 10 centímetros su boca de la mía.
-Tranquilo que yo lo salvo prima!- me dijo- disculpe, primo .
yo lo llevo a la orilla.
Mientras caminaba conmigo a cuestas podía sentir el palpitar constante de su verga entre mis nalgas, el camino era corto pero se tardaba y yo lo agradecía, podía respirar el aliento que salía de su pecho, de olor y sabor dulce algo atrofiado por el chimó que mascaba, pero en ese momento no me importó y deseé que no llegásemos nunca a la orilla; pero llegamos, nos separamos y ví a mi primo tan sonrojado como yo, su pene trigueño estaba a mil de duro y caliente al igual que el mío, pero ninguno de los dos dijo nada hasta que le agradecí.
-Gracias por no soltarme primo Ignacio!
-Descuida primo!
-Como te lo puedo pagar? dije algo sobreactuado (lo admito).
-Como le dije, no es nada- recalcó -pero.
Si quieres pagarme.
Te dejas coger?- me la soltó sin más.
Claro que la pregunta me dejó frío pero con lo caliente de mi verga no vacilé en decirle -¡Si!- y sin perder un segundo más me recostó a una gran roca que sobresalía del agua y dando dos lamidas a mi ya no tan virgen ano se posó detrás de mí y sin decir nada lo metió completo, dí un respingo de dolor por lo bruto de la metida pero no dije nada, él solo se limitó a meter y sacar sin técnica ni nada, solo una acometida adolescente a quien le faltaba mucho por pulir, aunque tenía a favor un gran aguante, es decir, estuvo dándome duro y rápido desde el principio hasta el final que se tardó aproximadamente 12 minutos, en ese tiempo no hubieron caricias, ni palabras dulces o rudas, solo él y yo y su mete y saca, en un instante recordé a mi profesor y su tremenda vergota -Ay ay! estoy por acabar! -dijo emocionado (asumí que aquella era su primera vez porque se notaba muy entusiasta) pero no se detuvo ni se retiró de mí, aún tenía su verga parada y con las mismas energías que cuando empezó me echó un segundo polvo, con la diferencia que al terminar le dije que había sentido algo viscoso dentro de mi culo, esto lo emocionó aún mas y sin dejar de moverse aunque notoriamente mas cansado volvió a aumentar la embestida, mientras se agarraba de mi hombro con la derecha, su mano izquierda se fué a mi pene masturbándolo deliciosamente, así estuvimos otro rato de púbera pasión hasta que al sucumbir a su estimulo manual tuve mi orgasmo en seco e Ignacio al sentir mis apretones anales se dió un festín sensorial que lo hizo eyacular una buena dote de semen.
Cayó recostado encima mío y separándonos me dio las gracias, que había significado mucho para él, me pidió mantenerlo en secreto de su familia, al preguntar la razón me dió una excusa superficial de que los llaneros son muy machistas y que no se admitía un llanero gay; pero sospeché que había otra razón, me contó que no solo había sido su primera vez sino que también era el final de su niñez y el principio de su adolescencia, nos vestimos, nos ensillamos al caballo y sentándonos igual que la vez anterior (solo que esta vez sujetaba yo las riendas) quedamos en repetirlo muchas veces mas.
—–
Debo agregar que este relato fué escrito para un amigo de la universidad que luego de compartir muchas cosas intimas me convenció (pagó) para contarles esta historia, la primera de varias, no se cuántas entregas serán, tal vez dos o tres o mas, espero que la hayan disfrutado tanto como yó, para contrataciones para escribir relatos o dibujar ilustraciones personalizadas mándenme un mensaje privado o escríbanme al Gmail, se despide Shotaboy.
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