Gracias al viejo tendero me volví una puta
Luego de mucho perrearme, por fin accedí a mamarle la verga al viejo pervertido.
Finalmente, después de algún tiempo de intentos infructuosos, por fin, el viejo vecino logro que se la chupara. Entre promesas y amenazas, el viejo fue preparando el terreno hasta que, un buen día, aun no sé por qué, finalmente me convenció y yo accedí, así que, encerrados en su cuarto, me dispuse a darle una buena mamada de verga.
Oh dios, recuerdo como le agradecí al cielo el haberme dado esa increíble oportunidad de probar por primera vez una verga de hombre. Y no cualquier verga, aquel viejo tenía una verga enorme, lo que, con el tiempo, agradecí enormemente haber cedido a las pretensiones de ese hombre pervertido.
Casi a diario entraba a comprar en la tienda de ese hombre, y yo creo que, a falta de mujer, le tiraba el perro a cualquiera que tuviera la suerte de entrar a su tienda a comprar algo.
Se rumoraba que se había cogido a casi todas las hembras del rumbo y a uno que otro compañerito mío. Así que, sin yo darme cuenta, me sentía un poco celoso de ellos. No porque fuera yo gay ni porque me gustara estar con el viejo, sino porque había escogido a mis compañeros y no a mí, eso me tenía un poco decepcionado muy dentro mío.
Así que, con el tiempo, el viejo se empezó a fijar en mí y yo empecé a ilusionarme con él, de que tal vez yo pudiera ser el próximo, sin saber a ciencia cierta qué es lo que fuera a pasar.
Así que, finalmente, esa tarde por fin yo estaba a solas con el viejo, con los pantalones en los tobillos y los calzones a medio muslo mamándole, por fin, su enorme verga. El sentado a la orilla de la cama y a mí me tenía en cuatro dándole una rica chupada de verga.
El hombre me metía los dedos en el culo provocándome tremendas sensaciones extrañas y por demás desconocidas, a cada tanto me lubricaba el culo con alguna crema y me metía los dedos, primero de a uno, luego dos, hasta finalmente tener cuatro dedos dentro de mi haciéndome que el pene se me pusiera de lo más duro provocando que se me escurrieran los jugos del enorme placer que eso me provocaba.
El hombre dejo que yo disfrutara a mi antojo se su verga, hasta que el consideró que yo ya estaba listo para el siguiente paso. Así que se levantó dejándome con tremendas ganas de seguírsela chupando. Se colocó detrás de mí y poco a poco me la fue metiendo.
Yo aullaba de dolor al principio, pero creo que gracias a la crema que me puso, al poco, el dolor se me fue calmando y al rato yo aullaba, pero por más. El mendigo viejo me tenía ardiendo de calentura, loco de pasión por su verga y para mi propio asombro, yo me meneaba como una puta haciéndole ver lo rico que la estaba pasando con él.
Eso lo motivaba a darme más y más duro haciéndome suplicar por más verga, hasta que finalmente se vino tremendo dentro de mi llenándome todo el culo con su abundante leche caliente. El hombre me felicito por lo rico que me había cogido y quedamos en lo pasaría a visitar con cierta frecuencia, afirmando que, a partir de ese día, yo sería su putita preferida, lo cual me lleno de orgullo.
Y sí, me volví su puta de planta hasta que el pobre hombre ya no pudo más. Así que entonces, me empecé a dedicar a buscar otros hombres que me complacieran, eso de sentirme la puta de un macho me sabía bien.
Ahora soy un hombre mayor, pero eso no me impide mamar una buena verga y darle las nalgas a quien me las pida.
Me pueden escribir a [email protected]
Bufff, como me has dejado, me has hecho recordar mis cogidas, muchas parecidas a la que cuentas y que rico recordar, es como si te volvieran a coger y que rico es ser la putita de un maduro que te haga descubrir el sexo y los placeres de la vida. Gracias Bobby