Haciéndome el amigo para conseguir a su tío
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por gab.t.
Desde niño solía ir al club para hacer deportes. En general el único que me gustaba era natación y finalmente decidí dedicarme únicamente a eso. De niño era muy reservado y vergonzoso. Compartíamos vestuarios con todos los hombres de todas las edades pero yo nunca me fijaba en los demás y me escondía para cambiarme. Como a los 10 años, empecé a fijarme en los demás hombres que asistían. Veía sus cuerpos desnudos, sus músculos, sus vellos y sobre todo su verga. Me pasaba horas pensando en si algún día yo tendría esa figura. A esa edad por supuesto no tenía nada desarrollado mi cuerpo, pero igual me miraba a diario en los espejos esperando notar algún cambio. Fui creciendo y con el tiempo me fijaba cada vez más. Había algunos a los que siempre miraba, coincidíamos en horarios, y otros que muchas veces me dieron la sorpresa de mostrarme sus hermosos cuerpos. Sera a mis doce años que empecé a tener vellos sobre mi verga, pero tardo mucho en crecer. Soy bastante lampiño hasta el día de hoy. Recuerdo en esas épocas que mostraba mi cuerpo orgulloso desnudándome sin pudor en los vestuarios.
Muchos de mis compañeros, de mi edad aproximadamente, estaban mucho más desarrollados que yo. Pero ellos eran a los que menos veía. Los que me atraían de verdad eran los mayores. Había un grupo de nadadores, de unos 25 a 30 años que eran mis favoritos. Estaban en un mismo grupo, entrenaban juntos y eran muy buenos, pero sobre todo… estaban muy buenos! Eran deportistas con todas las letras, se cuidaban su cuerpo y lo entrenaban a diario. Era un placer observarlos.
A mis 13 años, yo era un joven bastante delgado. Tengo cabello castaño y ojos verdes. Nada de pelo en el cuerpo excepto por una mata de pelo negro sobre mi verga y una casi invisible línea que continuaba hasta mi ombligo. Mi favorito, y protagonista de este relato, era José. En ese momento tenía 31 años, aunque aparentaba un poco menos. Alto, quizás 1.80, Delgado pero con todos sus músculos marcados: Espalda ancha, Pecho desarrollado, brazos grandes, ni un gramo de grasa y sus abdominales marcados. Piernas gruesas y todas depiladas. Y por supuesto, una cola respingada y un bulto que hacia mojarse a más de uno en el club cuando se le marcaba en sus speedos de colores llamativos que le gustaba usar. Su cara, delgada, de nariz respingada y ojos verdes claros, con el pelo castaño claro con raya al medio. Era mi amor platónico de esa época, lo observaba sin cuidado cuando caminaba por los bordes de la piscina, y más de una vez abandone antes la clase o incluso después para poder cruzármelo en las duchas.
Por esa época, comenzó a asistir a mi clase un niño nuevo. Gordito y de poco atractivo, note que al finalizar la clase se iba en compañía de José. Era la conexión que necesitaba para acercarme a mi hombre.
El niño, Maxi, tenía 11 años. Era bastante malcriado, no hacía caso de las órdenes del profesor en la pileta, y prácticamente ni intentaba hacer los ejercicios correctamente. Se notaba que lo obligaban a asistir, seguramente sus padres. Comencé a intentar hablar con él, pero era difícil de tratar. No le interesaba nadie fuera de sí mismo. Pero yo me esforzaba por hacerme su amigo, no me importaba nada. Fui de a poco tomando algo de confianza y casi obligándolo a que fuera mi amigo. En una oportunidad logre por fin cruzar palabra con José en los vestuarios, todo gracias a mi “amigo”. Nunca olvidare ese día, se presentó como el tío y me estrecho la mano. Una mano grande, masculina que apretó la mía de una forma que me hizo erizar toda la piel. Yo le hablaba con voz temblorosa. Sentía mariposas en mi estómago y más abajo también. Mi amigo se metió en uno de los vestuarios y yo me quede con el tío desnudándonos en el área común. Su cuerpo era el de un dios griego. Todo depilado, excepto una pequeña mata sobre su pene y sus axilas. En mi inocencia yo creía que era lampiño como yo. Así fue pasando el tiempo hasta que logre tener más trato con él.
Mi papa siempre iba a buscarme a la salida, pues salíamos ya de noche y yo era chico. En una oportunidad mientras lo esperaba me vio hablando con ellos y los saludo. Por cortesía pregunto si necesitaban que los acerque a algún lado y descubrimos que vivíamos a tan solo 4 cuadras. Así que desde ese momento mi papa tomo confianza con ellos, en los viajes a casa.
Desde entonces yo planeaba de todo para ir a casa de mi amigo. Pero a él no le interesaba. Me invite en muchas oportunidades. José vivía con ellos, pero no lo veía mucho. Trabajaba en una cantera y pasaba muchas horas ahí. La natación era su pasión, pero también le gustaba competir.
En una de las conversaciones en el auto, me entere que al tiempo había una competencia en una ciudad cercana, a unas 4 hora en auto, y José se estaba entrenando de hacía tiempo para eso. Yo rápidamente me apunte para ir, y José quedo en averiguar si había de nuestra categoría, invitando por supuesto a su sobrino. Mi padre no se mostraba muy convencido de que fuera, era chico y era en otro lugar donde él no podría estar para controlarme. Después de mucho rogar me dijo que si iba mi amigo y su tío se mostraba responsable, podría ir. Tuve que mover cielo y tierra para convencer al niñato malcriado de que fuera, le prometí de todo, hasta la vida más o menos, pero logre convencerlo pues serian “como vacaciones”. Mi padre invito a casa a José, para hablar y ver si no tenía problemas de hacerse cargo. Yo estaba muy emocionado de tenerlo en casa. Pero termino la conversación y se fue a la suya, como era de esperar. La competencia era un sábado. Saldríamos el viernes temprano, íbamos en el auto de la hermana de José. El viernes a la tarde José quería entrenar en la pileta donde competiría para conocerla, el sábado era la competencia por la mañana, a la tarde la entrega de premios y el domingo regresaríamos luego del mediodía.
Teníamos todo listo, el dinero, la ropa… Todo. La noche antes no pude dormir de la idea de pensar que iba a convivir con mi enamorado aunque sea unos días. Me imaginaba compartir todo el día con él y me moría de amor… y de calentura. El viernes paso a buscarme temprano, casi al amanecer. Apenas pude levantarme. Al ver su auto, me sorprendió verlo solo sentado ahí, y me gusto. Pero luego al acercarme vi que mi amigo estaba en el asiento trasero acostado durmiendo. Al menos me toco el asiento del acompañante. Me despedí de mis padres y subí al auto. Moría de sueño, no había dormido nada la noche antes. No quería dormirme, hacia fuerza para mantenerme despierto, no quería perderme un minuto al lado de José. Ante mis bostezos incesantes, José arrimo su mano a mi pierna como dándome confianza y me dijo que descansara.
Luego me acaricio la nunca despeinándome e insistió en que durmiera. Enamorado a más no poder, cerré mis ojos y dormite el resto del camino. Soñaba, entre dormido y despierto, con él, tomándome y besándome bajo el agua. Desperté por el calor del sol que ya brillaba alto en el cielo. Me tomo unos minutos reincorporarme. Desde mi lugar lo veía, llevaba un short de futbol rojo y una musculosa que dejaba marcaba todo su cuerpo y dejaba admirar sus gigantescos brazos. Cuando me vio despierto me miro con una sonrisa y se la devolví. Se rió suavemente y me quede mirándolo sin entender. Luego miro hacia mi entrepierna y comento “parece que soñaste lindo”. Mi joven verga estaba dura de todos los pensamientos que había estado teniendo con él. En mi vida había sentido tanta vergüenza. Me acomode en el asiento intentando ocultarlo, y me puse rojo tomate. El solo río, me guiño un ojo y me dijo “no pasa nada”, tranquilizándome. A todos los hombres nos pasa eso por la mañana, dijo, y a continuación se tomó su verga por encima del short. Estaba dura y colocada hacia la derecha, como apuntándome. Mi corazón empezó a latir a mil por hora y bombeaba toda la sangre a mi verga que ya estaba a punto de explotar. El continuo manejando como si nada hubiera sucedido, pero yo no podía quitar la vista de su verga que yacía a menos de un metro mío, dura, en todo su esplendor. No sabía cómo reaccionar, no me salían las palabras, mucho menos las acciones. Pasó lo que me parecieron horas mientras en mi mente pasaban miles de imágenes.
En una actitud infantil, pero que no me arrepiento, le dije inocentemente: “A mí no me engañas, ahí tienes algo”. Realmente no creía que su verga pudiera ser tan grande. El solo reía ya a carcajadas, insistiendo en que no tenía nada, solo se le había puesto dura como todas las mañanas. A continuación, y sabiendo que iba a arrepentirme, extendí mi mano y la agarre con fuerza. Su cara cambio, su sonrisa se borró, pero no dijo nada. El terror del regaño que vendría a continuación me hizo soltarla rápidamente. El solo dijo, con voz temblorosa: “Ves que no ocultaba nada?”. Yo reí nervioso. El silencio se puso incomodo, hasta que su sobrino nos salvó. Se había despertado. Insistió en que bajáramos a comer algo, y lo hicimos, luego José nos dio las llaves del auto y dijo que iría al baño. Yo ya de camino al auto, entregue las llaves a mi amigo y dije que a mí también me habían dado ganas. Me fui rápidamente, casi corriendo, quería orinar al lado de él a ver si lograba ver algo. Cuando entre, ya estaba sacudiendo su herramienta y guardándola. Pude ver como se le marcaba en sus shorts. Se quedó dentro del baño, esperando que yo terminara, pero por mi brutal erección no pude hacer nada, además de los nervios de que el me estuviera mirando. Guarde mi verga y fuimos al auto. El niño ya se había sentado en el asiento de adelante, y a pesar de que insistí que era mi lugar, tuve que ir atrás, pues el muy malcriado no se movería.
Llegamos finalmente al camping que habíamos reservado, algo alejado del club, pero barato. Eran como cabañas, bastante espaciosas, separadas por mucho espacio verde y con un lugar para dejar el auto justo al lado de la misma. Los baños eran afuera, pero no muy alejados. Un baño grande para todo el lugar. En la nuestra había una cama grande y una pequeña. Luego de una ardua discusión, en la que José insistía en que debíamos compartir nosotros la cama grande, mientras que su sobrino no había forma de quitarlo de la cama chica. Sin concluir nada, hartos ya de la discusión, nos fuimos a almorzar, dentro del mismo complejo. Ahí nos dieron instrucciones de cómo llegar al club y también nos comentaron que se podía visitar un cerro que quedaba ahí cerca para tener una vista de la ciudad. Nos encantó la idea. Luego del almuerzo preparamos las cosas para ir al club y poder nadar un poco para conocer la pileta. Mi amigo caprichoso no quiso ir, se acostó a dormir. José estaba muy enojado, no quería dejarlo solo, pero se hartó y no quería perder la competencia por un niño caprichoso. Muy enojado nos fuimos, preparamos un bolso para los dos, y tomamos camino al club. Todo el camino fue renegando con su sobrino, pero finalmente se calmó. En el club nos dieron lugar hasta las 5 de la tarde, pues cerrarían temprano para dejar todo listo para el día siguiente.
Éramos los únicos dos en el complejo. Teníamos poco tiempo ya, así que rápidamente fuimos a los vestuarios. Abrió el bolso, y me dijo: “Tengo un regalo para vos”. Yo me re entusiasme. Del bolso saco unos speedos negros y me los dio. “Son de cuando era más chico, pensé que para la competencia te vendrían bien”. Yo usaba shorts comunes, pero siempre quería de esos tipo slip pues me hacían sentir sexy. Le dije que los usaría al día siguiente, pero el insistió en que los probase ya para ver si me quedaban. Me empecé a quitar la ropa y él no me quitaba la vista de encima. Me dieron nervios, pero me gustaba. Me desnude por completo intentando ocultar mi verga que aún no se calmaba. El no dijo nada esta vez. Me los probé intentando acomodarla, pero de todas formas se notaba. Me dijo que me quedaban muy bien, y me encanto el halago. A continuación él se desnudó frente a mí y me dejo ver todo su cuerpo de frente y desnudo. Su verga yacía semi erecta, de un gran tamaño, acompañada de sus grandes huevos. La mía creció a full. Se puso un speedo tipo bóxer naranja y dijo: “Vamos a ver si el agua fría nos las baja un poco” y sin más se dirigió a la pileta.
Ya en el agua hicimos un par de pasadas suaves, para no fatigarnos para el día siguiente y luego entre charla y charla terminamos jugando los dos dentro del agua. Me tomaba mi delgado cuerpo y lo arrojaba lejos, me hundía debajo del agua… Yo aprovechaba para colgarme de él y hacerle sentir mi verga dura contra su cuerpo. Él también me la hacía sentir, me tomaba por atrás y me la apoyaba en la cola, su mano a veces se escapaba y me rozaba debajo del agua, jugábamos a las luchas y yo me dejaba vencer fácilmente para sentirlo con fuerza contra mí. Me sentía en el paraíso, hasta que vino el encargado a decirnos que en 30 minutos cerraban. Salimos, ambos con la verga dura dentro del speedo. Fuimos al vestuario. Las duchas estaban en un largo pasillo enfrentadas, separadas por paredes pero con cortinas. Al frente. Elegí la del frente suyo. Seguimos hablando y bromeando desnudos, uno frente al otro. Yo solo reía nervioso de sus bromas. Mi verga estaba a mil pero no me importaba nada. Me podía pedir lo que quisiera en ese momento y lo haría.
Compartíamos el jabón, así que nos lo íbamos pasando de a ratos. Luego se enjabono entero y cerro el agua. Comenzó a afeitarse por completo (A pesar de que no tenía nada de pelo) y se afeito incluso lo poco que tenía encima del pene, con el que luchaba pues estaba duro. Yo admire cada parte de su cuerpo mientras la dejaba limpia de pelos. Se enjuago y su verga resaltaba aún más ahora sin pelos. Al terminar, me dijo: “Voy a cerrar la cortina para ver si puedo arreglar esto” indicando con su mirada hacia su verga dura. Cerro la cortina y yo me quede anonadado. Desde mi lugar observaba en su sombra en la cortina como su mano sacudía con fuerza su inmensa verga. Yo, sin cerrar la cortina, hice lo mismo. Ya había descubierto hacía tiempo el placer de la masturbación, pero nunca en mi vida había estado tan excitado como en ese momento. Mientras me inspiraba con su imagen a través de la cortina, sentí como lanzo un suave gemido entrecortado. La idea de su leche saltando de su herramienta me provoco el más fuerte orgasmo y mi primera eyaculación. Un líquido casi transparente que salto a gran velocidad de mi joven verga. Me enjuague, el también. Abrió la cortina y salimos juntos de las duchas. Fui hasta donde estaba la ropa con su brazo cruzado en mi espalda, abrazándome por el hombro.
Luego de vestirnos y salir fuimos a ver si mi amigo estaba bien y buscarlo para ir a ver el cerro. Estaba viendo tele cuando llegamos. Se negaba a levantarse. Finalmente logramos salir, a pesar de su berrinche y subimos al cerro. Era un camino sinuoso y poco transitado. Se veía toda la ciudad desde ahí. En la cima, había un parque pequeño y unos pocos negocios. Tomamos la merienda y emprendimos la vuelta pues estaba anocheciendo. El sobrino, siempre molesto, se sentía mal, así que paramos a mitad de camino. Quería vomitar, y se negaba a seguir el viaje. Desde el lugar donde paramos se observaba toda la ciudad de noche. Era un lugar muy romántico, y estando ahí con mi enamorado me hacía sentir muy especial. El niño finalmente se metió al auto y se acostó, pero no nos dejaba seguir bajando. Nosotros nos quedamos un rato fuera mirando la ciudad. Nos sentamos al lado del camino sobre el piso, y yo me recosté sobre su hombro. José cruzo su brazo y me abrazo. Estuvimos en silencio así. Luego, yo levante la mirada y el bajo la suya. Me sentía en la luna. No lo pensé. Estire mi cara y le bese los labios.
Rápidamente se desprendió de mí, me miro con cara muy fea, miro rápidamente al auto y después me dijo gritando pero en susurros: “Que haces?”. No me anime a contestar. Él se levantó y se fue hasta el auto. Su sobrino yacía ya dormido sobre el asiento. Yo me quede en el piso, tenía ganas de llorar. El me llamo para seguir viaje, me levante a penas, y con la cabeza gacha me dirigí al auto. Antes de que subiera, me tomo entre sus brazos, me apretó fuerte y me dijo que me tranquilizara. Apoyado contra su pecho largue las lágrimas del rechazo. El me acariciaba con fuerza la cabeza y me pedía que me calme. Cuando ya paso, se desprendió de mí, me seco las lágrimas con sus manos y luego miro alrededor. No había nadie. Me tomo por las mejillas, se agacho y me beso los labios con fuerza. Subimos al auto y fui con una sonrisa hasta el hotel. Me moría de ganas de volver a besarlo. Le propuse ir a dar una vuelta por ahí, porque entendía que no podía vernos su sobrino, pero decía que no alegando estar cansado.
Entrada la noche mando a su sobrino, a duras penas, a bañarse, y ahí finalmente quedamos solos. Esperamos unos minutos en silencio por si volvía y luego él se acercó a mí. “Habías besado alguna vez?” Me dijo. Ante mi negativa, solo dijo “Yo te enseño”. Me tomo con fuerza, se apoyó en la pared y me apretó contra su cuerpo tomándome por la cintura. Sentía sus labios con fuerza comiéndome la boca. Con su lengua empujo hasta que estuvo dentro mío. Yo solo lo tomaba por la cintura, pero el con sus manos acariciaba toda mi espalda apretándome contra él. Sentí su verga crecer apoyándose en mi barriga, él estiraba la mano y me tocaba las nalgas. Mi verga estaba dura de nuevo y se la apoyaba sin reparos. Empezó a besar mi cuello con fuerza y sentía escalofríos en todo mi cuerpo. Me tomo la mano y la llevo hasta su verga. Yo la apretaba con fuerza mientras el ya metía su mano dentro del elástico de mi pantalón y sus dedos se deslizaban directamente hacia el agujero de mi culo.
Con su dedo se movía en círculos ahí y yo me sentía en las nubes. Él se bajó la parte delantera del pantalón sacando su verga. Así que yo podía ver como lo masturbaba mientras él jugaba con mi culo y me besaba el cuello. Me dio un último beso en la boca, y me dio la orden de que me arrodillara. Lo hice sin entender que pasaba. Me metió su enorme verga en la boca. No podía no rozarle los dientes, era muy grande para mí. Me tomo por la cabeza y me la metió un par de veces. En una casi me hace vomitar, no estaba acostumbrado a hacer eso yo. Así que la quitó, y se masturbo con fuerza hasta llenarme de leche la boca. Rápidamente me paro, metió su lengua en mi boca y compartimos su semen. Luego bajo hasta mi verga y me la mamo con violencia. Yo estaba quieto, contra la pared, no hacía nada, solo disfrutar. De pronto y muy suavemente el placer empezó a moverse por todo mi cuerpo. Se me nublo la vista y salió de mi verga en medio de una explosión, una pequeña cantidad de semen que fue a para a su boca. El trago el poco semen, se reincorporo y me miro dándome un último pico en mis labios. Me fui a la cama y me acosté, muerto de cansancio. Instantes después volvió mi amigo.
Cenamos liviano, al día siguiente teníamos la competencia. Volvimos a dormir. Yo acostumbraba dormir en boxers en casa, pero aquí quede en shorts. Los demás hicieron lo mismo, nos metimos en cama y José apago las luces. Al día siguiente teníamos que estar temprano. Prendimos el ventilador de techo despacio y nos tapamos con una sábana finita para evitar los mosquitos. Yo en mi cabeza repetía todo lo ocurrido ese día. No podía creerlo. Me sentía en un sueño. Me acomode junto a José, y me acosté a su lado, de costado, abrazándolo. El me respondió con su brazo por mi espalda. Yo acariciaba su cuerpo por encima de su remera. Al rato dijo que le hacía calor, y se quitó la remera. Llamo a su sobrino por su nombre, pero este ya parecía dormido nuevamente. Entonces, y debajo de las sabanas, se quitó el pantalón quedando en boxers. Me invito a acompañarlo. Yo lo hice y nos quedamos largo rato abrazados. Yo empecé a bajar mi mano por su pecho hasta sentir su bulto. Estaba dormido, pero aun así era grande. Pensé que el dormía, pero no. Me tomo la mano quitándola de ahí y me dijo “ahora no”. Me puso de costado y se puso detrás mío abrazándome por atrás. Nos dormimos cucharita toda la noche.
Al día siguiente nos levantamos temprano y nos fuimos al club. Toda la mañana estuvimos ahí, pero separados. Nosotros competimos primero, y luego él. Yo saque 3º lugar, José 1º en su categoría y mi amigo nada. Fue el último en todo. Almorzamos en el club, y nos quedamos la tarde ahí, pues seguían las actividades. Luego propuse volver al cerro pero mi amigo se negó rotundamente. Nos quedamos en la ciudad, visitando y conociendo. Volvimos al hotel y moríamos de hambre así que comimos temprano. No teníamos más que hacer y José propuso ir a dar una vuelta. El sobrino dijo que él se quedaría a ver tele. Yo estaba muy contento. Salimos y le propuse ir nuevamente al cerro. El me respondió con una sonrisa y partimos hacia ahí. Subimos un poco y yo ya moría de ganas de darle un beso. No llegamos a la cima, paramos a mitad de camino, entre unos arbustos que nos ocultaban del camino pero nos permitían ver la ciudad. El lugar era mágico. Lo contemplamos en silencio, hasta que nos miramos y volvió a besarme. Luego hablamos sobre lo que habíamos hecho el día antes, me preguntaba si me gusto y yo le decía que me encantaba. Reclino el asiento del auto y me acostó a mí, desde su lugar me desnudo suavemente y me la chupo un rato. Yo ya sentía que iba a acabar cuando se detuvo. Se desnudó y se cruzó a mi asiento.
Estábamos ambos desnudos en medio de la noche, abrazados nuestros cuerpos, apretados en el poco espacio que había. El me besaba entero y entre besos me dijo “Quiero hacer el amor con vos”. Yo no entendía a que se podía referir claramente, pero le dije que bueno. Me miro y me pregunto si estaba seguro y yo solo asentí. Estaba totalmente entregado. Me pidió que me pusiera en 4 en el asiento. Él se arrodillo sobre el piso del auto. Abrió mis nalgas y metió toda su boca entre ellas y empezó a jugar con su lengua en mi ano. Fue una sensación nueva muy placentera. Me hacía cosquillas entero, pero se sentía muy bien. Abría con fuerza mis nalgas y metía su lengua con fuerza. Yo gemía de placer. Luego comenzó a jugar con su dedo en mi culo. Todo iba muy bien hasta que comenzó a empujar. Metió la punta de su dedo y la sensación era muy rara y me asusto. Lo saco, lo mojo bien con saliva y lo volvió a meter, esta vez más. Me asuste y le pedí que se detuviera, que me daba ganas de ir al baño eso. Me explico que era solo sensación, e insistió en seguir. Probamos una vez más pero tenía mucho miedo de cagarme ahí mismo. Me pregunto si había ido antes de salir y le dije que no. Me dijo que no me asustara, que es sensación no más, que no iba a cagarme, pero no me gustaba. Luego me propuso que probáramos al revés para que viera. Entonces se recostó en el asiento con las piernas en alto y yo me metí en el hueco del piso, donde cabía bien debido a mi delgadez. Empecé a lamérselo como el a mí y rápidamente empecé a jugar con mi dedo.
Él me iba guiando, me pedía más saliva, me pedía un dedo, luego dos y luego me pidió la verga. Se escupió la mano y me la mojo completa. La apoyo en su agujero y me hizo empujar. Mi pequeña verga de ese entonces paso fácilmente. Era menos gruesa que dos de sus dedos. Se la metí hasta el fondo y salí. Empecé a meterla rápidamente. Sentía sus nalgas respingadas contra mi pubis chocando con fuerza. Era una sensación única, algo que no se vuelve a sentir como la primera vez. El cerraba los ojos y respiraba entrecortado. Yo supuse que lo estaba disfrutando. Le di con fuerzas y rápidamente. Mi orgasmo no se hizo esperar y salió explotando en conjunto con un grito de mi parte. Me sostuvo con fuerza para que no me saliera. Me dio un beso y luego tomo un papel para limpiar los restos que quedaran ahí. Mi leche era poca, pero igual se sentía mojado. Se limpió la cola y luego me limpio a mí. Me pregunto si me había gustado y me dijo que a él también. Luego insistió en que nos vistamos. Yo estaba tranquilo por una parte, por no tener que hacerlo yo, pero por otra parte me moría de ganas de intentarlo a pesar del miedo. Se lo dije y me dijo que no me preocupe, que ya encontraríamos un lugar para estar más cómodos. En el viaje de bajada fue con su verga fuera del pantalón para que yo se la fuera chupando. Al llegar a la ciudad la guardo. Antes de llegar al hotel me dio instrucciones, que fuera al baño a hacer caca y que me lavara bien. El me buscaría de ahí. Yo hice eso, y cuando salí del cubículo estaba el con toallas y jabón. “Vamos a bañarnos” ordeno. Las duchas eran 4 cubículos totalmente cerrados con puerta de acrílico. Se fijó que no hubiera nadie, y nos metimos juntos en el mismo. Me jabono por completo, como si fuera su niño, todo el cuerpo, luego la verga y luego me jabono bien la cola. Me metía un poco el dedo para dejarme limpito dentro decía. Yo quería ya su verga dentro mío, pero él se hizo esperar. Cerró la ducha, nos secamos ahí dentro, y cuidándonos de que no hubiera nadie fuera, salimos. Nos vestimos con las mismas ropas, pues no había traído otras. No nos pusimos los interiores sucios, y salimos. Era medianoche y el lugar estaba desierto. Cuando pasamos por una cabaña que no era la nuestra, me empujo rápidamente hacia dentro. Yo no entendía, pero me explico que había pedido otra para que estuviéramos más tranquilos en privado. Ahí si me beso y me desnudo casi al instante. Todo paso mucho más rápido.
De pronto yo estaba en la cama y el arrodillado en el piso me levantaba las piernas y me comía el culo. Tomo una crema, que reconocí el perfume pues era la que usaba el en el cuerpo, se mojó su dedo mayor con ella y me lo comenzó a meter despacio. Volvió la sensación de ir al baño, pero me aguantaba. El me lo hacía despacio mientras me pasaba la lengua por la verga. Cuando ya pasaba fácilmente ese dedo empezó a empujar con otro más. Los metía bien hasta dentro y jugaba con ellos para dilatarme bien y prepararme para su verga que era mucho más grande que dos de sus dedos. Luego se incorporó, apoyo mis piernas en sus pechos y me pidió que abriera bien mis nalgas. Se llenó la verga de crema y se masturbo un poco para ponerla bien dura. Apoyo la punta y empezó a empujar. Al principio no entraba, pero empujo con más fuerza y sentí como se me abría abruptamente. Di un gemido con mezcla de placer y dolor. El me tapo la boca en señal de que no hiciera ruido. Empezó a empujar suavemente y yo mordía con fuerza para no gritar. De mis ojos corrían lágrimas pero no quería detenerme. Cuando estuvo toda dentro (o eso creía yo). Se acercó a mi boca, me beso y dejo su verga quieta dentro mío. Luego de a poco empezó a sacarla y meterla despacio preguntándome siempre si me encontraba bien. Yo sentía en mí una sensación extraña, nueva, molesta pero placentera a la vez. Además estaba más excitado que nunca. Veía su cuerpo desnudo y lampiño, sus músculos que se marcaban cada vez que movía su cadera para insertármela más y más. Me cogió en esa posición por un buen rato, hasta que me acostumbre a la sensación. Luego me hizo que me agarrara con fuerza de su cuello, sin sacar la verga me tomo por la parte baja de mi espalda y me levanto. Ahí si la sentí como entro por completo dentro mío. Yo apoyaba mis pies en sus pantorrillas y el me movía sobre su verga. Sus músculos se marcaban por completo. Yo no hacía nada, el me guiaba. Cuando se cansó, me paro de espaldas contra la pared y me la metió, pero la diferencia de alturas la hacía incomoda.
Me puso en 4 sobre la cama y me la metía hasta que sentía sus piernas chocar con mi cola. Me dolía cuando la metía hasta muy adentro y le pedí que se detuviera. Lo hizo, pero sin salirse. Entonces me empujo hasta tenerme totalmente acostado boca abajo. Se tiro todo encima mío aplastándome. Con su lengua jugaba en mi oreja y mi cuello mientras me gemía despacio en el oído. Me metía la verga sin pudor y me tapaba la boca para que no gritase. Hasta que lo sentí venir. Apretó con fuerza mi cuerpo, me dio un mordico fuerte en el cuello y empujo con su verga casi atravesando hasta mi estómago. La sentía muy adentro y me dolía, pero pude sentir claramente como empezaba a salir la leche de esos poderosos huevos, rebalsándome en culo y chorreando hacia afuera por mis huevos. Se quedó dentro mío tirado encima como muerto. Hasta que me moví para que se saliera. Me la saco con cuidado, poniendo un papel para no ensuciar. El papel estaba lleno de semen y un poco de sangre, pero me dijo que no me asuste, que era normal. Nos besamos un buen rato luego. Me excite de nuevo. Mi verga ya ardía de tanta acción, pero quería seguir. Le pedí que me entregara nuevamente el culo y lo hizo. En 4 y rápidamente se la pude meter. No pudimos hacer tantas posiciones, pero igual lo disfrute. Al terminar fuimos al baño a lavarnos y volvimos a nuestra cabaña privada. Esa noche dormimos desnudos.
El día siguiente era el día de regreso. Esa mañana muy temprano me despertó con su verga en la boca. Me hizo que se la chupara un buen rato. Hicimos un 69, yo con su verga y el con mi cola. Me cogió muy salvajemente por casi una hora. Ya no tenía semen, lo había dejado seco, pero luego de mucho logro sacar una buena cantidad dentro mío. Volvimos a la cabaña compartida sin hacer demasiado ruido para que el sobrino no se diera cuenta. Dormimos hasta cerca del mediodía y emprendimos la vuelta.
Ya en nuestra ciudad las cosas se complicaron, no encontrábamos momentos para estar solos. Al principio mentía en casa que me iba hasta casa de mi amigo y me iba con él en el auto hasta las afueras y lo hacíamos en algún camino perdido en las afueras de la ciudad. Luego él se mudó solo y teníamos más tranquilidad. A medida que fue creciendo mi verga, cada vez me dejaba menos que fuera yo el activo, no lo disfrutaba tanto el. Estuvimos así 5 años. Cuando yo crecí le plantee a él el formalizar una relación, pues hasta ese entonces era más que nada sexual, lo que me hacía sentir mal, pero no dejaba de hacerlo porque realmente estaba enamorado. Finalmente ante sus negativas dejamos de vernos. Luego me entere que un chico con el que habíamos hecho trio era realmente su novio. Fue muy triste para mí, era muy joven y enamoradizo, pero finalmente logre salir adelante y tener una relación con alguien más. Pero sexo como con él, no tuve con ningún otro.
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