Hermanos (capitulo 6)
Tras tener sexo con el mayor de los tres hermanos juego a médicos con los dos más pequeños y voy transformando al hermano mediano para que se folle al pequeño.
para quien no haya seguido esta saga, este es el sexto capítulo que comenzó con
- TRANSFORMANDO a ABDUL:por fin convierto a Abdul, un diecisieteañero homófobo, en un culo ansioso de mi polla.
- El hermano mediano se folla al hermano pequeño (4):Consigo, con drogas, que el pequeño Ibrahim se folle a su hermanito de 11 años Mohamed, y a ambos les guste la experiencia.
- Los 3 hermanos árabes (parte 3) IBRAHIM:(parte 3 de «Los tres hermanos árabes») Mientras, en otra habitación tenía encerrados al hermano de 15 años de Abdul, Ibrahim (Ibra) al que también había secuestrado, y en otra estancia separada, al hermano pequeño, de 11 años, Mohamed (Moha). Iba a convertirlos a todos en nenes que se iban a olvi.
- ADIESTRANDO AL MORITO:parte 2 de El pequeño Mohamed y sus hermanos.
- El pequeño Mohamed y sus hermanos:Me enamoro de tres moritos y los secuestro llevándolos a mi isla, donde les convertiré en esclavos sexuales.
CAPITULO 6. HERMANOS
Dejé a Abdul en su cuarto (mi hijo mayor necesitaba descansar tras su primera cogida anal), y me desplacé al cuarto de los hermanos pequeños, que seguían jugando a videojuegos el más pequeño y viendo la televisión el mayor, Ibrahim, después de cenar.
Cuando me vieron entrar en la habitación Moha e Ibra lo dejaron todo y corrieron a abrazarme. El abrazo a mi pierna de Mohamed, el pequeño, hizo que inmediatamente me empalmase. Esa noche follaríamos los tres. Lo tenía planeado.
–Venga niños. Es tarde. Bebed un vaso de leche ¡¡y a la cama!!
La verdad es que eran más de las once de la noche. Se me había pasado la hora de cenar follándome a Abdul en su cuarto. Los hermanos pequeños cenaron solos (como se acostumbrarían a hacerlo muchos días en la isla). Por eso, cuando regresé tras pasar con ellos la tarde, y tras no cenar con ellos, me echaron más en falta dándome un cálido recibimiento.
La droga de la leche empezó a hacer efecto relajándolos, dejándolos a mi merced.
–¿te sientes mal Ibra? ¿Te pongo un supositorio?
–Vale papi.
–Sí, será lo mejor. Te veo algo agotado. Ponía que tres aplicaciones, una cada 8 horas, y solo te he dado dos. Mejor que te ponga toda la medicación y completemos el tratamiento, y mañana ya estarás 100% bien. Porque si no te pongo esta igual logramos el efecto contrario… aunque ya te veo casi del todo curado –le dije y le besé en la frente.
–Jo, papi ¡¡Yo también quiero!!
–¿el qué? sonreí cuando Mohamed, el pequeño, me dijo que él también quería la medicina que le iba a poner a su hermano mayor (el mediano Ibra)
Me sorprendió la ocurrencia del pequeño, pero ¿por qué no?
–Vale… jugaremos a médicos. Os voy a poner a los dos un supositorio ¿vale? –les dije a los chicos a la vez que me iba por mi botiquín.
–¿Tenéis los anos lubricados?
Moha indicó que no, y también negó su hermano.
–Vale, Ibrahim, como tú eres el hermano grande (ignoraban que Abdul seguía vivo en otro cuarto de la isla, y que yo también lo había secuestrado ¡¡y es más, acababa de follarmelo!!), eres el responsable de cuidar a tu hermano siempre que yo no esté del domicilio familiar y me ausente a trabajar (nunca trabajaba, pero era la excusa que daba para abandonar el apartamento e irme a follar con otros o a su hermano, en otro lado de la isla). Coge esa crema del botiquín y pásasela por el culo a tu hermano.
Ibra así lo hizo relamiéndose de placer por ello. Cuando acabó dejando lubricadote el ano de su hermano pequeño, le dije a este, a Mohamed, que cogiese la crema y untase su dedito y lubricase el ano de su hermano mayor Ibrahim, como Ibrahim acababa de hacer con él.
Mohamed untó su dedo en la cremita y dio placer anal a su hermano, lubricándolo. Ibra se empalmó al sentir el dedo de su hermanito rozando su ano.
–Ok chicos. Ya veo que estáis. Vamos a continuar –les dije mientras ellos me miraban expectantes.
Saqué un aparato nuevo, como un dildo poco más largo que un bolígrafo de cuatro colores o un puro de fumar, y les expliqué a mis muchachos.
–Ibra. Esta mañana ¿recuerdas que te dejé metido un dedo mientras se disolvía el supositorio con el calor dentro de tu ano hasta que empezase a hacer efecto? Bueno, pues eso lo puedo hacer con una sola persona, pero como sois dos, va a ser más cómodo que use este aplicador. Dentro –lo abrí– va el supositorio. Esto os lo inserto en el ano, y una vez ahí se puede quedar dentro los dos minutos hasta que haga efecto la medicina, para que la misma no se salga, porque sino no sirve de nada que os la aplique.
Abrí y metí un supositorio dentro. Lo que ignoraban los muchachos es que, dentro del aplicador, cabían hasta 5 supositorios.
–¿Con quién empezamos? -dije. Y los niños se empezaron a pelear verbalmente
–Yo prime, yo primero, yo primero…
–No, no, quiero ser yo primero esta vez –dijo Mohamed a su hermano mayor–, que nunca me dejáis empezar. No sé si porque soy el más pequeño, siempre me dejáis para el final.
Sonreí.
Ibrahim y yo nos miramos. Una mirada cómplice. Ibrahim aceptó.
–Vale, hermano. Te dejaremos, esta vez, ser el primero.
Puse el dispensador en color blanco (azul o blanco) y giré una pequeña ruletita que tenía al lado opuesto de donde salían los supositorios, con el número 5.
Los chavales no sabían lo que era aquel aplicador. Nunca lo habían visto, era la primera vez. Y de hecho era un aparato que sólo tenían los jefes de la isla, los hombres de negro. Así que aprovechando su ignorancia su lo inserté en el ano a su hermano pequeño. Y presioné. Y zoom. Ibrahim no notó nada raro, pero en el culo de su hermano habían entrado no uno, sino cinco supositorios, por el lado blanco.
Sonreí a Ibrahim mientras sujeté al pequeño Mohamed en mi regazo, con lo que parecía un puro saliendo de su ano, durante dos minutos., que es el tiempo en que tardaban en disolverse los supositorios y empezar a hacer efecto. Tiempo que a los dadores nos daba dos minutos de seguridad porque si otro de nuestra condición nos los inyectaba, y no queríamos tener sexo, para huir y escondernos en nuestros búnkeres de cemento con contraseña donde nadie más que el dueño podría entrar, y permanecer allí hasta que se nos pasase el efecto de lo que, sin darnos cuenta, nos habían inyectado (era muy fácil acceder al culo de otro y meterle algo si no lo llevaba taponado con una cola anal o butplug). Por eso yo, como jefe supremo de la isla, aunque había otros hombres de negro casi de mi mismo rango o condición, había dotado a todos mis inventos con medidas de seguridad como estos dos minutos de tiempo.)
Los ojitos de Mohamed se fueron quedando en blanco. Iba a estar 15 minutos relajado (5 supositorios x 3 minutos) sin que él lo supiera.
Saqué el aplicador anal, lo recargué, y puse a Ibrahim en mi regazo.
–Venga, hermanete ¡ahora es tu turno!!
Ibrahim nada sospechó. Se puso voluntariamente en mi regazo y cuando acerqué el aplicador a su lubricado ano, noté que el muchacho se empalmaba. No dije nada y presione e inserté la boca del aplicador dentro del ano del chaval Presioné el botón y Plofff… Sin que se diera cuenta Ibrahim, sin que notara nada extraño porque el aplicador los metía a gran velocidad, en un nano segundo, tres supositorios seguidos entraron en su ano y se empezaron a disolver. Ibrahim sólo creía que le había aplicado uno, su medicina, como las veces anteriores. Ignoraba nada de mi siniestro plan.
Lo mantuve en mi regazo con el aplicador clavado en el ano dos minutos hasta que noté que el chaval se empezaba a empalmar y se lo saqué, le incorporé y le dí un beso en los labios.
–Muy bien hijo mío –le dije reafirmando su valía, mientras le besaba.
Mientras Mohamed yacía semiinconsciente, como oyendo nuestras voces como si fueran eco, y así lo iba a estar durante los 15 minutos siguientes (que se empezase a empalmar 15 minutos más). Por el contrario, su hermano mayor, estaba como un toro, con el pene más duro que el hierro, y una calentura que obnubilado de mente como estaba con los supos, se acercó a su hermano pequeño y se la clavó de golpe. Moha se dejó hacer. Ibra empezó a follar con toda su furia. Tenía que aliviar su calentura de toro bravo y la víctima de sus deseos sexuales estaba siendo su hermano que, semiinconsciente, se dejó hacer. Y acostumbrado con la práctica de la mañana no tuvo complicación para recibir la polla de su hermano. Ibra iba a estar 9 minutos empalmado follandose a su hermano pequeño.
Ibrahim empezó a sentir aquella extraña sensación, aquel estado raro, de aquella mañana. Se sentía atraído por su hermano, al que se empezó a follar a lo bestia sin darse cuenta ninguno de los dos de lo que hacía.
-¡¡Qué bueno está!! ¡¡cuanto quiero a mi hermano!!
–Ahhh, ahí – gemía Moha, gritos de placer que embravecían mas a su hermano follador.
–Te quiero Moha –le decía si parrales de follar a lo perrito.
–Te quiero Ibra -respondió su hermanito mientras estaba siendo follado.
La habitación se calentó el ambiente llenándose de jadeos y gemidos de aquellos dos críos que follaban como salvajes.
La escena era ardiente. Dos prepúberes follado a lo perro. Su hermanito mediano cogiéndose al pequeño como un perro salvaje. Y Mohamed gimiendo mientras le follaba su hermano.
Yo disfrutaba del espectáculo.
—
(continuará)
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