Historia de un chico desubicado: 5 La mejor experiencia con mi primo Miguel
Durante un tiempo mi primo Miguel y yo tuvimos encuentros muy seguido, uno de ellos fue muy especial y también hubo otro algo curioso. .
A finales de mis 13 principios de mis 14 años, tuve una temporada muy buena con mi primo Miguel, ya podía verlo diario en casa de mi tío, y yo con nuevo cuarto propio tuvimos privacidad para hacer cosas sexuales, entre semana lo más común era culear rápido ya que teníamos pocas horas disponible antes de que su mamá pasara por el, pero había ocasiones (casi siempre fines de semana o antes de días festivos) que lo dejaban quedarse a dormir, esas veces cuando teníamos toda la noche disponible fueron más memorables.
Recuerdo una de esas noches fue muy especial, era un viernes por la noche, fuimos a mi cuarto y al ponerle seguro a la puerta era señal de que podíamos hacer algo sexual, como no tendríamos interrupciones nos desnudamos completamente (cuando teníamos sexo rápido casi siempre lo hacíamos sin quitarnos el uniforme escolar) ya para entonces él tenía 11 años, su cuerpo había cambiado un poco, ya no era tan flaquito pero tampoco estaba gordito, noté sus nalguitas que antes eran planitas le crecieron un poco, ahora se notaban un poco más redonditas. Por mi parte, yo apenas tenía una ligera capa de bellos púbicos y mi pene aunque había crecido un poco todavía no se desarrollaba completamente.
Esa noche al principio nos enfocamos en caricias, por lo regular Miguel solo quería tocar mi pene, ya era costumbre que lo tomara y lo presionara con sus manitas (supongo que le gustaba sentirlo entre sus manos), en ocasiones también lo acariciaba y de vez en cuando también me acariciaba el escroto (aunque era un tanto tosco y terminaba lastimándome)
A mi me gustaba sentir todo su cuerpo, trataba de acariciarlo lo mas posible antes de centrarme en su par de nalguitas, de su cuerpo recuerdo su espalda y brazos con una muy ligera capa de bellitos rubios, pasaba mis manos y a veces mi rostro contra su piel, me gustaba mucho el olor de su cuerpo (el jabón que usaba le dejaba la piel con un olor muy rico), de vez en cuando le lamía los pezones o pasaba mis labios por su cuello (recuerdo cuando hacía eso Miguel se retorcía), después de acariciarlo me enfocaba un poco en sus huevitos y su pene, aunque sólo lamia sus partecitas (yo aún no sabía hacer el sexo oral). Miguel en ocasiones también le daba por lamer mi pene, aunque lo hacía muy poco, otras veces lo metía en su boca pero no lo chupaba.
En cuanto a caricias dejaba lo mejor para el final, sus nalgas era lo que mas me gustaba acariciar y en ocasiones también recargaba mi rostro en ellas (como lo hacía con mi amigo de la infancia) En ese tiempo nunca se me ocurrió lamerle el culito (tampoco sabía nada de eso), no recuerdo el olor de su trasero, no era malo pero no tenía ese olor que tanto me gustó de mi amigo de la infancia (creo que fueron muy pocos los chicos en los que identifiqué ese olor tan rico)
Después de un rato de manosearle las nalguitas, pasamos a la penetración, antes de seguir, voy a mencionar algunos detalles de cuando llegábamos a la parte de pasarle mi pene en su culito.
En ese tiempo aún no sabía de lubricación ni dilatación, realmente muy pocas veces llegué a penetrarlo, lo que yo principalmente disfrutaba era sentir la cabecita de mi pene rosar o chocar con su apretado culito, hubo veces que mi pene llegó a entrar en su anito, pero no me gustaba cuando eso pasaba porque él se quejaba mucho y teníamos que parar. Por otra parte, algo que me encantaba era cuando él tomaba la iniciativa y empezaba a mover su colita hacia atrás, pegándola lo más posible contra mi pene, esa presión extra me hacía disfrutar mas el chocar de mi pene con su culito, además eso hacía más notorio el sonido de mi cuerpo chocando con sus nalguitas (lo que también ayudaba a excitarme más y terminaba viniéndome mas pronto)
Fueron pocas las veces que Miguel mostraba estar excitado, cuando lo hacíamos era raro verlo con carita de placer, era más común que hiciera otro tipo de cosas como doblar sus manitas de una manera rara, o también hablar en voz baja diciendo -que rico- cada que sentía el rosar de mi pene con su anito.
Sobre las posiciones que hacíamos, en ese tiempo no sabía muchas, prácticamente solo hacíamos 3, la más cómoda pero menos satisfactoria era él acostado boca abajo y yo encima penetrándolo (en esa posición a veces yo respiraba cerca de su orejita o en el cuello, notaba que eso le gustaba), por lo regular el se recostaba boca abajo y extendía sus brazos en la cama (me parecía muy lindo verlo así), otras veces cuando él no estaba muy interesado me pedía el gameboy y jugaba mientras lo «penetraba» en esa posición.
Otra posición muy rica pero algo incomoda, era cuando Miguel se empinaba a la orilla de la cama, el quedaba con sus pies al suelo y su pecho contra la cama, (era un poco incomoda porque tenía que agacharme para que mi pene quedara a la altura de su culito), pero esa posición me encantaba porque podía ver sus nalguitas y su espalda mientras le empujaba mi pene, de hecho esa posición la disfrutaba más cuando lo hacíamos desnudos porque podía abrir sus piernas y su culito quedaba más accesible (cuando teníamos sexo rápido también era rico, pero no podía abrir sus piernitas porque no le quitaba el pantalón)
La última posición era la que más me gustaba, pero me dejaba muy cansado (fue la posición que me enseño «Largo» del relato anterior), consistía en ponernos ambos de pie, colocándome detrás de él, yo doblaba mis rodillas un poco para que mi pene quedara a la altura de su culito, pegaba mi pene a su colita lo mas posible para que no se zafara y luego lo abrazaba por la cintura para comenzar a levantarlo, al levantarlo sus nalguitas quedaban a la altura de mi pene, después lo levantaba un poco y luego lo bajaba con su propio peso, así sentía más presión entre mi pene y su culito, a veces Miguel mientras lo tenía cargado de esa manera levantaba o doblaba sus piernitas contra las mías, haciendo que mi pene tuviera más contacto con su culito, esa posición me excitaba muchísimo, tanto que mi semen salía de manera «explosiva» era común escuchar un chasquido cuando eyaculaba (supongo por la presión de su colita contra mi pene), al final mi semen escurría entre sus nalgas hasta terminar en sus piernas o el suelo.
Regresando a esa noche, como estábamos desnudos preferí que comenzáramos poniéndolo empinadito a la orilla de la cama, aproveché para abrir sus piernitas y empujé mi pene contra su culito, él en momentos extendía sus brazos en la cama como acariciaba la cobija (a mi me encantaba verlo de esa manera no me gustaba cuando solo se quedaba quieto,) podía ver como su cuerpo desnudo se movía al restregarle mi pene, él a veces se quedaba mirando hacia el frente o en ocasiones trataba de voltear hacia atrás intentando ver mi pene en su colita. Supongo que estuvimos en esa posición unos 15 minutos cuando Miguel comenzó a mover su colita contra mi, cuando él hacía eso era fácil que yo me viniera, pero yo aún quería seguir disfrutando, así que le dije que mejor nos pusiéramos de pie.
Nos pusimos de pie a la orilla de la cama, me coloqué detrás de él y agachándome un poco apunté mi pene lo mas centrado a su culito, pase mis brazos por su cintura y comencé a levantarlo, de inmediato sentí la presión de su culito contra mi pene, cuando ya lo tuve bien sujetado comencé a levantarlo y bajarlo lentamente, sentía riquísimo su ano calientito rosando contra mi cabecita, entonces noté que Miguel estaba comenzando a excitarse, ya que empezó a doblar sus manitas de forma rara y no tardé en escucharlo murmurar -que rico!- cada que hacía presión contra su culito, estuvimos así un rato haciéndolo lentamente, cuando Miguel levantó un poco sus piernitas, eso provocó que el contacto de mi pene con su culito fuera mayor, en ese momento comencé a subirlo y bajarlo más rápidamente, no paso mucho tiempo para darme cuenta que estaba por venirme, y aunque ya estaba muy cansado no podía dejar de hacer ese movimiento con Miguel sobre mi pene, comencé a sentir un cosquilleo por todo el cuerpo, estaba a punto de sentir ese placer extremo, y aunque traté de prolongarlo lo más posible, no pude evitar comenzar a expulsar mi semen, noté que fueron como 4 o 5 chorros fuertes porque escuchaba el chasquido cada que mi semen salía con fuerza en el culito de Miguel.
Cuando el placer fue pasando poco a poco, yo aún seguía cargando a Miguel, de pronto me sentí sin fuerza, me dejé caer sobre la cama aún sujetando a Miguel que quedó encima de mi, recuerdo que yo estaba con la respiración muy acelerada y me sorprendió notar que Miguel también estaba algo agitado, recuerdo que Miguel se quedó sobre mi y comenzó a acariciar mis brazos, no recuerdo que empezó a platicarme pero fue tanto el cansancio que no pude evitar quedarme dormido. Horas después desperté a causa del cansancio de sentir el cuerpo de Miguel sobre mi, al parecer también se quedó dormido en la misma posición, mi pene aún estaba entre sus nalgas pero ya estaba flácido, aunque cansado me quede un rato sin mover a Miguel, estuve pensando lo que había pasado, el como nos quedamos dormidos desnudos y en esa posición, recuerdo que me sentí feliz, supe que ese momento sería memorable.
Después de un rato de reflexionar, me di cuenta que mi pene aún estaba húmedo, moví con cuidado a Miguel dejándolo de lado y busqué una toalla que solía usar para limpiar su traserito cuando hacíamos cosas sexuales, le limpié su colita que aún estaba húmeda, y también le limpié otras manchas de semen, al parecer le había escurrido mucho por sus piernitas, después de limpiarlo, como él estaba de ladito, me acosté junto a él para abrazarlo y dormir en posición de cucharita, no tarde mucho en quedarme nuevamente dormido.
Ya era sábado por la mañana me levanté antes que él, me vestí y como aún era temprano fui a usar la computadora en lo que llegaba la hora del desayuno, de rato llegó Miguel y se paró junto a mi, se notaba que aún estaba un poco adormilado, me dio los buenos días y se sentó en mis piernas, para luego comenzar a acariciar mis brazos y mi cabello, me extrañó mucho porque Miguel no solía ser tan cariñoso conmigo y menos cuando no estábamos en privado, de pronto se acercó a mi oído y en bajito me dijo, -siento que tus miados me están saliendo por la cola ¿me limpias?- eso me super calentó, lo cargué y lo llevé a mi cuarto, le quité la ropa y en efecto, tenía nuevamente mojadito el culito, no me aguanté las ganas y terminamos haciendo un mañanero.
Así terminó la mejor experiencia que tuve con mi primo Miguel, hubo varias más pero la mayoría fueron similares, por lo general solo hacíamos esas 3 posiciones.
Una experiencia curiosa, también sucedió una mañana de sábado después de una noche de sexo, aún seguíamos dormidos y desnudos, de pronto empezaron a golpear la puerta de mi cuarto, nos despertamos asustamos y nos vestimos rápido, cuando abrí la puerta me sorprendí porque era otro de mis primos, en ese tiempo ese primo era muy pequeño, debía tener unos 3 o 4 años, resulta que llegaron él y un tío, pero ese tío tenía que hacer un trabajo y nos encargó que cuidáramos de su hijo, no tuvimos opción y aceptamos, después de un rato estábamos en el sala viendo la tv, cuando Miguel se empezó a poner cariñoso, esa era señal de que podíamos hacer el mañanero, pero no podíamos dejar a mi primo pequeño solo, así que también lo llevamos a mi cuarto, estuvimos pensando si era correcto o no hacerlo enfrente de nuestro primo, entonces a Miguel se le ocurrió una idea, me dijo -tápate con la cobija mientras me la metes y yo distraigo a nuestro primo-, era arriesgado pero no me pareció mala idea, mi primo Miguel se acostó boca abajo en la cama y yo me puse sobre él cubriéndonos con una cobija quedando solo nuestros rostros a la vista, comencé el mete y saca en las nalguitas de mi primo Miguel, eso generaba mucho movimiento en nuestros cuerpos y en la cobija, (para mi la situación fue muy excitante, mi primo Miguel trataba de tener una conversación con mi primito mientras su cuerpo se sacudía por las embestidas de mi pene en su colita), mi primo menor se nos quedó viendo y comenzó a preguntarnos que estábamos haciendo, mi primo Miguel le decía -tu primo mayor está buscando algo ahí atrás ¿pero ya casi lo encuentras verdad?-, mi primito menor entonces dijo -yo les ayudo- y corrió a subirse a la cama, por suerte lo alcanzamos a detener antes de que lo hiciera, mi primo entonces le dijo, -mejor tu ayúdanos buscando en aquella esquina-, con el morbo de estar conversando con nuestro primo mientras lo hacíamos no tarde mucho en venirme. Supongo que mi primito menor no se enteró lo que estaba pasando, no sé si se le habrá quedado grabado ese día, de cualquier manera varios años después también llegue a tener algo con él.
En general así fueron los mejores tiempos que pasé con mi primo Miguel, desafortunadamente en mi vida lo bueno no suele durar mucho (supongo fueron unos 6 meses el tiempo que pasamos casi todos los días juntos), para mi desgracia su mamá tuvo un conflicto laboral con mi tío con el que yo vivía y terminaron en un pleito fuerte, al romper contacto con mi tío ya no volví a saber de mi primo Miguel. Fue hasta como un año y medio después que nos volvimos a encontrar en casa de mis abuelos, para entonces yo acababa de cumplir 16 y mi primo Miguel tenía 13, desafortunadamente en ese fin de semana con mis abuelos también ocurrió nuestro último encuentro sexual, y así empezó una muy mala racha en mi vida.
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