Historias de Calle (Huelepega)
El Tercer breve relato de experiencias reales que otras personas me contaron y yo, por voluntad propia he decidido escribir como ejercicio literario, esta vez, una de las caras feas de la sociedad, los niños de la calle y los peligros a los cuales se.
Recuerdo ser solo un niño, mi cuerpo no estaba ni remotamente cerca de la pubertad, tenía 10 años en ese entonces, venía de una familia (si se le puede llamar así) disfuncional amalgamada en medio de venta de drogas, padre borracho, madre indolente para con sus hijos y tolerante con su hombre, la verdad no entiendo y seguro que ustedes tampoco como hay mujeres que prefieren la protección de un hombre que las maltrata e irrespeta por encima del bienestar de sus hijos sabiendo que, en la mayoria de estos casos el infante terminará siendo abusado, maltratado y en casos mas violentos hasta muertos.
Aquel hombre en decadencia moral y financiera no era mi padre, a este jamás lo conocí, mi abusador era un panzón viciosos y sádico sexual que me jodía la vida cada oportunidad y parecía disfrutarlo en sobremanera, fué él quien me indujo a masajear su miembro, a mimarlo y mamarlo para su deleite, y fué él quien para mis 8 años me había ultrajado analmente descubierto por mi madre quien desistió de su instinto inicial de llevarme al hospital por las consecuencias que esto traería para su novio, en lugar de eso, cerró la puerta para que este maldito terminara de jugar conmigo, recuerdo haber visto su cara de resignación, pasé una semana con fiebre y dolor en el culo y por mera gracia no morí, me recuperé y al saber este animal que yo había sobrevivido a su desvirgación me usó a su antojo.
A mis 10 años ellos peleaban muy seguido, con golpes, groserías y demás, esa ocasión la golpeó tanto que que mi madre quedó inconsciente y como ya no pudo defenderse ni defenderlo a él yo le reventé un leño en la espalda que lo hizo caer de rodillas, cuando este se levantó supe que debía correr o moriría irremediablemente, asi fue como a las 3:00 am en una barriada de mierda en un cerro de plena ciudad capital corrí hacia las calles en medio de la oscuridad mientras los insultos y gritos de aquel imbécil eran opacados por los disparos de su revolver que al menos jamás llegaron a tocarme.
Asi fué como empezó mi nueva vida, mi nueva maldita vida, el día había llegado y yo caminaba sin rumbo por las calles indolentes, sentí hambre, verdadera hambre, del tipo que duele mas porque sabes que no tienes como calmarla, caminé por las plazas en donde los puestos de comida se alineaban formando lo que le llamábamos «la calle del hambre», noté a muchas otras personas en estado de calle rebuscándose en la basura el sustento, conocía de vista a algunos de ellos, me junté con un niño morenito y casi desnudo (por el estado de sus ropas raídas y desvencijadas) de mi edad, nos hicimos compañeros, compartíamos lo poco que conseguíamos y y también compartíamos el hambre, nos quitábamos la ropa y nos bañábamos en las fuentes de las plazas, conocí la indiferencia y la ignorancia de aquellos que nos veían volteando la vista, eligiendo no ver la miseria frente a ellos.
En una ocasión regresé con mi amigo a mi barrio, el novio de mamá no estaba, entramos al patio y me robe (aunque aquello era mio) mi mochila llena de ropa y zapatos, ademas de vaciarle la nevera (que tampoco estaba ni a medio llenar), un minuto mas tarde y nos hubiera agarrado aquel tipo, no me sorprendió no haber visto a mi mamá, por una vecina me enteré que habia muerto esa noche por una contusión que se complicó.
Lloré por tanto tiempo, hasta que por mero rencor comprendí que al fin y al cabo ella no me amaba, solo fuí un subproducto de una calentura que no tuvo el valor o el dinero para abortar, que prefirió al imbecil que sabía me violaba a su anchas como dueño de mi persona, humillándome, y a menudo siendo comparado con ella misma en la cama, superé su perdida odiándola, no me enorgullece; pero admito que de otro modo me hubiera consumido la tristeza, mi compañero probó ropas nuevas despues mucho tiempo, y zapatas, el resto lo vendimos en un mercado popular, pero luego de comprar comida, nos encontramos a un mariquito, un poco mayor que nosotros, un morenito de ojos claros y cabello teñido de falso rubio, maquillado y con shorts corticos casi cacheteros bien llenos, nos contó que si queríamos calmar el hambre sin recurrir a la pega y a las drogas, lo siguiéramos, practicamenteayudaban a cambio de mamar y dar culo, el mariquito se retiró diciéndonos que el ganaba mucho ofreciendo su cuerpo y que si queríamos nos conseguía un puesto, nos negamos, mi amigo era demasiado machito y yo simplemente no queria volver a ser usado por cerdos de mierda.
Pero cuando hubieron pasado los «tiempos» de abundancia llegaron las vacas flacas y el hambre pasó de pegar muy duro a obligarnos a tender en el piso sin moverse para no quemar calorias, cedimos por el hambre y psamos casi un día buscando al mariquito de la otra vez y al encontrarlo fuimos guiados por él a un barrio dos veces mas peligroso y olvidado que el mio entramos a un bar de mala muerte, llenos de humo y olores corporales nauseabundos, el mariquito apretó dulcemente el paquete del portero y nos abrió una puerta que serpenteaba sin ventanas, alumbrado por ocasionales bombillas incandescentes que ponian a uno sudar frio, llegamos a uno de muchos cuartos con paredes cuarteadas, yeso del techo en el suelo, allí dentro estaba un señor que contrastaba mucho con el resto del sitio, bien vestido, entrado en años y con semblante amable, con él, unos 10 hombres de diversas edades, todos con cara de vicios y malas personas, bajaron a una sus pantalones y el mariquito nos dejó solos, si quieren olvidar el hambre, mamen hasta dejar esas bolas bien vacías.
Mi amigo no comprendió el comentario pero yo, con mas experiencia me arrodille tomando un pene aleatoriamente y pajeándolo me lo metí a la boca y saboreando una profunda escencia corporal me tragué mi asco y chupé como me habían enseñado, mi amigo estuvo a punto de retirarse pero vencido por el hambre de varios dias se resignó imitándome con un notable desagrado, el hombre meneaba la cintura penetrándome dulcemente, otro tipo se acercó para que le atendiera simultáneamente, lo dejé en espera masturbándolo con la mano sobrante y unos minutos mas trade el pene que chupaba embistió mi garganta fuerte y velóz alimentándome con su espesa leche de hombre, otros dos vinieron a mi, me acostaron en el suelo, mi pecho tocaba el frio piso, un hombre se arrodilló frente a mí haciéndome recostar la cabeza en su regaso mientras un pene no tan grande quedaba a centimetros de mi cara para mamarlo, sin esperar mucho entró cogiéndome lento por la boca, otro se me acercó por detrás y apuntalandome el orto me la metió de a poco, sin mucho esfuerzo me forzó la entrada dejandomela bien adentro, quise gritar pero mis vias respiratorias estaban ocupadas, el tiempo seguía pasando y una fuerte lechada me salpicó el estomago, el que me cogia desde atrás se arrodilló levantandome y dejandome sentado en su miembro negro y duro, mi espalda frotaba su pecho, otro tipo me acercó el pene y tomandome por sorpresa se aferró a mi cabello insertandome la totalidad de su falo en la garganta violandolo salvajemente para obtener su placer sexual, miré de reojo a mi compañero y un panzón lo había desflorado sin cuidado, el lloraba en silencio mientras otro gordo con un par de bolas bien grandes le hundía la verga hasta bien adentro y se vaciaba a chorros dentro de su estomago, jamás había visto a alguien acabar en semejante cantidad, el semen buscaba salir a borbotones de las comisuras de su boca pero bien trabada a mi compañero no le quedó mas opción que tragarsela, probablemente es lo único que hubiesemos podido ingerir luego de tanto tiempo solo con agua comun.
Mientras tanto yo sentía una explosión seminal en mi culo, este hombre no quiso salir de mi culo asi que echo su segundo polvo de una vez, penetrandome ante las quejas de sus compañeros, el que me violaba oralmente retiró su pene de mi hasta la cabeza y dandose un par de pajazos me disparó 5 buenos chorros de leche ordenandome mostrarle la leche en mi lengua mis ojos enrojecidos lo miraron con impotencia y obedeciendo me los tragué luego, El señor amable no dejaba de tocarse dulcemente viendonos ser violados una y otra vez, el culo me ardía en sobremanera de tanta fricción durante tanto tiempo, pero admito que el semen que nos escurría nulificaba mucho dicha agonía, se presentó entonces un catire de verga maciza, una monstruosidad que hasta ese momento no había participado, no dejando acabar por segunda vez a su compañero me hizo levantar siendo sujetado por varios hombres, mis piernas bien separadas y levantadas dejaban expuesto mi ultrajado culito y el catire usando como lubricante la leche de sus compañeros me posó la cabeza en el upite haciendo algo de presión, mi ano no cedia, era solo apto para vergas adultas normales; pero a él le valió madres y presionando mas me destruyó el esfinter, grité, y lo hice en serio aunque sabia que nadie me escucharía tan escondido en ese barrio, los tipos se reian por el éxito de su compañero, su glande había entrado pero quedaba mucho palo por enterrar, me estremecí en lagrimas al verlo mirarme a los ojos, poniendo sus manos en mis hombros y sin ninguna sorpresa me la dejó bien profundo sin hacer paradas tecnicas ni descansos, fué de una puta vez, los pelos en su vientre no los sentí, el puñetero ardor que me destripaba sin tregua anuló cualquier otra sensación, podrían haberme estado apuñalando y no me enteraría, entonces el catire ya bien aferrado a mi inició un mete y saca furioso que calculé me daría como 10 minutos de agonía antes de rellenarme las tripas de su leche como una morcilla pero bien dosificado de quien sabe que mierdas me torturó con su chorizo blanquecino y sonrojado durante tres cuartos de hora, sus compañeros debian turnarse sosteniéndome, pero no en balde ya que podían ir a darle matarile a mi amigo a quien no habian olvidado, finalmente retorciendose de placer y satisfacción el catire me inyectó su cuarto litro de acido corrosivo (asi lo sentí yo) en el culo, al salir de mi hoyito manchado de sangre y heces me llevaron fuera de la habitación en donde quedó mi amigo aún ocupado, atravesamos otro tanto de laberinto maloliente y finalmente me dejaron encargados de dos chicas jovenes pero menores que me curaron y me bañaron, luego me dejaron en un cuarto con dos literas, allí estaba el mariquito que nos habia llevado allí, puede haberlo ahorcado pero no tenia la fuerza ni las energias, media hora despues llegó mi compañero que se limitó a acostarse y a llorar a moco tendido.
Ahora teníamos un lugar para dormir, a la mañana siguiente nos llevaron un batido de frutas con leche, un postre antes del desayuno, ese dia comimos como hacia mucho tiempo tal vez como nunca habiamos hecho, dos dias luego de nuestro debut, el señor amable nos dio dos opciones, vivir aqui dejando a quien el se le antoje de ofrecer nuestros cuerpos y comer mas que decentemente o abandonar ese sitio sin posibilidades de regresar, mi compañero decidió irse, yo me quedé, nos despedimos dolorosamente y no volví a saber de él, ni siquiera cuando me daban permiso de salir, pasé varios años siendo un puto mas de aquel lugar, cuando cumplí 16 abandoné ese sitio sin mirar atrás, conseguí gracias a gente de buen corazón un trabajo de mierda (honesto al menos), pero fuí ganando aceptación y decoro con el tiempo ascendiendo y escalando, estudié varios cursos por cuenta propia y para cuando cumplí los 20, había salido del pais en un trabajo que me gusta, nada especialmente remunerativo pero lo suficiente para olvidar el agujero en el infierno de donde salí.
Repito, este relato fue escrito por shotaboy; pero no es mi experiencia, solo la redacté, estén pendientes del foro ya que dentro de poco voy a dar un anuncio importante desde allí, gracias por tu lectura.
Que duro está este relató, pero no se escapa de una realidad de muchas personas