Historias de Grindr: Parte 1/2 – El Mulato Caribeño
Empezamos a buscar con mi novio algo divertido en la aplicación y apareció un chico haitiano con ganas de su primer trío gay.
En estos relatos, contaré las historias con mi novio que hemos vivido en Grindr. Yo soy Matías, joven bisexual dotado, alto y delgado, varonil y con muchos morbos. Mi novio es Diego, joven gay pasivo, lampiño, más bajito que yo, de buen culo y adicto a la verga.
Era de esas noches aburridas de viernes sin salir a la disco a bailar o a un bar a compartir con amigos. Fue entonces que encontramos el Grindr, famosa aplicación de citas para gay. Buscamos alrededor y no había nada bueno, perfiles sin foto, y los que tenían no eran de nuestro agrado. En eso nos fijamos en un perfil con una foto de un torso negro muy trabajado, con el abdomen marcadisimo y unos pectorales que se veían duritos. Pensamos que quizás era un perfil falso, pero decidimos hablarle, total no había nada que perder.
Le hablamos y respondió enseguida. Nos contaba que era haitiano, que llegó al país hace un tiempo buscando mejores oportunidades y que andaba en la aplicación viendo si salía algo interesante. Nos dijo que era hetero, pero que acá le habían dado su primera mamada con un compañero gay en el trabajo. Le comentamos que éramos dos chicos, uno activo y otro pasivo, a lo que el prefería solo meterlo.
Nos preparamos para recibir a nuestra visita. Diego fue por su lavado anal mientras yo ordenaba todo en la habitación para el primer encuentro sexual de a tres por una app. Terminó mi novio y fue mi turno de bañarme. Mientras Diego se estaba colocando su lencería (unos colaless de infarto, que hacían verse mejor el culo) tocaron la puerta. Era el muchacho haitiano. No nos había dicho la edad, pero se veía jovencito, quizás con suerte 19-20 años. Era alto, más de 1.85 m, cuerpo atlético y piel color chocolate. Entró y saludo a mi novio, en un español mezclado con creole, de la mano (las tenía enormes) y beso en la mejilla (labios gruesos) que dejaron a Diego muy caliente. Me salí de la ducha y los vi sobre la cama charlando a gran distancia uno de otro. Para romper el hielo me presenté de sorpresa:
– Hola buenas, soy Matías – le digo estrechando su manota.
– Hola, soy Steven – me responde el saludo – soy haitiano aunque hablo más español que otros porque mi mamá es dominicana.
Así se liberaron las tensiones. El mientras nos contaba de su vida en el país, yo aprovechaba de alistarme y Diego ya planificaba en su mente sucia que hacer para empezar el trío de una vez y convencer al amigo forastero que estaba muy tímido charlando a lo lejos.
– Ya ahora se van a recostar los dos, uno en cada lado de mi para hacerles un pequeño masaje – se le ocurre decir colocándose al medio de la cama. Yo me puse a la derecha y Steven a la izquierda. Nos quitamos la poleras y pudimos comprobar lo trabajado de ese cuerpo deportista. Primero toco el cuerpo del invitado para que ya se soltara definitivamente y luego me tocó a mí. Nos ordenó quitarnos la ropa interior (el llevaba puesto una especie de short bajo el pantalón) y al quitarlo salió una verga enorme, mucho más grande que la mía, quizás unos 22 cm fácilmente, negra entera con la cabeza grande morada y gruesa. Mi novio quedó maravillado con tal verga que se lanzó de una vez a tocarlo, aunque con algo de nervios de parte del muchachito.
– Disculpa lo nervioso, pero es primera vez que hago esto – dijo algo avergonzado.
– Tranquilo, tu relájate, debes disfrutar nada más – dijo mi novio mientras lo masturbaba con ambas manos (y aún sobraba pene sin quedar cubierto).
Como el chico me vio algo desatendido, pregunto si quería que me masturbara a lo que se acepte de inmediato. Le había gustado mi pene, porque lo miraba bastante desde que me había quitado el boxer y lo sabía. Fue entonces que mi chico fue por más y acercándose a la gran verga negra le pregunto si podía mamar, a lo que el joven asintió con la cabeza. Saco un gemido de macho, al ver como mi novio devoraba ese pene enorme llegando hasta más allá de la mitad sin dificultad, pero con esfuerzo llegó hasta donde comienzan los huevos. Yo veía esa escena y me producía mucho morbo, ver qué mi blanquito novio mamaba una verga enorme de un negro era mi fantasía cumplida del interracial que siempre soñé tener. Diego no soltaría fácilmente ese pene, así que me resigne a la masturbación del chico nada más. Pero todo cambio cuando se acercó a mí oreja a decirme si quería que el me lo chupara. Acepte de inmediato, estaba en las nubes, un tipo haitiano, negro, hetero, se había prendido con mi pene y quería chuparlo, era el sueño del pibe. Lo hacía pésimo, rozando permanentemente con sus dientes, pero al menos lo intentaba pero sabía que le había gustado mi pene. Mi novio estaba sorprendido que aquel machote estaba mamandome cuando pensaba que solo se dejaría mamar y nada más. Para salir de las pajas y las mamadas, cree el ambiente propicio para lo demás.
– Ya, suficiente de mamadas de verga, ahora vienen las chupadas de culo – dije entusiasmado, a lo que mi novio se colocó en 4 (a lo perrito) y dejó bien parada la cola dejando ver ese agujerito entre las nalgas. Vi la cara de nuestro invitado internacional y se notaba su morbo por el ano. Entonces bastó con decirle anda mamale el culo a Diego para que le abriera con fuerza los cachetes con esas manos enormes separando ambos glúteos y metió la lengua entre la raja hasta alcanzar el ano y penetrarlo con su lengua repetitivamente. Mi novio sacaba unos gemidos de placer mientras yo me deleitaba con la escena de ese hombre reprimido de probar culos cumpliendo su sueño. Luego le lanzó un escupo al ano con mucha saliva y empezó a jugar con un dedo, dando vueltas en círculo y metiendo de a poco hacia adentro. Luego fueron dos y finalmente tres los que llegaron a entrar antes de querer probar el sexo anal gay. Solo habíamos comprado condones standard (entre nosotros no usábamos condón) por lo que le quedó pequeño y apretado. Fue un inconveniente, que conversado rápidamente entre ambos decidimos seguir adelante.
La calentura era demasiada y era todo un espectáculo que no quisimos perder. Le propusimos luego al chico a meterlo sin condón, y fue complicado hacerlo confiar hasta que se decidió hacerlo. Le di suficiente lubricante anal (con lidocaína para que no duela tanto el ano a quien recibe) y el haitiano fue metiendo el enorme pene de a poco, primero la cabeza y luego parte del tronco. Era un juego de meterlo y no sacarlo por ningún motivo, sino que de a poco cedería el ano y se podría meter todos esos 22 cm de carne oscura. Ya con casi todo adentro, empezó el mete-saca un poco más rápido mientras mi novio me mamaba el pene. Disfrutaba mirando y el oral que me hacía Diego. Me pare un instante y me puse abajo de donde estaba recibiendo verga mi novio, viendo en primer plano la entrada y salida de esa cosa monumental en el pobre ano de mi bebé, que aguantaba cada embestida. En una de los mete-saca se salió todo el pene de Steven, que me golpeó la cara, y lo coloque con mis manos nuevamente a la entrada del agujero para seguir viendo la penetración. Luego de un rato lo saca y empiezo yo a penetrar ese abierto, entraba y salía con facilidad mi verga, y a la vez mi novio se echaba ese pene a la boca. Estuvimos así bastante tiempo hasta que el muchacho no aguanto:
– Voy a correrme – dijo sacando el pene y tirando enormes disparos de semen en la cara de Diego (era demasiado todo lo que saco) que con su mano saco un poco del espeso líquido de sus mejillas y lo probó mirándome con cara de que no le agradó mucho el sabor. Yo acabé dentro en mi novio agarrandole el culo firmemente agradecido del trio soñado. Nos fuimos a limpiar y el chico se despidió rápido de nosotros, quizás aún no creyendo bien lo que acababa de hacer, pero al despedirme le dije al oído que fue muy rico hacerlo con el y me contestó en voz baja que lo volvería hacer conmigo, pero a solas y en otro lado. Existió esa siguiente reunión?eso lo contaré en otra historia para que lean si se pudo dar otro encuentro con el mulato del Caribe y con que sorpresas.
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