Historias Del Amor Prohibido; Los Hijos Del Profesor (Segunda parte)
El pene de Sebastian era grande, pero en esa posición era más fácil para mí comérselo, su verga me llegaba hasta la garganta sin generar arcadas y podía degustar los sabores de su pito.
Al comenzar esta serie de relatos, no tenía planeado crear segundas partes. Sin embargo, soy alguien que admite sus errores, y dos historias han sido solicitadas para una continuación. Ambas tendrán su segunda parte, pero iré paso a paso, comenzando por la primera que fue publicada. Pido paciencia a mis lectores, ya que mi proceso es lento y mi tiempo limitado, pero no hay plazo que no se cumpla y fecha que no llegue. Así que, ahora, iniciaré con esta segunda parte.
Damián se encontraba frente a mí con su verga en mano, exhibiendo su hermoso cuerpo que se movía al compás de su agitada respiración. Aunque su complexión era más delgada en comparación con el escultural cuerpo de Sebastián, estaba perfectamente definido. No sabía cuál de los dos parecía más hermoso. A simple vista, Damián guardaba un gran parecido con Sebastián, pero con un par de excepciones. Su cabello era castaño, y debido a la edad, su mentón era menos pronunciado, terminando en una barbilla partida que heredó del profesor y que Sebastián no compartía.
Me acerqué a su divina ingle y comencé a mamar, sintiéndome como un cachorro sediento. Era suave y me resultaba más fácil que mamar la de Sebastián. El sabor de la verga de Damian era mucho más suave, con notas más tenues, y la forma en que acariciaba o que penetraba mi garganta era más dulce, más gentil. Sentí algo diferente al llevar su pito a mis labios. Las caricias se percibían muy placenteras, como un cariño que nunca había sentido antes; era una especie de amor gentil que me envolvía desde adentro, consolándome y reconfortándome.
La tarea en la que me empeciné me reconfortaba tanto que me olvidé de todo lo que no fuera chupar.
-¡oye, oye! no te olvides de mí- dijo Sebastián apartandome del dulce manjar que estaba comiendo y llevándome al suyo, eso me molesto un poco y creo que a Damián también, por que intentó detenerlo, pero Sebastián se sentó en la cama y me guío a su pene, me incline para comenzar a chupar, cuando inicie sentí a sebastian separar mis nalgas, entonces Damian entendió la señal y se acercó a mi puerta trasera, esta ya estaba previamente abierta gracias al coito anterior, pero aun así Damián se lubrico bien y comenzó a ir con cuidado, por otro lado Sebastián tomaba mi cabeza y me acariciaba pero no era como Damián, Sebastian me empujaba levemente y subía el ritmo, era más brusco, pero como intentando enseñarme, a su manera se sentía que lo hacía con cariño.
poco a poco la cosa se sintió mas erogena, pese a que estamos hablando de hermanos ambos me cogian uno frente al otro, tal vez era que los dos estaban super calientes, pero la verdad o estaba en la gloria y no me importaba quién de ellos me cogiera, Damián se había comenzado a animar y cada vez se movia mas rapido llenando mis entrañas de infinito placer, pero apenas tenia tiempo de reaccionar pues tenia el pene de Sebastian metido en la boca, su sabor era rico, ya me había encargado de quitar los restos de sus corridas anteriores, sin embargo de su pene salía tanto precum que mi garganta formaba una flema de sabor salado delicioso.
Luego de un tiempo, la tensión sexual alcanzó su punto máximo y ambos llegaron al clímax. Damián tuvo una eyaculación intensa y sentí cómo apretaba mi cadera con fuerza. Su semen fluía abundantemente, incluso después de que retirara su miembro de mi i Mi interior se sentía ligeramente inflamado, y la sensación de tener la leche de Damián y Sebastián en mi culito era deliciosa.
Mientras tanto, Sebastián, que ya había tenido varias eyaculaciones esa tarde, solo mostró una respiración agitada y liberó un único chorro de semen delicioso en mi boca.
Ambos me liberaron. Alcé la mirada hacia Sebastián, quien acercó sus labios y nos besamos. Luego volví mi mirada hacia Damián, quien nos veía decepcionado y salió corriendo de la habitación. Tratamos de ir tras él, pero escuchamos la puerta de entrada abrirse y al profesor anunciando su llegada.
El profesor entró en la casa, llevando consigo su típica aura fría y solitaria. Aunque su semblante no mostraba emoción, sabía que me quería como a un hijo. Ese día, mi cumpleaños, no había sido mencionado por él en persona. Mientras Sebastián y yo nos apresurábamos a volver a la habitación, sentí un cálido agradecimiento en mi corazón al recordar el pastel de cumpleaños que había visto en la cocina un par de horas antes. Rápidamente me vestí y me dirigí a mi habitación, siendo consciente de evitar que el profesor me viera en la habitación de Sebastián en ese momento, para no causar malentendidos o levantar sospechas.
Por suerte, el profesor no me vio salir de la habitación de Sebastián. Llegó y nos llamó a la mesa para comer. Todos corrimos a sentarnos y noté que el profesor había comprado mi comida favorita, lasaña y pizza de champiñones. Nos sentamos en silencio en la mesa, pero esta vez, en lugar del habitual silencio, reinaba una tensión palpable en el aire. Principalmente, Damian lanzaba ocasionalmente miradas molestas. El profesor, por su parte, comió sin percatarse de nada. Terminó su porción y procedió a despedirse.
El profesor puso su cubierto en el plato con un ligero tintineo y miró a todos nosotros. -Bueno, chicos- comenzó con una voz serena, -lamentablemente, tengo que irme- Hizo una pausa y me miró, sus ojos fríos apenas mostraban una pizca de emoción. -Por cierto, Alberto- añadió, dándome una palmada en la espalda que resonó como un golpecito hueco, -felicidades por tu cumpleaños- Luego asintió de manera distante y se dirigió hacia la puerta, dejando atrás un rastro de indiferencia en el aire.
Pensarás que él no me amaba, pero yo era consciente de que el profesor tenía dificultades para mostrar cariño. No difería en su trato hacia mí de cómo se dirigía a sus hijos. Sin embargo, eran los pequeños detalles los que me recordaban que nos quería, como la comida de hoy, o cuando asistía a nuestros eventos escolares, los partidos de Sebastián o los cuidados cuando nos enfermamos. Pero, por el contrario, cuando se trataba de demostraciones de afecto como abrazos o palabras, estas eran escasas o frías, incluso con sus propios hijos.
El silencio duró unos minutos después de la partida del profesor, pero la tensión en la habitación era palpable, y finalmente Damián no pudo contener sus sentimientos por más tiempo. -¡Esto es ridículo, Sebastián! No puedo soportarlo más.- Exclamó con voz tensa
-¿De qué estás hablando, Damián? ¿Qué es lo que no puedes soportar?- Preguntó Sebastián frunciendo el ceño
Damián suspiro frustrado -¡Que te gusta Albert! No puedo creer que simplemente lo ignores-
Sebastian soltó una risa irónica y añadió -¿Y tú qué? ¿Crees que no lo veo?-
Damián apretó los puños y exclamó -¡No es lo mismo! No me viste besarlo, no has compartido lo que yo compartí con él.-
Sebastián le recrimino molesto -¿Y qué te hace pensar que yo no tengo mis propias razones para estar celoso? No eres el único que siente algo por él-
Damián aun frustrado y sin dar su brazo a torcer le añadió -¡Por supuesto que lo sé! Pero él y yo… hemos sido más cercanos de lo que tú y él jamás han sido.-
Sebastián mirando a Damián con seriedad dijo -No necesitas recordarme eso, Damián. Estoy perfectamente al tanto de lo que han compartido, pero yo lo amo tambien.-
Damián se puso rojo de rabia y gritó: «¡ES UN NIÑO!» , es apenas un niño. Tú no deberías estar con él.- Yo observaba la escena incrédulo; estaban peleando por mí, pero en realidad, no sentía felicidad. Más bien, experimentaba una profunda tristeza. No deseaba que pelearan a causa mía.
Sebastián se mostró aún más sarcástico y pronunció con ironía -Y solamente debido a tus 14 años y mis 17, ¿debo…?-
-¡Basta ya!- exclamé, mirando a Sebastián y a Damián con firmeza en los ojos.
No aguante más, tenía que interrumpir la disputa. por lo que ambos se voltearon sorprendidos hacia mí. -No quiero que sigan peleando por mí como si fuera un no se que. Estoy harto de esta pelea.-
Damián frunció el ceño, aún cargado de enojo, mientras Sebastián parecía desconcertado por mi interrupción. -Alberto, no entiendes…-
Lo interrumpí nuevamente, esta vez con un tono más firme. -No, ustedes no entienden. no quiero estar en medio de una competencia. entonces será mejor que no elija a ninguno y no tendré sexo con ninguno.-
Un incómodo silencio llenó la habitación mientras mis palabras resonaban en el aire. Damián y Sebastián intercambiaron miradas, pareciendo finalmente comprender la gravedad de la situación. Poco a poco, sus rostros reflejaron cierta resignación.
Finalmente, Damián suspiró y asintió. -Tienes razón, Alberto. Nos hemos dejado llevar por nuestra propia rivalidad y nos olvidamos de tu bienestar.-
Sebastián asintió también, aunque aún parecía un poco desconcertado. .Lo siento, Alberto. No era mi intención que te sintieras así.-
Damián con voz más suave y dirigiéndose a su hermano esta vez, dijo -Sebastián, esto está destrozándonos. No puedo evitar sentirme así, pero tampoco puedo ignorar lo que siento por el-
Sebastián suspiro y respondió -Lo sé, Damián. Pero también debes entender que no puedo controlar mis propios sentimientos. No puedo simplemente apagar lo que siento por él.-
Damián frustrado pregunto -Entonces, ¿qué vamos a hacer? No podemos seguir así.-
Ahora que la tensión se había disipado pude pensar más tranquilamente, y pronto se me ocurrió una idea simple, decidí proponer algo que tal vez podría ayudar a todos a seguir adelante.
-Escuchen- dije con un aire de liderazgo, -en lugar de pelear por mi, ¿qué tal si intentamos algo diferente? ¿Qué les parece si compartimos? No tiene que ser una competencia constante entre ustedes. Podemos encontrar formas de disfrutar juntos, en lugar de permitir que la rivalidad nos divida.-
Damián y Sebastián se miraron nuevamente, esta vez con una expresión más reflexiva. Parecían estar considerando la idea, lo cual me dio esperanzas.
-Podríamos hacerlo los tres juntos, hacer cosas que nos gusten a todos- continué. -No tiene que ser complicado. Ya lo hicimos una vez juntos y para mi fue excelente.-
Después de un breve momento de silencio, Damián asintió lentamente. -Suena razonable, Alberto. Estoy dispuesto a intentarlo. Tal vez podamos dejar atrás esta absurda rivalidad y aprender a llevarnos bien.-
Sebastián asintió también, esta vez con una sonrisa ligera. -Estoy de acuerdo. Si eso significa mantener una buena relación contigo y dejar de lado la competencia sin sentido, estoy dispuesto a hacerlo.-
Sonreí, sintiendo un cálido sentimiento de esperanza. -Eso es genial. Creo que esto puede ser un nuevo comienzo para todos nosotros.-
Me levanté de la mesa, satisfecho por el resultado que había obtenido. Sentí a Sebastián pegarse a mi espalda y tomar mis hombros. Percibí su verga erecta rozando mi espalda alta|. Cuando volví la mirada hacia él para entender su intención, fui interrumpido por Damián, quien se abalanzó y comenzó a besarme. No sabía exactamente qué estaba sucediendo, pero supongo que ellos seguían compitiendo por mí. En lugar de pelear entre ellos, parecía que intentaban ganarme complaciéndome. Sebastián se inclinó hacia mi cuello y comenzó a besarme en el lado opuesto a Damián. Se esforzaban por evitar chocar entre sí, tratando de cubrirme desde todos los ángulos.
Sebastián me levantó con su fuerza masculina y me llevó en sus brazos cargándome por toda la casa, hasta que nos encontramos frente a su habitación. Justo cuando iba a entrar a través del umbral, Damián tiró de nosotros, intentando llevarnos hacia su propia habitación, que estaba al frente de la de Sebastián. Ambos comenzaron a forcejear levemente. Al notar el problema, logré soltarme de los brazos de Sebastián. Una vez que me liberé, corrí hacia mi habitación, que estaba contigua a la de Damián, y me subí a la cama.
Ambos entraron detrás de mí, tal como había supuesto. No quería que pelearan, así que una vez más decidí tomar la iniciativa. A pesar de que ellos eran mayores que yo, parecía que en esta relación debía ser yo quien pusiera las reglas, y ellos se encargarían de darme placer, un placer recíproco. Así que hablé una vez más, -Escúchenme bien, porque no lo voy a repetir otra vez,- dije en tono juguetón pero audaz. Sabía que los dos me seguirían en cualquier propuesta, siempre y cuando fuera equitativa. Continué, -No quiero más peleas, así que desde ahora, cualquier encuentro que involucre a los tres será aquí en mi habitación. Solo lo hare en la habitación de uno de ustedes cuando el otro no esté, y excluiremos al otro solo cuando no esté en casa.- Los dos se miraron confusos; parecía que no esperaban más iniciativa de mi parte. -Estoy seguro de que no será necesario, pero si uno de ustedes no se siente con ánimos de tener sexo pero está en casa, entonces no lo haré con el otro. Pero esto solo ocurrirá tres veces. Si uno de ustedes se niega tres veces consecutivas a jugar, entonces estará accediendo a que juguemos sin él. Y creo que esas son todas mis condiciones. ¿Qué opinan?- terminé por añadir.
Damián y Sebastián intercambiaron miradas, pareciendo sorprendidos por mis condiciones, pero después de unos momentos, asintieron lentamente en señal de aceptación. Damián habló primero, con un toque de resignación en su voz, -Está bien, Alberto. Acepto tus condiciones.-
Sebastián asintió, agregando con una sonrisa suave, -Bien estoy de acuerdo. Si eso eso me asegura tu cuerpo y evitará más peleas, entonces lo haremos así.-
Cuando estos asintieron sonreí de oreja a oreja y me comencé a desvestir, Damián fue el primero en seguirme y comenzó a bajarse el pantalón, ya estaba durisimo asi que me apresure a chupársela, el pene de Damián seguía con restos del encuentro anterior asi que sabia más fuerte, su semen ya había tenido tiempo de macerarse un poco, asi que sabia más fuerte y el olor como a pollo crudo era fuerte, chupar el pene de Damian era relajante, pero el placer de Damián no duró mucho, este me tomó rápidamente para cambiar de posición, me tomó y comenzó tratar de metérmela, coloque mis pies en su cintura, mi ano seguía un poco dilatado, por lo que solo le basto un poco de paciencia y cuidado para meterla, mientras Damián me comenzaba a penetrar Sebastián finalmente entró a la escena totalmente desnudo, se colocó de cuclillas sobre mi cara, sus huevos quedaron justo en mi boca así que me apresure a lamerlos, justo cuando comencé a lamer sentí a Damian tocar fondo, sus movimientos eran mejores que hace un momento, pese a no tener un tamaño como el de Sebastián, Damián comenzó a compensar con movimientos de cadera que me hacían sentir una sensación casi tan poderosa como lo que me hacía sentir Sebastian.
El pene de Sebastian era grande, pero en esa posición era más fácil para mí comérselo, su verga me llegaba hasta la garganta sin generar arcadas y podía degustar los sabores de su pito, mi habitación era más caliente y rápido comenzamos a sudar, no podiamos parar estábamos empapados, nuestros cuerpos hacían sonidos raros, y el sudor de Sebastián caía por su cuerpo empapando el mi, incluso algunas gotas se mezclaban con mi saliva. El olor era único, podía detectar en el aire el aroma de los hermanos mezclándose con el olor de mi ano, naturalmente no es un olor agradable, pero cuando estás en una posición como la mía no solo no es desagradable, sino que era excitante.
Damian entraba y salía causando que mi cuerpo se estremeciera, mis piernas tenían su cadera aprisionada, no era algo que quisiera hacer voluntariamente, sino que era una especie de reacción de mi cuerpo, como si no quisiera dejarlo escapar, y Damián parecía comenzar a reaccionar demasiado bien a mi exitacion. Pronto apresuró sus embestidas y sus gemidos lo hacian parecer un mono exitado, se comenzó a mover tan rápido que no podía controlar mis gemidos y entorpecia la mamada que le hacía ah Sebastian. Justo cuando Damián ya no podia ir mas rapido senti que sus embestidas se volvieron pausadas y fuertes, entonces me di cuenta que se había corrido, sentí el cálido líquido brotar de mi receptáculo -¡AAAAAAAH!- esbozo Damián en un suspiro amplio y fuerte, mis piernas lo soltaron y él se sentó en una silla junto a mi cama.
Cuando Damian se quitó Sebastián se preparó para ocupar su lugar, se colocó en su posición y comenzó a meter su verga, no dudo en meterla completa y sentí un pequeño dolor, pero ya estaba lo suficiente dolor para que este no fuera significativo, Sebastian se inclinó un poco y me rodeo con sus brazos, comenzó a darme embestidas rápidas, creo que él ya estaba cansado y tenía problemas para eyaculara, aunque la comida le había dado un breve descanso, no había bastado, pero era un chico fuerte, no estaba dispuesto a dejarme abajo.
Los bombeos de Sebastián se volvieron rápidos, nuestra respiración era agitada y gemiamos al compás, yo me sentía un poco agotado, pero Sebastián estaba tan deslechado que sería difícil hacer que se viniera, sin embargo y justo cuando pensé que Sebastián no lograría sacarlo sentí que me apretó con fuerza y un último chorro de esperma salió de su pene, quedamos tendidos en la cama y junto a mi se acurruco Damian quedando un hermano a cada lado.
Después de nuestro apasionado encuentro, nos encontramos los tres tumbados en la cama, mirándonos entre sí con una mezcla de emociones y expectativas. Y finalmente, Damián rompió el silencio, su voz cargada de curiosidad y deseo de entender.
-Dinos, Alberto,- comenzó Damián, -¿a quién de nosotros amas más?-
Sebastián asintió en acuerdo, añadiendo, -Sí, dinos la verdad. Queremos saberlo.-
Los miré a ambos, buscando las palabras adecuadas para expresar lo que sentía. -Chicos, no se trata de a quién amo más. Los amo a los dos con la misma intensidad, pero de maneras diferentes.-
Damián frunció el ceño, evidentemente confundido. -¿Cómo es eso posible?-
Sonreí suavemente, tratando de transmitir mi sinceridad, en momentos parecía que era yo quien los educaba a ellos. -Damián, te amo porque eres gentil y cariñoso. Congeniamos en muchos niveles y siempre me haces sentir amado y cuidado.-
Sebastián miró a Damián y luego a mí, asimilando mis palabras. -Entiendo lo que dices, Alberto. Entonces, ¿qué hay de mí?.
Le dediqué una mirada profunda a Sebastián. -Sebastián, te amo porque me haces sentir seguro. Eres apasionado y dominante, y eso me hace sentir protegido y deseado. Cada uno de ustedes llena una parte única en mi vida, y no podría elegir a uno sobre el otro.-
Damián pareció reflexionar sobre mis palabras. -Así que, ¿ambos somos igualmente importantes para ti?-
Asentí con una sonrisa. -Exactamente. No hay competencia entre ustedes dos. Son diferentes y especiales en sus propias formas, y eso es lo que me atrae y me hace amarlos.-
Sebastián dejó escapar un suspiro de alivio y una sonrisa se formó en sus labios. -Supongo que tiene sentido. No necesitamos competir por tu amor. Simplemente necesitamos ser nosotros mismos.-
Damián asintió, una mirada de entendimiento cruzando su rostro. -Tienes razón, Alberto. Tal vez estábamos viendo esto de la manera equivocada.-
Los tres compartimos una sonrisa, la tensión que había estado presente antes se había disipado por completo. Entendíamos que no se trataba de medir quién me amaba más, sino de apreciar y disfrutar lo que teníamos juntos.
-Chicos, esto es lo que hace que nuestra relación funcione,- les dije sinceramente. -Apreciamos lo que cada uno aporta y nos amamos por ello. No hay necesidad de celos ni competencia.-
Damián y Sebastián asintieron en acuerdo, sus rostros llenos de comprensión y aceptación. Juntos habíamos encontrado la clave para mantener nuestra relación en equilibrio, y eso nos llenó de una sensación de tranquilidad y conexión profunda. Y con este acto fraternal, terminamos de sellar el pacto que nos llevaría a los tres a un mundo de placer lleno de lujuria y momentos extraños. Sin embargo, eran más los beneficios de esta relación, ya que tanto Damián como Sebastián pasaban más tiempo en casa y se concentraban más en sus estudios. Había encontrado la forma de chantajearlos para que estudiaran más, así el profesor no estaría tan pendiente de nuestras actividades.
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gran relato como sigue