Homoeroticón. Capítulo 1º – Adolescente pillado.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por crikamulo.
Capítulo 1º – Adolescente pillado.
Me llamo David, tengo diecisiete años, vivo en Bilbao, España y esta es mi historia:
Una tarde que mis padres y mis dos hermanos estaban fueran, me traje a casa a Julián, mi novio. Éramos compañeros en el mismo instituto.
Nada más llegar a mi habitación, nos pusimos como locos a quitarnos toda la ropa, a nuestra edad las hormonas no nos dejan pensar más que en una sola cosa, follar.
Llevábamos unos meses saliendo juntos, desde que por casualidad, una fría noche de invierno, nos encontramos merodeando por un sexshop que tiene cabinas con “glory holes” para poder tener sexo oral sin ni siquiera ver a la
persona que mete su polla por el agujero. A veces siento unos terribles deseos de tener este tipo de
relaciones sexuales, así como de ir a váteres públicos y montármelo allí con el primer
desconocido que me enseñe la verga, pero esa es otra historia.
Como os decía, estábamos Julián y yo haciendo un 69 cuando de pronto escuchamos el
ruido de una puerta al cerrarse. Al principio pensé que podría tratarse de alguno de mis hermanos,
así que le dije a mi novio que me esperara que iba a echar un vistazo. Me puse los calzoncillos que parecían una tienda de campaña tal y como me encontraba yo de excitado, y salí de mi cuarto para ver quién era. Después de ir al salón y a las otras habitaciones, no vi a nadie rondando por allí, así que me dirigí a la puerta de la entrada a la
vivienda, y como estaba cerrada y con las llaves puestas, decidí volver con mi chico, pensando que tal vez el viento, había cerrado de golpe alguna de las puertas de la casa, y que eso era todo.
Craso error el mío.
Nada más entrar en mi cuarto, me volví a desnudar y continuamos el 69 dónde lo habíamos dejado. Durante varios minutos, que me supieron a gloria, me pasé lamiendo el enorme rabo de mi novio. Debo de reconocer, que él la tiene bastante más grande y gorda que la mía, y eso es algo que me vuelve loco de placer. Babeaba con aquel
trozo de carne invadiendo mi boca. No podía parar de succionar y masajear esa maravillosa
polla. Y si por mi parte le estaba haciendo un buen trabajito, él no se quedaba corto, pues yo me sentía en el séptimo cielo cada vez que su lengua rozaba mi glande, o cuando sus manos me acariciaban mis pelotas. Después de un rato
largo, sentí que me corría de gusto y se lo dije. Pero él no me escuchaba, o hacía que no me oía porque no dejó de comerme el rabo hasta que terminé en su boca, con un fuerte suspiro.
Cuando hago el amor, me gusta jadear y suspirar fuerte, me excita mucho y sé que a Julián también le gusta que lo haga. Yo había tenido un orgasmo tremendo, pero mi novio seguía duro como una roca y sin correrse, así que me puse a cuatro patas y le ofrecí mi culito. Soy muy pasivo, así que no era la primera vez que me la metían por ahí. A pesar de mi corta edad, he tenido muchas experiencias sexuales, y en todas y cada una de ellas, me han follado, pues me encanta la sensación de sentirme completamente abierto y lleno de verga.
Mi novio es experto en dilatarme el ano. Primero me acaricia con sus dedos y me separa los cachetes del culo para que me vaya relajando, luego mete su cara en él, y poco a poco va lamiéndome toda la raja, hasta llegar a mi
sensible agujerito. Una vez alcanza su objetivo, su lengua no para de trabajármelo hasta dejarlo bien húmedo. Puede pasarse así casi media hora, pues le excita muchísimo oírme dar grititos, del gusto que me produce. Noto cuando él ya está a tope porque me empieza a meter un par de dedos para abrirme un poco, y luego un tercero y a veces hasta un cuarto. Me dice a menudo que un día me va a meter el puño entero, pues según me cuenta él, mi culito es muy flexible y necesita estar completamente relleno de algo duro y caliente.
A mí el “Fist Fucking” es una práctica que me da algo de miedo, porque siendo como soy un chaval súper vicioso, acabaría no sintiendo ningún placer cuando me follasen, por tener tan dilatado el ano. Y eso es algo que no puedo consentir, pues lo que más me gusta en este mundo es tener una buena polla dentro de mí.
En esta ocasión noto que sus dedos han cumplido su misión y le siento separar mis piernas con las suyas y cómo la húmeda cabeza de su rabo palpita y se muere por entrar en la cálida cueva de mi vientre. Dada la largura y grosor de
su verga, siempre me produce algo de dolor cuando va deslizándose lentamente en mi interior. En esos momentos me gustaría chillar, pues realmente creo que podría partirme en dos sin ningún esfuerzo, pero como no quiero que lo
note, me aguanto y hundo mi cara en la almohada de mi cama, mordiéndola con fuerza para que ningún gemido se me escape en ese instante.
Cuando por fin termina de meterme su caliente y duro trozo de carne, me sujeta firmemente por los hombros y durante unos segundos permanece sin moverse en esa postura. De alguna manera es su forma de decirme, ya
eres completamente mío. Me marca como su posesión, como un animal marca su territorio. Es en esos momentos, cuando estoy rendido y entregado totalmente a su merced y voluntad, cuando me siento más feliz. De pronto comienza el vaivén. Un mete y saca que si bien al principio, como he dicho antes, es algo doloroso, poco a poco va acomodando mi cuerpo a su cuerpo. Puedo notar su respiración en mi nuca. Sus jadeos por el trabajo que está realizando, me excitan y enloquecen. Sus manos se vuelven como garras que me aprisionan y no me dejan moverme de esta posición perruna en la que me tiene atrapado. Ahora sí que me permito gritar, y hasta llorar de placer.
Ni siquiera me molesto en volver a masturbarme, pues ni el mejor de mis orgasmos me produce tanto éxtasis como la sensación de tener su polla en mi culo. Me siento sucio, lleno de su sudor y el mío, su abigarrado olor a macho
que me llega a obnubilar, hace que mi cabeza no deje de dar vueltas y más vueltas. Soy una puta, su puta. En esa postura, totalmente entregado a él, tan servil, que llega a ser placenteramente humillante.
Alguna vez me ha pedido que nos grabemos en vídeo, pero a mí no me parece bien, pues es muy complicado lidiar con estos sentimientos que me surgen. Estoy tan confundido por el absorbente deseo que siento de estar siempre así de entregado a él, y por otro lado, mi mente y mi sentido común me dicen que no puedo embrutecerme de esa manera, que debo tener más dignidad. Pero mi mente y mi cuerpo dicen cosas distintas, y por suerte o por desgracia esta batalla la gana siempre mi cuerpo. Por eso, soy y seré eternamente un hombre con alma de puta, es algo que tengo más que asumido. Sus huevos, me empiezan a golpear más y más fuerte en cada embestida. Su pollón palpita
más fuerte si cabe. Empieza a susurrarme al oído, entre jadeos, obscenas palabras que me denigran y me embotan la mente, llevándome a la más arrebatadora locura.
De repente, una ardiente explosión estalla en mi interior. Trallazos de semen inundan mi intestino. Sus uñas se clavan en mi piel. Me muerde en los hombros y en el cuello. Hasta puedo sentir un hilillo de su saliva caer por mi espalda. Diez chorros de lefa he llegado a contar. La juventud es lo que tiene, a pesar de pasarnos la vida haciéndonos pajas, siempre tenemos los cojones repletos de caliente y dulce esperma. Durante unos segundos, permanece insertado en mí, pétreo como una estatua de mármol. Cuando por fin saca su polla de mi culo, gotas de semen chorrean por mi agujerito hasta llegar a mis testículos. En un último acto de puterío, llevo mis dedos a recoger cada una de esas gotas, y acto seguido, ante la divertida mirada de Julián, me los llevo a la boca para degustarlos como al más exquisito de los manjares. Noto por el olor y sabor de mis dedos que no sólo es lefa lo que me llevo a los labios, sino también algo de mis jugos internos y por supuesto alguna gotita de sangre, pues como ya he mencionado, la enorme verga de mi novio, me rompe el ano cada vez que me folla. En esa tesitura estábamos cuando me volví a besarle apasionadamente en la boca. Me encanta comerme la boca con un hombre. El sabor de su aliento, su lengua jugueteando con la mía, nuestros labios dulcemente unidos. Me pasaría días enteros comiéndome los morros con otro tío.
Para mi horror y estupefacción, al girarme, vi a un hombre de pie en mi habitación, con una expresión de cólera y fiereza en su rostro, mirándome con los ojos vidriosos, como si quisiera atravesarme con ellos cual si de rayos láser se tratara. Pero lo peor no era su airoso gesto, sino que en sus manos llevaba una escopeta de caza. Eso me asustó muchísimo, qué intenciones tenía, y por qué no la soltaba. Pronto mis dudas fueron despejadas, para mi mal. Julián en cuanto lo vio, salió de la cama y con una rapidez que aún no me puedo creer, recogió únicamente sus pantalones dejando el resto tirado por el suelo, y saltando por la ventana. Como es un primer piso, pudo hacerlo sin herirse.
El desconocido me encañonó con el arma, apuntando directamente a mi cabeza. – Tú no te me escapas- dijo
Ahí estaba yo, muerto de miedo, completamente desnudo y recién follado, con un cañón apoyado en mi cabeza y con un tío, con muy malas pulgas. Ya me veía fiambre. Pero la intención del hombre no era otra que robar, así que de esa guisa, me hizo llevarlo hasta donde mis padres guardaban el dinero y las joyas. Se lo llevó todo, incluso los ordenadores portátiles y las tablets de mis hermanos. Cuando ya creía que se iba a largar, el hombre me vuelve a apuntar con su escopeta y me dice que me va a atar para que no de la voz de alarma. Su intención, al menos
eso fue lo que me dijo, era marcharse de allí con el botín. Como podrán imaginar, a mi aquella situación no me ponía lo más mínimo y me vi la polla más pequeña que nunca, y los huevos los tenía tan subidos, que parecían como si fuesen los de un niño de 5 años.
Todo aquel embrollo era lo menos erótico que pudiese imaginar, así que no temí que el ladrón pudiese hacerme algo hasta el último momento, cuando después de atarme, me tapó la boca con el calzoncillo de mi novio. Completamente indefenso, sentí como el asaltador me introducía algo duro en mi culo. Supe al instante, debido a mi amplia experiencia en este terreno, que no era su verga. Era demasiado gordo y rígido. Como tenía la boca tapada, mi grito de dolor no se escuchó, pero puedo asegurar que chillé con todas mis fuerzas. Si mi novio me había roto el culo y estaba algo dolorido, aquel objeto me acabó de destrozar. A pesar de tener el agujero lleno de la lefa de Julián, la cual me servía de lubricante, pude notar como me empezaba a desgarrar las entrañas aquella cosa. Lloré como un niño desconsolado. Sentí que perdía el conocimiento ante tanto sufrimiento. Cuando desperté me encontré con mi padre
y mi hermano mayor que me estaban desatando. Casi me vuelvo a desmayar cuando mi padre me sacó aquel trasto de mi maltratado agujero. No era otra cosa que una maldita figura de madera de unos cincuenta centímetros en forma de una mujer tailandesa orante. Su pregunta me dejó desarmado: – ¿Qué ha pasado aquí?-
Este es el primer capítulo, espero les guste, si les gusta publicaré los demás así que hagánmelo saber por mensajes o comentarios.
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