-Hotel Íkarus- Capítulo II
En principio es una serie corta de 4 capítulos, aunque no descarto hacer más cápitulos sobre estancias en el hotel Íkarus, hotel de 5 estrellas donde el personal se convierte en esclavos de los huéspedes más pudientes, en este caso Juan y Bruno, dos amos de fin de semana en Tailandia.
Aviso: Esta historia trata temática amo/esclavo desde la fantasía (ya que si no hay un consenso previo, esta relación no existe), en esta serie figuran escenas de humillación, violencia, y clases sociales
-Hotel Íkarus-
Capítulo II
Pasó la noche sin más novedades, Juan y Bruno durmieron en la cama dándose la espalda mientras Juan se quedaba dormido admirando los edificios a través de la ventana.
Dieron las ocho de la mañana y Bruno ya estaba en pie, salía de la ducha cuando Juan se despertó.
– ¿Ya te vas?
– En media hora más o menos, voy a pedir que traigan café, ¿quieres algo?
– Que me lo traigan en el ojete de una buena perra, no estaría mal…
– Joder, sí que te levantas fuerte, ¿eh? – La respuesta de Bruno vino acompañada de una pequeña carcajada.
– Bueno, bueno, es coña, como comprenderás, no me voy a beber nada que salga del intestino de una puta de esas, a saber dónde ha estado y que se ha ido metiendo por ahí. -Juan continuó en tono burlón.
– ¿Un café entonces? ¿Algo para comer?
– No, no, café con leche y ya.
Bruno llamó a la recepción del hotel para pedir el desayuno, en pocos minutos se lo habían llevado al salón de la habitación y ambos, aun desnudos, se sentaron a tomar café mientras observaban las vistas.
– Voy a estar fuera toda la mañana, hoy tengo un evento importante y me va a ocupar la mayor parte del día, con suerte volveré antes de las ocho, pero a las diez como muy tarde estaré por aquí, ¿me esperas para cenar?
– Sí claro…, vaya pasada, ¿no?, todo el día fuera…
– Sí, pero bueno, es mi trabajo, al final me paso casi todo el mes rascándome los huevos, sólo tengo que venir a sitios así un par de veces al mes a gestionar las cosas, tampoco me puedo quejar.
– Siendo así, claro…, oye y… ¿todos los hoteles en los que te quedas tienen este servicio “extra”?
– En esencia, pero éste es de mis favoritos, aquí los esclavos son muy menuditos y es donde más jóvenes son. Además están bastante bien adiestrados, ya viste que el muchacho no se quejó ni una sóla vez.
– ¿Te va el tema pedo? -Preguntó Juan con gesto de desaprobación.
– No me van los niños, si es as lo que te refieres, pero sí adolescentes, que tengan cuerpo de hombre poca cosa, cumpliendo eso, me da igual la edad, pero ya te digo, no es sólo la estética, es el adiestramiento que han recibido.- Juan volvió a su tono burlón.
– Sí, no está mal, pero a mi me gusta cuando se resisten un poco, ¿sabes?, que me den motivos para ponerlos en su sitio.
– Si te mola pegarles, pégales, no te cortes, están aquí para complacerte, ellos no importan.
A Juan se le empezó a poner dura al imaginarse las posibilidades que se le abrían ante él.
– Joder, pues luego a ver si pido que me traigan uno y lo dejo bien roto. -Juan soltó una carcajada que resonó en toda la habitación, pero Bruno torció el gesto y respondió.
– A ver, no te puedo prohibir que te folles a quien quieras, puedes salir y buscarte una puta cualquiera por la calle, pero con ellas tienes que ser más “normal”, pero mientras yo no esté aquí, prefiero que no pidas ese tipo de servicios.
Juan se quedó pensativo sin saber que decir, no fue un momento tenso, pero sí incómodo.
– Bueno, no te preocupes, me iré a hacer turismo por la zona y te espero para cenar…
Terminaron de tomarse el café y Bruno se vistió con su traje de chaqueta impecable, una corbata verde mente y su pelo engominado hacia atrás, en pocos minutos recibió una llamada en su teléfono móvil anunciando que el coche le esperaba en la puerta y se marchó dedicándole a Juan un simple: «Hasta luego».
Pasaron las horas y a Juan le dio tiempo de hacer turismo por la ciudad, comer fuera en puestos de comida callejera, pues si bien, no era del tipo que le gusta probar la comida local y conocer las culturas extranjeras, tenía que llenar su tiempo con algo, pues si se quedaba en la habitación temía que pudiera caer en la tentación de pedir un esclavo para usarlo, y después de todo, le habían pagado el viaje de su vida siendo ésta, la única petición que le habían hecho, no pedir servicio de esclavo mientras estuviera sólo.
Llegaron las ocho de la tarde y Juan ya estaba en la habitación, Bruno no había llegado todavía, hizo algo de tiempo mirando el móvil, se le pasó por la cabeza ver algo de porno y hacerse una paja, pero rápidamente cambió de opinión al pensar que en un par de horas como mucho tendría la oportunidad de follarse a alguien y, esta vez, ser mucho más duro que la noche anterior, o incluso que nunca.
Decidió darse una ducha, Bruno apareció a las nueve mientras Juan seguía enjabonándose.
– Ya estoy aquí- Dijo Bruno mientras se quitaba la ropa frente a Juan, que seguía duchándose.
– Hola, ¿qué tal ha ido? – Preguntó mientras se enjabonaba los huevos.
– Dentro de lo normal, sin problemas… ¿has hecho turismo o te has quedado en la habitación?
– Nada tío, llevo todo el día fuera…, como me dijiste que no pidiera el servicio de esclavos, me han dado todas las ganas y me he tenido que ir de aquí, jajaja. No sabía se me iba a resistir.
– Vaya, vaya, pues si al final más que amo te vas a volver esclavo de ser tan obediente, ¿eh?, a ver si te vas a convertir en mi perra…
– Sí, claro, ya quisieras tú, como te descuides soy yo el que te hace mi puta personal.
– Ya, ya…
Siguieron conversando animadamente unos minutos hasta que Juan salió de la ducha y llamaron para pedir la cena, Bruno pidió sushi y al rato llegó una mesa con ruedas llena de platos con diferentes tipos de sushi, la trajo un chico rubio con ojos azules, muy guapo, pelo corto, delgado pero no enclenque, prácticamente de la misma altura que ellos dos, el muchacho venía ataviado con un uniforme de camarero, pantalón negro, chaleco, camisa blanca y guantes de algodón blancos.
– Buenas noches señores, me llamo Adrián y estoy aquí para atenderles esta noche. – El camarero se presentó nada más entrar haciendo una reverencia con las manos en sus muslos.
– Joder, pero si eres español, ¿no?- Dijo Juan mientras le daba una palmada en la espalda.
– Mis padres eran españoles, pero yo nací aquí, señor.
– Ahh, vale, vale.
– Si lo desean les serviré la comida.
– Por supuesto.
Se sentaron en la mesa redonda mientras Adrián la llenaba de pequeños platos con porciones de comida y en todo momento iba rellenando las copas de vino que se iban bebiendo entre los dos.
– Oye, qué te parece este camarero, está bueno, ¿no? –Le preguntó Bruno ante la sorpresa de Juan.
– Sí, la verdad es que está bastante follable. -Respondió Juan mientras miraba atentamente la cara de Adrián.
– Desnúdate, esclavo. –Ordenó bruno en tono solemne.
Adrián sin mediar palabra comenzó a quitarse todas las piezas del uniforme doblándolas cuidadosamente conforme se las quitaba.
Juan estaba perplejo ante la situación, le había resultado cómico y excitante el hablar así del camarero delante de él como si no existiera, pero ésto, ya era otro nivel.
– Sobre la mesa, danos un espectáculo mientras comemos. – Bruno siguió comiendo sin quitarle la vista a Adrián.
El camarero con gesto solemne se sentó sobre la mesa con las piernas abiertas y las rodillas flexionadas mirando de frente a Bruno, mientras se frotaba el ano con una mano y se apoyaba sobre la otra. Se introdujo un dedo en la boca para luego llevárselo al ano y empezar a estimularlo con él, Bruno le puso una rodaja de sushi sobre la polla y giró la mesa, que era giratoria, con sumo cuidado, Juan no dudó en agacharse para comerse el trozo de sushi de un bocado.
– No te equivoques moñas, lo como de aquí para que entiendas que no eres más que un objeto, no porque me guste tu polla.
– Que, por cierto, parece bastante grande- Añadió Bruno, acto seguido le agarró del pelo y tiró de su cabeza hacia atrás.
– ¿Que clase de espectáculo vas a dar si no eres capaz de empalmarte?, ¿eh?-Le susurró al oído.
– Ahora mismo, mi señor.- Comenzó a estrujarse la polla cuando Juan le agarró la mano apartándola de su miembro.
– A ver cerdo, ¿tú te has dado cuenta de que estás ante dos machos de verdad?, el sólo hecho de pensar en servirnos tendría que ponértela dura hasta reventar, no necesitas tocarte.
– Por supuesto mi señor…, estar ante dos seres superiores como ustedes me llena de excitación…- Dijo el camarero haciendo lo posible por tener una erección.
– Valiente pantomima…, ¿éste es el entrenamiento que le dan aquí?, si mi señor, claro mi señor, son superiores…, hostia puta con la marica ésta…, un buen esclavo tiene que sentir esas cosas, no repetirlas como un puto guión, ven, que te voy a enseñar yo como complacer a un macho.
Juan le agarró del pelo y lo tiró de la mesa, haciendo que los platos cayeran al suelo junto con Adrián. El camarero se intentó poner de rodillas en el suelo, pero Juan le pisó la espalda obligándole a quedarse tumbado boca a bajo a los pies de Bruno.
– Esta es tu posición natural, arrastrándote como un puto gusano como mierda, a los pies de tus superiores.
– Sí, amo. -Juan le dio un pisotón en la cara.
– Que no, ¡hostias! Que nadie te ha dicho que puedas hablar.
El esclavo permaneció callado hasta que Bruno habló.
– Te das cuenta de que me has dejado sin comida, ¿puta?- Dijo mientras volcaba salsa de soja y wasabi sobre los restos de comida que habían caído al suelo.
– Señor, en el carrito hay más, los traje por si se quedaban con hambre. -Respondió el esclavo todavía aturdido por la patada de Juan.
– Bueno, bueno, eso está bien. -Bruno se levantó y recogió cuidadosamente todos los platos que había por el suelo, cayeron sobre una alfombra, por suerte, no se rompieron, cuando hubo terminado se dirigió al carrito cerciorándose de que pisaba todos los restos de sushi del suelo y lo acercó a su asiento para poder seguir comiendo.
– Como me has sorprendido gratamente, te voy a invitar a comer con nosotros…, ¿qué te parece? – Le dijo al esclavo mientras se sentaba con las piernas abiertas, aun con su traje de chaqueta puesto y retorcía su zapato en una pieza de sushi.
– No merezco tal honor.- El esclavo recibió un pisotón en la espalda propinado por Juan a modo de recordatorio.
– Gracias- Balbuceó el esclavo.
Automáticamente Bruno acercó la suela del zapato a la boca de Adrián mientras Juan se sentaba en su espalda para ir indicándole donde tenía que lamer, Juan le sujetaba la cabeza y se la apretaba contra la suela, de vez en cuando escupía sobre ella para que el esclavo lamiera, otras veces sólo le escupía a el por diversión, en un momento dado, Bruno le pasó una pieza de sushi a Juan, el cual, tras masticarla se la escupió en la boca a Adrián, el cual no tuvo más remedio que tragar.
– Puta, no desperdicies mi comida, es un puto regalo para ti.- Le dijo Juan apuntando hacia los restos de comida que no le habían caído en la boca.
Cuando ambos estaban ya llenos de la comida, se levantaron y arrastraron al esclavo haciéndole lamer todas las manchas de la alfombra, incluidas las de wasabi , al llegar a éstas, el esclavo empezó a ponerse rojo y sudar mientras lloriqueaba.
– Vaya nenaza nos han traído, ¿eh? –Dijo Juan mientras se quitaba la ropa, Bruno hacía lo mismo.
– Pero tú tranquilo, que de aquí vas a salir hecho un hombre…, un hombre gusano, pero un hombre. –Ambos se rieron mientras el esclavo se limitaba a lamer y llorar.
– Para que veas que no somos tan insensibles.-Juan apuntó con su polla hacia el esclavo y comenzó a mear, él, instintivamente y debido al ardor que le producía el wasabi se incorporó para coger la mayor cantidad posible de orina en su boca, Juan entonces le dio una patada en el estómago que lo volvió a inclinara sus pies y le pisó el cuello dejando su boca, una vez más sobre la mancha.
– Nadie te ha dicho que puedas incorporarte, zorra.
Volvió a soltar el chorro directamente sobre la mancha, volviendo así el esclavo a lamer en esa posición, cuando hubo terminado le siguió Bruno.
Bruno se apartó un momento yendo a la habitación para coger “material” de su maleta y volvió con un dildo de unos 50 centímetros y del ancho de una lata de refresco, además traía consigo un bote enorme de vaselina.
– ¿Hemos solucionado ya el tema del empalme? ¿O sigues sin valorar la presencia de tus amos? –Preguntó bruno mientras se sentaba en el sofá poniendo sus artículos sobre la mesa de café
– Voy a mirar.- Juan le agarró del pelo para darle la vuelta y comprobar que el esclavo seguía sin una erección.
– Puta desagradecida- Juan entró en cólera y empezó a patearle el trasero una y otra vez haciendo que su cuerpo se moviera arriba y abajo sobre la alfombra con cada patada.
– No te preocupes, no tengo toda la noche, tráelo aquí.
Juan le obligó a gatear hasta la mesa, luego le ordenó ponerse de rodillas sobre la mesa de café. Bruno comenzó a pajear al esclavo mientras Juan le estrangulaba, sin llegar a ponerlo cianótico, sólo durante unos segundos y luego soltaba, para volver a empezar, el esclavo poco a poco consiguió una erección gracias a la masturbación de Bruno, el cual, acto seguido procedió a atar mediante cuerdas para evitar el flujo de sangre.
– Bueno, ya puedes empezar a dar el espectáculo…, pero no eso de antes de un dedito, quiero ver como te atraviesas con el dildo.
Juan se sentó junto a Bruno mientras el esclavo embadurnaba el dildo con la vaselina y se tumbaba sobre la mesa llevándose las rodillas al pecho, empezó por meterse 3 dedos y luego siguió con la mano en forma de pico, en pocos minutos estaba intentando meterse el dildo, aunque era demasiado grueso para que llegara a entrar.
– Joder, ¿es que hay que hacértelo todo? Menudo inútil…- Juan se levantó y se puso en cuclillas sobre Adrián aprisionando sus piernas y dejando el ojete aun más expuesto.
– Ya que estás ahí, porqué no haces algo útil y me comes el culo, ¿eh perra?
El esclavo comenzó a lamer y sorber el ano de Juan, mientras éste le metía los dedos de ambas manos en el ojete al esclavo, estirando al máximo su ano, Bruno se masturbaba viendo la escena.
En pocos minutos Juan había conseguido meterle el capullo del dildo y se sentó junto a Bruno.
– Tenía hambre la puta esta, ¿eh?, sorbía con ganas. –Le dijo Juan mientras el esclavo se incorporaba para poder meterse el dildo tras pegarlo en la mesa.
El esclavo, se puso en cuclillas sobre él, llegando a metérselo hasta la mitad, con una expresión de dolor constante en su rostro, lo metía hasta la mitad y lo sacaba, cada pocos intentos lo sacaba completamente y lo volvía a embarrar con vaselina, Juan y Bruno se masturbaban, a veces Juan se lo hacía a Bruno, a veces al revés, pero por lo general, cada uno con su miembro.
Tras diez minutos viendo el espectáculo y cuando el esclavo conseguía meterse 3 cuartas partes del dildo, Bruno le indicó al esclavo que sacara el aire, que quería ver el dildo a través de su estómago, así lo hizo, se podía ver como subía y bajaba hasta el ombligo un bulto prominente que aparecía y desaparecía.
Juan se levantó y se puso detrás de Adrian, le rodeó los hombros con sus brazos y lo empezó a empujar hacia abajo, haciendo que por fin le entrara hasta el fondo y el bulto le llegara casi al esternón, no sin antes provocar un grito de dolor de Adrián.
– No seas blanda puta, si en el fondo esto es lo que te gusta, joder, que te revienten el ojete de puta ese que tienes, a mi, por mucho que lo intentara no me entraría ni la punta de ese dildo, por eso somos distintos, por eso eres un puto agujero que sólo vale para que le rompan el ojete, bueno y para comer mierda, que, reconozco que lo has hecho bastante bien.
– Gracias señor.- Respondió el esclavo.
Juan empezó a zarandearlo arriba y abajo haciendo que el dildo se follara al esclavo con cada palabra que decía.
– UN BUEN ESCLAVO SOLO HABLA CUANDO SE LO ORDENAN.
Adrián emitió durante todo el rato un gemido inspirado, como si intentara coger aire para gritar mientras gemía.
Cuando dejó de zarandearle Adrián se tomó unos segundos para reponerse y siguió follándose el dildo sobre la mesa, ahora sí y sin ayuda hasta el fondo, parando de vez en cuando para embarrar el dildo de vaselina, en un momento dado, Juan le agachó la cabeza para que viera como se follaba a si mismo y Bruno empezó a masturbar al esclavo, el cual tenía la polla empapada de líquido preseminal.
– ¿Ves lo que pasa cuando complaces a tus amos? Nos portamos bien…- Le dijo Juan mientras Bruno seguía pajeando al esclavo,
Bruno empezó a comerle la polla mientras Sam le pellizcaba los pezones, el esclavo se quedó sentado con el dildo completamente dentro de él mientras gemía de placer ante el trato que le estaban dando sus amos, de vez en cuando se incorporaba un poco y volvía a bajar para seguir follandose.
– Ni se te ocurra correrte.-Juan se había dado cuenta de que el esclavo se estaba acercando al orgasmo.
Bruno al escuchar estas palabras empezó a mamar con más ímpetu todavía.
– Si te corres te voy a desfigurar esa cara que tienes, que es lo único que te salva.
El esclavo gemía y gemía sin parar, cuando estaba a punto de correrse Bruno paró en seco, el esclavo tuvo un orgasmo sin eyaculación, Juan se sentó junto a Bruno y miró fijamente a Adrián mientras le acariciaba la polla, provocándole espasmos.
– Bueno, bueno…, no lo has hecho mal…- Le dijo Juan.
– Yo creo que algo debe haber aprendido esta noche…, ¿no crees?
– Respondió Bruno.
– Sí, algo…, oye puta, una pregunta…, ¿tú hablas Tailandés?
– Sí, señor.- Respondió Adrián mirando al suelo.
– Pues mañana tráenos una buena zorra, pero bien jovencita, la puta de anoche no entendía nada y te quedas aquí para traducirnos.
– Por supuesto, señor.
– Mañana no, ahora…-Interrumpió Bruno. – Este no es más que el camarero, yo te había prometido una sesión de verdad, ve ahora mismo.
– Por supuesto, señor.- Adrián se levantó y fue a coger su ropa, pero Juan lo detuvo, agarró su ropa y se la llevó a la habitación.
– Que todo el mundo vea lo puta que eres, vas así.
El camarero asintió y se marchó ante las carcajadas de sus dos amos.
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