Hugo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Desde hace ya varios años he leído (a veces a escondidas) los relatos que se publican en esta página.
Hoy decidí empezar a escribir las mías, y aunque son sencillas, espero que les agraden.
Soy de Guadalajara, Jalisco en México. Actualmente tengo 22 años de edad, pero les contaré algo que sucedió a finales del año 2008, precisamente el día 31 de Diciembre y es imposible de olvidar por ser un día antes del año nuevo.
Como me encontraba en vacaciones de invierno, y no solía hacer nada esos días debido a que pasaba por una etapa triste, mis padres me obligaron a salir al centro de la ciudad, que tal vez no sea espectacular, pero supongo que esperaban me animara aunque sea un poco. Me bañé, me puse la ropa interior, un pantalón de mezclilla gris, una playera blanca y una chamarra negra y me dispuse a subir al carro sin ganas, para que me llevaran.
Cuando mi madre detuvo el carro, yo me sorprendí porque no había puesto atención al trayecto, me obsequió dinero y me dio un beso en la mejilla, en fin se despidió asegurándose que todo estaba bien y que yo no tenía dificultad en regresar.
Salí a la calle y no pude evitar pensar que mis padres habían fracasado con su idea: la ciudad lucía gris, nublada, despoblada salvo una que otra persona que se movía rápidamente con cara nerviosa, tal vez porque iban a llegar tarde o porque no habían comprado lo necesario para la celebración, no lo sé. Pensé darme la vuelta y dirigirme hacia donde el autobús para regresar de inmediato, no me apetecía para nada estar ahí, sintiéndome como el tipo solitario de la ciudad.
Caminé desde la Catedral de la ciudad hasta la Glorieta Minerva , donde me tope con un grupo de chicos, todos lucían extremadamente arreglados para la ocasión, y uno de ellos, el más bajo de estatura, dio un paso hacia mi con suma confianza, que honestamente me sorprendió, y de inmediato capté que era el "líder de sus amigos", aunque todos eran más altos y con mejor físico que él. No recuerdo su nombre, pero me invito a dar una vuelta con ellos, según me dijo todos habían salido antes de las fiestas familiares a tomar unos tragos, en un bar cercano donde conocían al dueño, y es que en México es muy común que los menores de edad puedan beber alcohol. "Secreto a voces" es la expresión que utiliza mi papá.
Yo solo los miré y negué con la cabeza, estaba consciente que podría ser divertido o que simplemente el hecho que un grupo de chicos de ese tipo me invitaran a algún lugar no era común, pero ya había tomado una decisión. El más bajo empezó a soltar burlas, desafíos y como no reaccione, se terminó yendo con sus amigos detrás; sin embargo, me di cuenta que uno de sus amigos, exageradamente delgado y con el cabello negro azulado, volteaba discretamente su hombro para verme, era una mirada extraña, muy templada que ensombrecía sus ojos grises. Me sentí confuso, pero al final lo vi alejarse en aquella ocasión.
Yo me metí por una callejuela y decidí tomar un camino que me llevara de regreso, estuve así unos minutos cuando me doy cuenta que a lo lejos un hombre se acababa de tropezar con un pedazo de banqueta levantado por la raíz de un árbol, mientras cargaba varias bolsas. Corrí de inmediato para ayudarlo y verificar que no se había lastimado gravemente, pero al llegar ahí, él se encontraba riendo con su brazo izquierdo sangrando por la caída, me apuré a ayudarlo sin entender porque reía, pero el rechazo mi mano y se levanto solo.
-No hace falta.- me dijo con una voz muy grave, me sonrió y agregó.- Eres muy amable.
Yo me sentí aturdido, y noté como me sonrojaba, pero no aparté mi mirada de sus ojos castaños ni de su rostro envuelto por un par de cejas pobladas y una barba de candado espesa que se perdía entre su clavícula marcada y se mezclaba con los vellos que salían de su pecho.
-¿Se te perdió algo?-me preguntó con tono divertido, como si se quisiera reír de mí.
-No nada.- le dije bajando mi vista.-¿Entonces esta bien?
-Sí, solo fue un rasguño.-contestó alegremente echando un vistazo a su herida.-Deberías apurarte, en un rato son las fiestas y en tu casa te deben estar esperando.-añadió mientras tomaba las bolsas del suelo, todas contenían recién lavada, por lo que supuse vendría de alguna lavandería.
-No tengo prisa.-dije mirando como una de sus bolsas terminaba de romperse, liberando varias playeras deportivas.-Creo que necesitas ayuda.
-Sí, eso creo.-dijo entre risas.
¿Nunca dejaba de reír y estar de buenas? me preguntaba a mi mismo, cuando de pronto él me vio a los ojos, y me sonroje nuevamente, agarré la ropa que estaba suelta y una bolsa grande con más prendas, el me sonrió y me dijo que lo siguiera, caminamos muy poco realmente, y estábamos frente a un edificio con varias bugambilias cayendo por el muro que separaba la construcción de la banqueta, el abrió la reja, después la puerta principal y me dijo que su departamento estaba en el último piso, cuando llegamos bajo las bolsas y abrió la puerta, dejándome entrar primero.
Su departamento era muy amplio y sencillo, todas las paredes estaban pintadas de blanco, un solo mueble, una silla junto a la barra de la cocina integral, varios estantes con libros y plantas pequeñas en ellos,lo demás era un espacio ancho y vació, al fondo se veían dos puertas que más tarde sabría que eran su habitación y el baño.
Dejamos la ropa sobre el sillón y el me agradeció.
-¿Quieres algo de tomar?-me preguntó mientras abría su refrigerador y ahí tome la oportunidad para verlo a detenidamente.
Tenía la espalda muy ancha, brazos largos y gruesos, cuello largo con hombros imponentes de cada lado, un trasero grande y redondo que mire varias veces pensando que era una ilusión por el short o tal vez que tuviera la cartera en alguno de los bolsillos traseros, pero no, parecía totalmente real. sus piernas eran gruesas como todo su cuerpo y muy peludas. Me senté en la barra más tranquilo, de ninguna manera él me prestaría atención, el parecía si no modelo, por lo menos alguien con mucho éxito con otras personas y yo no, yo era en ese entonces flacuchento, con aspecto enfermizo, un par de ojeras marcadas alrededor de mis ojos castaños, y una mata de cabello oscuro arremolinándose en todas direcciones. Él me ofreció un vaso de refresco estando ya frente a mi, lo dejo en la barra, y me estrecho la mano.
-Me llamo Hugo, muchas gracias…-dijo con su voz gruesa.
-Arath.-complete al acto.-No tienes que agradecer nada, me asuste cuando vi que te caías, pero al parecer no te afectó.
-¿Ese rasguño? jajajajaja Para nada. Si te asusto eso, ahorita ¿no estas asustado?-me preguntó sin soltarme la mano.
-No, porque…
-Podría hacerte daño.- me dijo tomándome del cuello, mientras yo cedía al pánico, que estúpido había sido.
Pero todo cambio, acercó mi cara a la suya y me beso, aunque más bien parecía que me quería arrancar los labios, yo sentía un placer indescriptible, quise tocarlo pero no me dejo.
-Aquí decido yo.-dijo Hugo.
Me quitó la chamarra, la playera, y el cinturón que tenía alrededor de mi pantalón, yo tenía una erección tan prominente que era la primera vez que sentía dolor de tenerla, me cargó sin ningún esfuerzo y me llevo a su habitación y me aventó con mi pecho contra la cama, me sofocó el golpe e intentaba respirar, mientras Hugo me bajaba el pantalón con mi slip y se ponía a morderme las nalgas. Mierda, ¿no podía ser más suave? Entonces, sentí como deslizaba su lengua por mi ano, y ¡oh dios! me dejó de importar su tosquedad, no sé que me sucedió, era la primera vez que alguien me hacía algo por el estilo, sentía mi cuerpo muy ansioso y ardiente, me volteé y metí mis manos bajo su playera, rasguñe su espalda baja hasta llegar a lo que podía alcanzar de su trasero.
-¿Qué estás esperando, no te vas a desnudar? ¿O esto es todo lo que puedes hacer?-le pregunté enfadado sin saber porqué.
En mi vida había reaccionado así en contra de alguna persona, o ser vivo en general, pero lo veía y me sentía enojado, al tiempo que quería que siguiera tocándome. El sonrió con malicia y se desnudo completamente, estaba invadido de vellos negros y gruesos que cubrían un abdomen ejercitado, ¿y su verga? ni idea del tamaño, puesto que no se la medí, ni se adivinar, ni les voy a inventar, pero era malditamente gruesa, con un glande bastante hinchando por la erección y unos testículos grandes colgando, Me aventó contra la cama otra vez y me metió la verga en la boca, no me dejo si quiera intentar mover mi boca, me la estaba cogiendo, yo sentía sus venas y sus pelos acariciando mi paladar, y las arcadas típicas del sexo oral, me empezaron a salir lagrimas, cuando la saco y se puso a morderme el cuello, los pezones, las costillas, las axilas y bajó a mi verga que era más larga que la suya, pero mas delgada, así como testículos más pequeños , y se la empezó a comer, cuidando no hacerme daño, se metió mis huevos a su boca y luego levantó mis piernas para volver a mi ano.
Me volteo de espaldas, y ya no sentí ningún movimiento, ni nada, me giré y lo vi ponerse un condón.
-Nadie te dio permiso de voltear.- dijo con su verga cortando el aire
Dándome un manotazo en la espalda que me hizo gritar y morder la sabana de la cama. ¡Era una maldita bestia! pero Hugo no se detenía, dejó caer su cuerpo sobre el mío, y me penetró de un golpe, haciéndome sentir demasiado placer, no me había dolido en absoluto.
-¿Ves que así es más rico?.-Me jadeó al oído.
Ya no volvimos a hablar. Me embestía a veces muy rápido a veces sumamente lento pero con mas brusquedad, pero como sea que lo hiciera yo no dejaba de jadear y soltar gritos, pero Hugo gruñía con fuerza. Se separo de mí y me volvio a penetrar mientras me cargaba y llevaba a su baño, abrió el agua caliente y me ardía el cuerpo donde me había golpeado Hugo, pero el contraste con sus embestidas era delicioso, él ni siquiera lucia cansado, me miraba a los ojos mientras me besaba, cuando me recargo contra una de las paredes de la regadera y me abrazaba con tal fuerza que sentí que me iba a romper las costillas, aumento la fuerza y rapidez de sus embestidas y gritaba yo cada vez con mas fuerza, mientras Hugo me callaba con sus mordidas en los labios.
Sentí entonces como su verga se ensanchaba dentro mío y palpitaba, se había corrido y a los pocos segundos yo tampoco pude más. Se quedó dentro de mi un momento más y sucedió lo más extraño que podía haber pasado en ese momento, me beso nuevamente con increíble suavidad, solo estaba usando sus labios, se detuvo y recargó mi cabeza en su hombro mientras me acariciaba pasando sus manos por mi cabello. Se separó de mi y me bajo, se quito el condón y lo tiro en un cesto fuera de la regadera,, se volteo y me empezó a bañar.
Después de eso, salimos envueltos en sus toallas, mientras esperaba que yo me secara, hablamos de varias cosas, sobre todo explicándome que no había querido hacerme daño, pero que a él le gustaba el sexo así. Yo le pregunté si le gustaría que nos volviéramos a ver, y él me dijo que no, porque yo lucía como una persona que buscaba amor, y el amor no le interesaba en lo absoluto, además, me recordó que yo era menor de edad. No me sentí mal, ni mucho menos, puesto que lo entendía.
Transcurrió un rato, hasta que tomé un taxi y me fui a mi casa para llegar a tiempo, inventé que había esperado el público pero en ningún momento apareció hasta que pude conseguir un taxi, y como en esas fechas es bastante complicado, nadie dudo.
Esa noche terminó un año, con bastante dolor en mi cuerpo que me recordaba el placer que había obtenido.
Espero que les haya gustado mi historia, gracias.
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