Ignoraba lo puta que soy, y lo maricón que era mi exmarido.
Una mujer aprovecha que su marido se emborracha en una actividad de la empresa, y tiene sexo con el gerente, posteriormente deja a su marido en el auto y regresa a la fiesta donde tiene sexo con casi todos mientras que a su marido un guardia de seguridad le da por el culo y lo ponen a mamar..
Ignoraba lo puta que soy, y lo maricón que era mi exmarido.
Si lo acepto, soy puta y qué con eso, pero no siempre lo he sido, en principio por lo menos hasta que cumplí mis treinta años, fui una secretaria ejecutiva normal y corriente, casada, con una linda parejita de hijos.
Pero no es de eso de lo que quiero hablar precisamente, como les decía era secretaria de una afamada empresa multinacional, y un viernes los gerentes de la división donde yo trabajaba, hicieron una gran celebración, por las inmensas ganancias que la firma había tenido gracias a nuestra división, lo que automáticamente se reflejó en los cheques y aumento de prestaciones.
Yo siempre recibí algo, aunque comparado con lo que recibió mi jefe, es una miseria, pero a lo de la celebración, a mí básicamente me tocó organizar la mayoría de las actividades, pero no todas.
Ya que varios de los gerentes dijeron que nos tenían a todos una sorpresa, como formo parte de la división, me tocó asistir, desde luego invité a mi esposo, quien a pesar de sus continuas quejas aceptó acompañarme, a pesar de que él trabaja en otra división de la misma empresa, los cuales no fueron invitados.
Ya estando en el hotel que hicimos la celebración, como todo ya estaba organizado y corriendo sobre ruedas, me atreví a tomarme un par de tragos, mientras disfrutaba de la fiesta.
Lo que yo ignoraba era que la sorpresa de los gerentes se trataba mujeres que hacen estríper, y un sinfín de otras cosas más.
Pero a medida que varias de ellas presentaban su espectáculo, lo que más me sorprendió a mí fue que mi esposo, aparte de que había bebido como si se tratase de un barril sin fondo, en medio de la gran borrachera que agarró, descaradamente se subió al escenario y comenzó a perseguir a varias de las mujeres semidesnudas que daban el espectáculo.
Yo por mi parte, para pasar un poco la vergüenza, y tranquilizarme seguí bebiendo, hasta que uno de los gerentes, comenzó a traerme personalmente lo que yo deseaba tomar.
A todas estas mi marido, después de hacer tremendo ridículo, se quedó dormido, a un lado del escenario, el mismo gerente que me estuvo a mi lado trayendo la bebida, me ayudó a llevarlo a una apartada mesa, en la que decidí ocultarnos por sentirme avergonzada de las miradas del resto de los participantes a la fiesta.
Mi esposo por su parte siguió durmiendo la tremenda borrachera que había agarrado, mientras que el gerente para mi mayor sorpresa tomó asiento a mi lado, y descaradamente comenzó a atacarme.
Diciéndome que, de todas las presentes, yo era la más sofisticada y elegante.
Imagínense ustedes, una con un marido durmiendo la gran borrachera de su vida, por una parte, y por la otra uno de los más altos ejecutivos de la empresa, bien elegante, varonil, y caballeroso atacándote de manera fina, y distinguida, diciéndote un sinfín de cosas bellas sobre tu persona, de esas que a todas las mujeres nos gusta escuchar.
No le vendré con mentiras, lo cierto es que cuando me colocó su mano sobre mi mano, yo me quedé de lo más tranquila, aunque imaginándome que era lo que él buscaba.
Pero como quien debía representarme, estaba completamente borracho y dormido sobre la apartada mesa que ocupábamos él y yo.
Les diré que me hice la tonta, y al poco raro el gerente, al ver que yo no me molestaba por él haberme agarrado la mano, la posó sobre una de mis rodillas, a lo que tampoco me opuse mientras él de manera bien condescendiente, entre bellas palabras y constantes halagos hacia mí persona, me siguió brin dando su apoyo, ante la situación del tremendo ridículo que había estado haciendo mi marido.
A medida que él continuó diciéndome todas esas cosas tan bonitas sobre mí, su rostro se fue acercando al mío, hasta que nuestros labios se encontraron, sentí al mismo tiempo como una de sus manos se fue deslizando entre mis piernas, a lo que yo como seguramente se habrán dado cuenta, tampoco me opuse.
Así que mientras mi esposo dormía la borrachera a mi lado, el gerente y yo nos comenzamos a besar de manera ardiente, y salvaje.
A los pocos minutos poco me importaba quien nos estuviera viendo, a medida que él introducía su lengua dentro de mi boca, y su mano acariciaba hábilmente mi coño por encima de mis pantis, yo separé más mis piernas, permitiendo que introdujera algunos de sus dedos bajo la tela de mi ropa íntima, y con la yema de sus dedos, sujetara deliciosamente mi inflamado y deseoso clítoris.
Tanto que él mismo me fue introduciendo una de sus manos entre mis piernas y muslos, y yo no le dije nada, es más recuerdo claramente que separé más mis piernas para que con facilidad me agarrase mi coño.
Quizás fue por estar algo retirados del resto de los asistentes a la fiesta, o por el hecho de que mi marido estaba completamente dormido a nuestro lado, que cuando el gerente comenzó a acariciar mi coño, ya a los pocos minutos, por no decir segundos, yo estaba completamente dispuesta hacer lo que él me pidiera.
Así que cuando me insinuó que deseaba algo más intenso conmigo, yo me dejé llevar por él, y en ese apartado rincón y al lado de mi esposo, yo me senté sobre la mesa, mientras que él me recogió el vestido.
Yo misma prácticamente me arranque mis pantis, dejándole el camino completamente libre para lo que él deseara hacerme.
A medida que él continuó besándome de manera única, sus manos hicieron que mis tetas quedasen por completo al aire, así que cuando comencé a sentir su caliente y parado miembro, penetrando mi húmeda y bien lubricada vulva, con su boca se dedicó divinamente a mordisquear mis parados pezones.
Yo estaba tan caliente y sobre excitada que poco me importó cuando uno de los camareros pasó a nuestro lado, el chico se quedó con su boca bien abierta, observándonos a los tres, a mi marido durmiendo la borrachera a nuestro lado, mientras que el gerente y yo disfrutábamos íntima y salvajemente el uno del otro.
Realmente ni cuenta me di si se marchó o el tiempo que nos estuvo viendo, lo que yo deseaba intensamente era sentir bien dentro de mi coño toda su tremenda verga, no sé qué me pasó, por lo general no soy tan atrevida ni ardiente en torno al sexo ni con mi mismo esposo, pero en esos instantes sentí una tremenda necesidad de disfrutar plenamente de todo lo que estábamos haciendo.
Por lo que movía mis caderas como nunca lo había hecho en mi vida, y disfrutaba plenamente de todos los agarrones, besos, caricias, y sabrosos mordiscos, que mi amante me daba.
Debido a la posición en que nos encontrábamos, embelesada sin dejar de mover mí cuerpo, veía como una y otra vez su verga entraba y salía divinamente de mi coño.
Así estuvimos un largo rato, los fuertes gemidos y risas de placer que yo daba seguramente no fueron escuchados en el resto del salón, debido a la estruendosa música que se encontraba sonando en el escenario.
Al momento en que llegué al clímax, y comencé a disfrutar de un supremo orgasmo como nunca antes lo había sentido, mi esposo medio levantó la cara, entreabrió sus borrachos ojos, y eso me hizo sentir un mayor calor en todo mi cuerpo.
Nuevamente siguió durmiendo, mientras que yo jadeando como perra, no paraba de disfrutar plena y totalmente lo que estábamos haciendo sobre la mesa.
Mi amante también eyaculo todo su caliente semen dentro de mi goloso coño, y luego de quedarnos abrazados por unos cuantos minutos, nos separamos.
Como pude aun sentada en la mesa me acomodé la parte superior de mí vestido ocultando mis senos, luego el resto de mi ropa, y entre risas de complicidad nos dirigimos al área de los baños.
Donde como pude me arreglé el maquillaje, la ropa y el peinado, además que me di cuenta de que había perdido mis pantis.
Al salir él me esperaba fuera, y de manera caballerosa me acompaño a la mesa nuevamente, donde sin importarnos que mi esposo siguiera durmiendo su tremenda borrachera, mi amante y yo nos seguimos besando y acariciando cual ardiente pareja.
Después de un buen rato, entre esos besos y caricias, al pasar mi mano sobre su bulto lo sentí caliente, y cosa que jamás ni a mi esposo me ha provocado hacerle, me agaché bajo la mesa, y oculta por el largo mantel rojo, a manera de juego me dediqué a darle una tremenda mamada al gerente en que esa noche me convertí en su amante.
No lo digo por echármelas, pero pienso que, para ser mi primera vez, lo debí haber hecho de maravilla, ya que después de eso una de las cosas que más disfruta él es que le mamé su verga.
Ya era algo tarde al momento en que discretamente salí debajo de la mesa luego que le di esa buena mamada a su verga, cuando él gustosamente me ayudó a llevar a mi esposo hasta el auto, y tras un fuerte beso y abrazo de despedida, se retiró marchándose de inmediato.
Una vez que dejé a mi marido durmiendo en el asiento trasero, es que me di cuenta de que había dejado probablemente en la silla en la que estaba sentada, un hermoso chal de lentejuelas.
Por lo que antes de ir a buscarlos le pedí a un guardia de seguridad, que velaba el estacionamiento, que le echase un ojo al auto ya que mi esposo se encontraba durmiendo en el asiento trasero, luego decidí regresar al salón del hotel donde habíamos estado, para buscar el chal.
Apenas entré al salón sentí un sin número de miradas que me observaban, es cierto que la gran mayoría de los invitados se habían marchado, pero a medida que me fui dirigiendo a la mesa, escuché muy claro a uno de los contables de la división, decirle a otro. “Si es ella, la que estaba metiendo mano con el gerente general sobre la mesa.”
Yo me hice la que no escuché nada y seguí caminando, pero a medida que me dirigía a la mesa, aparte de que vi mi chal, también vi mis pantis, pero en las manos del mesero que atendía la mesa.
Yo no sé por qué lo que me provocó fue llamar más la atención y en lugar de recoger el chal discretamente, comencé a caminar de la manera más seductora que pude hacerlo en esos momentos.
Moviendo mis nalgas de manera provocativa, sin realmente importarme mucho lo que fueran a decir de mi en esos momentos.
Al llegar a la mesa, el calor que continuaba sintiendo dentro de todo mi cuerpo, era algo que yo no podía controlar, de momento al arrancarle de la mano al mesero mis pantis, me puse a pensar que se sentiría el tener sexo con todos y cada uno de los hombres que me observaban.
En ese instante, como que me di cuenta de que eso sería como ponerme un cartel de puta por el resto de mi vida en la oficina.
Por lo que aun sin dejar de comportarme de manera seductora, regresé sobre mis pasos, mirando a todos de manera desafiante.
Pero a cada paso que daba en dirección a la salida, mi coño como que me pedía que los dejase tocarme, no con palabras precisamente, sino por toda la caliente excitación que recorría todo mi cuerpo, nada más de imaginarme completamente desnuda, y siendo penetrada por más de uno de ellos a la vez.
Yo iba soñando despierta, relamiéndome los labios de mi boca, cuando al pasar junto a la barra, uno de los contables de la firma que aún estaba presente, cortésmente me detuvo, y me dijo. “¿Quieres un orgasmo?”
Al escucharlo me quedé sorprendida por su atrevimiento, pero de inmediato continuó diciéndome, es el nombre del trago de moda entre las mujeres.
Al decirme eso, estiró el brazo y el bar tender, le entrego un pequeño trago que de inmediato sin que yo lo hubiera aceptado me lo entregó a mí.
En cosa de pocos segundos, ya estaba rodeada como por siete u ocho hombres jóvenes, entre empleados de la empresa y meseros de la actividad.
Sin pensarlo dos veces me di el trago de un solo golpe, y al bajar ese líquido por mi garganta, la calentura que sentía por todo mi cuerpo como que se multiplicó.
De inmediato me volví a visualizar completamente desnuda, entre todos ellos, y siendo penetrada por cada orificio de mi cuerpo de manera sabrosamente salvaje.
Al terminar de tomarme ese orgasmo, con una seductora sonrisa vi a todos los que se encontraban a mi alrededor, y sin más ni más dejé caer el chal al piso, lo mismo que mis pantis que las cargaba en la misma mano, y de inmediato el resto de mi vestido, quedando únicamente con mis zapatos de tacos altos, y mi casi transparente sostén.
De inmediato dos de ellos me tomaron entre sus brazos y en el medio de la sala de baile y frente a los demás mientras me besaban y acariciaban por todo mi desnudo cuerpo, un tercero me retiró el sostén, para sabrosamente dedicarse acariciar y chupar mis tetas.
Al poco rato, comencé a sentir como mientras uno de ellos me penetraba por el coño el segundo me penetraba, aunque de manera algo dolorosa por el culo, sin que me importase nada que el resto de todos ellos me estuvieran viendo.
Ya había comenzado a mover todo mi cuerpo cuando el que acariciaba mis tetas sin más ni más sacó su verga del pantalón colocándola frente a mi boca, la que yo en medio de ese desenfreno, me dediqué a mamar como una loca.
El resto de la noche la pase de verga en verga, mamando, y disfrutando todas y cada una de las vergas que me penetraron por el culo o mi coño.
Hasta los tres meseros, me clavaron sus vergas esa noche, por lo que yo quedé echa todo un asco, chorreando semen por todas partes, hedionda a sexo y sudor, pero sumamente satisfecha por todo lo que hice y me hicieron.
No sé cuánto tiempo exactamente pasó, pero al irse la mayoría de ellos, volví al baño como pude me aseé, a pesar de lo borracha que me encontraba.
Tras vestirme como pude, regresé al estacionamiento, pero al llegar a nuestro auto me encontré con tremenda sorpresa, mi esposo no se encontraba en el asiento trasero, así que, aunque dando uno que otro tras pie, me dirigí a la caseta del guardia.
Cuál no sería mi sorpresa al encontrar a mi esposo completamente desnudo, bien despierto, y siendo penetrado por el culo, por el guardia al que le solicité que le cuidase, mientras que por el otro lado mi esposo le daba tremenda mamada a un chico que vestía de mesero, y no me acuerdo haberlo visto en la celebración.
Yo solamente tomé mi celular le tomé par de fotos y regresé a mi auto, arranqué y cuando casi a media tarde el siguiente día apareció mi esposo, le envié una copia de las fotos a su teléfono, y con la palabra divorcio bien marcada en el texto de cada una de ellas.
Desde luego que me divorcié, sin mucho problema, la casa y otras propiedades nos quedaron a mis dos hijas y a mí.
Pero debido lo sucedido en la actividad conmigo, mi amante me recomendó poner la renuncia.
Pero en su lugar ahora me gano la vida como contratista independiente de la empresa, dándoles servicios directos a sus más exclusivos clientes, ganándome como puta mucho más de lo que me ganaba como secretaria ejecutiva.
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