INFIDELIDAD Y RECOMPENSA ( Dos machos me dejan más que satisfecho) PARTE 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Voy regularmente a un gimnasio donde no solo ejercito mi físico sino que también, porque es un excelente lugar para conocer machos.
Llegan a trabajar su físico, a alimentar su narcizismo, a conquistar mujeres y terminan cogiendo con tipos "generosos" como yo, que ponen a su disposición un delicioso agujero donde meterla.
Ahí conocí a mi macho actual, que me coge regularmente y su pija es la mejor que he probado hasta este momento.
Me satisface y la maneja con maestría.
Riky es heterosexual,( según él), casado y con hijo.
Tiene 43 años, es profesor de gimnasia y su físico, debido a su actividad, es trabajado y apetecible.
Yo, con 30 años y ganas de alguien que tenga las cosas claras, asumido gay desde la adolescencia, logré conquistarlo y tenerlo.
Nuestra amistad empezó siendo yo un "amigo comprensivo", el que lo escuchaba cuando tenía algún problema laboral, o sexuales con su mujer, el que lo entendía y aconsejaba.
Y así, fue inevitable que me insinuara y ofreciera para satisfacer sus necesidades sexuales, confesé mis preferencias sexuales y lejos de alejarlo, logré convencerlo de que probara el culo de otro hombre.
Cuando un macho alfa como él está que se ahoga en leche, un buen culo y un sabroso agujero, sirve para descargar y aliviarse.
Nuestra relación no tiene nombre romántico, pareja, novios ni nada de eso.
Ambos tenemos claro que pasa por la piel y lo sexual.
Si bien, lo considero el mejor hombre conocido, no lo presiono con ninguna exigencia.
Cuando él quiere, viene, ardemos, cogemos a morirnos y nuestros encuentros son satisfactorios para ambos.
Hace 3 años que estamos en esta situación y como él me aclaró que no puede dejar a su mujer.
Sigue durmiendo con ella, por lo cual, yo tengo derecho a acostarme con cuanto tipo me guste.
No tiene exclusividad sobre mi agujero de placer.
El saber esto, a Riky no le da derecho a exigirme sino que, es una excelente herramienta para exigirlo.
Cuando le cuento que estuve con alguien, quiere conocer todos los detalles, que yo adorno porque se que eso lo "calienta".
Creo que le gusta mirar a la gente cogiendo ( es bouyerista, me parece) Y así, sabiendo de mis experiencias, se esfuerza para complacerme y superar al macho anterior que usó mi agujero.
Nuestros encuentros empezaron siendo de una vez al mes, hoy lo tengo dentro mio y lo ordeño, tres veces por semana.
Por lo que me tiene sumamente atendido y satisfecho.
Como él trabaja en el gimnasio donde concurro, nos vemos siempre y aprovecho, cuando no hay testigos, a insinuarme, provocarlo y tenerlo bien caliente.
Confiesa que mi culo es su adicción.
A los ojos del mundo, somos buenos amigos pero en la intimidad, nos amasijamos en tremendos encuentros sexuales.
Sé como darle lo que quiere y mantenerlo pendiente a Riky, mi macho de turno .
La vida trajo al gimnasio a Manuel, un instructor de pesas y aparatos, que comenzó a trabajar hace como 4 meses.
Es un tipo atractivo, exitoso con las mujeres que concurren al gimnasio.
De 26-28 años, se lo notaba histérico y calentón, simpático y franeléro con todos.
Yo me lo imaginaba satisfecho sexualmente, dado el trato que dispensaba a las mujeres, creía que no le faltaba con quien coger.
Me atraía con su físico y el bulto que carga, pero no intenté nada ya que lo consideraba hétero.
Y tratarlo con cierta indiferencia fue lo que aparentemente hirió su ego y lo atrajo hacia mí.
Pasó a estar pendiente de mis consultas y comenzó a corregirme de manera personalizada, transformándose en un compinche- amigo, muy divertido y conversador.
Por supuesto que yo aprovechaba a dejarme tocar y tocarlo, a insinuarme y a evaluar sus reacciones.
Para indicarme un ejercicio, se ponía a mi espalda siempre, ocasiones que yo usaba para rozarle o apoyarle mi culo en su apetitoso bulto.
Siempre me hacia comentarios de los culos de las mujeres y lo que le gustaría hacerles y yo le seguía la corriente.
Una noche fuí tarde al gimnasio y me quedé hasta la hora de cierre, él está encargado de cerrar.
Sabía que él se duchaba antes de irse y le avisé que me quería duchar.
Me dijo que no había problemas, que él cerraba, se duchaba y si lo aguantaba, salíamos juntos.
Mi plan de coincidir en las duchas y ver a ese macho desnudo estaba en marcha, era la ocasión que esperaba y la iba a aprovechar.
Demoré en la ducha hasta que llegó y comenzó a desnudarse, si vestido me calentaba, verlo mientras iba descubriendo su cuerpo, me generó una tremenda calentura y su consecuente erección.
Mientras él, ajeno a todo comentaba que tenía el suspensor empapado de líquido pre semen, por lo caliente que lo habían tenido las mujeres, toda la tarde.
Que hacia 20 días que su novia no lo atendía y que estaba a punto de explotar.
Esas palabras me decidieron a actuar.
Salí de la ducha mostrando mi erección, para su sorpresa y avancé sobre su bulto.
Mientras le decía que podía ayudarlo.
Se rió nervioso, pero dejó que mis manos maestras, hicieran poner su mástil erecto, sobresaliendo de su suspensor.
Me puse de rodillas, chupe su suspensor y recorrí con mi boca su verga dura, escuchando un suspiro que escapaba de su boca.
Paré y sonriendo le pregunté si seguía, por supuesto que con una sonrisa suya, obtuve su aprobación.
Liberé su verga, que saltó como un resorte, brillante su cabeza, húmeda y goteando.
Superaba mi imaginación en cuanto a tamaño y me dispuse a saborearla, gozarla y exprimirla para mi deleite.
Chupé, lamí, tragué toda esa herramienta que tenía en mis manos.
Pase mi lengua por sus huevos cargados, arrancando suspiros de gozo de Manuel.
Puso sus manos en mi cabeza y empezó a mover su cadera, llevado por su calentura, me estaba cogiendo la boca y su trabajo alcanzó resultados.
Acelerando su respiración y llegando cada vez más profundo, hasta mi garganta, sentí esa deliciosa verga aumentar su tamaño y explotar.
Su descarga abundante me llenó de leche calentita y sabrosa, que me apresuré a tragar.
Mi esperado premio que confirmaba lo bueno de mi trabajo.
Recogí lo que se desbordó de mi boca y también me lo tragué y para terminar la tarea, limpíe de todo resto su hermosa herramienta.
Recuperados, me confesó que mi boca calentita lo había hecho descargar como nunca.
Que era la primera vez que se la mamaba un hombre, ya que a la mayoría de las minas, no les gusta hacerlo.
Yo le comenté que su leche era muy sabrosa, que me volvía loco la leche de macho y que me había gustado ayudarlo.
Nos vestimos, salimos del gimnasio y nos despedimos hasta la próxima vez, luego de saludarme me dijo "gracias" con su sonrisa conquistadora.
Durante 15 o 20 días fui a la tarde al gimnasio para no coincidir con él en las duchas.
No porque no deseara volver a comer su néctar, sino que como estrategia, para que Manuel se ahogara en su leche y me necesitara para descargarse.
La indiferencia nuevamente dio resultados, se volvió atento y demandante.
Ahora era él quien me apoyaba su bulto y me hacia sentir su semi erección.
Mientras tanto yo le contaba a mi macho alfa, Riky que estaba conociendo otro hombre y ante la competencia, obtenía de su parte, atención, trabajo y satisfacción como nunca.
Sin contarle que con Manuel no había pasado de una mamada, inventaba encuentros y cogidas de películas porno.
Le decía que lo había hecho acabar dos y tres veces y obtenía igual cantidad de descargas de Riky.
Trabajaba, se esforzaba y yo lo gozaba como nunca.
Finalmente accedí a otros encuentros con Manuel, se la mamé dos o tres veces y ya necesitaba sentirlo en mi culo.
Fantaseaba con ser cogido salvajemente por ese macho y que su verga, me reventara mi agujero de placer.
Se lo insinué, le dije que me gustaría hacerlo ascender un escalón más en la escalera del placer, preguntó si había más.
Contesté que siempre había más, mientras apoyaba mi culo en su verga.
Me dijo que fantaseaba con probar mi culo, pero no se animaba a proponerlo.
Que tenía miedo de mi reacción y dudaba de su control, ya que mi boca era una adicción y no sabía en que se podía transformar si se desbordaba su gusto por el sexo anal
Contesté que necesitaba algo más que esos encuentros furtivos de gimnasio, quería estar junto con él en un lugar tranquilo y dejar que las cosas llegaran hasta donde sea.
Tiré la propuesta y lo dejé decidir.
Pasaron unos cuantos días y el viernes a la noche, luego de una mamada, me invitó a salir a tomar algo el sabado, argumentando que su novia tenía una salida de chicas.
Para vernos y conversar tranquilos.
Nervioso esperaba mi respuesta y por supuesto que acepté.
Nos encontramos en el lugar convenido, tomamos unas cervezas, hablamos, nos reímos y finalmente dijo, vamos a mi casa, así estamos tranquilos.
Llegamos.
Me abrazó, buscó mi boca con su boca y caímos en un huracán de locura, deseo, lujuria del cual no había retorno.
Me desnudó, se desvistió apresuradamente y me llevó a su cama.
Caí emborrachado por el olor a hombre que tenían sus sábanas y me dejé hacer.
Me acomodó boca abajo, con una almohada bajo el vientre para que mi culo quedara empinado y a su disposición.
Comenzó a acariciar mi agujero con sus dedos, pasó a su boca y con su lengua lo saboreaba, provocándome temblores de placer con sus besos negros.
Trabajó para que se dilatara con sus dedos, introduciéndolos lentamente.
Se pajeaba su pija y me pidió que se la lubricara con saliva.
La hice poner aún más dura.
La ubicó en mi puertita gloriosa, punteandome mi agujero, se recostó sobre mi espalda y comenzó a meterla lentamente.
Por supuesto que me quejé y dije que la tenía muy grande, cosa que a todo macho le gusta escuchar.
Se esforzó cuidadosamente, hasta meterla toda y se quedó quieto, para que mi esfinter se acostumbrara a su invasión.
Entre besos me dijo al oído que quería cogerme.
Respondí, si papi, cogéme hasta cansarte.
Hacéme tuyo y llename de tu leche.
Quiero sentirte bien adentro.
Esas palabras fueron el aliciente que necesitaba Manuel para comenzar a arremeter.
Me cogió lentamente, aumentó el ritmo.
Me la dejaba adentro y me besaba, la sacaba toda dejando solo su cabeza jugueteando en mi orto.
Hacía movimientos circulares de cadera, aumentando mi placer.
Y me bombeó mientras yo pedía más.
Su respiración se aceleró y sus estocadas se volvían más profundas.
Sentí aumentar el tamaño de su herramienta y cuando la metió hasta el fondo, apreté mi culito en la base de su tranca.
Explotó en incontables chorros de leche espesa, caliente y sabrosa para mi agujero, siempre hambriento.
Se derrumbó sobre mi espalda mientras buscaba mi boca.
Me besaba y decía que fue increíble.
Lo dejé recuperarse, sacó su verga ya flácida y se recostó a mi lado.
Al sentir el vacío en mi orto, ya quería más.
Su leche comenzó a escurrirse lentamente de mi agujero, que yo apretaba, para sentir algo de él dentro mio.
Busqué su boxer y me lo puse.
Me preguntó que hacía.
Le expliqué que juntaba su leche, para lubricar su pija, en el próxima cogida.
Con cara de sorpresa me dijo si quería más, contesté que si.
Me puse a mamar y limpiar su verga, haciéndola reaccionar nuevamente.
Cuando la tuve bien parada le pedí que me cogiera nuevamente y que me hiciera acabar.
Preguntó en que posición quería y le dije que de frente, con mis piernas sobre sus hombros, para verle la cara cuando me daba.
Accedió y se esforzó más que la primera vez.
Haciéndome tener un orgasmo anal y largando mi leche sin tocarme, ayudado por el roce de su cuerpo sobre mi verga.
Terminado el trabajo y ambos satisfechos, me confesó que es la primera vez que le era infiel a su chica.
Yo le expliqué que infidelidad sería si hubiera estado con otra mujer y no con un hombre.
Le sirvieron mis palabras y las adoptó.
Yo le conté que también había sido infiel, FUI INFIEL A MI MACHO.
Ante su cara de no entender, le conté que cogía regularmente con un hombre casado, sin dar nombres.
Me quedé a dormir, a la mañana siguiente me desayuné con leche recién ordeñada y totalmente satisfecho, comencé a imaginar como lo convencía a Riky de hacer un trío con Manuel.
Todo era cuestión de estratégia y manejar el deseo de estos dos machos por mi agujero de placer.
CONTINUARÁ.
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