Iniciación con Don Arturo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Siempre que partíamos para la cancha, en la esquina había un
señor de aproximadamente 62 años, que se colocaba en la vereda con una silleta a
escuchar la radio.
Nosotros pasábamos y siempre lo saludábamos con ánimo.
Un día, que volvimos de la cancha, andábamos con armas
plásticas de juguetes; al pasar por enfrente de Don Arturo y saludarlo nos gritó
a viva voz que esperásemos porque el tenía que contarnos algo.
Esta fue la
primera vez que nos sentamos a hablar con él.
En la charla nos explicaba el por qué no teníamos que andar con armas, que las armas siempre la carga el diablo
y una serie de discursos más acerca de nuestro juego.
Don Arturo era un señor bastante grandote, era descendiente
de italiano por lo que tenía una gran barriga, era muy alto (1,85 m) y sobre
todo muy peludo, tanto el cuerpo como en su prominente barba.
El acostumbraba a
estar en la calle con una camisa desprendida y solo sujetada con un botón, por
lo que la mata de pelos blancos y negros nacía desde el centro de su pecho y se
extendía por todo su cuerpo, más que nada en su abdomen.
Nos invitó a pasar, y nos mostró las armas que tenía colgada
en las paredes de su casa.
Había muchas y muy variadas.
Desde ese día, siempre
pasábamos y nos quedábamos en la casa de Don Arturo un poco para que nos cuente
sus fabulosas historias.
La confianza fue aumentando y ya nos sentábamos en su falda,
lo tuteábamos y hasta recorríamos toda su casa desde principio a fin sin
problemas.
Como dije antes, Don Arturo tenía una particular forma de
vestir.
Usaba su camisa mangas cortas desabrochadas hasta casi su totalidad y un
short, muy corto y pantuflas.
En uno de sus cuentos, Don Arturo hizo un ademán en su sillón
y abrió sus piernas, dejando ver uno de sus huevos peludos.
Como éramos chicos
todos nos reímos, pero Juan no había alcanzado a ver así que le hincho a Don
Arturo para que se lo muestre de nuevo.
El viejo asintió y se abrió una de las
piernas del short dejando ver el huevo.
En ese mismo instante, Juan preguntó por
la cantidad de pelos que tenía Don Arturo, y si nosotros alguna vez los
tendríamos.
Matías, el más grande de todos nos dijo que a partir de su edad (12)
le empezaban a salir pelos en los huevos y en el cuerpo.
Entonces se abrió su
short y dejo a la exposición toda su polla y los huevos notándose unos pequeños
bellos púbicos en el nacimiento de esta.
En ese momento Don Arturo nos comentó que los hombres a
partir de los 11 o 12 podían eyacular.
Todos quedamos atónitos, nadie sabía que
era eso y Matías y Lucho lo charlaban en la escuela pero nunca habían platicado
con alguien mayor sobre ese tema.
Después de varias explicaciones sobre las
erecciones, Don Arturo nos preguntó si queríamos tener una eyaculación todos
juntos, como amigos, que era algo muy lindo.
Asentimos con la cabeza con la
mayor confianza que inspira un hombre adulto.
Entonces llamó a Matías y lo subió
a su falda pero no de la forma en que lo hacíamos antes sino lo colocó bien
sobre su bulto (primero se acomodó la polla para arriba y los sentó encima de
ella).
Luego le pidió a Matías que se moviera, entonces el viejo cerró los ojos y gemía de placer.
Matías tenía los ojos grandes y estaba un
tanto asustado.
Luego Matías se paró y Don Arturo se incorporó de su sillón dejando ver un tremendo bulto.
Todos quedamos tiesos.
Ahora van a ver una verdadera erección; se desprendió la camisa y se aferró a la pretina de su pantalón y lo fue bajando de apoco, hasta que este se trabó con la tranca endurecida.
Lo hizo a un lado y de un tirón lo dejo a la altura de la rodilla.
Nuestro asombro fue tal que yo comencé a temblar.
En ese momento pensé que era de temor pero luego comprendí que fue por la excitación que me causó al ver eso.
Don Arturo nos mostró como deberíamos tomar la polla.
Primero tomen la piel y tírenla para atrás.
En ese momento apareció una cabeza morada con algunos toques rojizos.
Después súbanla y repitan eso varias veces.
También tóquense las tetillas y los huevos, eso los ayudará a excitarse.
Matías se puso de pie y se comenzó a desnudar.
Como era el
más grande, casi por instinto lo hicimos todos.
Una vez desnudos practicábamos
los que nos enseñó el viejo.
Yo no podía dejar de mirar la tranca, maravillosa, no muy
grande ya que mediría unos 17 cm pero para nosotros era lo más.
Don Arturo luego nos invitó a tocarla.
Nadie se animó, así
que él se dirigió hacia mí quien lo miraba sin cesar y tomo mi mano.
Sin negarme
acepte y la toque despacito.
– Tómala nene, me dijo y al abrir la palma de mi
mano, esta no cabía y ni podía cerrar la mitad del puño.
Nene, agárrame los
huevos, me dijo.
Yo con la otra mano y sin soltar su tranca se los tome y los
tocaba despacito.
No querés darle un besito, me dijo? Yo medio dubitativo y
ante la mirada expectante de los demás acepte.
Entonces el viejo bajo el pellejo
y dejó ver la cabeza.
Acerqué mi boca y la bese.
Estaba caliente, hirviendo y
tenía bastante olor pero me gustaba y algo me atraía a hacerlo.
Lugo me dijo, –
Pásale la lengüita como si fuera un caramelo.
Accedía y comencé a lamer como una
zorra.
Sin saberlo lamía todo el tronco con desesperación.
Ahora te queda lo
último, ya que como eres muy bueno y cumples todo yo te lo voy a hacer a vos.
Entonces se dio vuelta y me puso su culo en la cara.
Abrió las nalgas y me
decía, – Chúpalo nene, sin miedo, chúpalo -.
Acerque mi lengua pero había mucho
olor así que me retiró un poco.
A Don Arturo no le gustó mucho eso así que
levantó la voz y me dijo – Hace lo que te ordeno – .
Colocándose casi en cuatro
patas y agarrado a la mesa de la cocina me entregó todo su culo.
Abrí las nalgas
yo y pasé la lengua varias veces, y el viejo gemía de placer.
Luego se incorporó y no invitó a su habitación.
Era increíble
ver a Don Arturo caminar ya que esa tranca casi no se le movía.
Nos acomodamos
los cinco en la cama y le pidió a Juan y Lucho que le hagan lo mismo que vieron
en el comedor con migo y entonces bajó el pellejo de su polla y se las entregó a
ellos que comenzaron a lamer con ganas.
Luego a mí me puso a su lado y me dijo
que abra la boca grande.
Le hice caso y él se acercó y juntamos los labios.
Su
barba me pinchaba pero en ese momento estaba bastante excitado y mi pitito estaba
que explotaba.
Me metió la lengua y hurgaba en mi boca como penetrándome.
Como
Matías era más grande y tenía la tranca más desarrollada pidió que se le parara
al lado y comenzó a mamarla con suavidad.
Matías no paraba de gemir fuerte y se
vino en unos segundos.
Luego nos pidió que nos pusiéramos todos en cuatro patas
en la cama y el pasó uno por uno y nos apoyaba su polla en el agujerito del culo
y embestía despacio.
Nos explicaba que el que hacia esto demostraba cariño al
otro.
Don Arturo estaba bastante colorado, entonces se acostó en el
centro de la cama y nos pidió que le chupemos entre todos la tranca y que
tomemos todo lo que salía, el que más tomaba tenía un premio.
A los segundos
comenzó a largar borbotones de leche que tomamos sin parar y nos reíamos a coro.
Esa fue la primera vez que probé semen, y desde ahí no pude
parar de probarlo, hasta el mío cuando estoy excitado.
El viejo nos explicó que no debíamos contárselos a nadie
porque era un secreto entre amigos y los secretos no se cuentan ya que si se
revelan entonces los demás se iban a encargar de reprenderlo.
Este relato me pasaron hace ya mucho tiempo, el que conozca la siguiente
parte de esta historia siéntase libre de publicar o continuarla; sería bueno saber como sigue este relato.
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