Iniciado a los 5 años (2)
Martín me enseña a mamar.
Pasaban los días y en ocasiones no podía ir a la casa de Martín porque estaba su familia o porque mi mamá no me dejaba, aún así me conformaba con mirarlo de lejos cuando se sentaba afuera de su casa, o cuando jugaba con su sobrino José y podía acercarme lo más posible para verlo, ya que el acostumbraba ponerse short pero sin nada abajo, y por los lados podía mirar su pene negro y peludo cuando a propósito abría más las piernas y José estaba distraído, en algunas ocasiones hasta orinaba en esa posición y de tan cerca que estaba, me salpicaban las gotas que salían volando por el chorro poderoso que disparaba hacia la tierra suelta, y ese olor a orina en el aire que para mí era como oler de cerca su pene, recordando esa vez en el baño cuando me dejó agarrársela.
Una tarde él estaba parado afuera de su casa, le habían llegado parientes suyos e hicieron una comida, pusieron música y él al parecer se había salido a tomar aire, distraerse o no se, pero estaba afuera, serían como las 4 de la tarde, se metió y al poco rato salió otra vez, se sentó un rato y claro yo estaba atento a todo lo que hacía, se asomó hacia adentro de su casa y me hizo señas que fuera.
Uufff el escalofrío recorrió mi cuerpo y mi corazón latió a mil, le pregunté a mi mamá si me daba permiso de ir abajo a la barranquita a jugar y al principio dijo que no que porque me iba a caer y bla bla bla, todo lo que dicen las madres, pero como quiera me bajé y le dije no me caigo orita vengo, en fin, un hijo desobediente, y como no, estaba tan acelerado porque Martín me estaba esperando.
Bajé a la barranquita y tuve que rodear por una vereda para que mi mamá no me viera a dónde iba, de ahí me metí por unos matorrales y llegué cerca de donde Martín me estaba esperando, me dijo en voz baja: «ve a donde las piedras orita voy», las piedras era un lugar con unas rocas grandes que estaban junto a un camino, pero en la parte de atrás había un espacio plano donde algunos jugaban pelota y estaba rodeado de matorrales, así que había cierta privacidad pero cualquiera podía llegar y más a esa hora, pero bueno Martín me había dicho que ahí los esperara.
Llegó al poco rato, miró alrededor y revisó que no hubiera nadie entre los matorrales, se asomó otra vez por el camino y mirando todavía a los lados me dijo agarrala!!!, yo tembloroso me acerqué y toqué su bulto, llevaba una bermuda tipo basquetbol y una camiseta de tirantes, más agarrala!!!! me volvió a decir, y yo obediente sobaba su verga por encima de la bermuda, así estuvimos un rato y después se la bajó hasta los muslos, como de costumbre sin nada abajo, su pene negro aún dormido, sus huevos colgando y los abundantes pelos, todo eso acompañado del olor que había percibido en el baño, ese olor a sexo tan delicioso.
Él seguía mirando a todos lados, claro era un lugar abierto donde cualquiera podría estar mirando sin que nos dieramos cuenta, así que él por momentos se asomaba y revisaba todo y volvía a decirme que lo agarrara fuerte, aprietalo!!!!, acaricia los huevos!!! en su típica voz baja pero dominante, en un momento orinó, y ver salir ese chorro grueso tan potente de orina me provocaba placer, se podría decir que Martín me inició en el fetiche de mirar hombres orinando hasta el día de hoy.
Quieres mamarlo?? me dijo mirándome fijamente, uufff mamarlo?, podrán imaginarse mí sorpresa al escuchar esas palabras, yo sabía que mamar lo hacían los bebés cuando comían pecho, pero mamar pene?? me quedé mirando ese pedazo de carne colgando con el prepucio a medio glande.
Mámalo, abre la boca, y lo agarraba con su mano mientras me lo decía, yo lo miraba hacia arriba y el mirando a todos lados, me volvío a mirar y a decir con voz apurada, mámalo rápido!!!
Reaccioné y lo hice, abrí mi boca, y lo cubrí con mis labios, chupalo, chupalo, me decía, yo me quedé quieto y el comenzó a moverse despacio: no pongas los dientes, con los labios, pon los labios, los labios nadamás, y se seguía moviendo.
Cabe aclarar que su pene seguía dormido, es increíble como Martín dominaba su excitación para que su pene no se pusiera duro desde nuestros primeros encuentros y yo hasta ese momento solo lo había visto dormido, grueso y esponjoso, pero ese día, teniéndolo en la boca y con sus movimientos, lo sentí crecer lentamente.
Empecé a salivar demasiado, y se me llenaba la boca rápidamente, pero ala vez la misma saliva hacia más fácil que su pene entrara y saliera más fácilmente, me agarró la cabeza con sus dos manos y marcó el ritmo de mete y saca, moviendo su cadera y mi cabeza hasta sincronizar los movimientos.
Su pene crecía aún más en mi boca y como es obvio llegó el momento que solo alcanzaba a meter su glande y un poco de tronco, aún así, de momentos lo empujaba con fuerza hasta mi garganta provocándome arcadas y que la saliva escurriera por mis labios, me sujetaba con fuerza y me dejaba su pene adentro unos 3 o 4 segundos y lo sacaba.
Para ese punto mi saliva ya era una mezcla muy viscosa y no era posible contenerla así que escurría sin parar con cada embestida, y yo solo podía dejarme usar por Martín, el seguía moviéndose y yo estaba quieto dejándome llevar.
Me agarró otra vez de la cabeza y sincronizó los movimientos: ya casi, ya viene, ya viene, me decía con su voz agitada hasta que aceleró los movimientos y con una embestida, un líquido caliente y espeso llenó mi boca mezclándose con la saliva, una parte la tragué al intentar jalar aire y la otra parte escurrió por mi barbilla.
Martín daba unos gemidos ahogados y de a poco detuvo sus movimientos, me apartó y se exprimió el pene saliendo las últimas gotas de ese líquido que era la primera vez que lo veía, yo escupí todo de la boca y me limpié con mi playera, le pregunté que es? y me dijo leche.
Con mi playera se limpió su pene y se subió la bermuda, se asomó para el camino y me dijo ya vete rápido, salí de ahí y rodeé otra vez por la vereda para llegar a mi casa, la verdad no me fijé si había gente en el camino, solo estaba concentrado en salir lo más rápido posible.
Un rato después vi a Martín llegar a su casa, se quedó un rato afuera y después se metió, yo por mi parte miré mi playera húmeda impregnada de líquidos y un aroma y sabor nuevo, algo que no podía describir pero estaba presente en mi lengua y en mi aliento, que hasta pensé que mi mamá se daría cuenta, así que me quité la playera y la escondí.
Había descubierto cosas nuevas ese día: el pene de Martín creciendo en mi boca y su glande ancho y brilloso, la leche que le había salido era lo que más curiosidad me daba, realmente ese líquido blanco parecía leche pero era muy espeso y su sabor y olor eran raros pero a la vez excitantes por decirlo de alguna forma pues a los 5 años no sabes interpretar nada, solo conoces lo que te gusta y lo que no, y todo lo de Martín me gustaba
Pues hasta aquí el relato de la primera mamada con Martín, en la 3a parte les contaré las preguntas que le hice la siguiente vez que nos vimos, las explicaciones que me dió y como me fué enseñando a succionar su glande y comer su semen.
La primera parte está en mi perfil, saludos a todos
compo sigue
Uff continua esta historia, esta muy bien narrada
Muy bueno continua aprendiendo de la verga de tu macho👍
no tardes ehh me gusto