Iniciando a Juan: Primer Contacto
Mi curioso amigo Juan descubre el placer oral. .
La verdad, el club de lectura no era el lugar donde esperaba encontrar diversión.
Siempre fui una persona con dificultades para conocer gente, para empezar conversaciones, para compartir con un desconocido alguno de mis intereses simplemente para ver si tenemos algo en común. Pero hasta los amargos como yo tenemos nuestros límites, al final del día también somos humanos; tarde o temprano la necesidad de conectar con alguien se vuelve una prioridad.
Por suerte, la biblioteca pública de mi ciudad, lugar al que asistía con regularidad para leer, estudiar, o simplemente pasar el rato, ofrecía distintos tipos de actividades (todas relacionadas en mayor o menor medida con la literatura).
Una de ellas era lo que llamaban “Taller de lectura tradicional”, lo cual, según entendí en su momento, se refería al formato clásico de club de lectura: leemos un texto entre todos, cada uno en el tiempo que se pueda permitir durante la semana, y luego nos juntamos a debatir e intercambiar puntos de vista.
Me atrajo de inmediato la idea de poder conversar sobre literatura con otras personas de mi ciudad, descubrir nuevos autores, nuevos géneros, y de paso generar alguna qué otra amistad.
La primera reunión, en la cual solo íbamos a presentarnos y a ponernos de acuerdo en el primer texto asignado para esa semana, comenzó un lunes a las 19 hs. No éramos muchos, unas seis personas sin contar a la coordinadora de la actividad, pero había mucho entusiasmo en el ambiente.
No me sorprendió el hecho de que el grupo fuera mayoritariamente femenino, ni que la edad promedio sea de unos 40 y tantos, pero si el hecho de que los únicos hombres (Juan y yo) tuviéramos una edad similar, gustos literarios similares e incluso vivíamos relativamente cerca el uno del otro.
Tengo que ser honesto conmigo mismo, Juan me pareció atractivo desde el primer momento: era ligeramente más bajo que yo, con una contextura física parecida a la mía (gordito, pero no demasiado) de piel blanca, pelo lacio y negro. Además, hablaba con mucha soltura, humor, y confianza.
Lo único que me molestaba era el no saber si tendría alguna oportunidad con él. No sabía si era hetero, gay, o si siquiera le interesaba tener una relación con alguien que hasta entonces solo era un compañero de taller.
Aun así, decidí seguir apostando a las pequeñas confianzas qué construimos con el pasar de las semanas.
Comenzamos a hacernos nuestras propias recomendaciones y reseñas por fuera de las actividades del taller, nos encontrábamos cada tantos en librerías o parques de la ciudad, incluso pasábamos alguna tarde a la semana en su casa, ya que vivía en un cuarto al fondo de la casa de sus padres, donde podíamos conversar a gusto.
Fue en una de estas reuniones cuando decidí que era el momento. Quizás no sucedería nada, quizás incluso arruinaría la pequeña, pequeñísima amistad que habíamos construido, pero supongo que en ese momento podía más mi deseo y mis ganas que mi razón.
Aproveche el hecho que de que uno de los personajes del libro que estábamos discutiendo, en un momento dado tiene una relación con otro personaje del mismo sexo, lo cual desencadenaria un conflicto más adelante en la trama.
Tomando esto como punto de partida, comencé a testear a mi amigo:
-Juan, hablando del tema, te puedo hacer una pregunta más personal?
-A ver con que me salís ahora..
-Vos estuviste alguna vez con un chico?
-…
-Es una pregunta nada más, si no querés no tenés que..
-Con “estar» a que te referís?
-Sexualmente.
-Ah..
-De nuevo, si no querés responder..
-No, nunca estuve con otro chico, solo con pibas. Vos?
-Bueno.. Digamos..
-Sos gay?
-Diría que no, aunque si estuve con otros chicos.
-Cómo es eso?
-Que cosa?
-Cómo es que no sos gay pero cogiste con hombres? No me dan los números.
-No seas boludo Juan, sabes lo que quiero decir. No me quiero encasillar diciendo que soy gay solo por haber estado con algún pibe alguna vez.
-Bueno, eso lo puedo entender.
Se hizo un pequeño silencio, algo incómodo, pero comprensivo. Podía sentir que Juan estaba pensando, quizás más preguntas, quizás alguna excusa para dar por terminada la reunión, o alguna forma de cambiar de tema. Nada de eso, para mi sorpresa:
-Está bueno?
-Que cosa, Juan? – Dije sonriendo por dentro.
-Ya sabes..
-Me estás preguntando si coger con otro pibe está bueno?
Asintió en silencio, mirando para otro lado.
-Si, la verdad que sí. O al menos yo lo pasé muy bien.
Más silencio.
-Algo más que te gustaría saber? – Ya era mío.
-Si.. Sos..
-Aja..
-Sos activo o pasivo?
-Mmm.. Diría que soy más bien activo
-Dudaste.
-Si, dudé.
-Que te hizo dudar?
Hice silencio por un momento. Estaba muy caliente, pero tenía miedo de exponerme. Decidí jugarme el todo por el todo, si tenía que ser, que sea.
-Dudo porque hice alguna vez cosas que podrían ser de pasivo.
-Que cosas?
-Chupar pija, por ejemplo.
Me ruborice por completo, al igual que Juan, que seguía mirando disimuladamente hacia otro lado.
El silencio fue ahora de sorpresa, de intriga.
Pude notar un pequeño bulto en la entrepierna de mi amigo, al mismo tiempo que sentí mi propia dureza. Solo tenía que insistir, solo un poco más, un poco más..
-Te quedaste mudo, Juan.
-…
-No es para tanto, es algo que hice alguna vez, no es nada.
-No te lo tomes a mal, nada más que no era algo que esperaba de vos, me sorprendí.
-No es nada malo.
-Obvio que no, solo me tomó por sorpresa.-Sonrió un poco al decir esto, como para aliviar un poco la tensión.
-Juan..
Me levanté de mi asiento y me acerqué lentamente. Juan se quedó paralizado, mirándome.
-Juan.. Te gustaría que te chupe la pija?
-…
-No te voy a mentir, me calentó un poco charlar sobre esto con vos..
-…
-Y me imagino que a vos te habrá pasado lo mismo..
Me puse en cuclillas frente a él, aun sentado.
-No se..
-Obvio que no hay que hacerlo si no querés..
-…
-Pero a mi me gustaría mucho.
-…
-Además así podrías saber..
-…
-Lo que se siente que otro chico te haga un pete. Te gustaría saberlo?
Durante algunos segundos, no pasó nada.
Por un momento temí haber llegado al límite de la tolerancia de mi amigo, temí haber arruinado todo, haber ofendido a mi amigo o haber quedado frente a él como un desesperado.
Pero Juan simplemente se levantó de su asiento, dejando su pequeño bulto frente a mi cara.
No dijo nada, no hizo nada, pero me miró como dando su aprobación.
Pase de estar en cuclillas a estar de rodillas.
Le saque el pantalón, disfrute por un momento amasando su pene por encima de su ropa interior, pero realmente no podía aguantar más. Le bajé el boxer, se lo quité por completo, lo dejé desnudo de la cintura para abajo. Su pija era rosadita, cabezona, gordita, con muy poco vello alrededor. Sus huevos grandes, hinchados. Lo masturbe lentamente, atento a su reacción. Apenas lo escuché suspirar, me relaje, me entregué, y empecé a chupar con gusto la pija de mi amigo. Entraba en mi boca con facilidad, salía caliente y llena de saliva. Pasaba mi lengua por su glande constantemente, haciendo círculos, succionando ese juguito delicioso que precede al orgasmo.
Juan gemía muy despacio pero constante, movía lentamente sus caderas hacia atrás y adelante, como intentando coger mi boca. Relajó sus manos sobre mis hombros mientras se dejaba hacer.
Mi boca seguía ocupada con su pene, una de mis manos acariciaba sus huevos gordos, la otra amasaba una de sus nalgas, gordita y fresca.
De un momento a otro, sin aviso, su miembro se movió en repetidos espasmos, su cola se tensó, y mi boca sintió el sabor caliente de su leche, la leche mi amigo, me llenó la boca por sorpresa.
Seguí peteando por unos segundos, limpiando, succionando lento, tragándome despacio el semen de Juan.
Él parecía haber disfrutado mucho, pero su cara mostraba cierta sorpresa, algo de duda, mezclada con temor.
-Te gustó, Juan?
-…
-Que tal tu primera experiencia? – Dije con una mueca de sonrisa.
-Primera? – Dijo tímidamente.
-Y, imagino que querrás repetir en algún momento, no?
-…
-No?
– Puede ser.. – Dijo, evitando mi mirada, ruborizado, pero se lo veía contento, y aliviado.
Creo que así terminamos ambos.
Contentos, y aliviados.


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