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Mis inicios en el sexo.
Mi historia comienza al inicio de mi adolescencia a los trece años, es donde se encienden los deseos y cuando inicie con mis masturbaciones, eyaculaciones notar que mi cuerpo no estaba cubierto de abundante vello todo lo contrario era fino y algo rubio. Note al observarme en el espejo de los roperos de la habitación del dormitorio que sobresalían mis nalgas blancas y redondas totalmente lisas y muy femeninas.
En la escuela primaria entre los juegos con los otros chicos había notado que mi trasero los atraía y en mas de una vez me lo tocaban como al pasar y si bien a mi me molestaba no era una sensación desagradable.
Todas esas sensaciones que van despertando explotaron con un vecino y empleado de mi padre, el cual venía a casa todos los días prácticamente y eran como un integrante más de la familia. A la noche cuando todos los demás integrantes de casa nos solíamos quedar a ver algún programa por televisión y allí sentados casi uno al lado del otro me fue haciendo preguntas sobre si me hacia la paja y si ya eyaculaba.
Al ser continuo los encuentros nocturnos, ya no fueron tan solo preguntas, se agregaron toqueteos de piernas, cola, mostrarnos las vergss y cuando vi su miembro me sorprendí por su tamaño en cuanto a lo gruesa y larga. Pensé que sería por ser mayor pues Quique tenía 18 años.
Así siguieron pasando los días de nuestros encuentros ya secretos sin pactarse nada era algo que sería nuestro secreto y con riesgo que mis padres se despertaran y nos descubrieran en plena faena de caricias íntimas.
Una noche de aquellas Quique me propuso subir a la terraza de casa para estar un poco más tranquilos y accedimos por la escalera en la oscuridad de la noche y tratando de no hacer ruido alguno.
Una vez allí nos bajamos nuestros pantalones y nos procedimos a acariciar nuestras vergas, huevos y culo. Quique me tomo luego contra su cuerpo y me beso en la boca, fue mi primer beso y de lengua lo que hizo disparar más aun nuestro libido sexual.
Descubrí que me gustaba como acariciaba mis nalgas con sus manos y sus dedos rozaban mi ojete, mientras yo sostenía su duro miembro erguido, con su cabeza inflamada y húmeda por su líquido pre seminal.
Luego me hizo apoyar en la baranda ubicada hacia la parte del fondo de la casa y el se dedicó a manosear mi culo, prodigándole besos y chupones de todo tipo, por último refregó su enorme miembro por mis nalgas y si bien eso me agradaba también existía el temor al dolor si se le ocurría perforar mi ojete.
En los siguientes encuentros nocturnos, nos dirigíamos a la terraza y allí como una pareja de novios nos besamos y acariciamos fervientemente y el siempre era el guía o maestro en los encuentros íntimos y me enseño como chupar una verga.
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